¿Cuántos sexos existen?
Por: Carlos Y. Fuentes
Por: Carlos Y. Fuentes
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Pues la respuesta es obvia: Solo dos, hombres y mujeres. Caso cerrado. Pero para las feministas y militantes LGBT la cuestión no es tan sencilla. Les gusta complicar lo que es simple, hacer complejo lo que es claro, hacer difícil lo que es fácil, hacer incomprensible lo comprensible. Esto forma parte de la estratagema progresista y de la lente woke al momento de redefinir el “sexo biológico”. [1]
El biólogo Colin Wright expone el objetivo de los activistas al intentar “demostrar” que el sexo no es binario:
“Estos esfuerzos de los activistas tienen un único propósito: presentar el sexo como algo tan incomprensiblemente complejo y multivariable que nuestra práctica tradicional de clasificar a las personas simplemente como hombres o mujeres está totalmente desactualizada y debería abandonarse por completo en favor de la “identidad de género”. Esto implica que a los hombres no se les prohibiría el acceso a los deportes femeninos, las prisiones o cualquier otro espacio previamente segregado según nuestras nociones supuestamente anticuadas de “sexo biológico”, siempre y cuando se “identifiquen” como mujeres, sea lo que sea que eso signifique.” [2]
Es habitual escuchar a los progresistas, como algunas feministas radicales o militantes del movimiento LGBT, afirmar que el sexo no es binario y que quienes insisten en que solo existen hombres y mujeres son "retrogradas". Lo curioso es que estas mismas personas suelen quedarse sin palabras cuando alguien les pregunta: "¿Qué es una mujer?".
Resulta paradójico que muchos de ellos sostengan que un hombre que se somete a cirugías para modificar su cuerpo y se inyecta hormonas femeninas, automáticamente se “convierte” en mujer. Pero, si se les pide que expliquen qué significa realmente ser mujer, su respuesta suele ser un desfile de definiciones cada vez más enredadas, contradictorias y, en ocasiones, absurdas.
Es como si estuvieran construyendo un rompecabezas en el que las piezas no encajan, pero aun así esperan que todos lo acepten como la obra maestra de la lógica. Al final, no pueden ofrecer una definición coherente de lo que es una mujer, pero exigen que cualquiera que "se sienta" como una lo sea por decreto. Ironías del posmodernismo
La definición de lo que significa ser mujer, y por extensión ser hombre, está profundamente ligada al sexo biológico. Insistir en que solo existen dos sexos, hombre y mujer, no es solo una cuestión científica, sino que también, desgraciadamente, un tema político.
Si se logra demostrar, con claridad y objetividad, que los conceptos de hombre y mujer están arraigados en una diferenciación biológica inmutable, esto tendría consecuencias significativas. Por ejemplo, implicaría que un hombre que se autopercibe como mujer sigue siendo hombre, independientemente de las cirugías o tratamientos hormonales que elija. También dejaría al descubierto la invalidez de muchas políticas de género promovidas por la izquierda política y, sorprendentemente, respaldadas por ciertos sectores de la derecha (como el PAN en México). Estas políticas no se basan en criterios objetivos, sino en creencias subjetivas y personales.
Además, esta revelación desnudará la hipocresía del llamado "Estado laico moderno". Bajo la bandera del laicismo, este ha utilizado su maquinaria coercitiva para silenciar a quienes disienten de las políticas de género, tachándolos de "promotores del odio". Así, el supuesto Estado laico ha aprobado leyes basadas en ideologías sin fundamentos científicos ni lógicos, dejando entrever que no vivimos bajo un estado imparcial y laico, sino bajo un Estado woke. Es curioso cómo quienes critican las teocracias han reemplazado los dogmas religiosos por los de la ideología de género, creando su propia versión de un sistema dogmático y autoritario.
Demostrar que ser hombre y ser mujer está ligado al sexo biológico y no a la auto percepción personal no solo tiene implicaciones políticas de gran calado, sino que también afecta la forma de pensar de las sociedades. En Latinoamérica, donde la mayoría de las personas rechazan la idea de que existen más de dos sexos, esta discusión podría marcar un antes y un después.
En un momento en el que los vientos políticos parecen cambiar de rumbo, y la izquierda empieza a darse cuenta de que el wokeismo, a largo plazo, termina siendo rechazado por la mayoría de la población, es hora de aclarar lo que la ciencia realmente ha demostrado sobre lo que significa ser hombre y ser mujer. Comencemos con una definición sencilla que explicaré, demostraré y defenderé frente a las objeciones de los progresistas de izquierda.
1. ¿Qué define nuestro sexo?
¿Qué es una mujer?
Una mujer es una hembra adulta de la especie humana. Durante su infancia se le llama niña. Es hembra porque es el individuo que produce, o está biológicamente diseñado para producir, óvulos. Para cumplir con esta función, su cuerpo incluye un mecanismo reproductivo conocidos como vagina, útero, ovarios, entre otros órganos especializados.
¿Qué es un hombre?
Un hombre es un macho adulto de la especie humana. Durante su infancia se le conoce como niño. Es macho porque es el individuo que produce, o está diseñado para producir, espermatozoides. Su cuerpo cuenta con un mecanismo reproductivo conocidos como pene, testículos, escroto, además de otros sistemas complementarios.
Robert Payne Bigelow, fue profesor adjunto de zoología e instructor de biología en el instituto Tecnológico de Massachusetts. A finales del siglo XIX escribía que:
"En la historia de vida de casi todos los organismos multicelulares, hay un momento en el que se forma un nuevo germen (oösperinium o zygote) mediante la unión de dos células (gametos) de diferente aspecto. La más grande y menos móvil de estas células es el macrogameto, huevo u óvulo (ovum), mientras que la más pequeña y activa es el microgameto, espermatozoide (spermatozoon) o su equivalente.
La capacidad de producir un macrogameto o un microgameto constituye la distinción esencial del sexo. El individuo que produce el microgameto se considera de sexo masculino, mientras que el que produce el macrogameto se considera de sexo femenino.
En la mayoría de las plantas superiores y en algunos animales inferiores, ambos sexos están presentes en un solo individuo, al que se denomina hermafrodita. La unión de gametos disímiles es la característica fundamental de la reproducción sexual." [3]
Charles Sedgwick Minot fue un anatomista estadounidense y miembro fundador de la Sociedad Estadounidense de Investigación Psíquica. En 1888 escribía que:
En un sentido secundario, sexo, junto con los adjetivos masculino y femenino, se ha aplicado a los elementos reproductivos esenciales, el óvulo y el espermatozoide, cuya producción es función de los organismos (o órganos) sexuales (…) Muy temprano en la evolución de plantas y animales, ciertas células o grupos de células asumieron la función especializada de producir los elementos sexuales (genoblastos). Los órganos sexuales se diferenciaron desde etapas tempranas.
