Planteamiento teórico-práctico

Nuestra prueba esta diseñada para evaluar el nivel C1 y las cuatro competencias básicas del alumno: comprensión escrita, comprensión oral, producción e interacción escrita y producción e interacción oral.

El nivel de competencia general del alumno se puede observar en el uso de la lengua: en situaciones reales, orales y escritas, en la capacidad de comprender textos y exponerlos, partiendo de sus conocimientos previos. Esa competencia general, es decir, la comunicativa, es el resultado de poner en marcha la competencia lingüística, pragmática, sociolingüística y estratégica.

Según ese modelo comunicativo, las pruebas de EGA ponen de manifiesto la competencia del examinando, es decir, este puede demostrar su capacidad para desarrollar unas actividades lingüísticas, de modo adecuado, como si estuviese en una situación comunicativa real. Por lo tanto, la evaluación tiene en cuenta la competencia del examinando en diferentes contextos comunicativos.

Así pues, en estas especificaciones definimos claramente y tenemos en cuenta los siguientes aspectos: participantes, ámbitos, temas comunicativos, tareas comunicativas, actividades comunicativas y estrategias, tipos de texto y géneros textuales, extensión de los textos escritos, velocidad de los textos orales, claridad de la pronunciación...

Procedimiento

Las especificaciones generales del examen de EGA se han preparado siguiendo las propuestas de las Especificaciones del Examen recomendadas por ALTE y El Consejo Europeo.

Basándonos en este documento, un grupo de expertos crea y selecciona las preguntas y materiales utilizando textos y canales reales: periódicos, revistas, novelas, programas radiofónicos y audiovisuales...

Los ítems de la Prueba Umbral deben cumplir unas características determinadas para ser utilizados en cuanto a su nivel de dificultad, discriminación, fiabilidad...; por ejemplo, deberán tener, al menos, un índice de discriminación del 20%. Intentaremos explicar esta idea mediante los siguientes ejemplos.

Tomemos dos ítems como ejemplo, uno válido (ejemplo A), y otro no válido (ejemplo B).

Supongamos que en el ítem del ejemplo A el 62 % de los participantes han seleccionado la opción D y que esta es la correcta. En el ítem del ejemplo B ha habido un resultado parecido, el 77 % han elegido la respuesta correcta, es decir, la D. Por lo tanto, ambos ítems son válidos desde el punto de vista del nivel de dificultad.

En cuanto al índice de discriminación, se tienen en cuenta dos valores: el de cada ítem por separado y el de cada ítem con referencia a toda la prueba. Los resultados de los participantes son clasificados en cuatro grupos: 4 = puntuaciones muy altas, 3 y 2 = puntuaciones intermedias, y 1 = puntuaciones muy bajas. Lógicamente, los participantes que han obtenido puntuaciones muy altas deberían haber contestado a todos los ítems bien o muy bien.

Prestemos atención a los ejemplos:

Ejemplo A

En el 1er ítem, la mayoría del grupo 4 ha elegido la D –la respuesta correcta–, y los del grupo 1, la B –respuesta incorrecta–. El alto nivel de discriminación de este ítem (RIT: 0,26) nos demuestra que el ítem es válido.

Ejemplo B

En el 2º ítem (RIT: 0,17), en cambio, los del grupo 1 han respondido mejor que los del grupo 4. Esto quiere decir que los que han obtenido peores resultados en la prueba han respondido a este ítem mejor que los que han obtenido los mejores resultados.

Seguramente, el planteamiento del ítem no era claro, o las otras opciones (por ejemplo, la A) no eran adecuadas. Por tanto, este ítem no es válido.