"Esto no va de encontrar esa tribu elitista con la que nos hacen sentir más solas. No entramos en sus moldes. No pasamos la fase de selección. Esto no va de «autocuidado”: no. No terminamos el día con una copita de crianza en un confortable salón con luz tenue y lo publicamos en Instagram para seguir alimentando las culpas por no poder ofrecer un salón confortable a nuestras criaturas, lleno de juguetitos de madera pedagógicamente correctos (…) La maternidad no es un escaparate. No. Esto va de asaltar las calles, dejar de obviar todas las represiones que nos atraviesan, a nosotras, y a nuestras criaturas. Empezamos asaltando las XII. Jornadas Somos Lucha Obrera /Langile Borroka Gara".
Unas jornadas “somos lucha obrera” en las que no podía faltar la perspectiva de clase y de eso, queridas parias, nos encargamos nosotras sin pedir permiso. La necesidad no es una situación prepolítica y la cuestión social es un anclaje legítimo desde el que sostener teorizaciones. De los machirojos que lloran porque todo nos lo llevamos al feminismo a las clademierdieras molestas porque todo nos lo llevamos a la clase.
De aquellos barros, estos odios.
Échale un vistazo al programa completo para hacerte una idea de las cuestiones sobre las que se nos invitaba a reflexionar y debatir.
Compartimos sesión con el Colectivo Maternas (Ecuador) y tuvimos oportunidad de compartir los recorridos colectivos que hemos ido atravesando, primero en la denuncia desde los márgenes en que habitan maternidades no normativas, precarizadas, arrancadas del libro Maternidades en Resistencia. Y después en la creación de la Sindicata y las diferentes herramientas de las que nos venimos dotando para crear y habitar el horizonte emancipatorio que imaginamos.
El día en que las matronas dejen el autocuidado, el corporativismo y los complejos para plantarse a cientos en la puerta de una mujer a la que la policía amenace con ingresarla obligada a parir en un hospital.
El día en que las trabajadoras sociales, educadoras, psicólogas, integradoras y todo el resto de su estirpe, dejen el autocuidado para plantarse a cientos en la puerta de una mujer a la que la policía amenace con arrancarle a sus criaturas.
El día en que las trabajadoras de organismos europeos, conseje/llerías, macroempresas y PYMES varias dejen el autocuidado para plantarse hasta que no haya una mujer trabajando en los cuidados que gane por debajo de lo que ellas ganan.
Ese día, nos empezamos a autocuidar.
Estamos cansadas del feminismo pusilánime que aprieta el botón del pánico del autocuidado justo cuando la cosa se pone fea señalando su privilegio. Justo cuando toca bajarse de él.
Deja de fragilizarte. De encerrarte en la habitación. Y sal y lucha. En la calle todavía hay mucho sitio.
Acostúmbrate a recibir golpes y a levantarte de nuevo. Empieza a darlos, pero hacia arriba siempre, en la dirección correcta. Que no son los hilitos del yogitea con frasecita final. Son cadenas de hambre, terror y aislamiento lo que toca menear. Ahora, hermana. Antes que tengamos que vernos buscando valeriana entre las ruinas de un Aldi en llamas.
Autocuidado es juntarse y pelear.
Autocuidado el que os dejamos aquí colgado (Bingo "brillo o laca", primer directo de Las Sindis en IG).
MARCO DE LA PROPUESTA
Juntamos nuestra revisión crítica (Manifiesto Fundacional, Manifiesto 25N, IG) con la genealogía que se marcaron las compañeras de Traficantes/Nociones Comunes/ Fundación de los Comunes en el curso Vidas No Domesticadas. Feminismo, reproducción social y cuidados y retomamos para desarrollar la discusión con compañeras-referentas: Silvia Agüero, Marta Busquets, Luisa Fuentes Guaza, Leonor Pérez-Durand, compañeras de Petra y de Emakume Migratu Feministak Zaintzaile Soziosanitariak.
Desempolvar reivindicaciones sepultadas por el igualitarismo laboralista (sea liberal o socialdemócrata), volver la mirada al feminismo autónomo. Encajar y posicionar un debate pendiente sobre la actualización de la demanda del salario para el trabajo doméstico, llevándolo al ámbito situado del maternaje, y colocar al fin la discusión en el marco del antiproductivismo antifamiliarista, que es la apuesta revolucionaria que emancipa de verdad de la buena.
