Filosofía

Breve Introducción a Hegel

Llegó el momento de hablar de Hegel, el gran filósofo alemán que tanto ha influenciado, para bien o para mal, la historia de la filosofía. Hegel es el gran odiado y admirado de la historia del pensamiento. Es, sin lugar a duda, el pensador que siempre más me ha interesado, pero, a su vez, en el que menos me he atrevido a indagar. Cualquier filósofo advierte de la clara dificultad de su obra, aunque son también muchos los que aseguran que no es una cuestión de dificultad, sino de sentido común. Ludwig Von Mises dijo en una de sus conferencias que en cada obra de Hegel debería venir una advertencia al lector que le avisara de que “La lectura de esta obra puede perjudicar a su salud mental”.1 Por otro lado, uno de los filósofos españoles que más repercusión han tenido en el proyecto de La Tertulia, estoy hablando de nuestro querido y estimado Don Antonio Escohotado, señaló en una de sus entrevistas que no existía un mejor prosista que el recién atacado Hegel. Es más, el propio Escohotado acaba por definir a Hegel como un “referente intelectual”, dejando clara su enorme filia hacia el pensador alemán, del que tanto bebe y tanto ha recogido.2 Sin embargo, dando otra vuelta del revés, Karl Popper le definirá como una suerte de “impostor intelectual”, señalando que «Hay todavía quienes creen en la sinceridad de Hegel o quienes dudan si su secreta fuerza no residirá en la profundidad, en la plenitud del pensamiento, más que en su ausencia total».3 ¿Cómo se explica esto? ¿Cómo es posible que la magnífica razón de estos hombres acabase por tener opiniones tan dispares acerca de una misma obra?

La importancia de Hegel es indudable, no se puede pensar en Marx, posiblemente el sociólogo más influyente del siglo XX, o de toda la filosofía posmoderna, la cual parte de estos dos pensadores, sin la existencia del mismo. Pensar es siempre una reacción, por ello Hegel crea con su filosofía a sus propios enemigos. Kierkegaard, Nietzsche, toda la filosofía del Círculo de Viena y muchos más, no son concebibles sin la aparición de un Hegel contra el que luchar. Por ello, sea Hegel un impostor o no, sea Hegel un filósofo que merezca la pena o no, es un pensador obligatorio. Igual, tras leer sus obras (las que pueda y comprenda) me acabo dando cuenta de que he perdido un valioso tiempo de mi vida, pero prefiero eso a continuar viviendo con la incertidumbre de no haber profundizado debidamente en Hegel, aún sabiendo, siguiendo a Ortega, que nuestro filósofo se me hará algo descortés. Esto es precisamente lo que tanto tiempo me ha quitado el sueño y, por ello, me dispongo a la elaboración de una serie de ensayos en los que nos adentraremos en la filosofía del alemán, con el último objetivo de señalar si realmente es una filosofía vacía, enfermiza, o , por otro lado, se trata realmente de un sistema cuya grandeza es un tesoro difícil de desenterrar.



Vida y evolución


Hegel nació el 27 de agosto de 1770 en Stuttgart, Alemania, en una familia burguesa de clase alta-media, con una gran fe luterana que marcará en gran medida su filosofía. Como se puede ver, Hegel nace en el preámbulo de la Revolución francesa y el proceso de maduración intelectual de Kant. Este ambiente en el que crecerá, con sucesos históricos con una notable repercusión, la aparición de la Crítica de la razón pura en 1781 y la posterior aparición del brillante pensamiento de Fichte, harán de Hegel un hombre con una fuerte curiosidad intelectual, fascinado por los ideales de la ilustración y la revolución. Hegel comenzará sus estudios mayores en el seminario de teología de Tubinga, siendo este en sus primeros años un alumno un tanto desinteresado, no significando en absoluto que esto hiciese de él un estudiante revoltoso, pues su carácter serio y protestante serań un denominador común durante toda su vida. Es en esta época donde Hegel comparte cuarto con el famoso Hölderlin, poeta del Romanticismo alemán, y más adelante conocerá, como ya adelantamos en el ensayo La filosofía de un romántico: Un análisis del pensamiento de Schelling, a un joven y promiscuo Schelling, 5 años más joven. Comenzaba en Alemania una época grandiosa: Los versos de Schiller y Goethe hicieron de Hölderlin un poeta sin igual, y la filosofía kantiana gestó el Idealismo alemán de nuestro protagonista, produciéndose en Jena una de las mayores concentraciones de arte y cultura de la historia. Quizás la anécdota más famosa que compone su juventud, y deja de manifiesto la gran simpatía de estos tres jóvenes por los ideales franceses de la época, es aquella en la que cuenta cómo este grupo de amigos plantaron un árbol en favor y honor de la libertad. Símbolo que aunque parezca anticuado, no consistía en otra cosa cosa que reunirse de forma anualmente entorno al árbol, con el único objetivo de beber y celebrar -lo que hoy llamaríamos un botellón.