En los metazoos primitivos, un mismo individuo producía tanto genoblastos masculinos como femeninos, siendo por tanto hermafrodita. Sin embargo, con la evolución, el hermafroditismo fue reemplazado por una nueva diferenciación, en la cual algunos individuos de una especie solo podían producir óvulos, mientras que otros solo podían producir espermatozoides. A los primeros los llamamos hembras, a los segundos machos, y se dice que poseen sexo. [4]
La enciclopedia británica, en su volumen 24 de 1911, definía el sexo a base de los gametos que producía los genitales:
“La diferencia fundamental entre los sexos radica en los órganos esenciales de la reproducción. Un organismo que contiene el tejido germinal o la estructura conocida como testículo, y que produce células sexuales llamadas espermatozoides, se considera macho. Un organismo que contiene el tejido responsable de la producción de óvulos se denomina hembra. Aquel que genera tanto óvulos como espermatozoides es un hermafrodita verdadero. Por otro lado, un organismo que no produce ninguno de estos, pero que pertenece a una generación sexual, se clasifica como neutro, aunque la mayoría de los neutros son hembras incompletas.” [5]
El zoólogo y genetista Horatio Hackett Newman, en 1929 escribió:
“Cualquier individuo, entonces, es sexual si produce gametos: óvulos o espermatozoides, o sus equivalentes”. Así, estaríamos justificados al llamar hembra a cualquier individuo que produce óvulos y macho a uno que produce espermatozoides. El que produce ambos tipos de gametos es macho-hembra o, más técnicamente, hermafrodita. Así, podemos decir que los caracteres sexuales innatos de los individuos son los óvulos o los espermatozoides, y que la masculinidad o la feminidad está determinada por la posesión de uno u otro de estos dos tipos de gametos.” [6]
El profesor de biología T.W Galloway, en 1913 también señalaba que “El óvulo se denomina gameto femenino y el espermatozoide se denomina gameto masculino. Esta diferencia de gametos es la marca del sexo.” [7] Alan S. Parkes, en su articulo de 1921 titulado “Con especial referencia a la desigualdad numérica anormal entre los sexos" también señalo que “Desde los días en que se sospechó por primera vez que el sexo estaba determinado por la diferenciación gamética, se ha logrado un progreso considerable en el estudio de las peculiaridades asociadas a los fenómenos sexuales.” [8] y el “Sinopsis moderna de Libro de texto completo de psiquiatría” vol. 3 de 1981 también aporta “Biológicamente, el sexo masculino se define como el que produce una gran cantidad de gametos pequeños; el femenino se define como el que produce una pequeña cantidad de gametos grandes.”[9]
Ahora bien, como no existe un tercer tipo de gameto, solo hay dos sexos. Esto significa que, para traer una nueva vida al mundo, se necesitan dos individuos: uno que produzca un óvulo (hembra) y otro que produzca espermatozoides (macho).
O, dicho en términos más simples y para que quede claro: para tener un bebé, un hombre y una mujer tienen que tener relaciones sexuales. Fin del misterio.
Como bien señala el Dr. Daniel Howell sostiene:
“En los seres humanos, la reproducción sexual que emplea los dos sexos requiere un individuo de cada sexo. Dos (o más) machos no pueden reproducirse. Dos (o más) hembras no pueden reproducirse. Sólo un macho copulando con una hembra puede reproducirse. Esta observación es tan básica y universal entre la humanidad que la mayoría considera este hecho evidente.” [10]
Ryan T. Anderson es un académico conservador y filósofo político estadounidense. Ciertamente tiene razón cuando afirma lo siguiente sobre los seres humanos:
“Los machos están organizados para participar en actos sexuales que donan material genético, mientras que las hembras están organizadas para participar en actos sexuales que reciben material genético y luego gestan la descendencia resultante. Esta diferencia fundamental de organización es lo que permite a los científicos distinguir el macho de la hembra.” [11]
Los biólogos Colin M. Wright y Emma N. Hilton señalan que “En los humanos, el acto de reproducción en sí requiere, en primera instancia, que los espermatozoides masculinos fecunden los óvulos femeninos, lo que se logra durante el coito entre dos personas sexualmente maduras.” [12]
Zachary A. Elliott es el fundador del Paradox Institute, un grupo de investigación que se especializa en enseñar la biología del sexo y las diferencias sexuales al público. La definición del sexo masculino y femenino lo expone de una forma muy clara y sencilla:
“Puede resultar sorprendente, pero los dos sexos tienen una definición biológica universal que se aplica a todas las especies con sistemas masculino y femenino: el sexo masculino es el fenotipo (o estructura) que produce los gametos más pequeños (espermatozoides), y el sexo femenino es el fenotipo (o estructura) que produce los gametos más grandes (óvulos). Los espermatozoides son numerosos y rápidos, y aportan la mitad del material genético del progenitor, pero no los recursos para la supervivencia del cigoto. Los óvulos son voluminosos, escasos y muy lentos, y aportan la mitad del material genético del progenitor y todos los recursos para la supervivencia del cigoto. Si se combinan estos dos tipos de gametos diferentes, se forma un individuo genéticamente único.” [13]
Sobre la definición del sexo, el biólogo evolutivo Colin Wright señala:
“Cuando los biólogos afirman que el sexo es binario, queremos decir algo muy claro: sólo hay dos sexos. Esto es así en todo el reino vegetal y animal. El sexo de un organismo se define por el tipo de gameto (espermatozoide u óvulo) que tiene la función de producir. Los machos tienen la función de producir espermatozoides, o gametos pequeños; las hembras, óvulos, o gametos grandes. Como no hay un tercer tipo de gameto, sólo hay dos sexos. El sexo es binario.”[14]
El Dr. Robert Lynch es un antropólogo biocultural y especializado en cómo la biología, escribe lo siguiente:
“Masculino y femenino no son categorías caprichosas impuestas por los científicos al mundo natural, sino que más bien hacen referencia a distinciones fundamentales profundamente arraigadas en la evolución. La definición biológica de machos y hembras se basa en el tamaño de las células sexuales, llamadas gametos, que producen. Los machos producen una gran cantidad de gametos pequeños, mientras que las hembras producen menos pero más grandes. En los animales, esto significa que los machos producen muchos espermatozoides diminutos (entre 200 y 500 millones de espermatozoides en los humanos), mientras que las hembras producen muchos menos óvulos, pero mucho más grandes (las mujeres tienen un suministro de por vida de alrededor de 400). Siempre que los científicos descubren una nueva especie que se reproduce sexualmente, el tamaño de los gametos es lo que utilizan para distinguir entre los machos y las hembras.” [15]
Ellen Pasternack fue estudiante de doctorado en biología evolutiva en la Universidad de Oxford y ahora trabaja como directora de investigación para el grupo de expertos Civitas afirma:
“Seamos claros: el sexo es binario. Solo hay dos rutas para que los genes de un individuo que se reproduce sexualmente fluyan de una generación a la siguiente: a través de gametos pequeños o grandes. No hay espectro desde el espermatozoide hasta el óvulo. Los individuos de cualquier especie que están preparados por la evolución para reproducirse a través del espermatozoide se denominan machos; aquellos equipados para reproducirse a través de la ruta del óvulo son hembras.” [16]
Rebecca Taylor es una psicoterapeuta que ejerce en Sandy, Utah. Ella también señala que:
