Movilidades

CONEXIÓN VERDE CON EUROPA

Primer día: L’italiano è molto similare allo spagnolo

Después de un espectacular recibimiento por parte de las familias y de los compañeros docentes del centro, hoy tocaba primer contacto serio con la ciudad de Domodossola.

Como ayer hubo elecciones generales en Italia y el liceo “Spezia” funcionó como colegio electoral, hoy no ha habido clase y hemos pasado juntos el día, nuestros estudiantes y sus correspondientes italianos, conociendo la ciudad que nos acoge.

El día ha empezado soleado y con cierto individuo clamando “I want my rain back” y “Make Domodossola wet again”. No ha tenido suerte. El resto de la expedición sí, pudiendo disfrutar de un agradabilísimo paseo descubriendo:

- TORREÓN: Aquí hay un torreón (como en Alcázar), que formaba parte de una importante fortificación de la que queda muy poco (como en Alcázar) aunque aún se puede ver algún resto de la antigua muralla (como en Alcázar).

- PUERTA DE ENTRADA A LA CIUDAD Y ANTIGUO AYUNTAMIENTO que ya no existen (como en Alcázar), aunque aquí los destruyó Napoleón (y no como en Alcázar).

- PLAZA DEL MERCADO, centro social de la ciudad y plagada de cafeterías y terracitas (como en Alcázar). NO están de obras en la misma plaza (a diferencia de Alcázar), pero sí en un edificio histórico en la Via Briona que da acceso al centro histórico.

- IGLESIA Y CONVENTO DE SAN FRANCISCO: que fueron desamortizados (como en Alcázar), pero aquí la iglesia es ahora un museo.

En el centro de la ciudad las fachadas de las casas son una invitación a venirse a vivir aquí: incluso las más descuidadas resultan bonitas. Cosas que tiene Italia. Como, además, las calles son estrechitas y el tráfico está muy limitado, se puede disfrutar de manera relajada y dejar que la mirada se pose con calma en mil detalles.

El profesor Paolo Negri, que ha ejercido de excepcional guía contándonos un montón de cosas interesantes sobre Domodossola (como lo que se puede leer más arriba) nos ha descubierto las “casas-torre” de las principales familias de la localidad así como algunas curiosas plazoletas, callejas y antiguas casonas. Y bien nos valía estar atentos, porque la actividad cumbre de la mañana era una “Búsqueda del Tesoro” por equipos, que ha resultado en una encarnizada lucha que por poco no ha roto amistades. Para relajar la tensión competitiva, comida en alegre francachela en “La Pida de Pier”, disfrutando de la auténtica “piada de Rímini” al pie de los Alpes.

Después, encuentro en el liceo “Giorgio Spezia” para las presentaciones de nuestros respectivos centros. El detalle emotivo (aquí, aplauso para nuestro anfitriones) ha venido con la plantación en los jardines del centro de dos retoños de árboles de la zona (oportunamente bautizados como “Miguel” y “Giorgio”) como símbolo de amistad entre nuestros centros y de confianza en el futuro de Europa. Al piscolabis ofrecido como excusa para la confraternización le ha seguido un animado concierto de pop-rock a cargo de una banda de chavales de nuestro instituto hermano a la que se ha unido Antonio Villajos como cantante invitado con gran éxito de crítica y público.

Intensa jornada (por no decir agotadora) que se ha saldado con un balance muy positivo y expectativas de seguir mejorando en la experiencia el resto de jornadas.

Nota bene: el idioma oficial de la actividad es el inglés y como tal es el que priorizamos a la hora de comunicarnos. Pero la curiosa variedad de niveles en el manejo de este idioma y circunstancias varias entre el sector profesorado nos lleva curiosas situaciones en las que la conversación navega entre el inglés, el castellano, el italiano, lo que algunos italianos creen que es castellano y lo que algún español con barba se cree que es italiano. Todo ello con fluidez y armonía, aunque en este momento el que suscribe no tenga claro si hemos sido invitados mañana a las siete a una soirée informal en la Plaza del Mercado o nos han solicitado un aval para una hipoteca.

“Veremos”, que dijo el ciego.


Segundo día: El chacachá del tren.

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Somos de Alcázar, señores: no lo podemos negar.

Aun así, hemos esperado al martes para realizar este acto de afirmación ferroviaria. A primera hora de la mañana y con sol radiante contra el pronóstico ofrecido por las webs especializadas, nos hemos subido en el Vigezzina Centovalli: un trenecito que nos ha subido hasta Druogno, donde nos esperaba Enrico Bonazzi. Enrico es poeta, cantautor, intérprete, hombre versátil y en esta ocasión profesor de Ciencias Naturales como biólogo de bota (que no de bata).

