Veo mi mundo

tras la pista en… 

Operación Gominolas

Es la primera historia de este proyecto educativo, que  además del libro con la propia historia,  está acompañado de elementos complementarios como: un rompecabezas del entorno impreso en 3D para que cualquier persona pueda familiarizarse con  su entorno de forma amena e inclusiva, un tapete para utilizarse con robots de suelo tipo escornabot.

Quienes tengan el libro entre sus manos podrán emplear los códigos QR que hallarán, para acceder a material exclusivo en soporte web 2.0, con textos descriptivos de cada zona y próximamente, narraciones en audio para facilitar la usabilidad a aquellas personas que lo necesiten y actividades extraordinarias.

Las piezas impresas en 3D pueden incorporar números o letras en braille para facilitar la comprensión del contexto para personas con discapacidad visual.

Los textos están protagonizados por personajes cercanos al lector.

Te dejamos con un avance de la historia

Operación Gominolas

Flipo.

Fli-po.

Estaba alucinando.

Esto no podía estar pasando. No a mí.

Me estaba mirando al espejo y el bicho espantoso que tenía enfrente no podía ser yo. Imposible.

¡Era una persona humana no un murciélago!

Abrí los ojos lo más que me permitieron, ya no eran azules como los de mi madre, sino negros y brillantes, minúsculos en comparación a las desproporcionadas orejas. Mi intención era tocarme la cara con ambas manos para comprobar que ese animal frente a mí era yo y casi me caigo de la impresión al ver cómo este me imitaba al llevarse un pequeño pincho que sobresalía de las alas hacia sus peludas mejillas.

Resultaba cómico, si le pasara a otro ya me estaría riendo. Pero cuando el pringao’ era yo, te aseguro que la situación te causa todo tipo de sentimiento menos gracia. Chillé horrorizado y cerré los ojos de la impresión pues, por un momento, la imagen frente a mí había desaparecido y la luz se había esfumado. No podía distinguir nada a los alrededores, como mucho las formas, pero sabía que, de alguna manera, si me movía hacia la izquierda con cuatro aleteos chocaría contra la cortina de la ducha.

Chillé otra vez pero no son palabras lo que salían de mi boca, eran esos sonidos que pertenecían a la noche. Sonidos de murciélago.

Alguien forzó la cerradura de la puerta principal, había tres hombres afuera. No sabía quienes eran y hablaban en un idioma que no conocía. La seguridad de sus pasos al adentrarse en mi casa como si fuera la suya y el que les fuera indiferente que alguien pudiera estar escuchándoles me heló la sangre.

Mi visión regresó y mi instinto me dijo que huyera. Miré hacia la única vía de escape posible, la pequeña ventana del cuarto de baño.

Los hombres peligrosos ya estaban aquí.

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(a partir del 20 de marzo)

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