“El sexo biológico se define por los roles reproductivos. Una mujer es alguien cuyo cuerpo está organizado para producir gametos grandes; un hombre es alguien cuyo cuerpo está organizado para producir gametos pequeños. Sólo hay dos tipos de gametos, los óvulos y los espermatozoides; por lo tanto, sólo hay dos roles reproductivos y sólo dos sexos.” [17]
La bióloga Heather Heying también escribe:
“Las hembras son individuos que producen, produjeron, producirían o producirían, pero por anomalías genéticas o del desarrollo, óvulos. Los óvulos son gametos grandes y sésiles. Los gametos son células sexuales. En las plantas y los animales, y en la mayoría de los demás organismos que se reproducen sexualmente, hay dos sexos: femenino y masculino. Al igual que el término “adulto”, el término femenino se aplica a muchas especies. El término femenino se utiliza para distinguir a estas personas de los hombres, que producen gametos pequeños y móviles (por ejemplo, esperma, polen).” [18]
El doctor e investigador Wolfgang Goymann, el doctor Henrik Brumm y Peter M. Kappeler, Profesor de Sociobiología y Antropología, señalan que:
“El sexo biológico se define como una variable binaria en todas las especies vegetales y animales que se reproducen sexualmente. Salvo algunas excepciones, todos los organismos que se reproducen sexualmente generan exactamente dos tipos de gametos que se distinguen por su diferencia de tamaño: las hembras, por definición, producen gametos grandes (óvulos) y los machos, por definición, producen gametos pequeños y normalmente móviles (espermatozoides). Esta dicotomía distintiva en el tamaño de los gametos femeninos y masculinos se denomina «anisogamia» y hace referencia a un principio fundamental de la biología.” [19]
Georgi K. Marinov, investigador postdoctoral del Departamento de Genética de la Universidad de Stanford, también aporta al tema y dice: “Por convención, se considera que los gametos más grandes son el óvulo/ “hembra”, mientras que los gametos más pequeños son el esperma/ “macho”.” [20] y el profesor de Epidemiología Tyler J. VanderWeele también señala “Si bien los autores pueden utilizar el término “sexo” de diferentes maneras, creo que su uso biológico fundamental en relación con la reproducción humana y los gametos que se producen es esencialmente binario.” [21] El físico Alan Sokal y el biólogo Richard Dawkins también sostienen “En los mamíferos, cada individuo produce solo un tipo de gameto. Aquellos individuos que producen (relativamente pocos) óvulos se denominan hembras; aquellos que producen (gran cantidad) de espermatozoides se denominan machos (...) En resumen, el sexo en todos los animales se define por el tamaño de los gametos; el sexo en todos los mamíferos se determina por los cromosomas sexuales; y hay dos y sólo dos sexos: masculino y femenino.” [22]
Callie H. Burt, profesora asociada en el Departamento de Justicia Criminal y Criminología de la Universidad Estatal de Georgia, dice sin muchos rodeos “No existe un tercer sexo (y mucho menos un cuarto o un quinto).” [23] y nuevamente, junto con el filósofo Alex Byrne, dijo “No existe un tercer tamaño de gameto intermedio, por lo que solo hay dos sexos.” [24] y Joan Roughgarden es bióloga evolutiva, doctora por la Universidad de Harvard y profesora en Stanford. Declaró públicamente su transexualidad a los 52 años. Ella sostuvo que “Para un biólogo, “masculino” significa producir gametos pequeños, y “femenino” significa producir gametos grandes. ¡Punto! Por definición, el más pequeño de los dos gametos se llama espermatozoide, y el más grande, óvulo. Más allá del tamaño de los gametos, los biólogos no reconocen ninguna otra diferencia universal entre macho y hembra.” [25] y Paul E. Griffiths también señala, “en las especies que forman dos tipos diferentes de gametos (y en las que se necesita un gameto de cada tipo para formar un nuevo organismo), hay dos sexos. Cada sexo forma uno de los dos tipos de gametos.” [26]
Jussi Lehtonen y Geoff A. Parker sostienen que “Biológicamente, los machos se definen como el sexo que produce los gametos más pequeños (por ejemplo, los espermatozoides), lo que implica que los sexos masculino y femenino solo existen en especies con dimorfismo de gametos (anisogamia).” [27] y más adelante añaden “Aunque la hembra proporciona los recursos físicos para el desarrollo de un cigoto, los óvulos deben ser fertilizados por el espermatozoide antes de que comience el desarrollo. Es fácil entonces dar por sentada la existencia de estos sexos separados, con sus gametos morfológicamente diferenciados.” [28] y también dicen que “Además, cuando se diferencian los tamaños de los gametos, normalmente hay exactamente dos sexos, ni más ni menos: los machos que producen gametos pequeños y las hembras que producen gametos grandes.” [29]
La reproducción humana se llama anisogamia. Este término se refiere a la forma de reproducción que necesita dos gametos de tamaños y apariencias diferentes. Estos gametos son el óvulo, producido por la mujer, y el espermatozoide, producido por el hombre. Por otro lado, cuando los gametos tienen el mismo tamaño y aspecto, se le llama isogamia.
La mujer solo puede producir un óvulo a la vez y en ciertos periodos, mientras que los hombres pueden generar millones de espermatozoides en poco tiempo. Sin embargo, solo uno de esos espermatozoides será capaz de fecundar el óvulo; los demás morirán.
Cuando un espermatozoide logra fecundar el óvulo, ocurre la fusión, que es cuando ambos se unen. Esta unión forma el cigoto, que es el embrión en su primera etapa de desarrollo, y es aquí donde comienza la vida humana.
En los seres humanos solo hay dos tipos de gametos, y cada persona solo puede producir uno de ellos. Esto significa que un individuo no puede generar ambos tipos de gametos al mismo tiempo. Por esta razón, el sexo humano es, por naturaleza, binario.
Sobre esto, Richard Dawkins, un científico evolutivo, señala que:
“El sexo es un verdadero binario. Todo comenzó con la evolución de la anisogamia: la reproducción sexual en la que los gametos son de dos tamaños discontinuos: macrogametos u óvulos, y microgametos o espermatozoides. La diferencia es enorme. Podrías colocar 15,000 espermatozoides dentro de un óvulo humano. Cuando dos individuos invierten conjuntamente en un bebé, y uno de ellos aporta 15,000 veces más que el otro, podrías decir que ella (observa cómo los pronombres se infiltran sin previo aviso) ha hecho un compromiso mayor en la relación.” [30]
Los biólogos Jerry A. Coyne y Luana S. Maroja, escribieron un artículo donde sostienen que:
“El sexo biológico está determinado simplemente por si el cuerpo está diseñado para producir gametos grandes e inmóviles (óvulos, característicos de las hembras) o gametos muy pequeños y móviles (espermatozoides, característicos de los machos). Incluso en las plantas vemos la misma dicotomía: el polen produce los diminutos espermatozoides y los óvulos contienen los grandes óvulos. La diferencia de tamaño puede ser enorme: un óvulo humano, por ejemplo, tiene diez millones de veces el volumen de un solo espermatozoide. Y cada gameto está asociado a un complejo aparato reproductor que lo produce. Son los portadores de estos dos sistemas reproductores los que los biólogos reconocen como "los sexos".
Como no existen otros tipos de gametos en animales o plantas vasculares, y no vemos gametos intermedios, no hay un tercer sexo. Aunque muchas especies de animales y plantas con flores tienen hermafroditas, estos simplemente combinan funciones masculinas y femeninas (y gametos) dentro de individuos únicos y no constituyen un "tercer sexo" (...)
