En la Megalópolis, se estima que la superficie de área construida se triplicará, con un aumento del 219.8% entre el 2018 y 2050. En las Zonas Metropolitanas la tendencia será similar a la Megalópolis, con un incremento promedio de 217%. El mayor incremento relativo de área construida corresponde a la Zona Metropolitana Pachuca-Tula, con un 298.8%.
La expansión de la huella urbana se asocia a altos costos de construcción y mantenimiento de infraestructura, promueve el uso del automóvil, conlleva a la pérdida de áreas naturales y de suelo agrícola, y propicia la segregación social. Además impide la recarga de los Sistemas Regionales de Flujos de Agua Subterránea debido al sellamiento del suelo, e intensifica el efecto de isla de calor.
Para el año 2050, se anticipa que el aumento porcentual del área urbana superará considerablemente el crecimiento poblacional, lo que resultará en una disminución de la densidad poblacional. Se proyecta que la densidad de población decrecerá en un 65.4% en la Megalópolis, lo cual equivale a un cambio de 18,368 a 6,357 habitantes por km2. Para las Zonas Metropolitanas, el decremento de población promedio será de 63%, con poca variación. La Zona Metropolitana que experimentará el mayor decremento será Pachuca-Tula, con un 71.7%.
La distribución espacial de los cambios en densidad de población y estructura poblacional no será homogénea; en muchos casos, las zonas que tendrán un incremento de densidad de población se ubican principalmente en la periferia de las ciudades. El aumento desproporcionado de la huella urbana respecto al crecimiento poblacional en la Megalópolis representará retos para la conectividad de la ciudad, el abastecimiento de servicios públicos urbanos y el acceso a infraestructura.
Las áreas verdes urbanas desempeñan un papel crucial en la calidad de vida de la población. La disponibilidad de áreas verdes urbanas per cápita en la Megalópolis en el año base (2018) era de 7 m2, lo cual equivale al doble del promedio para América Latina (BID, 2015), pero poco más de un tercio del promedio de 18 m2 por habitante en las urbes de la Unión Europea (European Commission). De éstos, aproximadamente una séptima parte provinieron de camellones. En el escenario tendencial, este indicador disminuirá a 6.3 m2 por habitante para el 2050, lo cual representa una disminución del 9.6%. En las Zonas Metropolitanas, el decremento será de 13.5% en promedio. El decremento proyectado relativo será del doble en Cuernavaca-Cuautla y Querétaro-San Juan del Río respecto a la Megalópolis.
En el año 2018, en la Megalópolis se disponía de una superficie de cuerpos de agua de 4.6 m2 por habitante. Para las Zonas Metropolitanas, el promedio se situaba en 2.62 m2 per cápita. Se proyecta que para 2050, la superficie de cuerpos de agua per cápita descenderá a 4.16 m2. Esto equivaldrá a una reducción del 9.6% respecto al año base. Para las Zonas Metropolitanas, el decremento será de 14.1% en promedio. Querétaro-San Juan del Río experimentará el mayor decremento relativo, del 22.8%, o el doble respecto a la Megalópolis en su conjunto.
Los cuerpos de agua en áreas urbanas proporcionan importantes servicios ambientales, como el control de inundaciones; además son de alta importancia para la irrigación, el suministro de agua potable, y forman parte de los Sistemas Regionales de Flujos de Agua Subterránea.
La preservación de suelos con vegetación tiene beneficios como la conservación de la biodiversidad, la mejora de la calidad del aire y del agua, y ayuda a mitigar las sequías e inundaciones, a reducir el efecto de isla de calor y a recargar los Sistemas Regionales de Flujos de Agua Subterránea.
En la Megalópolis, se estima que el 7.4% del suelo para uso agrícola, y 1.9% de las áreas naturales en el año base, se transformarán en asentamientos urbanos por expansión de la huella urbana en 2050. Estas zonas se ubican principalmente en los márgenes de las áreas urbanas existentes en 2018.
En las Zonas Metropolitanas, se estima que la pérdida promedio de suelo para uso agrícola será del 10.7%, y del 3.8% para las áreas naturales en 2050. La pérdida relativa más alta se proyecta para el Valle de México (8.3 y 7.7%, respectivamente), donde la mayor parte del aumento de área construida ocurrirá en zonas previamente clasificadas como urbanas. En Puebla-Tlaxcala, la pérdida relativa estimada de suelo agrícola será del doble en comparación con la Megalópolis.