La estructura de crianza pater-centrada sujeta por dos cuerpos sostenedores en su versión biparentalidad corresponsable y productividad conciliada refuerza la jerarquía implícita en la familia, como institución violenta de control sobre las mujeres y mantiene intactas las exigencias productivistas biocidas de los mercados. La corresponsabilidad ahora, estirando el chicle, amplía su territorio hacia una dimensión pública-comunitaria con los cuidados como sustrato regulador de nuevas formas de organización social, pero a la vez, insiste en alejarlos en manos de una institucionalización pública. Ambas estructuras se presentan como único formato posible, a través del cual, una mujer opta a la supervivencia siendo una identidad devaluada y en un momento de especial vulnerabilidad, como es la crianza y otros cuidados. Pareja y salario. Corresponsabilidad y conciliación. Menuda mierda de emancipación… ¿no?
Queremos revisar críticamente con nuestras comadres, al calor del cierre del año con la Huelga del 30N y lo que nos removió, para arrancar -ojalá- más unidas un nuevo año en el que ya hayan dejado de caer misiles sobre Palestina.
PARA AMPLIAR:
El curso que nombramos al principio sobre genealogía: https://traficantes.net/nociones-comunes/vidas-nodomesticadas
El Estatuto de los Cuidados https://www.museoreinasofia.es/publicaciones/estatuto-social-cuidados
El podcast de Marta, "Maternidades con gafas violetas" que no te puedes perder: https://www.ivoox.com/podcast-maternidades-gafas-violetas_sq_f1622714_1.html
Violencia institucional y trama, vivencias y estadísticas en el libro: https://enresistenciamaternidades.blogspot.com/
Conversatorio Luisa -María Juncay: https://www.elsaltodiario.com/laplaza/esclavitud-contemporanea-trabajo-hogar-internoacabar-con-ella
Si no sigues a nuestra compañera Alba en redes, estás tardando: https://www.instagram.com/sra.schiaffo/
Un par de apuntes sobre el SAP: https://www.pikaramagazine.com/2019/09/el-sap-son-los-padres/ y https://www.pikaramagazine.com/2021/04/te-quitare-a-los-hijos/
Otras propuestas: https://www.manifiestoporlasmadres.org/ y https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfxb4yfRNg_HOppgW1p20biytg_mpQMg4iU134N8k_5H8UG2A/viewform
Puedes encontrar el programa de la sesión siguiendo el enlace y escuchar nuestra intervención o el curso íntegro.
Un repaso a las genealogías de la salarización del trabajo doméstico que acaba en nosotras. No te lo pierdas.
La Nueva Economía de los Cuidados. Agarrémonos de las manitas, comadres que se vienen mareítos. En el punto de partida: el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia o, dicho de otra forma, la estrategia española para canalizar más de 140.000 millones de euros, directos de los Next Generation, los fondos de la UE para el negocio de la reconstrucción pospandémica y el pelotazo hacia la “transición ecológica”. (Si quieres mandanga buena pásate por el capítulo que le dedican en el libro “Maternidades en Resistencia”, que no tiene desperdicio).
Como jugando a hundir a las que flotan, la táctica del Poder queda clarísima en las coordenadas siguientes: Palanca VIII, Nueva economía de los cuidados y políticas de empleo. Componente 22: Plan de choque para la economía de los cuidados y refuerzo de las políticas de inclusión. 932,05 millones de euros y puedes leerlo con voz de San Ildefonso, que aún así, el despliegue que imagines se te va a quedar chiquito.
Las inversiones de este Complemento 22 pretenden dar impulso al Plan de Modernización de los Servicios Sociales o cortapegando, literalmente a la “Transformación tecnológica, innovación, formación y refuerzo de la atención a la infancia para los que implementarán programas integrales de introducción de nuevas tecnologías para la mejora de los sistemas de información y gestión de los servicios sociales”.
Destripar cada partida del Componente 22 es entender por qué el debate entorno a la Centralidad de los Cuidados: no va a trascender el techo fijado en aligerar corresponsabilidades y posibilitar conciliaciones, sino que el cierre de consensos, por las buenas o por las malas, siempre formó parte de la Cuidocidad desde su conceptualización original.