A todos los efectos prácticos, entonces, el sexo es binario, no sólo en los humanos sino en todos los animales y plantas. Y es binario porque la selección natural ha favorecido la evolución de un binario (...) La selección natural ha producido de forma independiente diversas vías para generar los sexos, pero al final solo hay dos destinos: machos y hembras. Y así tenemos una dicotomía evolucionada y objetivamente reconocida, no un espectro arbitrario de sexos." [31]
El médico investigador, epidemiólogo y bioestadístico Lawrence S. Mayer y el distinguido psiquiatra estadounidense, investigador y educador Paul R. McHugh, sostienen que:
“La base subyacente de la masculinidad y la feminidad es la distinción entre los roles reproductivos de los sexos; en los mamíferos como los humanos, la hembra gesta a la descendencia y el macho impregna a la hembra. De manera más universal, el macho de la especie fertiliza las células de óvulos provistas por la hembra de la especie. Esta base conceptual para los roles sexuales es binaria y estable, y nos permite distinguir a los machos de las hembras sobre la base de sus sistemas reproductivos, incluso cuando estos individuos muestran comportamientos que no son típicos de machos o hembras.” [32]
Los biólogos Colin M. Wright y Emma N. Hilton señalan que:
“En los humanos, como en la mayoría de los animales o plantas, el sexo biológico de un organismo corresponde a uno de los dos tipos distintos de anatomía reproductiva que se desarrollan para la producción de células sexuales pequeñas o grandes (espermatozoides y óvulos, respectivamente) y funciones biológicas asociadas en la reproducción sexual. En los seres humanos, la anatomía reproductiva es inequívocamente masculina o femenina al nacer más del 99,98 % de las veces. La función evolutiva de estas dos anatomías es ayudar a la reproducción mediante la fusión de espermatozoides y óvulos. No existe un tercer tipo de célula sexual en los seres humanos y, por lo tanto, no hay un “espectro” sexual ni sexos adicionales más allá del masculino y el femenino. El sexo es binario.” [33]
Defender y hacer valer esta verdad pondría en serios aprietos las políticas de género y las ideas de los activistas progresistas, quienes insisten en que los hombres que se autoperciben mujeres y se someten a cirugías para que sus cuerpos parezcan femeninos deben ser aceptados como tales. Sin embargo, desde una perspectiva biológica, quienes producen el gameto más pequeño conocido como espermatozoide no son mujeres.
De la misma forma, las mujeres que se autoperciben hombres tampoco pueden ser consideradas hombres, ya que producen óvulos y no espermatozoides. Ante esta realidad, los activistas del género han buscado presentar argumentos que supuestamente refutan estas ideas y han conseguido influir en instituciones y revistas científicas de renombre.
Lamentablemente, muchas de estas instituciones, que en el pasado representaban el rigor y la objetividad, parecen estar comprometiendo sus estándares. Utilizan su prestigio para intentar legitimar afirmaciones que no tienen un sustento sólido, como la idea de que los seres humanos no pueden clasificarse de manera clara en hombres y mujeres.
Por otro lado, los activistas del género, respaldados por ciertas instituciones médicas y revistas científicas que han prostituido su profesión a favor de una ideología, sostienen que el sexo es un espectro. Según ellos, definir quién es hombre o mujer resulta un desafío casi imposible, porque, aparentemente, los genitales ya no son suficientes para establecer diferencias.
La revista Nature, una de las más importantes en el mundo de la ciencia, publicó en 2015 un artículo de Claire Ainsworth titulado "El sexo redefinido". En este artículo, se afirmó que "la idea de que existen dos sexos es simplista" [34] y que "los biólogos ahora creen que el sexo es un espectro más amplio". [35] Según esto, el sexo no se limita a ser hombre o mujer, sino que habría muchas más posibilidades.
El artículo también dice que, si los biólogos demuestran que el sexo es un espectro, la sociedad y los gobiernos tendrán que adaptarse. Incluso sugiere que, en el futuro, sería mejor simplemente preguntar a una persona si es hombre o mujer, en lugar de basarse en la biología.
Estas ideas han sido muy criticadas porque parecen mezclar la ciencia con los objetivos de ciertos grupos activistas. Muchos creen que este enfoque intenta cambiar lo que la ciencia ha demostrado sobre el sexo para ajustarlo a ideas sociales que afirman que el sexo no es binario.
La revista Scientific American, que alguna vez fue un referente en el mundo científico, parece haberse transformado en un medio de activismo político e ideológico. Uno de sus artículos más curiosos y controversiales fue escrito por Agustín Fuentes, titulado "He aquí por qué el sexo humano no es binario". En este artículo, el autor llega a insinuar que quienes defienden que el sexo es binario están tratando de "restringir quién cuenta como un ser humano completo en la sociedad". [36]
Esa afirmación por sí sola dice mucho sobre los problemas del movimiento transgénero. Al no poder refutar la realidad científica de la binariedad sexual humana, algunos ideólogos recurren a demonizar a quienes señalan la evidencia, acusándolos de tener motivos malintencionados. Siguiendo esta lógica, parece que yo, quien escribe estas líneas, debo ser una especie de villano maquiavélico que, según Fuentes, busca despojar a ciertas personas de su humanidad. ¡Vaya giro dramático!
Y como era de esperarse, Scientific American también publicó el artículo de Claire Ainsworth titulado "El sexo redefinido", previamente visto en la revista Nature. Los activistas de género celebraron este triunfo como si fuera la gran victoria en una revista científica de prestigio. Pero, un año después, en lo que antes era Twitter (y ahora X), una mujer le preguntó directamente a Claire Ainsworth si en su artículo estaba negando que solo existen dos sexos. ¿Su respuesta? "No, en absoluto. Dos sexos, con un continuo de variación en anatomía y fisiología." [37]
¡Vaya giro inesperado en la trama! Estoy de acuerdo con los progresistas en que su artículo puede leerse como si negara la existencia de dos sexos, pero esta aclaración parece más un intento de lavarse las manos o de controlar el caos que él mismo desató con su artículo. Al final del día, nadie puede negar que su artículo dejó bastante clara su intención de hacer activismo disfrazado de ciencia en revistas de renombre.
Algo curioso de los artículos de estos "expertos" que insisten en negar que el sexo es binario es que parecen un disco rayado. Siempre repiten los mismos argumentos, como si fueran un coro mal ensayado. Fulano dijo X en 2017 para decir que el sexo no es binario, y años después, Zutano repite exactamente lo mismo en 2025. Nada nuevo bajo el sol. Al parecer, creen que, si repiten una mentira las suficientes veces, eventualmente todos nos la creeremos. Pero, sorpresa: la mayoría de las personas todavía tenemos un poquito de sentido común y no nos tragamos el cuento. Solo una pequeña minoría activista sigue compartiendo y celebrando estos artículos de estos “expertos”.
Un ejemplo de este fenómeno es Silva Neves, un psicoterapeuta psicosexual que afirmó: "La comprensión de que el sexo biológico existe en un espectro ahora está bien establecida; la prueba es que existen personas intersexuales." [38] Curioso, porque justo antes de eso mencionó a la neurocientífica Debra Soh, quien explica claramente que el sexo es binario porque se mide por los gametos (espermatozoides para hombres y óvulos para mujeres), y que no hay variaciones en eso. Silva Neves conoce perfectamente este argumento, pero en lugar de refutarlo, se limita a ignorarlo y a repetir la misma cantaleta: "Los intersexuales son la prueba de que el sexo no es binario."