El paseo ha empezado por el lecho de un antiguo lago ahora seco para después empezar a trochar por la ladera buscando altura. Así, hemos ido viendo distintas coníferas (pino silvestre, alerces, abeto rojo y abeto blanco), aprendiendo las diferencias entre sus hojas y sus piñas. Más arriba, hayas, abedules y, sorprendentemente, algún roble que, a pesar de ser termófilo, ha encontrado su lugar en zonas con particular microclima. La experiencia botánica se ha completado con arándanos, enebros, rododendros, musgos y líquenes… De paso, algo de lingüística (la relación de cierto destilado con el enebro, en italiano “ginepro”); cultura gastronómica (la relación del enebro con la grappa); industrias locales desaparecidas (fabricación de carbón de leña); un poco de Geología; y, como no podía ser de otro modo dado el apellido de nuestro guía, algo de Matemáticas (que para eso están presenten en las piñas los números del hijo de Bonacci).

La ruta ha terminado en Santa Maria Maggiore, pueblín turístico con una curiosa herencia y donde hemos hecho la correspondiente parada de avituallamiento, que para eso era la hora de comer según los estándares europeos.

Santa Maria Maggiore, además de estar plagado de tiendecitas y restoranes y ser sede de un afamado mercadillo navideño en la región, fue el núcleo de una región que exportó al mundo (y durante muchísimos años) los conocidos como “spazzacamino”: el valle Vigezzo era tan pobre que muchas familias enviaban a sus hijos de apenas cinco o seis años a trabajar como deshollinadores, trabajo que podía llevarles a cualquier parte del mundo. Hasta la invención de herramientas adecuadas, esta labor requería introducirse en la chimenea para rascar el hollín acumulado en su interior, cosa que sólo podían hacer personas de pequeño tamaño. En el Museo dello Spazzacamino se muestran las penosas condiciones bajo las que vivían y trabajaban estos niños, además de las vestimentas y herramientas utilizadas (también cuando se hacían adultos y seguían en esa actividad fuera de la chimenea). Cada primer fin de semana de septiembre organizan el Raduno Internazionale dello Spazzacamino, en el que “deshollinadores” (o descendientes de deshollinadores) de todo el mundo se reúnen en esta curiosa celebración.

Tras una visita a la iglesia de Santa Maria Vergine Assunta que nos deja saturados de barroco contrarreformista por encima de nuestras posiblidades, cogemos el tren de vuelta en la estación de la localidad que nos devuelve, sanos y salvos, culturizados, sensibilizados y naturalizados, a Domodossola.

Mañana, más.

Tercer día: Pioggia!!! E NEVE!!!!!

Tres días ha tardado en acertar el pronóstico del tiempo, pero por fin hemos podido dar uso a nuestras chaquetas impermeables.

Hoy nuestro autista de confianza, Marco, nos ha llevado hasta el corazón del valle de Formazza a visitar Casa Forte – Steinhause. Esto está pegadito a Suiza y se nota. Por un lado el dialecto local se parece bastante al alemán de Suiza y, por otro, las relaciones sociales y comerciales con el otro lado de las montañas han sido, tradicionalmente, más intensas que con la Italia que queda más al sur. Cosas que aprendimos en Casa Forte: la importancia de las mulas en el comercio a través de los Alpes, el intercambio de productos, la forma de vida en una zona con un clima poco amable … Todo acompañado de una lluvia ligera para el deleite de alguno.

Y después, exhibición de los contactos de nuestras anfitrionas: la Cascada del Toce abrió sus compuertas en exclusiva para nosotros a petición de la profesora Alessandra Fabbri. Tras disfrutar unos minutos del espectáculo, subida hasta la misma presa donde la lluvia fina dio paso a una ligera nevada, para pasmo y deleite de nuestra chavalada.

Pero la diversión no terminó aquí: unos kilómetros más hasta Sapori Walser y aquí ya nieve para todos. Pequeña escaladilla hasta el oratorio de Santa Anna con el sorprendente resultado de ninguna caída con consecuencias. Después del momento “Last Christmas”, comida tranquila al calorcito del refugio.

¡Y más aún! El remate definitivo, la guinda del pastel, el colofón, la traca, un brillante estrambote: un par horitas de relax en las Terme di Premia. Todo bien con el agua calentita, muy felices con las burbujitas, disfrutando a tope con la piscina exterior y el contraste entre la temperatura del agua y aire fresquito de los Alpes… Pero en el circuito “activa la circulación” ya se vio de qué pasta estaban hechos algunos: el pasillo de agua fría no es para cobardes.

