COmunicado en relacion a la vacunación en melilla

Melilla 6 de marzo de 2021.

Decía Aristóteles que la virtud estaba en el término medio. Intentando emular al sabio de Estagira, en nuestro sindicato siempre hemos huido del alarmismo o de las reacciones excesivamente emocionales, aunque entendemos que la parte de la población melillense más castigada por el COVID, pueda caer en ellas y es humano y comprensible. Lo que no es tan comprensible es caer en el otro extremo, en el que parece haber sucumbido la Ciudad Autónoma de Melilla y su Consejería de Salud Pública (a la sazón también de Economía y Políticas Sociales), de la autocomplacencia, la falta de autocrítica y la procrastinación.

Y decimos esto porque la única gestión exitosa en lo relativo a la Salud Pública, durante esta pandemia COVID, fue el cierre de puerto y aeropuerto de Melilla al inicio de la pandemia; sin embargo esta decisión fue de la Administración Central, no de la CAM. Eso permitió que se alcanzase incluso la “circulación cero” del virus, algo muy difícil de conseguir y que no habría que haber perdido, bajo ningún concepto.

A partir de aquí, las decisiones tomadas por la Consejería han sido escasamente afortunadas, lo que nos ha abocado a la situación que tenemos en la actualidad.

Propuestas tan simples como la realización obligatoria de PCR (y cuarentena) para entrada en la ciudad, el testado antigénico periódico a profesionales de riesgo o la educación online para colegios e institutos, salvo cursos superiores específicos, hubieran salvado muchas vidas, evitado mucho sufrimiento y protegido la economía de forma efectiva.

No eran medidas descabelladas, las propuestas por nuestro sindicato. La PCR de entrada se ha aplicado con éxito en Baleares y Canarias, donde su implementación era mucho más compleja que en Melilla; los tests antigénicos se realizan periódicamente en muchas empresas privadas peninsulares y la educación presencial que hemos sufrido en Melilla, (debido a las elevadísimas ratios de alumnos en nuestra ciudad), con tramos de 3 horas, han resultado penosas para estudiantes, docentes y padres, por el elevado esfuerzo que han precisado, por el absurdo riesgo asumido y porque nunca pueden alcanzar la calidad de una educación presencial con horario completo.

No se trata de repasar estas medidas, que junto a muchas otras, no han tenido en cuenta en la Consejería de Salud Pública de la CAM, ya que es harto conocido; tampoco se trata de manifestar nuestro apoyo a los profesionales de INGESA, a los docentes, a los pacientes, a los empresarios, a los hosteleros, a los trabajadores y a la población, en general, que han padecido las consecuencias. No se trata de eso, porque ya lo hemos hecho en otras ocasiones, aunque siempre es buena ocasión para reafirmarse.

Sin embargo, en este escenario que hemos descrito, lo que no podemos entender es la ausencia de autocrítica, por parte de la Consejería en lo relativo a la estrategia de vacunación, ni la procrastinación de estrategias eficientes.

Melilla, que cuenta con una infraestructura sanitaria pobre, fruto del olvido del gobierno central durante décadas, no puede estar también a la cola de la vacunación en España. Si tenemos los medios más insuficientes de España para luchar asistencialmente contra la pandemia, por mucho que los profesionales sanitarios se hayan batido el cobre, no cabe otra solución que combatirlo con la vacunación (amén de las decenas de medidas que ha propuesto nuestra organización sindical). Por un mínimo concepto de equidad y de justicia distributiva, la vacunación en Melilla debería estar a la cabeza de España y la CAM debería exigirlo o acudir al mercado en último término, si su petición no fuese aceptada, ya que tiene capacidad jurídica y económica para ello.

A fecha 5 de marzo, según datos del ministerio, sólo el 1.5% de la población melillense está completamente vacunada, a diferencia del 2.83% de la media española o del 4.3 % de Asturias. Por un criterio de equidad o de capacidad de respuesta, deberíamos haber alcanzado un mínimo del 10% en el mes de febrero. Las cifras hablan por sí solas.

Por ello, agradeceríamos que la Consejería realice algo de autocrítica, ponga los medios, y actúe, para alcanzar el 70% de la vacunación en este verano de 2021 y, sobre todo, no infunda una falsa sensación de normalidad, que para nada ayuda y que resulta tan peligroso como el alarmismo arbitrario. Como decía Aristóteles, la virtud está en el término medio.