Historia

El peligro de ignorar nuestra historia

“Aquellos que no conocen su pasado están condenados a repetirlo” decía el filósofo español Jorge Santayana. Hoy asistimos a la confirmación de esta célebre cita que lamentablemente se convierte en hecho. En España no se conoce la historia, y cuanto antes nos demos cuenta mejor para nuestros intereses. En estos días de 2020, casi terminado, vemos en las calles, en las aulas, en los hogares y en casi todos sitios, los rastros del radicalismo político de izquierdas y de derechas. La sociedad se vuelve a polarizar. Es un síntoma de inestabilidad y descontento social traducido en el abandono de las posiciones moderadas para refugiarse en los extremos (muchas veces populistas). Recuerda mucho a los meses de verano de la España de 1936 (pre-alzamiento), y la tensión que se palpaba, cada vez mayor. No se puede comparar dos fechas tan distantes en el tiempo como 2020 y 1936, separadas por más de 80 años, pero sí podemos intentar hacer una traducción histórica del contexto. Los rasgos básicos desde luego los cumplen, como el acorralamiento a la oposición, la incapacidad del gobierno de controlar la situación, los ataques a la monarquía, las concesiones al separatismo… etcétera. Como cabría esperar de un análisis histórico, estos puntos que he citado y alguno más serán desarrollados, fundamentados, y puestos en materia para ser comparados con la situación actual.

En primer lugar quiero resaltar el linchamiento que la oposición sufre por parte del gobierno. ¿Es lógico que el gobierno controle a la oposición? La respuesta es evidente. No es propio de un sistema democrático contemporáneo. Según la doctrina es precisamente al contrario, de ahí que los partidos políticos que no están en el gobierno reciban el nombre de oposición. Por ello, el hecho de que el gobierno de coalición PSOE-Podemos intente someter al resto de la cámara que se muestra contraria a su pensamiento resulta semejante a lo que ya hiciere el Frente Popular contra la CEDA y Renovación Española de Gil Robles y Calvo Sotelo respectivamente, acabando muerto este último. Un acto antidemocrático que atenta frontalmente contra los principios constitucionales.

Por otro lado, me interesa especialmente tratar el tema de las concesiones al separatismo. No es nada nuevo, de hecho durante la República se aprobaron los novedosos estatutos de autonomía: El de Cataluña en 1932 y el del País Vasco en 1936, quedándose tan solo en un proyecto el de Galicia. Algo que sin duda, en aquellos años, pedían tan encarnizadamente los nacionalistas y que no pueden entenderse como se entienden los actuales. Hoy día el asunto sigue igual, en Cataluña ya empiezan a cocerse los esperados indultos a los protagonistas del “procés” (Puigdemont, Junqueras), y en el País Vasco no hacen más que acercar a los presos etarras. Tampoco olvidemos el caso del Pazo de Meirás para los nacionalistas gallegos. ¿Es casualidad que Esquerra y Bildu apoyen a Sánchez?

Lo mismo hicieron los líderes izquierdistas republicanos Manuel Azaña (Izquierda Republicana) y Santiago Casares Quiroga (ORGA), por cierto este último nacionalista gallego, con los independentistas Francesc Macià (Esquerra) y el lehendakari Aguirre (PNV) al conceder esos ansiados estatutos que tan solo componían el pretexto para sus utópicas y nunca reales repúblicas autónomas.

Otro aspecto es el ataque directo al sistema monárquico-constitucional sin cuartel. Esto se materializa desde tweets a discursos por parte de la formación antisistema de podemos, consentido por el socialismo gobernante. Es cierto que en 1936 la monarquía española ya no formaba parte del Estado, y será esta la única traba en la comparación, no por ello inadecuada. Como decía, con Iglesias y los suyos en el gobierno, la monarquía se ve atacada día y noche, haga lo que haga, diga lo que diga, fruto del sectarismo que promueve el comunismo actual. Como si se tratara de Alfonso XIII, Felipe VI, el Rey de España y jefe del Estado, se ve insultado y menospreciado tanto por los miembros del ejecutivo como por sus voceros propagandísticos de los medios, algo que nos recuerda al sabor de la tensión antimonárquica de la República frente a los partidos que respaldaban al Rey, que fueron defenestrados por sus ideas.

