Capítulo 8

Su Wen la persiguió. —Entonces, ¿solo les entregaste a ese idiota y luego regresaste sola y acongojadamente?

—Esta fue la mejor elección que pude haber hecho para los dos —frunció el ceño—. ¿Quién regresó acongojadamente recién?

—¿Eres tonta? Salvaste a su Príncipe Heredero, así que ¿por qué no los estafaste y cobraste algo de dinero?

—Hice un intercambio con él. Me ayudó a completar mi misión.

Yu Yao no habló más con Su Wen y se dio la vuelta para irse.

En una habitación completamente vacía, en total silencio, de repente no pudo evitar rememorar los días en que Tian Xiao hablaba interminablemente a su lado.

Frunció el ceño, odiando el silencio de la habitación, y abrió la ventana para ver de casualidad los agudos ángulos de los lotos expuestos en el estanque. Se desanimó una vez más cuando pensó en Tian Xiao. Si viera esta escena, ¿cómo sería su expresión? Ese bonito par de ojos definitivamente se agrandaría de conmoción y sus labios probablemente se llenarían de elogios.

Yu Yao bajó la mirada, sintiendo que tal vez padecía de alguna enfermedad. Ya había regresado a la Secta del Viento Nevado hace un mes, pero en este mes, sin importar lo que mirara, la cara de Tian Xiao siempre aparecía ante sus ojos. Ya lo había visto feliz, emocionado, agraviado y lo había visto cuando dijo que le gustaba...

Su corazón se apretó mientras cubría su pecho. ¿Qué le ocurría? Le preocupaba su vida en el sur, temía que lo amedrentaran. Después de que sus heridas se sanaran, después de que supiera que lo había abandonado, ¿lloraría? ¿Estaría triste?

Realmente quería verlo...

Pero ahora se había convertido en un verdadero Príncipe Heredero, por lo que probablemente no pensaría en casarse con ella como consorte imperial. Yu Yao no supo por qué de repente recordó su viaje al sur. En ese momento, Tian Xiao le había dicho que quería mirar con ella las florecientes flores de primavera, la lluvia de verano, las hojas de otoño y la nieve del invierno. En aquel entonces, a pesar de que había mostrado desdén ante la idea y se había negado, su corazón realmente quería ir. Su corazón realmente quería estar junto con Tian Xiao para mirar esas cosas... Yu Yao sonrió con sorna. ¿Con qué estaba fantaseando ahora?

Sus vidas nunca volverían a cruzarse.

—Yu Yao, el Líder de Secta te llama. Parece que hay una misión.

Afuera, una discípula entregó su mensaje. Yu Yao asintió y preparó su estado de ánimo antes de ir al salón principal de la Secta del Viento Nevado.

Cuando escuchó la misión, Yu Yao se quedó sorprendida por un largo tiempo. Se le resbaló la lengua.

—¿Por qué?

Como asesina, esa pregunta ni siquiera debería surgir, jamás. Como el Líder de Secta que asignaba las misiones, no hubo intención de responder a su consulta. Pero el hombre enmascarado sentado en el asiento de honor habló:

—Aunque ni siquiera sé quién es el cliente, tengo mis especulaciones. Además del Emperador actual, la única persona que querría matarlo es el Príncipe Jing'an, pues le bloquea el camino.

El Príncipe Jing'an era un marqués de la dinastía anterior. Según la antigüedad, era probablemente el tío de Tian Xiao, y ahora que había ido al sur para reclamar su identidad como el Príncipe Heredero, el Príncipe Jing'an probablemente ganó un inesperado dolor de cabeza al enfrentarse a la situación actual.

Por lo tanto... parecía que le había pedido a la Secta del Viento Nevado que asesinara a Tian Xiao.

El Líder de Secta guardó silencio por un momento antes de hablar:

—Dado a que este hombre ha conmovido tus sentimientos, Yu Yao, eso nunca debería sucederle a ningún asesino, quiero que lo elimines personalmente.

Yu Yao dejó caer la cabeza sin decir ni una palabra. Recibió su misión y abandonó la Secta del Viento Nevado ese día.