Hegel nunca fue un pensador precoz, de hecho, la imagen de su amigo Schelling, el cual a la pronta de edad de sus 14 años ya comenzó a publicar sus primeros escritos, deja una mancha en su juventud. Los primeros escritos de Hegel son básicamente textos teológicos, en los que se percibe una clara búsqueda de la racionalización de la religión, llegando a escribir incluso un ensayo, a modo de evangelio, en el cual suprime la resurrección de Jesús. A pesar de esto, Hegel no será nunca un pensador revolucionario, al menos en el sentido teológico, pues defenderá siempre lo que es la esencia de la religión, la cual posee una gran importancia en su posterior sistema. El primer Hegel es un Hegel ilustrado, un hombre cuyas esperanzas quedan depositadas en los ideales de la revolución francesa. Es este momento histórico el que, en mi opinión, constituye la idea preliminar de su Fenomenología del espíritu (1807). La Revolución francesa deja de manifiesto las contradicciones del mundo, la presión de lo racional y, sobre todo, la contingencia de la realidad. Una realidad que parece cambiar de forma drástica con la acción de los hombres. Este primer Hegel es también, en cierto modo, un romántico, aunque este sentimentalismo también se mantendrá en su madurez. A la edad de 41 años contrajo matrimonio con Marie Von Tucher, de 21 años de edad, a la cual no dejará en ningún momento de dedicar versos y gestos de cariño. Versos, que como buen filósofo poseen un sentido claro, y se encuentran en ellos las ideas fundamentales de su obra del momento:



«Sube conmigo a las altas cumbres

despréndete de las nubes:

quedémonos aquí en el éter.

en el seno incoloro de la luz.


Caed así estrechos vínculos que nos separan

la carrera del corazón es sólo un sacrificio:

para ensancharme yo hacía ti y tú hacia mí,

¡deshágase en fuego lo que nos individualiza”


Si el espíritu sube a libres cumbres,

no se reserva nada de lo propio:

Si yo vivo para verme en ti y tu para verme en mí,

disfrutaremos juntos de la dicha celeste»4




Comenzó su mejor etapa: Escrita su Fenomenología, Hegel se encontraba con un asegurado puesto de profesor y director del liceo de Nuremberg, casado con Marie y formando una familia. A pesar de esto, Hegel anteriormente pasó por una especie de depresión, la cual es causada por el fracaso del ideal de la revolución francesa. Una revolución que termina en el Terror y el posterior Directorio, acentuando el conservadurismo de Hegel y su antipatía hacia la revolución. No obstante, Hegel nunca dejará de tomarse cada año una copa en honor al sueño de la libertad. A nivel académico la fama de Hegel se dispara. Escribe en este periodo otra de sus obras magnas: La Ciencia de la lógica (1812), haciéndose notar entre el mundo universitario, y acabando como profesor en Heidelberg, donde, tras la publicación de su tercera obra, Enciclopedia de las ciencias filosóficas en compendio (1817), Hegel recibe un mensaje de Berlín, y es llamado a ocupar la cátedra de filosofía. Hegel era el filósofo de su época, y esto es precisamente lo que muchos de los pensadores que le consideran un impostor le suelen echar en cara. El motivo es claro, al ser Hegel una suerte de profesor al servicio del Estado prusiano, se le echa en cara que su filosofía sea pura palabrería financiada por Federico Guillermo III de Prusia, cuyo objetivo es legitimar el régimen. Hegel le otorga al Estado el poder que antes tenía la Iglesia. Este argumento, que no es de mi gusto, no se entiende cuando se pone de manifiesto que, si bien es verdad que, como hemos dicho, Hegel era un notable conservador, tenía buena relación con distintos sectores estudiantiles revolucionarios. Sea como fuere, Hegel se mantiene en su esplendor.


La vida de Hegel termina en 1831, a la edad de 61 años. En el verano de ese mismo año se produjo una epidemia de cólera. A pesar de que la familia de Hegel huyó, trasladándose a Kreuzberg, en un momento de descenso de la enfermedad, Hegel regresa a Berlín para continuar con su oficio dando una clase inaugural, con la mala suerte de que sus clases abarrotadas, y el cúmulo de gente que se formaba siempre a su alrededor, terminan contagiándole, muriendo pocos días después. Es curioso porque su coetáneo Schopenhauer, el cual era también profesor en la misma universidad, carece de una fama inigualable, clases abarrotadas, y una inconmensurable admiración, y es este rasgo el que salvó al filósofo de la infección. Al final, la fama terminó por matar a Hegel.



Bases del sistema de Hegel


Una vez descrita de forma breve la vida del filósofo, nos adentramos a lo que realmente nos importa: la filosofía. Pretender en un ensayo introductorio explicar lo que son las ideas y conceptos fundamentales del pensamiento de Hegel tiene un gran peligro. Nuestro autor es un pensador cuyo sistema tiene la peculiaridad de estar todo conectado con todo, y de poseer una supuesta profundidad y complejidad. Es por esto que, quien pretenda resumir de forma breve a Hegel, acabará cayendo en simples tópicos como la metodología dialéctica o el famoso pasaje del amo y el esclavo, haciéndole un vago favor al lector que rápidamente perderá el interés por nuestro filósofo. Sirva esto entonces como advertencia: Aunque intentaré en este breve ensayo introducirnos, tanto a usted como a mí, en el centro de planteamiento hegeliano, no quede en absoluto insatisfecho con el resultado, pues toda la filosofía posee un contexto. Es por eso que la misión de este compendio de ensayos es clara: Ir poco a poco avanzando en las profundidades del sistema de Hegel para poder abarcarlo en su totalidad.



Se suele decir que el presente es un producto del pasado: Lo que hoy es, ha sido producido por lo que ayer hicimos. La realidad es un escenario cambiante, las cosas son contingentes, se acaban, pero aparecen en su lugar nuevas, siempre herederas del pasado. Pero existe un problema, si todo fuera un producto del pasado, no existiría progreso alguno, todo acabaría preso de las raíces que lo hicieron posible, no habría originalidad. Sucede en la realidad lo contrario, las cosas cambian, muchas se mejoran, otras simplemente parecen surgir como reacción, aunque siempre están aquellas que se resisten a todo variación y luchan por perseverar su esencia. El cambio es el motor de la realidad. ¿Por qué las cosas cambian? parece una pregunta incluso tautológica pero que esconde tras de sí profundas reflexiones. ¿Cual es el motivo de que antes viviésemos en un sistema feudal o absolutista y ahora en una democracia? Hegel lo tiene claro: La contradicción. Entender a Hegel es entender que hay que cambiar la metodología de estudio. Este párrafo hace un resumen, algo abstracto, de lo que es la esencia de la dialéctica hegeliana. Pero vayamos atrás: ¿De dónde surge todo esto?