Para el año 2050, se anticipa que el aumento porcentual del área urbana superará considerablemente el crecimiento poblacional, lo que resultará en una disminución de la densidad poblacional. Se proyecta que la densidad de población decrecerá en un 65.4% en la Megalópolis, lo cual equivale a un cambio de 18,368 a 6,357 habitantes por km2. Para las Zonas Metropolitanas, el decremento de población promedio será de 63%, con poca variación. La Zona Metropolitana que experimentará el mayor decremento será Pachuca-Tula, con un 71.7%.
La distribución espacial de los cambios en densidad de población y estructura poblacional no será homogénea; en muchos casos, las zonas que tendrán un incremento de densidad de población se ubican principalmente en la periferia de las ciudades. El aumento desproporcionado de la huella urbana respecto al crecimiento poblacional en la Megalópolis representará retos para la conectividad de la ciudad, el abastecimiento de servicios públicos urbanos y el acceso a infraestructura.
La urbanización, el cambio climático, el crecimiento poblacional y el desarrollo económico del sector industrial son factores que exacerban la escasez de agua para consumo humano, y conllevan a que la demanda de este recurso supere su disponibilidad.
En el año base (2018), el consumo de agua per cápita en el área de estudio era de 110.8 m3 al año. El promedio para las Zonas Metropolitanas era de 122.5 m3 al año.
El crecimiento de la población ejerce una presión cada vez mayor sobre el suministro de agua. Si los patrones de consumo de agua se mantienen, la extracción del recurso para uso doméstico pasará de 4.4 mil millones de m3 en el año base (2018), a 4.9 mil millones de m3 en 2050, como resultado del aumento poblacional. En las Zonas Metropolitanas, se proyecta que la extracción del recurso hídrico aumentará en 16.2% en promedio entre 2018 y 2050.
El agua es esencial para la realización de actividades humanas cotidianas, así como para la prevención de enfermedades y la preservación de la salud. Continuar con los patrones actuales de extracción de agua intensificará los problemas de abasto actuales.
En el año base (2018), el alcance del tratamiento de aguas residuales en la Megalópolis era bajo. Aproximadamente un tercio (33.7%) de las aguas del área de estudio recibió tratamiento. En las Zonas Metropolitanas, la cobertura promedio fue del 38.2%. Se estima que el porcentaje de volumen de tratamiento de aguas disminuirá en la Megalópolis de 33.7 a 30.5% entre 2018 y 2050. Para las Zonas Metropolitanas, se proyecta un decremento promedio de 3.3% en 2050.
El tratamiento de aguas residuales permite prevenir la contaminación de agua y suelo, y con ello mejorar la salud humana y del ecosistema, así como reducir la presión hídrica y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). También permite reusar el recurso, reduciendo la presión hídrica.
El aumento en el volumen y tipos de desechos, así como la gestión inadecuada debido a sistemas de recolección y métodos de disposición ineficientes, provocan la contaminación de diversas esferas ambientales.
En la Megalópolis, se recolectaron diariamente 37 mil toneladas de residuos sólidos urbanos en 2018. Se estima que esta cifra aumentará a 41 mil toneladas, lo cual representa un incremento del 10.7% en 2050 de continuar con los patrones de consumo actuales. En las Zonas Metropolitanas, se estima que el incremento promedio será del 16.2%.
La generación de residuos es un problema ambiental y de salud pública. Contar con información al respecto permite planificar y desarrollar estrategias de manejo de residuos eficientes y sostenibles.
El acceso a servicios urbanos básicos promueve la equidad y el bienestar social, y es de relevancia en el contexto del desarrollo sustentable. En la Megalópolis, la cobertura de servicios urbanos era alta en el año base. El acceso a la red eléctrica y a drenaje era superior al 97%. Sin embargo, será necesario invertir en expandir las redes de servicios urbanos para mantener la cobertura actual hacia 2050. Respecto a la cobertura de agua potable, hasta un 24.4%, equivalente a 3.1 millones de las viviendas en 2050, podría no tener acceso.
El acceso equitativo a escuelas, hospitales, transporte y fuentes de empleo promueve la igualdad de oportunidades, y fomenta el desarrollo y la movilidad económica. La infraestructura pública propicia las condiciones mínimas para el desarrollo de las actividades humanas y para satisfacer las necesidades colectivas de la población.
En la Megalópolis, el acceso a escuelas para el año 2018 era generalmente bueno, con un 84.9%. Sin embargo, se estima que 8.5 millones de habitantes adicionales no tendrán acceso en 2050.
La cobertura de hospitales y transporte colectivo es insuficiente. En el año base (2018) sólo el 27.3% de la población en el área de estudio contaba con acceso a servicios de salud. En el escenario tendencial, se proyecta que la cobertura descenderá a 23.7% de la población total, equivalente a 33.9 millones de habitantes. Por otro lado, sólo el 32.6% de la población en el área de estudio residía a un kilómetro o menos de distancia de estaciones de transporte público y colectivo en 2018. Según proyecciones, este número decrecerá a 28.5% de la población total en 2050, equivalente a 31.8 millones de habitantes sin acceso.
