Al entrar en esta sala observo la vieja radio, escucho en un rincón de mi mente una canción que le gustaba a mi padre, al viejo Alirio; se despierta entonces en mí la añoranza de verlo leyendo el periódico en su antigua silla y de escuchar las historias que él me contaba mientras tomaba café. Ahora que él ya no está la radio ya no suena más… A pesar de no estar presente, las pinturas que reposan en estas paredes son la prueba de que su memoria sigue entre nosotros, ya que sin él las páginas del álbum familiar estarían vacías y yo no hubiese conocido las fotografías que hoy reconstruyen la historia familiar y que han dado pié a la elaboración de una serie de dibujos y pinturas con las cuales yo defino mi papel en el grupo familiar. Lo que veremos a continuación es una compilación de cuadros donde la mancha de pinceles cargados de pasta construyen formas, donde la paleta reducida busca emular la atmósfera de una vieja fotografía y donde composiciones poco convencionales indagan en las relaciones existentes entre el mundo de la fotografía y el lenguaje de la pintura.
En esta serie de trabajos de Jorge Medina, la idea de rescatar determinadas fotografías contenidas en sus álbumes de familia señala un comportamiento dirigido al restablecimiento y reactualización de sus significados, los que ahora ocuparán, bajo nuevas motivaciones, un valor excepcional en los espacios reestructurados de la memoria del artista. De modo que, al proponer la reelaboración de ciertos momentos, y asignarle a estas imágenes otros destinos, el artista busca redefinir su “papel en el grupo familiar”, por la vía de la recuperación selectiva del pasado. Entonces, con su desplazamiento hacia los formatos de la pintura y el dibujo, sugiriendo inéditas configuraciones, puntos de vista, encuadres, entre otras reinterpretaciones estéticas, exalta significativamente algunas de estas fotografías conforme a una cuidadosa selección, la cual no tiene otro propósito que proporcionarles nueva vida y, quizás, otros sentidos desde el reciente estatuto que en adelante poseerán en el universo del arte.
De este modo, la escogencia supone, también, un universo de intenciones que emergen de las huellas dejadas en el inconsciente del pintor, ya que con esta selección se establece una determinada distinción ante otros instantes atesorados en los espacio de intimidad, de identidad social que recogieron estos álbumes de familia en su momento y las marcas que dejaron en la memoria del creador. Al traerlas nuevamente al mundo de sus sentimientos, emociones, sentimientos y afectos, con esta selección se altera, asimismo, el lugar que en adelante ocuparán en este nuevo “archivo” nacido del recorte de recuerdos, pero también “de cuadros donde la mancha de pinceles cargados de pasta construyen formas, donde la paleta reducida busca emular la atmósfera de una vieja fotografía y donde composiciones poco convencionales indagan en las relaciones existentes entre el mundo de la fotografía y el lenguaje de la pintura”.
Identidad y memoria, presencias, trozos de recuerdos, vivencias y fragmentaciones son los motivos de una diferenciada temática que ahora cobra vida propia, al ser reorganizada en el cuadro y en la sala expositiva, a la manera de una narrativa nacida de información solo inteligible en el creador, pero factible de ser ubicada en la imaginación del espectador como un universo fabulado de personajes con el que se destacan momentos, se plasman cambios temporales, se singulariza variaciones en los escenarios y se reorganizan las refiguraciones que les proporciona el artista a sus personajes desde lo matérico, gestual y compositivo de una pintura con intenciones realista, que recurre también al carácter abocetado y a las atmósferas misteriosas (grupos de personas, retratos, escenas, entre otros), en contraste con las imágenes originales, como ámbitos reconquistados y puestos a la orden del discurso estético del creador.
Félix Hernández
Agosto de 2023