Por las buenas, para las buenas es el 0-3 público, las excedencias remuneradas y la ampliación del vínculo biparental hacia sucedáneos dentro de la convivencia. Por las malas, para las malas, son las Redes AFE y la profesionalización del acogimiento de criaturas arrancadas, con retribuciones mensuales de más de 2.000 euros por menor acogidx. Son los DAP 360º (Determinantes de Atención Primaria), una app que evalúa el riesgo de desamparo en criaturas con un semáforo de colorcitos, y la quita de custodias a golpe de clicks. Todo lo imaginable para un populismo digital que, desplegado en el Trabajo Social, genera latigazos ultraliberales como los sintetizados por la socialista Mari Carmen Maeztu en tratar los Servicios Sociales como “una inversión, no como un gasto, como una pieza clave para el desarrollo de una economía inclusiva y competitiva”.
Pero “Inclusión y competitividad” albergan diferencias irreconciliables, por más que los discursos tecnodigitales solucionistas conciban la violencia como oportunidad. Para nosotras la violencia y para ellos, los de siempre, la oportunidad. No es distopía, es capitalismo y es patriarcado. Es racismo y es capacitismo. Es todo lo que golpea mil veces más fuerte a las productoras del maternaje. Es el hambre de recorrer km de caminos de miguitas de pan seco, siempre a la sombra de inyección de capital europeo, el que alargando la proyección futura de la lógica maternófoba no deja de demostrarnos quién manda aquí, quién es el gran Pater de todo el tinglado. Por las buenas o por las malas…por encima y desde arriba, en todos los casos.
Está una enfrascada en juntarse con otras comadres y darle un repaso a cosas urgentes e importantes, como el Estudio y recopilación de casos sobre violencia vicaria y violencia de género institucional: un laberinto perverso contra las Madres Protectoras, de la Asociación de mujeres Psicología Feminista y no hace más que tropezarse con la misma pedrada: motopapis y papichulos.
Y es que proliferan en otoño las setas de la loa al pater: el marido que-ne-ce-si-tas (¡y que campe la lesbofobia!) según la fase del ciclo menstrual, el padre consciente que sabe que toca hacer cambio de armario (tranquila, a mí también me cabe toda la ropa en uno, no es minimalismo, es pobreza) y el que nos invita a reflexionar sobre un mundo menos adultocrático apoyándose en los relojes de Dalí, aquél fascista que maltrataba a las mujeres. Es falta de gusto y respeto dedicar caracteres y píxeles al hombremaravillosodeconstruido y al neobuenpadre. Mostrar pruebas de que existe y de que una, además, “lo tiene” no solo engrosa su ego sino que añade peso al histórico constructo ultraviolento llamado masculinidad; y nos termina por salpicar, perjudicar y afectar a todas. Y a nuestras hijas. Ser heteruza no es algo vergonzoso, lo vergonzoso es reivindicar, blanqueando, que convives con alguien que no es otra cosa que uno de los amos del lado vencedor del mandato.
Nos sacudimos el disgusto, respiramos la vergüenza ajena. Ahora sí, vayamos al Estudio.
Primer toque de atención: su anterior informe de 2021 fue subvencionado por la Junta de Andalucía, de PP y Vox; y este segundo por el Ministerio de Igualdad. ¿Qué tendrán en común PP, VOX, PSOE y Sumar? Financiación aparte, primera página, la autoría delante pa’que no se espante y el listado largo de becarias. Becarias.
Ni somos ni queremos ser las expertas investigadoras sociales de estas sucursales de lo oficialo adultoeuroblancoantroandropoheterohegemónicocentrado, pero si jugamos a la norma, los criterios a la vista. En métodos de investigación, un clásico: a las madres cuestionarios, lo íntimo y subjetivo. A las instituciones el análisis objetivo. El sesgo de la investigación social genera jerarquía. A la institución hay que evaluarla teniendo en cuenta que tras sus procesos pretendidamente objetivos, se encuentran personas que no siempre se hacen conscientes de su propio sesgo, y que, además adquieren autoridad y se legitiman mediante la pertenencia a dicha institución. Confieren autoridad a las becarias, la justa para que nos puedan entrevistar y hacer grupos focales, removernos, vulnerabilizarnos y recoger las tripas para la morcilla; pero no las envían a entrevistar a jueces, fiscales, gestores de políticas y Servicios Sociales, porque esos ni atienden la llamada.