El acceso a fuentes de empleo es crucial para el bienestar económico y social de una población. La población con proximidad a fuentes de empleo era moderada en el año base (2018), con un 47.3% de la población total. Sin embargo, esto equivale a 21.2 millones de habitantes sin acceso. En el escenario tendencial, se estima que la cobertura decrecerá a 43% de la población total del 2050. Este decremento es comparable al promedio para la Zonas Metropolitanas, de 43.8%.
La exposición a riesgos climáticos y una capacidad insuficiente para mitigar o responder ante desastres resulta en pérdidas humanas y materiales. La mayoría de la población está expuesta a inundaciones y ondas gélidas. Es necesario garantizar que los protocolos de mitigación y respuesta ante desastres sean efectivos para proteger a la población que reside en áreas de riesgo.
En 2018, el 84.8% del total de habitantes se encontraban expuestos a riesgo por inundaciones. Esto equivale a poco más de 34 millones de habitantes. En 2050 se proyecta un aumento de cerca de 3.5 millones de habitantes adicionales expuestos. Las Zonas Metropolitanas Cuernavaca-Cuautla y Querétaro-San Juan del Río cuentan con una exposición del 100% en ambos años del análisis.
La mayor parte del territorio que conforma el área de estudio es susceptible a ondas gélidas. En el 2018, el 88.8% de la población se encontraba expuesta. En 2050, se estima que esta cifra decrecerá al 87.1% de la población total de ese año. Sin embargo, a pesar de que el porcentaje de población total expuesta decrece, se estima que el número de habitantes expuestos aumentará. Las Zonas Metropolitanas Pachuca-Tula, Puebla-Tlaxcala, Toluca-Tianguistenco y del Valle de México cuentan con una exposición del 100% en ambos años del análisis.
En el 2018, cerca de dos tercios de la población en el área de estudio, equivalentes a 25.3 millones de habitantes, se encontraban expuestos a sequía. Según la proyección del escenario tendencial, 2 millones de habitantes adicionales se encontrarán expuestos.
En el año base, el 60.5% de habitantes en el área de estudio se encontraban expuestos a ondas cálidas. Se estima que esta cifra decrecerá a 58.9% del total de la población en 2050.
El porcentaje de población expuesta a riesgo por deslizamientos de laderas en 2018 en la Megalópolis era relativamente bajo, con un 12.4%. En 2050, se estima que este número incrementará al 15%.
De continuar con patrones de consumo de combustible actuales, se estima que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) aumentarán en la Megalópolis en un 183%. Para las Zonas Metropolitanas, el aumento proyectado será de 166% en promedio.
Las fuentes móviles son responsables de la mayoría de emisiones de GEI. En 2018, representaban el 53.5% de las emisiones totales en la Megalópolis; se estima que esta cifra aumentará a 77.8% en 2050. El incremento proyectado entre el año base y 2050 será notablemente superior a otros sectores. Adicionalmente, en 2050, 71% de estas emisiones provendrán de transporte de carga.
Para las Zonas Metropolitanas, el mayor incremento estimado corresponderá a Pachuca-Tula. En esta zona, las emisiones totales de CO2 aumentarán en un 800%, principalmente debido al incremento en la flota de transporte de carga.
La expansión urbana, el crecimiento poblacional y el aumento de la flota vehicular podrían conducir a un incremento en las emisiones de GEI y contaminantes criterio.
En el escenario tendencial, los compuestos orgánicos volátiles y el amoniaco tendrán una tendencia a aumentar tanto en la Megalópolis como en las Zonas Metropolitanas, principalmente debido a fuentes móviles.
Las fuentes móviles son las principales emisoras de contaminantes criterio. En 2018, representaban en promedio el 57.3% de las emisiones totales en la Megalópolis. Para 2050, se estima que esta cifra aumente a 58.5%. Sin embargo, por medio de la implementación de estándares y tecnologías limpias, se estima que en 2050 las emisiones de óxidos nitrosos, monóxido de carbono, y partículas PM2.5 en las Zonas Metropolitanas asociadas al sector móvil podrían decrecer.
Los compuestos orgánicos asociados al sector móvil decrecerán para la Megalópolis en su conjunto y las Zonas Metropolitanas en 2050 en el escenario tendencial, pero el incremento de emisiones proyectado para fuentes fijas resultará en un incremento neto de emisiones totales.
Para las Zonas Metropolitanas Pachuca-Tula y Puebla-Tlaxcala, se proyectaron incrementos superiores al 70% para todos los contaminantes de fuentes fijas.