Los mundos del arte y el entendimiento según Goodman

En los principios de su carrera filosófica, Nelson Goodman (1906-1998) dedicó su trabajo La estructura de la apariencia a tratar temas relacionados con la lógica del conocimiento científico que dejaron pendientes algunos de los representantes más eminentes del positivismo lógico, como es el caso de Rudolf Carnap. Influido notoriamente por W.V.O. Quine y C.I. Lewis, el filósofo oriundo de Somerville, Massachusetts defendió un convencionalismo lógico según el cual es posible elaborar una amplia pluralidad de sistemas lógicos con distintos conceptos y conectivas que se definen entre sí en conformidad a su función y relevancia en el sistema. Cada sistema lógico cuenta con una base extralógica distinta que es constituida por elementos fenoménicos llamados qualias, que son unidades de observación atravesadas por una carga teórica que las categoriza. Pese a sus similitudes con los enunciados observacionales defendidos por el positivismo lógico, cuya función era fundar el conocimiento en una base empírica certera e inamovible, las qualias pueden variar de sistema en sistema. De ese modo, Goodman se aleja del fundacionalismo de Carnap y se declara en favor de un pluralismo lógico cuyo objeto es conocer el mundo a partir de una amplia diversidad de sistemas.

Desde este punto de partida, el autor de Hecho, ficción y pronóstico continuó su reflexión filosófica en torno a una propuesta dinámica sobre los procesos de justificación y validación del conocimiento. El método del equilibrio reflexivo, cuyo nombre fue acuñado por John Rawls, es un procedimiento de justificación de inferencias –tanto deductivas como inductivas— y de productos cognitivos en general en el cual las prácticas de conocimiento se justifican por su ajuste y conformidad con las reglas cognitivas de un determinado contexto, siendo que esas mismas reglas se validan siempre y cuando codifiquen las prácticas cognitivas relativas a ese contexto. Las prácticas y las reglas varían según los contextos locales de justificación específico, los cuales se conforman por elementos atrincherados, es decir, lo que se ha ido perpetuando en las dinámicas de obtención de conocimiento. Con ello, Goodman funda un nuevo modo de entender la normatividad, uno que privilegia las prácticas epistémicas dentro de un contexto, así como el componente histórico de las mismas. Las normas ya no son inamovibles e incuestionables, sino que dependen de la efectiva realización de las prácticas cognitivas.

Revisados estos temas durante el semestre 2022-2, durante esta nueva fase el Seminario de Epistemologías Pluralistas y Constructivistas tendrá el objeto de abordar la constitución del pluralismo irrealista de Nelson Goodman. Siempre en vistas a la pluralidad, este filósofo norteamericano buscó estudiar epistemológicamente otra forma de obtención de conocimiento: la expresión artística en sus distintas variedades, como lo es la pintura, la música, la literatura, el cine y la escultural. Eso lo llevó a afirmar que existen diversos modos de entender, comprender y vivir el mundo, así como diferentes maneras de justificar y validar el saber humano.

Como revisaremos a lo largo del semestre 2023-1, Goodman se alejó de las concepciones clásicas de conocimiento, que privilegian el saber de carácter proposicional y se olvidan de expresiones no-verbales relativas a elementos sonoros, pictóricos y materiales. Por ello, este autor se vio en la necesidad de formular un constructivismo, según el cual el conocimiento no solamente es un referir, sino un acto creativo del entendimiento. La inteligencia humana crea mundos que percibe, vive y reflexiona, en los que desenvuelve todas sus potencialidades. Dado que existen una pluralidad amplia de modos de conocer el mundo, eso significa que existen una pluralidad infinita de mundos creados y por crear. Y no habría, pues, un mundo trascendente con el cual nuestros pensamientos tendrían que corresponder para ser verdaderos, sino que existen una pluralidad de mundos que se relacionan, colaboran y colisionan entre sí. Precisamente, el pluralismo irrealista defiende que el ser humano es capaz de crear los mundos que son objeto de su conocimiento, y fuera de esos mundos nada hay. La verdad, en su sentido tradicional de correspondencia, queda relegada a un segundo plano, pues ahora se privilegia la validez, funcionalidad y capacidad explicativa de las ideas.