Una muestra obtenida gracias a la colaboración de asociaciones no-mixtas, ayuntamientos blandengues y la sociedad civil implicada, que igual te monta un 8-M en el Pub Café Licor de Albolote, una taller de Costura de AMEFA que una calzoncillada en el teleclub local. Este es el contexto y puedes comprobarlo rastreando las memorias de actividades de las asociaciones que han colaborado en el estudio. Todo al servicio de despolitizar la lucha de las mujeres: logo o lazo. O los dos. Masticable, para hombres deseosos de participar en darnos clases de defensa personal.
La metodología del descuido con que se presentan los datos, gráficas, diagramas, imposibilita su interpretación. Un dato: el porcentaje máximo de valores perdidos aceptable en una investigación social es del 5%. En este estudio, se les pierden valores al 6, al 10, al 13, al 43 y hasta el 71 porciento . Experta, date cuenta: si no tienes quesos no vendas quesitos.
Bueno, ¿y qué arrojaban esos sesudos cuestionarios, entrevistas en profundidad, grupos focales y trescientas sentencias? Una paradita en el fondo. Dedicar varias páginas de análisis a poner el foco en lo que “también hacen las madres” es empezar a lo bonzo. ¿En serio un baile de gráficos sobre las denuncias que recaen sobre nosotras, hasta de nuestrxs hijxs? Estar contando denuncias vacías, sin recorrido, contra las madres, cuando estás manejando sentencias, firmes, reales, contra los padres, es tendencioso. Las expertas lo saben, ¿no?. Ni michismi ni fiminismi, ¡sin rozar ni la igualdad!. Esto va más allá de un déficit de investigación social, esto es directamente una interpretación torticera de los datos.
Quedémonos con lo rescatable. Impacta la valoración de las instituciones en el acompañamiento de los procesos de denuncia de las madres: entre las peor valoradas, encabeza el ranking de fuentes nefastas de información y atención, los juzgados e instancias judiciales; le siguen los Servicios Sociales y, a poca distancia, los cuerpos policiales del Estado. Que la empatía de un policía supere la de una trabajadora social nos debería llevar a plantearnos qué gestión macabra de la prevalencia del “bien superior del menor” manejan estos servicios, así como la maternofobia resultante de sus protocolos heredados del Patronato franquista. Y esto no sale en un informe presentado como marcaje a la Violencia Institucional.
Pues, en resumen, prima, y te ahorramos lectura, un informe a medida de las universitarias/con estudios superiores (más del 70% de la muestra), y una fantasía de situación laboral (un 64% de empleabilidad), donde la mayoría percibe salarios de más de 1.500 euros mensuales. El perfil dominante de la víctima del SAP. Denunciar la instrumentalización del conflicto de lealtades por parte de señordos despechados sigue siendo tarea feminista, pero si de verdad aspiramos a desplegar la potencia integral de la interseccionalidad, debemos incluir la perspectiva de clase y ciudadanía. Y preguntarnos sobre la violencia vicaria extrema del Pater Estado, racista y aporófobo, que expulsa, desahucia, precariza, empobrece a madres para arrancarles a sus criaturas, alimentar centros y familias de acogida, y terminar abandonando a chavalxs de 18 años en los márgenes. Como cualquier otro buen padre.
No nos cansaremos de repetirlo, como mantra, hasta que se integre.
Esto es todo lo que podemos esperar de un estudio cuyo marco teórico y conceptual se perdió en los albores de la disección del hombre-violento. Así, con guión medio. El “binomio gramatical que no debemos soslayar”. El “representante del machismo patriarcal más rancio”. Al que “solo le interesa el poder patriarcal de dominio y control de quienes considera su propiedad privada”. Querida experta, es que onvre-violento es una redundancia. Que la masculinidad es, en esencia, la violencia hecha rol, en esta cosa del Patriarcado y la paternidad la forma en que ese operativo violento se reproduce en lo social.
Este párrafo, por favor, que no tiene desperdicio (página 25 del documento):
“(...) este Estudio de casos. El primero en toda España (y creemos que en el mundo occidental), que ha estudiado la forma cómo opera la Violencia Vicaria no-extrema, aquella que de modo silente y amparada por el imaginario social, ocurre cada vez que se les otorga el privilegio a estos individuos, de asumir el rol de páter familias”.
El subrayado es nuestro. Cada vez que parimos una criatura. Ese cada vez. Va directo a los Registros Civiles con la inscripción del nacimiento. Se otorga por carta en el Libro de Familia. Cada vez.