El contexto histórico de Hegel es por todos ya sabido. La filosofía de Kant es la que impera en su pronta juventud, pero a su vez será testigo del surgimiento de nuevos filósofos idealistas como FIchte y su amigo Schelling, los cuales pretendían dar una solución a la problemática kantiana del noúmeno. Ya hemos descrito en qué consiste este problema en nuestros anteriores ensayos acerca de estos filósofos, el cual, de forma resumida, consiste en la incapacidad del mundo académico alemán de la época de aceptar la premisa kantiana según la cual existe un objeto en sí fuera de nosotros cuya realidad como tal no podemos percibir. Ya conocemos la famosa cita de Fichte al respecto: «La idea de una cosa que posea en sí misma la existencia independiente de toda facultad de representación...es una fantasía, un sueño, un no pensamiento.»5 Surge así el idealismo alemán de Fichte, Schelling y más adelante de nuestro Hegel. Fichte es un filósofo cuyo interés principal, muy seguido de la reciente filosofía kantiana, es la cuestión de la basificación de la experiencia, resuelta por medio de su dialéctica del yo. Esta palabra, dialéctica, es con la que empezábamos la exposición de las ideas de Hegel. La dialéctica para los alemanes no tendrá el mismo significado que para los antiguos. Lo que para Kant era un “abuso de la lógica y la pretensión de abarcarlo todo” Fichte le da la vuelta para convertirlo en su modus operandis. La razón ya ha sido expuesta, con la antinomia de la libertad, Kant muestra la posibilidad de oponer dos tesis particularmente verdaderas, para unificarlas en una síntesis que permite la comunión de las dos. He aquí de nuevo un concepto clave, la oposición. Es este uso de la dialéctica de Fichte el que será restaurado por nuestro Hegel, llevándolo hasta sus últimos límites y consecuencias.



Hegel adoptará, como es obvio, toda esta crítica, señalando directamente la absurdez del noúmeno Kantiano. Para Hegel, igual que para Fichte, las categorías son en cierto modo propias de la realidad, son las reglas absolutas bajo las que esta opera, yendo contra Kant, pues niega la reducción categorial a la subjetividad del individuo, y yendo contra Hume, el cual negaba los cimientos de dichas normas. Las cosas en sí son en los idealistas alemanes lo que para Kant son los fenómenos, aunque con algunos matices. No tiene sentido hablar de objetos cuya realidad desborda al pensamiento, porque la realidad misma es, en cierto modo, un producto de la propia conciencia. Pero esto, que como ya advertí con Fichte puede parecer a los ojos de nuestra época un absoluto disparate, tiene realmente una serie de supuestos que lo pretenden avalar. Asumir con Hegel que la realidad en sí es lo que se piensa, es en cierto modo dotar a la conciencia de un carácter absoluto. Es por eso que muchas veces se lucha contra aquellos que sostienen que Fichte es un idealista subjetivo y Hegel absoluto, ignorando que las bases del sistema hegeliano se sostienen en los mismo cimientos que el de Fichte. El idealismo absoluto de Hegel que acabamos de presentar no tiene en su fundamentación teórica apenas diferencias con la filosofía fichteana. La diferencia, la cual si considero fundamental, entre Hegel y Fichte, es que para Hegel es correcto afirmar que la realidad en sí de los objetos no es captada de forma directa por la conciencia, como defendería Kant, sino que defiende un proceso dinámico -dialéctico- en el que la conciencia, por medio de los fenómenos y la apariencia, es capaz de captar la Verdad, o realidad en sí. Hegel dota a la conciencia de lo absoluto -más adelante matizaremos esto con el concepto de espíritu-, y la única forma de asumir eso es identificando la propia conciencia del hombre con la mente de Dios. Han escuchado bien, queridos tertulianos. El propio Kant hablaba de la existencia de un intellectus originarius cuya conciencia abarcara la realidad en sí, conciencia que tiene que ser necesariamente la conciencia de los hombres según Hegel. Somos Dios pensando las cosas, por eso solo la realidad pensada es la existente, porque no puede haber nada fuera de Dios, nada fuera de su conciencia. Es esta una de las tesis fundamentales de Hegel: la identidad entre pensar y ser. Nace así el monismo típico de los idealistas. El idealismo absoluto de Hegel se va a cimentar sobre el concepto de “espíritu”, un concepto que es recogido de la filosofía schellinguiana. Recuérdese aquí que, para Schelling, el espíritu era en cierto modo la unidad de la conciencia humana, acabando por definir a la naturaleza material como “espíritu inmaduro”, idea de la que tanto beberá Hegel más adelante. El espíritu lo es todo, el hombre es un simple títere, y la conciencia del hombre representa un simple estadio del despertar de la razón absoluta, de la perfección. Así es como se explican los innumerables fallos humanos, pues muchos se habrán extrañado ante la anterior tesis, sorprendidos porque alguien haya podido llegar a decir que nosotros somos la “mente de Dios”. La cuestión es que para Hegel, como veremos en su Fenomenología del espíritu, la realidad no es más que un proceso dinámico que progresa de forma dialéctica y que constituye, podríamos decir, el despertar de Dios. Es a esto a lo que me refería. Usted, estimado contertulio, verá ridículas expresiones como “el despertar de Dios” o “Somos Dios pensando las cosas” Pero, una vez más, le pido paciencia y que no desista. Las obras de Hegel son, como señala Antonio Gómez Ramos, libros que no se dejan sustituir por un resumen o una interpretación.6



