10 de noviembre

SECUNDARIA

curso 2023 - 2024

Santoral

FRASE DEL DÍA

No me gusta la palabra tolerancia, pero no encuentro otra mejor. El amor empuja a tener, hacia la fe de los demás, el mismo respeto que se tiene por la propia.
(Mahatma Gandhi)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16,1-8):

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador." Entonces el administrador se puso a pensar: "¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan." Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: "¿Cuánto le debes a mi amo?" El hombre respondió: "Cien barriles de aceite." El administrador le dijo: "Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta." Luego preguntó al siguiente: "Y tú, ¿Cuánto debes?" Éste respondió: "Cien sacos de trigo." El administrador le dijo: "Toma tu recibo y haz otro por ochenta." El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz».

Palabra del Señor. 

Para la reflexión

EL ARREPENTIMIENTO Y LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES

El administrador de la parábola había abusado de la confianza de su amo subiendo los precios en beneficio propio. Ante las quejas de los clientes y la amenaza de despido, recapacita, aunque sólo sea por conveniencia, y renuncia a su propio beneficio, pidiendo lo justo a los clientes.

Ante esta situación, nosotros pensamos que ese administrador, aunque haya cambiado de actitud, no es de fiar. En cambio, para Jesucristo tiene más valor el cambio de comportamiento que el pecado. Él conoce nuestras caídas, pero basta un sincero arrepentimiento y que le pidamos perdón, para que nos devuelva su confianza y se sienta orgulloso de nosotros, como el amo de la parábola con su administrador.

Todos merecemos muchas segundas oportunidades.Necesitamos de la empatía, la comprensión y la capacidad de perdonar de los demás. A menudo, cometemos errores, tomamos decisiones impulsivas o nos equivocamos. En esos momentos, es importante recordar que no somos perfectos y que los otros también tienen sus imperfecciones.
Las segundas oportunidades nos permiten enmendar nuestros errores, aprender de nuestras experiencias y evolucionar en nuestra vida. También nos ofrecen la oportunidad de demostrar nuestro compromiso de mejorar.

Sin embargo, las segundas oportunidades no son un derecho automático. Deben ir acompañadas de un sincero deseo de cambiar y de un esfuerzo por corregir nuestros errores. Asimismo, debemos ser conscientes de que algunas acciones pueden tener consecuencias que no siempre son fáciles de remediar.

En resumen, todos merecemos segundas oportunidades, pero también debemos ser responsables de nuestras acciones y estar dispuestos a aprender de nuestros errores.

Me pregunto...

¿Soy capaz de corregir mis errores y reparar aquello que he hecho mal?
¿Pido perdón cuando me equivoco o hago daño a alguien?

Oración

Señor, ayúdame a saber aprovechar mi tiempo, especialmente este momento de oración.
Quiero tener la audacia y habilidad para saber darte el lugar que te corresponde en mi vida.
Creo en Ti, confío y te amo, ayúdame en este día para que nada me distraiga de lo verdaderamente importante en cada momento y sepa reconocer tu voluntad en cada cosa que suceda hoy. 

Amén.

Capital de Gracias

Hoy me propongo pedir perdón por aquello que he podido hacer mal y corregir alguno de los errores que he podido cometer en este último tiempo.

Consagración a la Virgen

Oh señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco enteramente a ti.

En prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos,  mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser.

Ya que soy todo tuyo, oh madre de bondad, guárdame,  defiéndeme y utilízame  como instrumento y posesión tuya.

Amén.