Y así, de carambola, el feminismo institucional salva a su tribu rosa de madres que sostienen con manos marianas, megáfonos y tetas (que se note que es activismo) para que se gasten ellas los dineros en encuentros revolucionarios.
Este es el percal.
Sois puro delirio.
Entra en vigor una orden ministerial que descomplica declarar los nacimientos sin vida, a partir de los seis meses de gestación, y se desata el temporal: algunos de los sectores del feminismo igualitarista, inamovibles en sus posiciones maternófobas, agitan la laca y se llevan las manos al moldeado.
Encabezados por la Plataforma Contra el Borrado de las Mujeres, el feminismo de la machoadaptación, interpreta que la modificación de la ley del Registro Civil de 2021, publicada a finales de julio en el BOE “supone un retroceso atroz respecto del derecho al aborto de las mujeres”. Además, describen la medida como una “concesión sin precedente a los colectivos pro-vida” que siendo contrarios al derecho a decidir de las mujeres “buscan dar reconocimiento jurídico al feto desde el momento de la concepción”.
Lo repetiremos una, diez, cien mil veces: la maternidad es un proceso sexual y las mujeres gestantes las únicas legitimadas para establecer los términos en los que nombrar el proceso. Porque my body, my rules, lo que entra y sale de nuestros coños no debería ser territorio ni de conquista, ni de debate.
Tenemos derecho a relacionarnos con nuestra dimensión sexual como nos dé la gana: tan legítimo es elevar a sagrado el sangrado menstrual como llamar familia a una unidad monomarental, se ponga como se ponga la derecha más rancia. Y en la misma línea, poner nombre a quien nace sin vida compete a la que pone el útero porque el duelo, comadres, el duelo también es nuestro.
Reivindicar la autogestión del duelo es ampliar, un paso más, la soberanía sexual de las mujeres. Es feminismo conquistando derechos, reapropiándose de la subjetividad política. Es derecho a decidir y es justicia social.
Para todas, todo, todo, todito todo.
Que se nos exija justificación es una muestra de la misoginia normalizada que atraviesa nuestras vidas. No admitimos injerencias entre nosotras y nuestros cuerpos. Denunciamos la instrumentación del derecho al propio cuerpo y más cuando esta presión la ejercen voces torpes del feminismo incapaces de identificar las mutaciones adaptativas que el patriarcado maneja para mantener, indemne, el privilegio androcéntrico.
Porque es ese feminismo hegemónico, tras décadas de renuncia a la maternidad, el que ahora levanta las banderas de la biología: el que no ha dudado en acatar el mandato liberal de la empleabilidad como peaje para el acceso a derechos y recursos, en celebrar la farmacalización de la anticoncepción de las mujeres y en confundir las causas objetivas, que despliegan condiciones estructurales de carencia absoluta de derechos y recursos, en que se desarrollan las vidas de la mayoría de las mujeres del planeta con supuestos lastres, taras y cargas asociados a la sexualidad de las mujeres.
Ese feminismo del Poder que goza de apellidos compuestos, tronos en la academia y el privilegio de saberse a salvo ante cualquier recorte económico o retroceso democrático. Ese que no duda en compartir conferencias con la extrema derecha provida de Hazte Oír o en otrorgar a Feijóo el papel de garante de “una política feminista eficaz”. El mismo que ante el debate social, hacia la centralidad de los cuidados, sólo es capaz de tuitear biberones. Ese feminismo vertical que impone su tutela sobre otras mujeres y tirando de demagogia, maneja la confusión como lo hace la extrema derecha cuando se opone a llamar matrimonio al contrato de convivencia entre dos mujeres, o nombrar como "derecho a la vida" a la reagrupación familiar de las madres separadas de sus criaturas, bajo el imperativo de regímenes de extranjería racistas o "libertad de culto" a las expresiones espirituales y culturales que tratan de desarrollarse en un contexto de islamofobia y xenofobia generalizadas.
No cabe llamar a la moderación: tenemos derecho a analizar, todo lo que incumbe a la maternidad y eso va desde denunciar la situación de mujeres forzadas a gestar por dinero a reflexionar en torno a que otras no puedan ser madres por la falta del mismo. A nombrar a las nacidas sin vida, a los bebés robados y a los menores arrancados, fuera y dentro de nuestras fronteras.
Tutelar las maternidades es violencia patriarcal.