El pensamiento hegeliano suele ser frecuentemente calificado de “metafísico”, y evidentemente, en el sentido kantiano, es verdad. Pero existe el común error de meter a todos los filósofos de esa índole en el mismo saco, de forma que Hegel suele ser directamente relacionado con filósofos de la talla de Leibniz y Wolff. La diferencia fundamental que el propio Hegel señala entre los “dogmáticos” (hablamos de los filósofos anteriormente mencionados) y el idealismo hegeliano, es que el pensamiento de Hegel asume la acción del sujeto como una realidad indispensable. Esta frase que parece no decir nada, esconde que, para Hegel, los dogmáticos tomaban la realidad en forma de imagen abstracta, aplicando conceptos puramente racionales. Realmente esto se parece mucho a la crítica kantiana, la cual sostiene que la razón sin la experiencia sólo puede generar conceptos vacíos. Pero el propio Hegel también arremete contra Kant de nuevo, ya que considera que su filosofía, el criticismo, es un mero “afilar el cuchillo para no cortar”.7 Kant afila y afila, dedicando toda su filosofía a fundamentar lo que no se puede, pero no se decide nunca a cortar, no se moja. No es de extrañar que por esta razón, sin comprender verdaderamente a Kant, muchos han acabado por definirlo como escéptico. Kant no se detiene hasta separar de forma irreconciliable el sujeto del objeto, lo cual supone un disparate para los idealistas alemanes. La filosofía de Kant acaba por ser un fenomenismo rancio que no conoce nada de la realidad.

Hegel, por otra parte, crea una filosofía dinámica, basada en un método lógico, la dialéctica, y que se fundamenta en la propia experiencia. Sí, así es, Hegel opera en cierto modo desde la experiencia. Toda la Fenomenología del espíritu no se entiende sin la materialidad de la historia. Antonio Eschotado, afirmado como discípulo de Hegel, mantiene constantemente la tesis de que Hegel es un pensador radicalmente realista. Su “idealismo objetivo” hace que propiamente sea realismo.8 Evidentemente yo no concuerdo con esta afirmación, de momento. En mi opinión la filosofía de Hegel es una interpretación racional de los hechos, sí, pero de una forma no científica, sino puramente especulativa.



Pero volvamos atrás, a la cuestión del sujeto y el objeto. Como hemos dicho, el debate queda abierto cuando Kant acaba con la relación entre estos dos elementos. Hegel buscará su reconciliación por medio de una mediación. En Fichte, este debate se soluciona reduciendo los objetos al conocimiento. En la filosofía de la naturaleza de Schelling, por su parte, se reduce el conocimiento al mundo. La diferencia fundamental es una cuestión de absoluto, porque en mi opinión las dos tesis derivan en las mismas consecuencias. En Hegel, como es obvio, el absoluto residirá en las dos cosas, en el espíritu, pues, para Hegel, como dice el maestro Eusebi Colomer, «La realidad misma es interrelacional, constituye una trama de relaciones dialécticas».9 Sujeto y objeto no pueden entenderse el uno fuera del otro, como conducía la filosofía de Kant, puesto que la realidad es dinámica y funciona por medio de las continuas interacciones entre los elementos de la misma

Hegel es en última instancia la consecuencia de los filósofos del pasado. Al final la tesis principal que presenta Hegel aquí es la de la conjugación entre sustancia y sujeto. La Verdad es sustancia y a la vez sujeto. Nos encontramos aquí con una revisión de la metafísica clásica de autores como Aristóteles y Spinoza, cuya filosofía hacía énfasis en el plano ontológico substancial, sin tener en cuenta los avances de la filosofía subjetivista de Kant, cuyo punto fuerte es el sujeto. Spinoza reducía, como vimos, toda la realidad a la sustancia, una especie de materia variable, reduciendo la conciencia del individuo a un estado más de la misma. Para este filósofo panteista, todos formamos parte de una misma unidad, cuya naturaleza es comparable a la de Dios. Estas ideas están evidentemente en la filosofía de Schelling, la cual Hegel recogerá en cierto modo. Es por esto que la solución hegeliana es la idea de espíritu. El espíritu es sujeto, en tanto que se desenvuelve y tiene un destino, y en tanto que la propia conciencia del hombre es su manifestación. Pero el espíritu también es sustancia, ya que compone toda la realidad. He aquí el idealismo absoluto de Hegel



Una de los aspectos más interesantes de la filosofía de Hegel es su doble dimensión metafísica y política. Hasta entonces nos hemos limitado a seguir los planteamientos especulativos de Hegel, pero su filosofía es más que un devenir aleatorio. Seguramente la actual riqueza de Hegel resida en su capacidad de crear un sistema filosófico que sea capaz de vertebrar toda una disciplina antropológica. Todo lo que antes resultaba abstracto contiene en sí una aplicación a la vida humana. No me quiero adentrar todavía, pero recordemos que, tras la muerte de Hegel, sus discípulos comenzaron a dividirse en lo que se consideraba izquierda y derecha hegeliana. Esta izquierda, a la que pertenecían Marx y Engels, junto a otros como Feuerbach, abogaba por un Hegel exclusivamente material, cuya filosofía escondía el secreto de la dinámica de la naturaleza.