Pasamos ahora a comentar la propia incapacidad del Gobierno de Sánchez de poder controlar la situación nacional, tanto en lo social como en lo económico. Primero deben recordarse los ERTE, los desahucios, los despidos, la seguridad inexistente y las muertes producidos por el virus Covid-19. ¿Ha sido capaz el gobierno de hacerles frente? ¿Fue capaz el gobierno de Azaña capaz de llevar a cabo las reformas que la situación demandaba? Ambos no fueron capaces de gestionar acontecimientos convulsos, y se vieron superados por ellos. Se trata de una situación parecida cuanto menos, con un gran descontento social generalizado, medidas cortas e ineficaces, decisiones tardías y mala gestión pública. Azaña no pudo impedir las muertes por quemas de iglesias y el movimiento anticlerical, Sánchez no ha podido parar las muertes por falta de seguridad frente al virus. Azaña no pudo completar la reforma agraria y Sánchez no ha podido completar el pago de los ERTE. Azaña no puedo contener a los separatistas y Sánchez tampoco.

Un punto que también cobra importancia es el uso del Estado de los medios y empresas públicas para su propia promoción, algo inequívocamente ilegal sin embargo consentido. No suena extraño el caso de RTVE con sus periodistas afines al gobierno y contrarios a la oposición, como demuestran constantemente en sus fingidos debates como Mónica López de “La hora de la 1” y sus colaboradores. Algo del mismo género sucedió en época de la República con los carteles propagandísticos y las producciones cinematográficas públicas, dominadas por el Frente Popular. De igual modo pretenden controlar los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, recordemos las palabras del coronel de la Guardia Civil José Manuel Santiago Marín, querían suavizar el clima contrario al gobierno en las redes. O el caso Pérez de los Cobos con Marlaska al frente. Estos ejemplos me recuerdan a la utilización que el gobierno de 1936 hacía de la Guardia de Asalto, ninguna coincidencia. Dentro de este apartado, el siguiente elemento que el gobierno pretende controlar es el poder judicial. Veremos cómo se desarrolla, pero ya tenemos el antecedente en la guerra civil: inexistente, un poder ostentado por milicias y fuerzas políticas, o por el partido único, que es lo que se pretende con este tipo de reformas “revolucionarias” como algunos las llamarían.

La cara opuesta de esta moneda se encuentra en sectores de la propia oposición. Ante nuestros ojos está, claramente, la radicalización de partidos de derecha que surgen como equivalente a la extrema izquierda. Tampoco este es un signo bueno para nuestra sociedad. Más bien al contrario, refleja el mismo fenómeno, pero hacia otro lado. Al fin y al cabo, populismo y movimientos reaccionarios. Es imposible levantar un país que mantiene el equilibrio apoyado en dos extremos, cayéndose el centro y lo moderado, a los que tarde o temprano se acude para salvar lo que hayan dejado los otros, para ser de nuevo ellos quién acusen a los moderados por salvar los muebles que han quedado, y vuelta a empezar.


Exponiendo muy brevemente esta comparación, llamo a la reflexión profunda acerca de este asunto. Si tanto se parecen dos épocas tan lejanas en el tiempo, ¿por qué será?, no lo creo producto del azar, sino por el pecado de la ignorancia, de la población, del electorado y de los propios gobernantes. Puede ser probablemente de los peores errores que se puedan cometer, no conocer tu propia historia, renegar de tu pasado, y por lo tanto caer en el círculo vicioso de la repetición. De eso no cabe duda, estamos recorriendo de nuevo el mismo camino de hace 80 años actualizado a los tiempos modernos. Hemos visto a los políticos hablar siempre de educación de mil maneras distintas, pero ¿Cuándo se pondrán de acuerdo? Hay que aunar fuerzas y conseguir de verdad el propósito para lograr tener un sistema de enseñanza efectivo y que ayude al ciudadano a saber de verdad, de forma integral y plena. Como todo, tiene su lado bueno, con un sistema educativo tan precario se reafirma la idea de que aprende el que quiere, y lamentablemente, tan solo ellos, los que quieren aprender, serán los que puedan tener un sentido crítico puro capaz de analizar la realidad contraponiendo sus experiencias al conocimiento acumulado.


Santiago Fernández Varela, La Tertulia

30 de diciembre de 2020