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(3)TEXTOS ALEJANDRO THORNTON

TEXTOS

PROYECTO CUBO / RODRIGO ALONSO / AGO.2006

Si es verdad –como sostienen algunos críticos– que vivimos un auge de la pintura en el arte contemporáneo, no es menos cierto que ese florecimiento no se sostiene hoy en el desarrollo de corrientes estéticas dominantes. Muy por el contrario, si algo caracteriza a la producción pictórica actual es su radical diversidad, su capacidad para multiplicar los caminos de la investigación plástica, su predilección por la heterogeneidad y por la expansión del universo personal de sus autores.< xml="true" ns="urn:schemas-microsoft-com:office:office" prefix="o" namespace="">

Los artistas reunidos en el Proyecto Cubo 2006 hacen gala de esta celebrada pluralidad. Aun cuando comparten cierta atracción por el diseño y la imaginería pop, sus obras exploran caminos muy diferentes, se aventuran en investigaciones que por momentos los hermanan y por momentos los apartan, generando analogías y contrastes, resonancias y contrapuntos.

Las obras de Adrián Fortunatto se caracterizan por su extremada sutileza en la concepción del espacio y las fuerzas que lo habitan. Unas figuras diminutas –que en algunas piezas se confunden con líneas y cascadas de textos– atraviesan las telas perturbando su serenidad monocroma, desafiando con su trayectoria sinuosa la rigidez de los límites del marco, transformando la superficie plástica en pura dinámica visual.

Lucila Poisson explora igualmente la dialéctica del espacio y el movimiento. Pero su propuesta es bien diferente. Sus líneas y figuras –eminentemente abstractas– no se detienen en los bordes del marco; por momentos lo atraviesan o lo ponen en evidencia. Cuando pinta, esa voluntad centrífuga se plasma en la continuación de las imágenes en distintas telas, con un fuerte protagonismo del color. Cuando dibuja prefiere la composición centrípeta y la reducción cromática, acumulando energías en el centro del papel.

En las pinturas de Alejandro Thornton, la simplificación viene del lado de las figuras. Un rostro invariable, delineado con unos pocos trazos, protagoniza todas las telas. Sobre él se acomodan un conjunto de círculos en múltiples colores que generan ritmos visuales y compositivos, una melodía de formas que trastoca los patrones circulares en algo así como una visualización musical. Los títulos, por momentos, parecieran confirmarlo.

Claudio Roncoli, en cambio, profesa una estética del exceso. Apropiándose de fotografías familiares e imágenes de revistas, construye un universo de claras influencias pop, brillante y controvertido, con aires de felicidad pero también de cinismo. A diferencia de los artistas anteriores, sus obras explotan de expresividad y color, de información y referencias kitsch. El horror vacui es una clave en su mirada al mundo contemporáneo, a la vez festiva y fatal.

Así, entre el rigor compositivo y la exuberancia icónica, entre la serenidad meditativa y el estallido visual, entre la reducción conceptual y la acumulación barroca, entre la intensidad monocroma y la epifanía del color, las obras de estos cuatro artistas evaden homogeneidades y clasificaciones para reforzar la vitalidad de la pintura actual.

Rodrigo Alonso / AGO.06