El joven Hegel, como ya narramos antes, comenzó sus andaduras en el mundo de la filosofía por medio de la cuestión religiosa, cuestión que en un principio, de forma breve, fue resuelta mediante una crítica puramente racionalista de la misma. Crítica que luego sería heredada por los filósofos materialistas de la izquierda hegeliana, que la moldearán en concepciones que llegan hasta nuestros días, como aquella tesis en la que se describe a Dios como una proyección puramente humana ante las ansias de deseo y grandeza.

Aún con todo, recordemos que esto no es ni de lejos un planteamiento hegeliano, es simplemente el fruto de su influencia en pensadores afines a Hegel. Nuestro filósofo siempre fue un conservador, y la izquierda hegeliana siempre rechazó el carácter especulativo y religioso de Hegel.



La filosofía política y el derecho de Hegel se basan en la superación de las contradicciones históricas, de modo que, por ejemplo, siendo esta una idea que más adelante acabó por matizar y modificar, el mundo griego, como representación de la libertad individual, se contrapuso con el colectivismo cristiano, nacido como consecuencia del absolutismo romano, apareciendo una contradicción que había de ser superada con la Revolución francesa, momento de conciliación entre el individuo (Grecia) y la sociedad (Roma-medievo).10 Evidentemente, no podemos ahondar en ella más aún ya que ni siquiera hemos podido llegar a explicar en qué consiste el sistema dialéctico de Hegel, pero en el posterior análisis de su obra Fundamentos de la Filosofía del Derecho (1821) quedará resuelta. Pero de lo que sí podemos hablar, en relación a esta obra, es esa forma que tuvo Hegel de introducirla, con su famosa tesis: “Todo lo real es racional, y todo lo racional es real”. Esta es una afirmación de un racionalismo descarado. Afirmar esto es pensar que la totalidad del mundo es abarcable por la razón, y que esta no encuentra límite en ella. De nuevo, nos encontramos ante una concepción totalmente antagónica respecto a Kant. Es una afirmación totalmente necesaria en la filosofía hegeliana, eso sí. Realmente, si Hegel no afirmase esto no sería coherente con su propio sistema. Pero en cierto modo puedo llegar a comprender un planteamiento como este a pesar de mi poca simpatía con el racionalismo rancio, pues lo racional encuentra sus límites en sus propias contradicciones. Lo que quiere decir que, para Hegel, todo lo real es racional en el sentido de que todo brota del espíritu, pero también se deja de manifiesto que el espíritu ha de pasar por un proceso de autodespertar, sin el cual es incapaz de comprender lo real.



Esta tesis, como adelantamos en el anterior párrafo, tiene una dimensión política muy fuerte. De nuevo, lejos de los matices metafísicos de la filosofía hegeliana, podemos encontrar un valioso pensamiento antropológico. La tesis expuesta es un arma de doble filo, pues, en cierto modo, a nivel político, puede servirle tanto para los grupos ideológicos vigentes como para los revolucionarios. Diseccionemos la oración en sus dos premisas:

Según la primera, “todo lo real es racional”, encontramos una forma de legitimación de cierto régimen. Por poner un ejemplo de actualidad, en España muchos aspectos como la monarquía o la tauromaquia son defendidos automáticamente por su carácter real. Es el hecho de que las cosas hayan sido mayoritariamente así lo que las avala. España debe ser una monarquía porque siempre lo ha sido. La costumbre posee un carácter de realidad histórica que hace que el pueblo lo asuma de forma racional.

Pero, por otro lado, la segunda parte se puede interpretar de una manera radicalmente distinta: “todo lo racional es real” constituye el motor de todas las revoluciones. Por ejemplo, cuando los ilustrados pensaron de forma racional un nuevo modelo de sistema contrario al absolutismo francés, el simple hecho de que su sistema dejara en evidencia las contradicciones del vigente, y el suyo poseyera una “superioridad ético-racional”, hacía que ellos mismos asumieran que su modelo había de ser el real. Lo racional debe ser real. Esta es la punta de lanza de todos los marxistas, pues, cuando Marx idea desde la razón el sistema comunista, ese simple hecho sirve a los marxistas para avalar el deber de su ideología como realidad.

Fuera de este análisis, lo que Hegel quiso dejar de manifiesto con esta frase es lo que ya hemos comentado antes: la unidad del espíritu. Si Hegel simplemente hubiese dicho que lo real es racional, habría subordinado el campo de lo real a la racionalidad; pero al haber matizado también que lo racional es real, deja totalmente claro que ellos dos constituyen una unidad indivisible.



Queda aquí de manifiesto que Hegel no es un mero especulador, es una razón astuta y analizadora del pasado y el presente de la humanidad. La filosofía es para Hegel un instrumento con el que comprender la realidad, por ello no puede pretender rehuirla. Tan poco sentido tiene hacer filosofía al margen la política, como política al margen de la filosofía. Las dos ramas son un todo que constituye la realidad, la cual describe en sí misma la Verdad.




