Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,41-44):

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»

Palabra del Señor.

MIRAR MÁS ALLÁ

El mundo en el que vivimos está lleno de distracciones y apariencias superficiales, es fácil pasar por alto lo verdaderamente valioso. Al igual que el tesoro oculto bajo tierra, lo más preciado en la vida a menudo no se encuentra a simple vista. Las amistades auténticas, el conocimiento profundo, la felicidad verdadera, el amor, la fe... suelen estar escondidos detrás de las capas superficiales de la vida cotidiana.

Es importante aprender a mirar más allá de lo obvio, a profundizar en las relaciones, a buscar la sabiduría en los libros y a valorar las pequeñas cosas que a menudo pasan desapercibidas. Recuerda que las mejores experiencias y lecciones de vida a menudo están ocultas en los lugares menos esperados.

No te limites a lo que ves a simple vista y atrévete a explorar más allá de la superficie. Descubrirás que la bondad, la belleza y la verdad están esperando ser encontradas en los lugares que menos te imaginas. Aprende a mirar con el corazón, y descubrirás que lo importante a menudo está escondido a los ojos.

Jesús está deseando encontrase contigo, a veces en el rostro de alguien que no esperas. Levanta tu mirada para poder reconocerle.

¿Sueles mirar más allá o tiendes a quedarte en la superficie de las cosas?
¿Crees que la vida sería diferente si nos dejásemos llevar por las apariencias?

Señor, no quiero cerrar mi corazón y ahogarme en mi egoísmo.
Fortaléceme, hazme generoso para crecer en el amor y dedicarme a la misión que tú me encomiendes en este día. Que con mi vida pueda llegar a muchas más personas que necesitan de tu amor.

Amén. 

En este día voy a intentar buscar la paz, que es fruto del amor y del perdón, de la comprensión y de la lucha por mejorar y amar sin medida. 

Oh señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco enteramente a ti.

En prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos,  mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser.

Ya que soy todo tuyo, oh madre de bondad, guárdame,  defiéndeme y utilízame  como instrumento y posesión tuya.

Amén.