Ya se ha aclarado que las personas intersexuales no constituyen un tercer sexo ni contradicen la realidad de la binariedad sexual. Pero, aun así, estos "expertos" insisten en usar este viejo argumento como si fuera el as bajo la manga. Es como si estuvieran desenterrando descubrimientos antiguos, los reempaquetaran con un lazo nuevo y pretendieran que son revolucionarios. Y cuando se les refuta, no les queda otra que descalificar los argumentos contrarios y volver al ciclo de repetir lo mismo una y otra vez.
Estos activistas para supuesta “refutar” que el sexo es binario, alegan que existen hombres con pechos, mujeres con voces graves como las de hombres, hombres que nacieron con rasgos físicos femeninos y mujeres que producen más testosterona de lo habitual y son físicamente más fuertes que el promedio. También afirman que hay hombres con cromosomas XX y mujeres con cromosomas XY. Incluso mencionan a las personas con genitales ambiguos o con características de ambos sexos, conocidas como "intersexuales". Señalan también, la existencia de personas con cromosomas X0, XXX, XYY o XYY.
Con base en estos argumentos, concluyen que no hay una forma clara de definir qué es una mujer y que debemos aceptar la autopercepción como único criterio válido. Irónicamente, quienes más insisten en que debemos aceptar a cualquiera que diga ser mujer son los mismos que no pueden ofrecer una definición coherente de lo que es una mujer. ¡Qué paradoja tan conveniente!
Wolfgang Goymann, Henrik Brumm y Peter M. Kappeler señalan que:
“Sorprendentemente, las principales revistas científicas adoptan cada vez más este punto de vista relativista. Por ejemplo, en 2015, Nature publicó un artículo titulado «Sex redefined», en el que afirmaba que el concepto de dos sexos es demasiado simplista y que el sexo es en realidad un espectro graduado. Unos años más tarde, un editorial de la misma revista afirmaba que «la comunidad médica y de investigación considera ahora que el sexo es algo más complejo que masculino y femenino» y que «la idea de que la ciencia puede llegar a conclusiones definitivas sobre el sexo o el género de una persona es fundamentalmente errónea» Recientemente, una carta publicada en Science afirmaba que el sexo biológico es «un resumen dependiente del contexto de un espacio variable multidimensional» y que los términos masculino y femenino «deberían tratarse como categorías dependientes del contexto con asociaciones flexibles a múltiples variables» Estas afirmaciones en revistas científicas de alto nivel son de lo más sorprendente, ya que ignoran o incluso rechazan el concepto biológico bien establecido de sexo y, por tanto, niegan en última instancia principios fundamentales de la biología.” [39]
Mientras los activistas aseguran que es complicado definir el sexo de una persona basándose en los argumentos antes mencionados, los conservadores insisten en que el sexo es binario y que una mujer es mujer porque tiene cromosomas XX, puede ovular, embarazarse y menstruar. Vamos a poner las cosas en orden: ambos lados están equivocados, pero por razones distintas. Como bien afirma el filósofo australiano Paul E. Griffiths, “La afirmación de que una especie tiene sólo dos sexos biológicos suele malinterpretarse como la afirmación de que sólo hay dos tipos de individuos en esa especie.” [40]
Los progresistas, y los científicos activistas que han decidido comprometer su profesión en nombre de una ideología, confunden la binaridad sexual con el dimorfismo sexual y mezclan lo que determina el sexo con lo que lo define. Por otro lado, algunos conservadores agregan al concepto de ser hombre o mujer características secundarias que no tienen relación directa con la verdadera definición de sexo.
Ser mujer no depende de la capacidad de embarazarse, porque existen mujeres estériles. Tampoco es cuestión de menstruar u ovular, ya que hay mujeres que, incluso con cromosomas XX, no menstrúan ni ovulan. Y no, no estamos hablando de "mujeres trans" (que, para ser claros, son hombres). Nos referimos a mujeres de nacimiento que, biológicamente, no cumplen estas características. Incluso los cromosomas XX no son exclusivos para definir a una mujer, porque también hay casos de mujeres nacidas con cromosomas XY.
Los cromosomas determinan el sexo, pero no lo definen. Lo único que realmente define a una mujer es su capacidad (o diseño biológico) para producir óvulos. Nada más, nada menos. Lo mismo ocurre con los hombres: son aquellos que pueden o deberían producir espermatozoides. Así de simple.
Debra Soh es una neurocientífica especializada en género y sexualidad humana. Ella corrige el error que comete muchos conservadores cuando definen el sexo masculino y femenino:
“Un buen punto de partida es definir términos básicos, como sexo y género. Estos términos están relacionados entre sí y a la vez son distintos, por lo que a menudo se producen muchas confusiones. El sexo biológico es masculino o femenino. Contrariamente a lo que se suele creer, el sexo no lo definen los cromosomas ni nuestros genitales o perfiles hormonales, sino los gametos, que son células reproductoras maduras. Sólo hay dos tipos de gametos: los pequeños, llamados espermatozoides, que producen los machos, y los grandes, llamados óvulos, que producen las hembras. No hay gametos intermedios entre los óvulos y los espermatozoides. Por tanto, el sexo es binario. No es un espectro.” [41]
No quiero que me malinterpreten. Estoy completamente de acuerdo con los conservadores en que solo existen dos sexos. Para mis lectores angloparlantes que no viven en Latinoamérica, les aclaro que la mayoría de los liberales también reconocen esta verdad. Aquellos que suelen negarla son comúnmente asociados con los progresistas o el movimiento woke, que está vinculado principalmente a la izquierda política, aunque en menor medida también puede influir en algunos sectores de la derecha.
A mis lectores conservadores que creen en el creacionismo, les pido tolerancia hacia este artículo, ya que analizaré el tema de la binariedad sexual desde la perspectiva de la teoría evolutiva. Sin embargo, quiero dejar claro que, independientemente de si creen en la teoría de la evolución o en la teoría creacionista, podemos coincidir en que los hombres y las mujeres están biológicamente diseñados para reproducirse, cada uno aportando su respectivo gameto para dar origen a una nueva vida.
¿Cómo llegamos a este punto? Algunos dirán que Dios nos creó directamente de esta manera, mientras que otros sostendrán que es resultado de un proceso evolutivo. Pero les pido que dejemos ese debate para otro momento, ya que no es relevante en este artículo. Lo que importa aquí y ahora es nuestro presente: somos seres humanos con dos sexos.
A mis lectores creacionistas, les reitero mi invitación a conservar los argumentos compartidos entre creacionistas y evolucionistas sobre la binariedad sexual. En este artículo, abordaré la cuestión desde la perspectiva evolutiva, pero eso será secundario frente a la defensa de la realidad biológica de que solo existen dos sexos.
Dicho esto, es importante distinguir entre los conceptos de dimorfismo sexual y binaridad sexual. Mientras que el primero explica las diferencias promedio entre hombres y mujeres (como altura, tono de voz o características físicas), el segundo se refiere a la existencia de solo dos sexos basados en la función reproductiva.
También es crucial distinguir entre lo que define el sexo y lo que determina el sexo. Los cromosomas, sin duda, determinan el sexo de una persona, pero no lo definen. No se preocupe, estimado lector, voy a explicar este punto con mayor claridad. Le pido que considere estas distinciones y le ruego que lea este artículo hasta el final. Es largo, lo sé, pero es necesario.