El método dialéctico: Sus raíces y consecuencias


Llegados a este punto, es el momento de explicar en qué consiste el método dialéctico. Uno de los aspectos que más me chirriaban a la hora de estudiar a Hegel, es el hecho de que varios manuales advertían que para entenderle era necesario pensar de una forma “dialéctica”. Si bien es verdad que esto en un principio me parecía una tontería, a día de hoy no puedo estar más de acuerdo. Posiblemente el descubrimiento más importante de la filosofía de Hegel sea el mérito de estudiar la realidad de forma dinámica. Las raíces de la dialéctica hemos visto que nacen en Kant y son llevadas a su esplendor con Fichte, pero la filosofía que hay detrás de la concepción hegeliana es un cúmulo de ideas que ya estaban presentes entre los antiguos. En mi opinión, siguiendo a Karl Popper, seguramente Heráclito de Éfeso sea uno de los filósofos más determinantes de la filosofía de Hegel.11



Muchos conocen a este filósofo por su entramada disputa entre su filosofía y la de Parménides. Según el primero, la realidad es fruto del fuego, el cual será su arjé, y como buen fuego, los cimientos de la misma se tambalean constantemente. La existencia es para Heráclito un continuo cambio, no existe el reposo, nunca alguien se lava en el mismo río con la misma agua. «Heráclito fue el filósofo que descubrió el cambio. Hasta esta época, los filósofos griegos, bajo la influencia de las ideas orientales, habían visto el mundo como un enorme edificio, en el cual los objetos materiales constituían las sustancia de que estaba hecha la construcción.»12 Su máxima «Todo fluye y nada está en reposo» nos introduce a lo que es el preámbulo del método de Hegel. Pero si a alguien influencia Heráclito antes que a Hegel, es evidentemente al ateniense, a Platón. En Platón encontramos un sistema mucho más edificado, síntesis entre Parménides y Heráclito. Parménides, en resumen, es el filósofo del reposo, el cual consideraba la imposibilidad del cambio y del movimiento. Ante esto, Platón, de forma muy audaz, recoge las dos tesis para poder hacer que convivan la una con la otra. Separa dos mundos: el de las Ideas y el sensible. El de las Ideas corresponde a los principios de la filosofía parmediana, y el imperfecto sensible seguiría las reglas del caos descritas por Heráclito. La República de Platón es un libro sin igual. En él se describe esta doctrina de las Ideas y también los problemas que llevan a aceptarla. Platón es un filósofo como Hegel, su filosofía metafísica tiene una clara misión antropológica, y toda su filosofía política bebe de la ideas de perfección y belleza.



Lo que nos interesa a nosotros de este apartado es la forma en la que Platón describe los cambios políticos a lo largo del tiempo. En Platón existe un “pesimismo historicista”, totalmente heredero de Heráclito, según el cual todo tiende hacia la imperfección. Platón concibe el mundo sensible como un mundo dinámico, pero dinámico para mal, porque pasa de su cercanía a las ideas a su máxima corrupción. No obstante, tras el pesimismo de Heráclito y de Platón, nace la filosofía de Aristóteles, cuya ontología rechaza la doctrina platónica de las ideas y aboga por una realidad sustancial, en la que cada una de esas sustancias posee lo que conoce como “causa final”. El pesimismo se invierte hacia la idea del progreso.



Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con Hegel? En Hegel la realidad se explica de la misma forma, como constante cambio. Como ya adelantamos, la Fenomenología del espíritu de Hegel es el narrar del despertar de los absoluto. Hegel cree, con nuestros filósofos, que la realidad tiende hacia un destino, lo cual constituye el pensamiento de lo que se denomina “filósofos historicistas”. En Hegel se rescata la realidad cambiante, pero se asume la idea de progreso aristotélica. Ahora bien, esto no es lo único en lo que consiste el pensar en forma dialéctica. La dialéctica hegeliana es un método que no sólo se queda en los márgenes de la historia, es aplicable a toda la realidad. La esencia de la dialéctica, a parte de considerar la realidad de forma dinámica, como acabamos de exponer, es la oposición o contradicción.



Es aquí donde presentamos una nueva idea de la filosofía de Heráclito, la concordancia entre los opuestos. Se resume de la siguiente forma: La identidad de una cosa reside en su relación con su opuesto. Decimos que algo es frío en relación al calor, algo es alto en relación a algo más bajo, etc. El cambio se explica en Heráclito como «el proceso de transición de un estado a otro opuesto”13. Todo lo que cambia, que lo frío se ponga caliente, que lo alto pase a ser bajo, lo hace siempre mediante una relación de oposición. En resumen, el origen de lo que desde nuestra perspectiva se conoce como “cambio”, no es más que una modificación en relación con lo que era su opuesto. La oposición como motor del cambio es una de las tesis fundamentales de la dialéctica. El propio Hegel afirma que «la negatividad es la fuerza interna de toda actividad»14, pero no solo eso, la propia lógica de Hegel, de la que más adelante daremos unas pinceladas, sostiene que la identidad de un sujeto u objeto contiene dentro de sí necesariamente a su contrario. Y es así como se entiende que Antonio Escohotado definiese su filosofía como un “intento de reflexionar sobre el resorte dinámico de las cosas”.15



La filosofía de Heráclito, que bien se podría haber estudiado desde una perspectiva relativista, toma una forma absoluta con Hegel. El mundo es una bomba de relojería, lo frio lucha contra lo caliente, los seres vivos por sobrevivir, las plantas por alzarse alto en busca del sol, las políticas comunistas luchan contra el vigente capitalismo. La realidad está llena de oposiciones. Aquí es cuando se introduce el concepto de contradicción. Se podría decir que para Hegel, igual que para Schelling y Fichte, no tiene sentido que existan las contradicciones y oposiciones en el mundo. Es más, en la dialéctica del yo de Fichte, lo que se toma como contradicción en su segundo estadio, no es más que una oposición aparente. Para Hegel esto no es así. Las contradicciones existen aunque no deban existir. No hay más que ver las causas de la Revolución francesa. La diferencia es que para Hegel dichas contradicciones son absolutamente necesarias para el progreso del espíritu. La famosa dialéctica de tesis, antítesis y síntesis, la cual en pocas ocasiones Hegel denominó de esa forma, toma realidad material aquí. Surge el mundo, y en él un objeto frío. A este se le opone un objeto caliente, y la física hace de esta situación algo insostenible, y por ello la termodinámica pasa a la acción. Se genera una armonía entre el frío y el calor que deriva en una temperatura estable. Esta es la famosa dialéctica con la que Marx argumenta el destino del comunismo. La sociedad feudal constituye un tipo de gobierno en el que los medios de producción son pertenecientes a la aristocracia, representante del Estado, las libertades individuales son escasas y el progreso económico deficiente. En el capitalismo, como antítesis, los medios de producción pertenecen a la burguesía y el progreso económico es evidente, pero continúa la explotación del ahora llamado proletariado y la negación de sus libertades. Como síntesis, el comunismo, los medios de producción pasarían de nuevo al Estado, el cual velará por las libertades y el progreso.



