Expansión de Johanna Bottamedi

En esta oportunidad quisiera proponer como una expansión, otro tipo de tatuajes o, para ser más exacta, otras “marcas”: la cicatriz.

Ella visibiliza una intervención, al igual que el tatuaje, algo que viene de fuera e impacta sobre mí; algo que deberé cargar por siempre y que, al observar, me transportará a revivir ciertos episodios de mi vida. Esta cicatriz a la que me remito invoca la imagen de un desmembramiento y separación. Un “desvincular” que lleva a experimentar el delgado límite entre la vida y la muerte.

Las cicatrices las entiendo como aquellas marcas o, por utilizar una metáfora, tatuajes involuntarios. Marcas visibles sobre las que no hemos podido ejercer nuestra voluntad de decisión (la quiero o no la quiero en mi cuerpo). Asimismo, vale la pena referirse al poder de “edificación”, de apuntalamiento y posicionamiento en el auto conocimiento de uno mismos al que nos transportan.

A diferencia del tatuaje, al que a uno le da gusto exhibir, normalmente las cicatrices implican un proceso inverso; uno/ano desea mostrarlas. Preferimos ocultarlas. Los tattoo cargan un simbolismo relativo a vivencias personales al igual que las cicatrices, pero se muestran y existe cierto orgullo o narcisismo en su exposición. La piel puede ser entendida como el libro de la vida en el que las vivencias van dejando sus historias. Uno/a puede no haberlas querido pero es innegable que nos recuerdan de dónde venimos y hacia dónde vamos; aquellas situaciones por las que hemos transitado y de las que hemos resurgido, transformados.

Harry Potter es uno de esos personajes marcados por una cicatriz que lo vincula a una triste y dolorosa historia familiar: la pérdida de sus padres a causa de un ataque del malvado Voldemort. Pero, a pesar de este triste episodio vital fundante, es capaz de encontrar en los lazos afectivos de aquellos amigos y profesores con los que transita su historia, aquella fuerza que le permite re-configurarse o re-construirse.

Volviendo al plano de la vida real y cotidiana, son muchas las personas que a través de sus cicatrices narran historias de vida. Un ejemplo de ellos es el especial lanzado por el diario colombiano El Tiempo en el que, a través de un proyecto fotográfico titulado “Cicatriz”, visibiliza las historias de ciudadanos comunes que portan alguna en su cuerpo. Los/as invito a ingresar al link: https://www.eltiempo.com/…/cicatriz-h…/16494546/1/index.html.

Detrás de cada historia presente en una cicatriz siempre existe un proceso de transformación. No podemos autocondenarnos a un sufrimiento eterno cual Prometeo personifica en la mitología griega. Es decir, cargar la piedra, atarnos a ella (el pasado) y dejarnos comer eternamente el hígado, una y otra vez, por un águila hambrienta. Por supuesto, el águila somos nosotros mismos si es que no encontramos capacidad para mutar en una nueva forma. Poder de resiliencia.

En las historias fotografiadas en el proyecto “Cicatriz” sugerido más arriba puede observarse el modo en que todos/as se han convertido en un Ave Fénix. En nuestro caso, evoca nuestro poder de elevarnos y re-surgir desde las cenizas de nuestra propia destrucción.

Es por ello que para finalizar los/as invito a mirar este breve video en el que Harry y Albus Dumbledore conversan y observan estas maravillosas criaturas denominadas Ave fénix: https://www.youtube.com/watch?v=aOWnVsB4vIw.

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