Escribo con la intención de despertar a una generación que ha sido silenciada ante la imposición de una ideología que distorsiona la verdad y que, cuando se intenta confrontar, suele ser mal refutada. Si deseamos enfrentar a estos ideólogos del género y desmentir sus falsedades pseudocientíficas, primero debemos educarnos y prepararnos adecuadamente. Recordemos que, para que el mal triunfe, solo hace falta que las personas de bien no hagan nada.
Al final del día, lo inevitable ocurre: la pseudociencia hizo de las suyas, causando estragos, problemas y, por supuesto, víctimas. ¿Qué esperábamos? Cuando mezclas ciencia con política y activismo, el resultado no es conocimiento, sino problemas. Estas revistas "prestigiosas" que han decidido venderse al mejor postor ideológico están comprometiendo su credibilidad. Y, claro, la humanidad no va a arrodillarse por completo ante la idea de que el sexo no es binario. Es como que nos pidan creer que el cielo es de colores psicodélicos y no simplemente azul. Suena ridículo, ¿no? Pues igual de ridículo es insistir en que el sexo no es binario.
Estas revistas, que antes eran faros de verdad científica, están perdiendo el respeto de las personas. Lo peor es que, con su comportamiento, están dañando la confianza en la ciencia en general. Ahora la gente empieza a cuestionarse temas realmente importantes como la evolución o las vacunas, porque estas revistas han dejado un precedente: se guían más por la “justicia social” que por hechos científicos.
Y no se quedan ahí. La pseudociencia de género también tiene consecuencias graves para mujeres y niños. Por ejemplo, mujeres que ven invadidos sus espacios privados, como vestidores, por hombres que "se autoperciben" mujeres y terminan abusando de ellas. O los casos absurdos de cárceles de mujeres donde meten a hombres biológicos que dicen ser mujeres… ¿y adivinen qué? Terminan abusando sexualmente de las presas. Ni hablar de los deportes: hombres biológicos compitiendo contra mujeres, llevándose premios y trofeos que deberían ser para una mujer. Es como meter a un elefante en una carrera de caballos: todos sabemos quién va a ganar, pero parece que algunos prefieren ignorarlo.
Lo peor ocurre cuando estas ideologías alcanzan a los más vulnerables: los niños. Ahora resulta que ser hombre o mujer ya no tiene una base biológica, sino que depende de "autopercepción". Y aquí es donde la cosa se vuelve absurda: "Si a un niño le gustan las muñecas, tal vez es un niño trans." ¿En serio? Para cualquier persona con sentido común, eso simplemente es un niño al que le gustan las muñecas, punto. Pero no, estos activistas necesitan los estereotipos de género para justificar su narrativa. Irónico, ¿no? Después de tanta lucha para que las mujeres no sean encasilladas en estereotipos, ahora resulta que dependen de ellos para sus argumentos.
Al final, esta pseudociencia no trae soluciones, solo crea más problemas y víctimas. Y sí, en algunos casos, incluso lleva a la muerte. Ya es hora de que dejemos de tragarnos esta mentira. Es momento de abrir los ojos y darnos cuenta del daño que estas ideologías están causando.
Los biólogos Colin M. Wright y Emma N. Hilton señalan:
“Ya pasó el tiempo de la cortesía en este tema. Los biólogos y los profesionales médicos deben defender la realidad empírica del sexo biológico. Cuando las instituciones científicas autorizadas ignoran o niegan los hechos empíricos en nombre de la conciliación social, están cometiendo una flagrante traición a la comunidad científica que representan, socavan la confianza pública en la ciencia y son peligrosamente perjudiciales para los más vulnerables.” [42]
Jerry A. Coyne y Luana S. Maroja sostienen que:
“(…) el mayor peligro no es la comprensión que el profano tiene de la ciencia, sino la ciencia misma. El principio rector de la ciencia –y de la libertad académica, de la que depende la ciencia– es la libertad de investigación. Quienes excluyen campos enteros de investigación o distorsionan la verdad científica por razones políticas no sólo violan esta libertad, sino que nos privan de los beneficios intelectuales y prácticos que podrían derivar de una investigación pura y sin trabas.” [43]
Señalan además “A menos que haya un cambio en el Zeitgeist y a menos que los científicos finalmente encuentren el coraje de alzar la voz contra los efectos tóxicos de la ideología en su campo, en unas pocas décadas la ciencia será muy diferente de lo que es ahora. De hecho, es dudoso que la reconozcamos como ciencia.” [44] y el Dr. Michael R. Egnor es profesor de neurocirugía y pediatría en la Universidad Estatal de Nueva York, Stony Brook, enfatiza “Las opiniones de las élites científicas sobre estas cuestiones no valen nada. La profesión científica es una manada de cobardes corruptos, con pocas —muy pocas— excepciones. Si las élites científicas no afirman el hecho de que los humanos tienen dos sexos o el hecho de que la vida comienza en la concepción, ¿por qué alguien en su sano juicio aceptaría sus afirmaciones sobre el darwinismo?” [45]
Puede que no estés de acuerdo con Michael Egnor, pero hay que admitir que tiene un buen punto. Lo que vemos con ciertos "científicos" y revistas científicas es que, en lugar de hacer ciencia, parecen estar más interesados en hacer activismo. ¿El resultado? La gente empieza a meter en el mismo saco temas como negar que la vida comienza en la concepción, decir que el sexo no es binario, e incluso empiezan a cuestionar cosas más serias como la evolución o las vacunas. Y, aunque esto último es lamentable, ¿quién puede culparlos? Es difícil confiar cuando parece que te están vendiendo un conejo por liebre.
El problema es que, al mezclar política e ideología con ciencia, lo único que logran es sembrar desconfianza. La gente no es tonta; pueden ver a kilómetros que algo no cuadra cuando los "expertos" tratan de convencerlos de cosas que desafían el sentido común.
Sin embargo, no todo está perdido. Quiero aportar mi granito de arena con este artículo, para ayudar a la gente a entender lo que realmente ha revelado la ciencia. Es hora de poner las cosas claras y defender la verdadera ciencia por encima de cualquier ideología. Al final del día, los hechos siempre tendrán más peso que las agendas políticas… ¡aunque algunos se empeñen en lo contrario!
Es común escuchar a los activistas de la ideología de género, disfrazados de “expertos”, destacar que no todos los hombres y mujeres encajan en un molde exacto de características físicas, para luego concluir que el sexo “no es binario”. Si nos detenemos a hablar del fenotipo (las características físicas visibles), encontramos que, en promedio, las mujeres tienen cuerpos diseñados para ciertas funciones: son más bajas que los hombres, tienen caderas más anchas, producen más hormonas femeninas como estrógeno y progesterona, y, sí, tienen pechos con los que pueden amamantar a sus hijos. En cambio, los hombres suelen ser más altos, más musculosos, con voces graves y manzanas de Adán bien marcadas.
Pero, ¿qué pasa con las excepciones? Claro, existen. Hay hombres con voz fina, muy bajitos o con ginecomastia (sí, pechos más desarrollados). También hay mujeres muy altas, con barba o sin desarrollar senos por condiciones genéticas como el síndrome de Poland. Y no olvidemos a las mujeres que no pueden embarazarse debido a la infertilidad o, simplemente, porque la naturaleza les jugó una mala pasada. ¿Esto las hace menos mujeres? ¿Un hombre con características "atípicas" deja de ser hombre? Por supuesto que no.
