FÁBULAS DE ESOPO
Adaptado por Elvira SánchezCierto día un asno encontró un paquete en el camino. Para su sorpresa, descubrió que contenía una piel de león. El burro se puso tan contento que se vistió con la piel de león mientras exclamaba: -¡Estupendo! Justo lo que andaba buscando. A continuación, fue a admirar su reflejo en el agua de una charca cercana. -¡Ahora soy un león! ¡Voy a enseñarles a todos a no reírse de mí nunca más!
El burro se encaminó hacia el bosque con aire de superioridad. El pobre animal con el que se encontró fue un jabalí. Él pobre jabalí se dio tal susto que salió huyendo a toda prisa, se estrelló contra un árbol y cayó sin conocimiento. ¡Que divertido! se dijo el asno, satisfecho de su éxito. Poco después se cruzó con un zorro que, al verle, quedó petrificado de terror. -Señor león, es usted un animal digno y noble. ¡Se lo suplico, no me devore! -imploró el zorro. En poco tiempo el bosque entero era presa de una gran confusión a causa de este falso león. Aterrorizados, los monos volaban de rama en rama y los conejos huían. ¡Que divertido!, se dijo el asno.
El asno respetado, ahora muy temido, se paseaba orgulloso y en forma vanidosa por todo el bosque.
Cuando su amo lo echó de menos, pese al duro día de trabajo, salió a buscarlo por todas partes. Encontró una extraña figura. Sintió terror y huyó. Al poco rato, el amo recordó las grandes orejas que salían de la piel del león y se dio cuenta de la mentira. Regresó donde estaba el animal y le quitó el disfraz, haciéndole pasar mucha vergüenza ante los demás animales de la región. Partió el amo rumbo a su campo y el asno con la cabeza gacha lo siguió. Y así fue como los animales del bosque, muy enfadados, descubrieron el engaño del borrico.
Autor: Félix María Samaniego.
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