Espero que ahora, querido lector, entienda la importancia de la historia y la política en Hegel. Su sistema pretende explicar la dinámica de la realidad, explicando sus cambios. La dialéctica de Hegel, como hemos adelantado antes, tiene consecuencias lógicas muy importantes. Según este pretexto, lo que hoy es A=A, mañana puede no serlo, y, más grave aún, A podría ser igual a no-A. Este es uno de los aspectos que más se le ha echado en cara a Hegel por parte de los filósofos analíticos, pero realmente es una cuestión de comprender el dinamismo lógico de la realidad. La identidad es una mera ilusión, lo que hoy es puede ser solo fruto de una intrínseca contradicción. Poco a poco, así se llega a otra de las tesis principales de Hegel, según la cual “la Verdad es la Totalidad”. Toda identidad está condenada a ser contradictoria, pues es la propia esencia de la identidad, todas menos la unidad. Esto lo explica Hegel en su prólogo de la Fenomenología del espíritu diciendo que “El capullo desaparece con la floración, y podría decirse que queda así refutado por ella, del mismo modo que el fruto declara la flor como una existencia falsa de la planta, y brota como su verdad en lugar de aquélla. Estas formas no sólo se diferencian entre sí, sino que, en tanto que incompatibles, se van desplazando unas a otras. A la vez, sin embargo, su naturaleza fluida hace de ellas momentos de unidad orgánica, en la que no sólo no entran en disputa, sino que la una es tan necesaria como la otra.” La naturaleza de la planta es contradictoria en sí, pues su proceso natural conlleva momentos intrínsecamente contrarios, pero en la unidad de esas oposiciones se encuentra es “unidad orgánica” que constituye su todo, su Verdad (en este caso parcial). Uno de los problemas fundamentales de la filosofía de Schelling, a saber, el de la existencia del mundo en tanto el por qué de cómo surge lo finito de lo infinito, es resuelto por Hegel con una variación conceptual. Se distingue en Hegel el infinito negativo, propiamente judio y spinozista, de Schelling, según el cual lo finito es englobado en la infinitud como parte de este; y un infinito positivo, defendido por Hegel, según el cual la finitud sería una suerte de apariencia de la verdadera infinitud. La finitud es el resultado de una contradicción que debe ser superada en la infinitud del espíritu.16



Una vez superadas todas las contradicciones, es decir, desenvuelto el espíritu de forma plena, sólo queda eso, el espíritu, la totalidad, pero ahora de forma clara, la Verdad. «En resumen, si hemos de hacer caso a Hegel, la lógica formal habría utilizado los principios de identidad y de no contradicción como un comodín para zafarse del contenido real del pensamiento.»17 La lógica formal es una mera ilusión que no comprende la realidad cambiante de las cosas. En Hegel las cosas «son y no son a la vez» ya que estas contienen en su identidad su oposición, van fluctuando desde lo que son hasta lo que no. La filosofía de Hegel contiene un aspecto importante que luego sería muy criticado por el Schelling del segundo ciclo, a saber, la movilidad conceptual. Los conceptos cambian, como ya hemos señalado, poseen una localización que más adelante dejarán para pasar a otra. Los abanderados ilustrados terminarán en el Terror, y el comunismo de Marx en el hambre y el totalitarismo.



Podrá advertir con facilidad, estimado tertuliano, que la filosofía de Kant es, bajo este método, una filosofía totalmente abstracta. Kant retrata lo que es la realidad del sujeto, pero no habla en ningún momento de la realidad en sí; aunque Hegel siempre le concederá el mérito de haber elevado la importancia del sujeto de forma que hizo surgir con su pensamiento el idealismo alemán. Una de las tesis fundamentales de Wilhelm Dilthey es que todo saber necesita de un contexto histórico. Este planteamiento es completamente heredero de Hegel. Al final, los sistemas filosóficos siguen la mismísima dialéctica que propone Hegel, así como surgen Heráclito y Parmenides, aparece su síntesis en Platón. Surge luego Aristóteles como reacción, y de ellos nace la filosofía de Descartes, filosofía racionalista a la que se le opone (aunque yo mismo estoy en contra de esta distinción de manual) un filosofía empirista como la de Hume, reconciliándose en última instancia en la filosofía de Kant. Los sistemas filosóficos son productos del tiempo. Es por ello que se trató también de deducir a Hegel entre la oposición de Fichte y de Schelling, idea que no me acaba de convencer. Eusebi sostiene que Hegel era consciente de esta predisposición a las futuras contradicciones, sosteniendo que él mismo sabía que su sistema sería perecedero. Es en este punto en el que no comparto opinión con al que considero mi gran maestro en esta materia, pues, concuerdo con Ernesto Castro cuando señala que el propio Hegel, para ser coherente con su propio sistema, no por un acto de soberbia o arrogancia, el cual, recordemos, intentaba explicar los propios misterios de la realidad del espíritu, tenía que asumir que su filosofía será la última expresión acabada de la Verdad.18