Todas estas diferencias en promedio se engloban bajo el término dimorfismo sexual: esas variaciones físicas y biológicas entre hombres y mujeres. Sin embargo, estas diferencias, aunque interesantes, no definen el sexo de una persona. Colin M. Wright escribe que “estas características sexuales secundarias, aunque son evidentes a simple vista e inseparables de la forma en que la mayoría de la gente común piensa sobre hombres y mujeres, en realidad no definen el sexo biológico de una persona.” [46]
Colin M. Wright escribe más claro sobre la binariedad sexual y el dimorfismo sexual:
“El binario sexual se refiere a los dos tipos de gametos (espermatozoides y óvulos) que sirven como características definitorias universales de los dos sexos. Los machos tienen la función de producir espermatozoides y las hembras, óvulos. El dimorfismo sexual, en cambio, se refiere a las diferencias de tamaño, forma, color, comportamiento y otras características físicas y conductuales entre machos y hembras de la misma especie.” [47]
Si las características físicas y biológicas no definen el sexo humano ¿Entonces qué lo define? Aquí no hay vuelta de hoja ni necesidad de complicarlo: el tipo de gameto que la persona produce o está diseñada para producir. Los hombres producen espermatozoides y las mujeres óvulos, y no hay barba, altura o manzana de Adán que cambie esa realidad. Las excepciones existen, pero no eliminan la regla. Al final, el sexo es un tema biológico, no una cuestión de promedios o estereotipos.
Pero no harán falta los progresistas que sacan su "carta bajo la manga" para argumentar que el sexo no puede definirse por los gametos. Alegan que niños y niñas no producen espermatozoides u óvulos, o que algunos adultos, debido a circunstancias como la castración, esterilidad o la edad avanzada, ya no producen gametos. ¿Significa esto que no tienen sexo definido? Por supuesto que no, y esta es una clara tergiversación de lo que realmente se argumenta.
Decir que el sexo se define por los gametos no implica que una persona tenga que estar produciéndolos activamente en todo momento. Un niño no produce espermatozoides, y una anciana probablemente ya no ovula, pero ambos poseen un sistema biológico diseñado para esa función en el momento adecuado de su vida. El hecho de que no estén en una etapa de producción activa no borra el propósito biológico inherente a su cuerpo.
Incluso en casos extremos como la castración —ya sea por decisión propia, como en las cirugías de “reasignación de sexo”, o por actos maliciosos— el sexo de la persona no cambia. Antes de cualquier intervención, el cuerpo ya había manifestado su diseño biológico: masculino o femenino.
Es importante entender que el sexo no se trata de una capacidad actual para producir gametos, sino de un sistema biológico diseñado para esa función en circunstancias normales. Los órganos reproductores no pierden su propósito intrínseco por no estar en uso.
Con respecto al argumento de apelar a la esterilidad para intentar refutar el hecho que el sexo de una persona se define en la capacidad de producir gametos y el rol en la reproducción humana, Lawrence S. Mayer y Paul R. McHugh recurren al ejemplo del ojo de una persona ciega. El hecho de que el ojo esté inhabilitado para ver no significa que deje de ser un ojo, ni elimina la idea de que el ojo fue diseñado principalmente para cumplir con la función de ver. Que, por una u otra razón, no pueda cumplir con esta función no cambia el hecho de que fue diseñado para ello, ni le quita su identidad como ojo.
“La siguiente analogía ilustra cómo se puede reconocer que un sistema tiene un propósito particular, incluso cuando ese sistema es disfuncional de tal manera que lo vuelve incapaz de llevar a cabo su propósito: los ojos son órganos complejos que funcionan como procesadores de la visión. Sin embargo, existen numerosas afecciones que afectan al ojo que pueden perjudicar la visión, resultando en ceguera. Los ojos de los ciegos siguen siendo reconociblemente órganos estructurados para la función de la vista. Cualquier deterioro que resulte en ceguera no afecta el propósito del ojo (como tampoco lo hace llevar una venda en los ojos), sino solo su función. Lo mismo es cierto para el sistema reproductivo. La infertilidad puede ser causada por muchos problemas. Sin embargo, el sistema reproductivo continúa existiendo con el propósito de engendrar hijos.” [48]
Esta idea de que el sexo depende exclusivamente de una producción inmediata de gametos es un espantapájaros, una simplificación malintencionada. La biología no funciona en términos de "todo o nada"; funciona con propósitos y diseños específicos, y el cuerpo humano no es la excepción.
El biólogo Colin M. Wright señala lo siguiente:
“Sin embargo, es fundamental señalar que el sexo de los individuos dentro de una especie no se basa en si un individuo puede producir ciertos gametos en un momento dado. Los varones prepúberes no producen espermatozoides, y algunos adultos infértiles de ambos sexos nunca producen gametos debido a diversos problemas de infertilidad. Sin embargo, sería incorrecto decir que estos individuos no tienen un sexo discernible, ya que el sexo biológico de un individuo corresponde a uno de los dos tipos distintos de anatomía reproductiva evolucionada (es decir, ovarios o testículos) que se desarrollan para la producción de espermatozoides u óvulos, independientemente de su funcionalidad pasada, presente o futura. En los humanos, y las personas transgénero y las llamadas "no binarias" no son una excepción, esta anatomía reproductiva es inequívocamente masculina o femenina más del 99,98 por ciento del tiempo.
La distinción binaria entre ovarios y testículos como criterio para determinar el sexo de un individuo no es arbitraria ni exclusiva de los humanos. La función evolutiva de los ovarios y los testículos es producir óvulos o espermatozoides, respectivamente, que deben combinarse para que se produzca la reproducción sexual. Si eso no sucediera, no habría humanos.” [49]
Con respecto a las características de hombres y mujeres, estas tampoco definen el sexo de una persona. Una mujer no se define como tal por tener caderas anchas, pechos más grandes, una voz más suave, ser en promedio más baja que el hombre, producir menos testosterona o tener menos fuerza. Ninguna de estas características determina el sexo femenino, que es la base por la cual se puede llamar mujer a un individuo.
Todo esto forma parte del dimorfismo sexual, que son las diferencias físicas y biológicas que la mayoría de mujeres comparten en promedio. Sin embargo, esto no tiene relación directa con la binariedad sexual, que se refiere a que los seres humanos poseemos únicamente dos sexos para la reproducción.
Quiero aclarar esto porque he escuchado a personas que, aunque tienen toda la razón al afirmar que solo hay dos sexos, al tratar de definir qué es una mujer incluyen aspectos adicionales, como que las mujeres ovulan, o mencionan los cromosomas (ya hablaremos de esto, paciencia), que menstrúan o que se embarazan. Esto es añadir elementos innecesarios a la definición del sexo femenino. Colin M. Wright señala que “Estos rasgos, si bien han evolucionado debido a presiones de selección específicas del sexo, son completamente irrelevantes cuando se trata de definir el sexo biológico de una persona.” [50]
Colin M. Wright comparte una excelente ilustración al respecto sobre este punto:
“Las analogías ayudan, así que permítanme ofrecer otra. Los motociclistas conducen motocicletas y los ciclistas, bicicletas. Si bien estos dos vehículos comparten muchas similitudes (dos ruedas, manubrios, asientos, radios, etc.), difieren en al menos un aspecto fundamental. Las motocicletas funcionan con motores y combustible, mientras que las bicicletas funcionan con piernas que pedalean. Que alguien sea motociclista o ciclista depende completamente del criterio binario de si conduce una motocicleta o una bicicleta. Esta es la característica principal que define a los motociclistas y ciclistas. Sin embargo, también hay muchas características secundarias asociadas con los motociclistas y ciclistas. Los motociclistas, por ejemplo, tienen más probabilidades de usar chaquetas de cuero, jeans y pañuelos. Los ciclistas tienen más probabilidades de usar spandex ajustado a la piel. Los motociclistas usan cascos pesados que cubren toda la cabeza e incluyen una visera. Los ciclistas generalmente usan cascos livianos que cubren solo la parte superior de sus cabezas.