Y con esto, exitoso fin del miércoles y tutti preparatti para lo siguiente.

Nota: En Italia el que conduce el auto-bús es, evidentemente, el autista. Marco ha pasado el día con las mangas de la camisa remangadas, presumiblemente con la intención de hacernos quedar a los demás como unos pusilánimes.


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Cuarto día: Nos la han dado con queso

Si alguien pensó que el miércoles llovió, es que no estaba preparado para lo de hoy.

Cambio de autista al que la carretera ha puesto a prueba. Esto incluye un duelo de miradas con un camionero en medio de un túnel por donde sólo podía pasar uno: ha ganado.

La visita a Alpe Devero ha estado guiada por un señor muy majo que (aquí lo he flipado mucho) se enamoró de la naturaleza gracias a “El hombre y la Tierra”, de Félix Rodríguez de la Fuente. Nos ha explicado cómo está cambiando la zona y cómo el cambio climático está afectando a todo el ecosistema de los valles alpinos. “A challenge for the future” ha sido una expresión bastante repetida durante todo el paseo, que ha empezado con fina llovizna, ha pasado por momento chaparrón intenso y ha vuelto a amainar cuando entrábamos en el refugio a completar la experiencia alpina: comida a base de polenta con carne de ternera picada y queso elaborado en el mismo sótano del restorán. Por “cosas” hemos pensado que nuestro guía era alemán naturalizado italiano hablando en inglés, pero no. Los de Agriturismo Crampiolo, que son también caseificio, han tenido a bien enseñarnos la cueva donde elaboran su queso de leche de sus propias vacas. En resumen: mañana concienciadora, instructiva y nutritiva.

Concienciación: primera etapa.

La polenta es lo del medio.

San Gaudencio por fuera impresiona. Dentro, frescos.

Aquí las marmitte. De los gigantes, ni rastro.


La segunda parte ha empezado en Baceno, el pueblo de nuestra anfitriona Stefania Fadda. De nuevo comprobamos que aquí se hace el anfitrionismo bien: el alcalde del pueblo ha tenido a bien obsequiarnos con unos libros sobre la historia de Baceno. Libros guays con papel del bueno, encuadernados en tela y con fotos molonas. Además de conocer la iglesia monumental de San Gaudencio, muy bien presentada por Marina de Palma, profesora de Arte y excepcional conocedora de la arquitectura y los pintores renacentistas de los valles. Aprovechando que estaba cayendo un ligero Diluvio Universal, nos hemos acercado al cañón conocido como Orridi di Uriezzo y a las pozas que se forman en el río Toce y que por aquí llaman Marmitte dei Giganti di Uriezzo (que no sé yo qué podrá significar). Unos cientos de metros más hasta el autobús para asegurarnos de que nadie llegaba con algo de ropa seca a casa y listos por hoy… O no.

Una llamada desde el instituto para decirnos que el Preside del “Giorgio Spezia” , señor Ragozza, nos espera para hablar con nosotros nos pone en alerta: algo hemos hecho. Pero para nuestro gozo resulta que estamos en plena competición de anfitrionismo del bueno. Parabienes varios, obsequios, los mejores deseos para lo que nos queda de estancia (no va a poder coincidir más con nosotros) y reiteradas invitaciones para continuar haciendo proyectos juntos, jobshadowing incluido.


Mañana tren y barco.


Quinto día: Por tierra y por mar

Continúa el festival pluvial en Ossola. Hoy hemos retomado la actividad ferroviaria, esta vez en dirección sur, hasta Stresa. No hemos visto casi nada de esta localidad turística en la orilla del lago Maggiore porque la lluvia arreciaba y, además, teníamos cierta urgencia para coger la lancha que nos iba a llevar hasta Isola Bella. Dadas las condiciones meteorológicas, el viaje (aunque corto) ha sido todo lo movido que esperábamos. La isla alberga uno de los palacios de la familia Borromeo , en parte musealizado y visitable, y con apartamentos privados en las plantas superiores. El príncipe estaba en casa (lo sabemos porque estaba izada la enseña rojiazul) pero no salió a saludar.


Para los que no hayan oído hablar de San Carlos Borromeo ni de Beatrice Borromeo basta con saber que es una de las familias más poderosas (no sólo en lo económico) de Milán (y de Italia) desde mediados del siglo XV; y las islas de lago Maggiore son parte de su patrimonio, conocido como “Estado Borromeo”.

