VUESTRAS CREACIONES

Hemos hablado con el hermano… Resulta que el Doctor cuidaba a niños, iba a visitarlos al hospital cada tarde e incluso se quedaba noches a dormir, hasta que estos niños enfermos, perecieron. El Doctor cayó en depresión, lo que le llevó a no realizar bien su trabajo, por lo que fue despedido.

Ese Doctor fue el mismo que me escayoló cuando era pequeña y que escayoló a mi hermano las siete veces que se hizo los esguinces.

Actualmente el Doctor se encuentra desaparecido, no dejó ningún rastro y seguimos buscando.

Lo buscamos no por el hecho de que haya desaparecido en sí, sino por los botes que encontramos en una de sus estanterías con seguridad.

Esa tarde registrábamos su consulta cuando nos percatamos de la estantería azul marino que había en la esquina. Se veía vieja, se notaba que no había sido abierta recientemente y la abrimos. La primera parte de la estantería no contenía nada interesante, su bata, sus guantes... Vaya, manchados de sangre.

Abrimos la segunda parte y vinos unos frascos, al principio no supe lo que eran, qué era aquello que contenían, hasta que me fijé. Cogí un bote tras ponerme los guantes para asegurarme de no dejar ninguna huella o nada que pudiese alterar la prueba. Al mover la sangre casi coagulada se vio un pequeño corazón. Un corazón con un poco más pequeño que mi puño, de color blanco casi seco.

Lo peor de todo no fue ver que tenía corazones en botes, lo peor fue cuando comprendimos de quiénes eran.

Al contar los botes y reunir la información, fuimos uniendo cabos hasta que comprendimos.

Aquel Doctor experimentaba con los niños, los visitaba y los observaba, observaba su comportamiento y crecimiento, se hizo amigo de ellos, se ganó su confianza sólo para realizarles esas horribles operaciones, para literalmente sacarles el corazón del pecho e investigar o probar a saber qué.

Por eso huyó.

Ahora debemos encontrarlo y encerrar a ese hijo de puta entre rejas para toda su miserable vida.

Alicia G


¿Qué hago contigo? Siento que si te dejo me arrepentiré, que sentiré que perdí al mejor, pero no puedo estar con alguien a quien no veo y con quien no hablo ¿Acaso eres un fantasma?

Siento que si aplazo esto será peor para ti, que te dolerá más y yo no quiero hacerte daño, pero ¿por qué no confías? Dímelo, y si ni tú sabes lo que quieres, ¿cómo puedes estar con alguien? Siempre te pregunto lo mismo y tú siempre me respondes que no sabes, pero me canso de intentar entenderlo, si no hay comunicación ¿cómo nos vamos a entender?

Ayer estaba dispuesta a dejarte, pero la noche me hizo replantearme todo.

Y creo que te daré otra oportunidad, una oportunidad más para demostrarme que de verdad te importo. No puedo estar con alguien al que no veo, con el que no hablo, no puedo estar con alguien así por el mero hecho de que los días pasan y tú no estás ahí, porque al igual que ese tiempo se pierde mis sentimientos también, y yo aguanto, porque de verdad te quiero y no quiero que termine esto, pero parece que nada te importa.

Alicia G


¿Cómo debe comenzar una historia de amor? ¿Con qué palabras podemos contar algo que no podemos explicar? ¿Cómo explicamos el amor?

Desde pequeños nos han dicho que el amor es algo bonito, un sentimiento hermoso que necesitamos para vivir, el amor de una madre, de un padre, de la familia, un amigo o amiga por el que daríamos nuestra vida.

El amor, algo que nos ciega y nos hace cometer locuras, que nos oprime el pecho al pensar en esa persona, tan bonito y tan doloroso a la vez. El amor puede hacerte la persona más feliz del mundo, hacerte reír y llorar de alegría, pero a su vez, te puede romper en mil pedazos, te puede volver la persona más desgraciada sobre la faz de la tierra. Nos hace confiar ciegamente en alguien para luego darnos la patada.

Pero no es el amor quien nos daña, sino las personas, ya que al fin y al cabo, el amor es eso, sólo amor.

Alicia G

El Faro

El mismo día tormentoso, en el que los gotas de lluvia parece que te atraviesan el cuerpo con el feroz impulso del viento, que a la vez te susurra al oído que te des la vuelta, como si fuera una advertencia. Sigues caminando, como si tuvieras un objetivo, solo quieres refugiarte, huir. Consigues distinguir la silueta del faro, ese faro, que lleva persiguiéndote tanto tiempo, que tan bien conoces, cada rincón, cada habitación, cada escalón. Ese faro abandonado en el acantilado, maltratado por las agresivas olas del mar. Es viejo, de un color rojo descolorido, está pálido, oxidado, su luz marchita produce desconfianza, terror, pero es un impulso lo único que le hace a tus piernas moverse, no se detienen, caminan como si no fueran parte de tu cuerpo, sientes como tiemblas y el corazón se te acelera, por un momento sientes que la lluvia ya no produce efecto sobre las llagas de tu piel. Cada vez está más cerca del gigante pálido. El viento es más fuerte a medida que subes hacia la cima del acantilado, en contra de tu voluntad. Estás en la puerta, escuchas el llanto del aire al pasar por los dolorosos huecos que deja el acero entre lámina y lámina. No quieres abrir la puerta, porque ya sabes lo que te vas a encontrar dentro, como siempre. La puerta se abre lentamente, te invita a pasar, tus piernas siguen sin responderte, entras, y la puerta se cierra detrás de ti, no te sorprende, ya sabías que eso pasaría, al igual que sabes que aún que lo intentes, esa puerta nunca más se abrirá.

Iskander S