3 de abril

Secundaria - Bachillerato

curso 2023 - 2024



Santoral

FRASE DEL DÍA
OCTAVA DE PASCUA

El gozo que experimentaron los apóstoles por la resurrección de Cristo, superó cualquier otro gozo que ellos tuvieron, cuando Jesús estaba todavía con ellos en su cuerpo mortal.

(Antonio de Padua)

Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):


Aquel mismo día, el primero de la semana, dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos setenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo:

«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».

Ellos se detuvieron con aire entristecido. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:

«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabe lo que ha pasado estos días?».

Él les dijo:

«¿Qué».

Ellos le contestaron:

«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana la sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».

Entonces él les dijo:

«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria».

Y, comenzado por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.

Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:

«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».

Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista.

Y se dijeron el uno al otro:

«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».

Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:

«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Palabra del Señor.

Para la reflexión:

EL CAMINO DE EMAÚS.

Este pasaje nos muestra a dos seguidores de Cristo que han perdido el rumbo en su vida. Habían seguido a Cristo con gran ilusión, pero después de ver al Maestro crucificado viene el desánimo, todas sus esperanzas se habían esfumado, dejando vacío su corazón. Todos pasamos por momentos así en nuestra vida, crisis de fe, momentos en los que no vemos con claridad lo que nos pasa.

Con facilidad nos sentimos identificados con estos dos discípulos. Son muy semejantes a nosotros, muy humanos: han visto el aparente fracaso de Cristo, y reaccionan como hubiésemos reaccionado nosotros mismos: abandonando todo y volviendo a su vida tranquila, cómoda, de Emaús. Habían visto los milagros de Cristo, habían gozado de su presencia, habían saboreado sus enseñanzas, tal vez incluso habían repartido los panes en la multiplicación de los panes. Pero ahora… Todo había acabado. Cristo estaba muerto.

Pero Jesús, de ser un desconocido que caminaba con ellos pasa a ser invitado; aún más, es aquel que preside la cena. Así actúa Él: sabe que lo necesitamos, que es la luz para nuestra oscuridad, alegría para nuestro desánimo y se nos acerca poco a poco, nos va iluminando, y suscita en nosotros esa hermosa petición: Quédate con nosotros. 

El cambio de estos discípulos es sólo cuestión de minutos: dejaron una rendija abierta a la esperanza, y la Esperanza entró, fue abriendo la puerta y les invadió plenamente.

Me pregunto...

¿A veces te has encontrado caminando sin rumbo?

¿Crees que las cosas pueden cambiar?

¿Crees que Jesús está dispuesto a entrar en tu vida para poner orden?

Oración

Señor, concédeme que mi corazón arda y esté encendido, como lo estaba el de los discípulos de Emaús tras encontrarse contigo. No permitas que nada, ni nadie, me robe la gracia de tu presencia, que es el gran tesoro de mi vida. Que nadie me quite la alegría de tu salvación. Amén.

Capital de Gracias

Hoy voy a abrir en algún momento del día la Biblia para ver que quiere decirme Dios; y dejar así, que su Palabra vaya calando en mi vida.

Consagración a la Virgen

Oh señora mía, oh madre mía, yo me ofrezco enteramente a ti.

En prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos,  mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra, todo mi ser.

Ya que soy todo tuyo, oh madre de bondad, guárdame,  defiéndeme y utilízame  como instrumento y posesión tuya.

Amén.