Y hasta aquí hemos llegado. He intentado resumir lo que he podido comprender sobre la filosofía de Hegel en este pequeño ensayo, a modo de introducción. El resultado ha sido harto interesante. Me mantengo firme en mi postura de no reducir a Hegel a un simple especulador o impostor intelectual por el momento, pues no he tenido aún la gracia de adentrarme en la totalidad de sus obras. Sea como fuere, creo que existen aspectos fundamentales de su filosofía que no pueden ser pasados por alto y que contienen un extenso valor. Si bien es verdad que los lógicos actuales rechazan de forma categórica las insinuaciones de Hegel, y su historicismo es un modo de filosofía totalmente contraria a la ciencia, creo ver en Hegel lo que es el germen de una rica filosofía enfocada en aspectos sociológicos. Al final, la famosa Escuela de Francfort es un compendio de filósofos que se dedican a recuperar los aspectos de la sociología marxista, sociología que es enteramente fruto de los planteamientos hegelianos. La interpretación de la historia, y la inteligibilidad de las causas y efectos de los eventos a través del sistema hegeliano hacen de su filosofía, quizás no un saber científico, como tanto insisten algunos como Mario Bunge, pero sí un saber en última instancia racional y argumentado.



La idea de espíritu hegeliana es una idea que poca gente, por no decir que nadie, se toma en serio a día de hoy. Como decíamos antes, se ha producido una clara desarticulación metafísica de la filosofía de Hegel por parte de su izquierda, quedando básicamente puro marxismo. Pero sería interesante preguntarse hasta qué punto la dialéctica de Hegel, como apunta Eusebi Colomer, es disociable del plano metafísico, es decir, hasta qué punto los cimientos de su método dialéctico se basan en pretensiones puramente especulativas.

Ser hegeliano no es ser marxista. Bien es verdad que en este ensayo he citado continuamente a Marx, pero el motivo es que su filosofía refleja la riqueza del sistema hegeliano. Si bien su sistema en sí lo considero insostenible, contiene una riqueza filosófica abismal, la cual permite la aparición de sistemas tan variados como el marxista. Hegel es disociable de Marx, pero Marx nunca lo será de Hegel. Al final, sus ideales pueden defender la bandera de la austeridad, o del propio capitalismo y cristianismo, como toda la derecha hegeliana de Rosenkranz o Eduard Erdmann.



Este es el primer ensayo de, ojalá, unos cuantos más acerca de Hegel. El misterio de su filosofía y su aparente odio y admiración hacen de este pensador un misterio por resolver. No se trata de saber si Hegel tenía razón o no, se trata de saber lo que podemos y debemos heredar de él. Siguiendo el principio que expusimos antes, de que los sistemas filosóficos son fruto de los tiempos, la filosofía de Hegel no puede pretender satisfacer nuestras necesidades como generación, igual que nadie puede pretender entender a Platón al pie de la letra, declarándose abiertamente valedor de la teoría de las ideas. La filosofía opera en cierto modo de manera similar a la ciencia. Las teorías científicas de antaño están obsoletas, pero sin la teoría del éter no habría sido posible el descubrimiento de la relatividad de Einstein. Sucede aquí lo mismo. Se trata de poder diseccionar un sistema y encontrar los frutos aplicables a nuestra época. La siguiente obra que analizaremos será la Fenomenología del espíritu de Hegel. Quizás sea una pérdida de tiempo, y claro tengo que en esa obra no voy a encontrar una respuesta vital, pero en sus planteamientos, en su desarrollo, quizás ahí se encuentre el por qué de nuestro tiempo, o, mejor aún, la solución de nuestros actuales problemas.




Marcos Jara Manzano, La Tertulia

22 de diciembre del 2020

Bibliografía y Notas

- Eusebi Colomer, El pensamiento alemán de Kant a Heidegger. Tomo II: El Idealismo: Fichte, Schelling y Hegel. Notas: 4, 5, 7, 9, 10, 14, 17


- Antonio Gómez Ramos, Presentación de la Fenomenología del espíritu. Nota 6


- Sergio Mas, Hegel. La historia es un proceso cuyo fin es la libertad.


- Luis Armando González, Aproximación a la filosofía de Hegel


- Diego Chaverri, Hegel y la totalidad en el todo.

-Rubén Cespédes, Fichte y la dialéctica del yo. Entre Kant y la crítica hegeliana.


- Justus Hartnack, Del Empirismo radical al Idealismo absoluto.


- Giovanni Reale y Dario Antiseri, Historia de la filosofía III. Del romanticismo a nuestros días


- Ernesto Castro, Fichte, Schelling y Hegel, clases de Historia de la filosofía. Nota 16 y 18


- Rafael Gambra, Historia sencilla de la filosofía


- Karl Popper, La sociedad abierta y sus enemigos: Notas: 3, 11, 12, 13


- Platón, La República


- Marx, El capital: antología


- Immanuel Kant, Crítica de la razón pura


- Immanuel Kant, Crítica de la razón práctica


- Immanuel Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres


-https://www.clublibertaddigital.com/ideas/tribuna/2020-12-10/santiago-navajas-todos-contra-hegel-6689226/ : (Nota 1)


-https://www.youtube.com/watch?v=bf46WSju--g (Nota 2 y 15)


-https://www.youtube.com/watch?v=VtAOAwE5RcI (Nota 8)