Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,22-25):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día».

Entonces decía a todos:

«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?».

Palabra del Señor. 

NUNCA ES TARDE PARA DIOS.

El camino que Jesús propone es difícil. Pero...¿Qué es aquello que ha movido a tantos hombres y mujeres a seguir a alguien que predica todo lo contrario que el mundo de hoy ofrece?

Es cierto, que hay algo de locura en esto. Una locura que experimentan sólo quienes han conocido a Cristo y le han experimentado vivo. Por algo el Papa Juan Pablo II decía: "¡Abrid de par en par las puertas a Cristo! No temáis. Tened confianza en él. Arriesgaos a seguirlo.

Todavía hoy existen hombres y mujeres que se encuentran con Cristo y apuestan por Él.

¿Crees que Jesús está vivo y que aún hay gente que puede encontrarse con  Él?
¿Crees que Dios es capaz de transformar a cualquier persona?

Señor, en este día,  dame la fe y el amor que necesito para llevar la cruz que tú me des, pues es el camino por donde has querido que te encuentre y llegue hasta ti. Tú conoces lo que más me cuesta y también mi deseo de seguirte. Haz que pueda vivir cada circunstancia según tu voluntad. Amén. 

Hoy intentaré vivir con alegría las contrariedades y dificultades que forman mi cruz de este día. También voy a ofrecer el día por los alumnos de 4º ESO que están en Lourdes.

Oh señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco enteramente a ti.

En prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos,  mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser.

Ya que soy todo tuyo, oh madre de bondad, guárdame,  defiéndeme y utilízame  como instrumento y posesión tuya.

Amén.