Nuestro guía resulta ser un apasionado de Cervantes que, en estos días, se está leyendo las Novelas ejemplares, así que todo predispuesto en nuestro favor. Información exhaustiva sobre el palacio, los jardines, las islas, la familia en cuestión y más. Napoléon pasó por aquí acompañado de Josefina antes de convertirse en emperador, protagonizando alguna anécdota más o menos apócrifa y, parece ser, tratando de comprar el palacio. Para su desgracia, el príncipe no quiso vender.

Fun fact: uno de los príncipes, casado con una tal Isabella, decidió cambiar el nombre a la isla, “isola” en italiano, porque “Isola Bella” suena casi como “Isabella”. Cosas que se hacen por amor.

Intelectualmente agotados pero secos, salimos a disfrutar de los jardines y, ya de paso, a empaparnos un poco en agua, que de cultura ya íbamos servidos.


Segunda parada del día: la isla de los Pescadores es la única del archipiélago que está habitada todo el año. Pequeñita y centrada en el negocio turístico, los restoranes especializados en pescados del lago mandan aquí. Por suerte, también se puede comer divinamente de bocata, que sitios hay. Lluvia non stop.

Tercera meta volante: Isla Madre es, básicamente, un enorme jardín botánico que contiene otro palacete de los Borromeo, bastante más pequeño que el primero que vimos y que, en comparación, nos resulta un poco meh. Los jardines son otra cosa: verde y más verde, plantas exóticas aclimatadas, híbridos fruto de la pericia de los jardineros, paseos que ofrecen preciosas estampas… Y faisanes y pavos reales a cada paso que damos. ¿Sabíais que hay faisanes blancos o dorados o con los colores de la bandera de Armenia? Yo me he enterado hoy. También me he enterado de que nos les importa la lluvia.

Y así, mojados y cansados, tomamos la lancha que nos devuelve a Stresa, desde cuya estación volvemos sanos y salvos a Domodossola, donde sigue lloviendo.

Sexto día: Los sábados, mercado

Último día completo en Domodossola y hay mercadillo en la ciudad.

Hoy tocaba visita por la mañana a dos museos de la ciudad: Palazzo Silva y Palazzo San Francesco.

El Palazzo Silva es una antigua residencia de una familia de hidalgos de la zona que alberga una amplia colección de armas, arte religioso y lo que en su día se conocía como “gabinete de curiosidades”. Además están dedicados en gran parte a dar a conocer personajes sobresalientes del valle Ossola, que son bastante más numerosos de lo que uno podría suponer. De hecho, son tantos que no han podido meter mujeres. Por falta de espacio, supongo.

Los puestos del mercadillo no están concentrados en un recinto específico, sino que se distribuyen de manera algo caótica por todo el centro histórico de la ciudad, así que el paseo desde el Palazzo Silva hasta el Palazzo San Francesco resulta bastante entretenido, aunque conseguimos hacerlo en un tiempo más que aceptable.

Lo que fue la iglesia y convento de los franciscanos en el valle antes de ser enajenado en los turbulentos tiempos en los que Napoleón la lio por Europa en general y por el norte de Italia en particular es, desde el último cuarto del siglo XIX sede de la fundación Galletti. A Napoléon lo encontramos en las islas Borromeas, tratando de comprar Isola Bella, (no) cazando faisanes en Isola Madre, destruyendo las murallas y puerta de entrada a Domodossola. Hoy, además, a uno de los médicos de Napoleón en el Palazzo Silva.

La exposición temporal en el Palazzo San Francesco está dedicada al retrato femenino, con algunas obras bastante interesantes, incluido un grabado de Picasso entre otros. Pero lo que realmente es el corazón del museo es su colección de Historia Natural. Si la parte de mineralogía es espectacular, la exhibición de taxidermia es más que generosa y no apta para seres sensibles. Si los animales disecados hacen que la palabra inglesa “creepy” se quede corta a la hora de describir el sentimiento que te producen, este no es tu sitio. Si la marmota, el zorro, los enormes ciervos de las montañas, los búhos o las águilas no han conseguido dejarte mal cuerpo, no te preocupes que te enseñan con orgullo algunos de los monstruos nacidos en el valle: terneros con dos cabezas o con cinco patas que ayudarán a ambientar tus mejores pesadillas. A su lado, la colección de insectos o de reptiles conservados en formol resulta relajante.


Como todo esto nos ha abierto el apetito, paseo hasta el Sacro Monte del Calvario de Domodossola, Patrimonio de la Humanidad reconocido por la Unesco: Capillas que albergan las distintas estaciones representadas en tallas en madera de tamaño natural. La subida es exigente, pero conseguimos llegar a la cantina en la que disfrutamos de una abundante comida con pasta (al pesto y con ragú), carne asada y tiramisú: colofón gastronómico italiano con el que dar fin a nuestra estancia.-