Se proyecta una degradación generalizada de los indicadores en el escenario tendencial hacia 2050. Una manera de contrarrestar los efectos negativos asociados al crecimiento de la huella urbana, es a través de un modelo de desarrollo urbano compacto, en conjunto con inversiones estratégicas que garanticen el acceso equitativo de la población a vivienda digna, servicios urbanos e infraestructura pública. Será indispensable implementar medidas que minimicen las emisiones provenientes de fuentes móviles, para garantizar el bienestar de la población y del medio ambiente.
Se estima que la huella urbana en el área de estudio se triplicará para el 2050. El aumento desmesurado del área construida plantea desafíos para la planificación urbana, tales como el aumento de los costos asociados a la creación y el mantenimiento de los servicios públicos, vías y caminos, además propicia la pérdida de hábitats clave y suelo agrícola, y se asocia a mayores tasas de consumo energético. Para contrarrestar estos efectos, se propone la densificación urbana. Este modelo de planeación permite albergar a más habitantes y la infraestructura necesaria en menos superficie.
Se proyecta una marcada disminución en la densidad poblacional. La densidad de población se reducirá en más del 50% en la Megalópolis y sus Zonas Metropolitanas, como resultado de la diferencia entre las tasas de crecimiento de población en comparación a la de expansión de la huella urbana. Promover el acceso a vivienda asequible al interior de la huella urbana, a través de la redensificación de zonas con tipologías de construcción menores a cuatro pisos, así como de programas económicos que faciliten la adquisición de bienes inmuebles, ayudaría a minimizar la pérdida de densidad de población proyectada.
Las pérdidas de suelo agrícola y áreas naturales se deben a la expansión de la huella urbana: se emplean terrenos dedicados a la agricultura o áreas naturales adyacentes, para la creación de nuevas edificaciones. Una estrategia para mitigar la pérdida es la densificación. Este modelo de urbanización permite albergar a más habitantes y la infraestructura necesaria en menos superficie.
Las ANP enfrentan factores que las vuelven vulnerables, tales como los cambios en el uso del suelo, la expansión urbana, las actividades productivas, la extracción de recursos, el pastoreo y la erosión. Los asentamientos irregulares, en particular, representan una amenaza, y surgen como resultado de la falta de acceso a una vivienda digna. Proteger las ANP requerirá asignaciones de fondos para actividades de conservación, manejo y restauración, pero fundamentalmente, será necesario desarrollar vivienda asequible, así como garantizar el acceso a fuentes de empleo, servicios urbanos e infraestructura pública.
Las áreas verdes urbanas desempeñan un papel crucial en la calidad de vida de la población al proporcionar espacios naturales para el esparcimiento, promover un entorno urbano más sostenible, generar empleo, reducir los niveles de estrés y fatiga, mejorar el paisaje y promover la salud física y emocional. El desafío de proporcionar suficientes áreas verdes urbanas para la población, conjunta elementos de planificación urbana y arquitectura, que promuevan la integración de estos espacios con la forma urbana.
Los cuerpos de agua son importantes para el paisaje urbano, además de cumplir diversas funciones ambientales, como el control de inundaciones y la prevención de la erosión del suelo. Con el fin de fomentar la preservación de este recurso, será necesario realizar inversiones en restauración, monitoreo y vigilancia de cuerpos de agua, con especial énfasis en aquellos ubicados en entornos urbanos y periurbanos.
Asegurar el abastecimiento de agua para la población dependerá principalmente de usar el recurso de manera más eficiente, y de modernizar la infraestructura de agua potable. Es imperativo mejorar los sistemas de manejo de residuos sólidos y aguas residuales, con el fin de preservar la salud humana y del ecosistema. Para alcanzar este objetivo, será necesario invertir en el mantenimiento y creación de sitios de disposición final, y de tratamiento de aguas residuales, así como el manejo eficiente de los residuos.
El acceso a servicios públicos urbanos, tales como agua potable, electricidad y sistemas de drenaje, resulta fundamental para garantizar la salud, la seguridad, el desarrollo humano y la calidad de vida. No expandir las redes para acomodar las nuevas viviendas que resultarán del crecimiento poblacional, generará un aumento notable en el número de viviendas desprovistas de cobertura.
La infraestructura pública propicia las condiciones mínimas para el desarrollo de las actividades humanas y para satisfacer las necesidades colectivas de la población. El crecimiento de la expansión urbana genera un aumento en la distancia a los equipamientos urbanos, y por consiguiente un aumento en los tiempos y costos de traslado. Esto, a su vez, contribuye a incrementar los costos de inversión necesarios para lograr una mayor conectividad espacial. Adicionalmente, dificultan el acceso a la infraestructura y con ello contribuyen al aumento de la pobreza y la desigualdad. La forma urbana compacta, caracterizada por patrones de desarrollo densos, mejora la conectividad de los sistemas de transporte público y el acceso a servicios locales.
La exposición a riesgos climáticos, combinada con condiciones de vulnerabilidad y una capacidad insuficiente para mitigar o responder a sus consecuencias, resulta en desastres y pérdidas humanas, y de bienes. La vulnerabilidad de la población ante riesgos climáticos, especialmente ondas gélidas e inundaciones, constituye un foco de atención prioritaria. Enfoques adaptativos para la infraestructura tienen el potencial de reducir los costos asociados a la construcción de resiliencia climática. Las proyecciones climáticas son una fuente significativa de incertidumbre. Las decisiones sobre infraestructura deben considerar estas incertidumbres para garantizar la resiliencia ante una variedad de escenarios futuros.
La expansión urbana, el crecimiento poblacional y el aumento de la flota vehicular conllevarán un incremento en las emisiones de contaminantes criterio y gases de efecto invernadero. La reducción efectiva de las emisiones de contaminantes criterio y gases de efecto invernadero, requerirá un cambio en los patrones de consumo, en las prácticas de movilidad, y repensar la forma en que diseñamos y planificamos nuestras ciudades. Reducir las emisiones de fuentes móviles es de especial prioridad. Estrategias como subsidios para la fabricación y adquisición de vehículos eléctricos, la promoción del transporte público, la venta de combustibles modificados, la instalación de equipos especiales en las bombas de gasolina, como boquillas especiales que recuperan vapores en lugar de liberarlos al aire, y programas gubernamentales que mejoren inspección y mantenimiento vehicular, podrían contribuir significativamente a la reducción de las emisiones totales.