Muchas de las características secundarias de los ciclistas no son arbitrarias ni fortuitas. Al igual que las características sexuales secundarias masculinas y femeninas, podemos relacionar la utilidad de las características secundarias de los ciclistas con sus características primarias. Los ciclistas usan ropa resistente porque viajan a velocidades más altas, lo que requiere ropa protectora en caso de accidente y para mitigar el enfriamiento por el viento. Los ciclistas, por otro lado, realizan un gran esfuerzo físico pedaleando con todo el peso de su cuerpo más el peso de su vehículo, lo que requiere ropa y equipo de protección más livianos, transpirables y cortavientos. Dada la menor velocidad de los ciclistas en caso de accidente, vale la pena el sacrificio a favor de un equipo de protección menor.
Pero una persona que va en motocicleta con un traje de licra y un casco más ligero no se convierte en ciclista (o menos ciclista) porque comparte estos rasgos secundarios más comúnmente asociados con los ciclistas. Y una persona que va en bicicleta con vaqueros y una chaqueta de cuero no se convierte en ciclista (o menos ciclista) por compartir rasgos secundarios más típicos de los ciclistas. Así como estos rasgos secundarios no definen a los ciclistas, las características sexuales secundarias no definen a los hombres y las mujeres.” [51]
Zachary A. Elliott escribe que “Aunque la variación en los rasgos relacionados con el sexo es común, esta variación existe dentro del sistema evolucionado macho-hembra.” [52] y sobre la definición del sexo usando características biológicas, dice lo siguiente:
“Así pues, para que los sexos conserven su significado biológico en todas las especies, no pueden definirse por la apariencia de los caracteres sexuales, sino por la función que desempeñan en la reproducción: las dos aportaciones diferentes de gametos. Las características sexuales evolucionaron a partir de los orígenes de los dos papeles reproductivos distintos, por lo que son productos de la evolución de los dos sexos; no son sexos en sí mismos.” [53]
Wolfgang Goymann, Henrik Brumm y Peter M. Kappeler también aportan:
“Otra causa importante de los conceptos erróneos sobre el concepto biológico de sexo es la confusión entre “sexo” y “diferenciación sexual” o los procesos de desarrollo que conducen a la expresión del sexo biológico. El desarrollo de un individuo se caracteriza por complejas interacciones entre genes, el ambiente y mecanismos de retroalimentación dentro del organismo en desarrollo. Durante estos procesos, pueden ocurrir muchas cosas que hacen que el organismo se desvíe del camino usual (creando así diversidad sobre la cual la evolución puede actuar), pero esto no cuestiona la definición biológica de sexo.
(…) No cabe duda de que la investigación biomédica ha demostrado que la diferenciación sexual en mamíferos es compleja y diversa. Esta complejidad puede dar lugar, por ejemplo, a fenotipos sexuales con rasgos superpuestos entre los sexos (como los niveles de hormonas sexuales), lo que dificulta el uso de estos rasgos como criterios operativos inequívocos para predecir de manera fiable el sexo biológico. Sin embargo, esto no significa que los biólogos evolutivos piensen que existe un espectro más amplio de sexos biológicos. Por el contrario, existe un consenso entre los biólogos de que la mayoría de los organismos multicelulares con reproducción sexual tienen exactamente dos estrategias evolutivas para generar descendencia: una femenina y otra masculina.” [54]
El Dr. Robert Lynch también aporta:
“La afirmación de que lo masculino y lo femenino son clasificaciones arbitrarias es falsa en todos los sentidos. No sólo confunde las características sexuales primarias (es decir, los órganos reproductivos) que son inequívocamente masculinos o femeninos al nacer el 99,8 por ciento de las veces con las características sexuales secundarias (por ejemplo, más pelo en la cara de los hombres o pechos más grandes en las mujeres), sino que ignora la propia definición de sexo biológico: los hombres producen muchas células sexuales pequeñas llamadas esperma, mientras que las mujeres producen menos células sexuales grandes llamadas óvulos. Aunque a veces se hace mucho hincapié en el hecho de que las diferencias sexuales en el tamaño corporal, los perfiles hormonales, el comportamiento y muchos otros rasgos varían entre las especies, que estas diferencias son mínimas o inexistentes en algunas especies, o que un pequeño porcentaje de individuos, debido a trastornos del desarrollo, poseen una mezcla anómala de rasgos femeninos y masculinos, eso no socava esta distinción básica. No existe un tercer sexo. El sexo es, por definición, binario.” [55]
La cuestión está clara: el dimorfismo sexual y la binariedad sexual son conceptos distintos. Intentar definir el sexo de una persona basándose en características físicas o fenotípicas, como la estatura, el tono de voz, la cantidad de testosterona u otras hormonas que produce, o incluso si puede embarazarse o menstruar, es un error. Todas estas características forman parte del dimorfismo sexual, pero este no define el sexo de una persona.
Lo que determina el sexo en seres humanos es el tipo de gameto que el individuo está diseñado para producir: si produce espermatozoides, es hombre; si produce óvulos, es mujer. La incapacidad para producir gametos debido a la esterilidad no cambia el hecho de que el individuo posee un sistema biológico diseñado para esa función, aunque esté inhabilitado. De la misma forma, un ojo no deja de ser un ojo solo porque la persona es ciega, ni pierde su propósito original de permitir la visión. Esto mismo aplica al sistema reproductor humano en el caso de personas estériles.
Un error muy común que cometen muchas personas que defienden que el sexo es binario y que solo existen hombres y mujeres es afirmar que ser mujer es tener los cromosomas XX y ser hombre es tener los cromosomas XY. Los ideólogos de género responden a esto alegando que existen varias variaciones cromosómicas como X0, XXX, XYY, XXY, que no solo hay XX y XY, y que por lo tanto el sexo no es binario.
Ambos lados están equivocados. Colin Wright señala esta forma para definir el sexo como “descripción errónea del binario sexual” [56] Es cierto que lo normal es que las mujeres tengan cromosomas XX y los hombres tengan cromosomas XY. También es cierto que, en casos de variaciones cromosómicas, la regla general indica que la presencia de un cromosoma Y determina que el individuo es hombre. Pero aquí está el punto clave: los cromosomas no definen el sexo de nadie. Wolfgang Goymann, Henrik Brumm, Peter M. Kappeler señalaron que “Por lo tanto, los cromosomas sexuales u otros sistemas de determinación del sexo no pueden, en general, definir el sexo (…) Los cromosomas sexuales, los gradientes de temperatura o las señales sociales de los miembros del grupo pueden ser formas de determinar un sexo, pero no lo definen.” [57]
Los cromosomas determinan el sexo de una persona, pero no lo definen. ¿Cuál es la diferencia entre determinación y definición del sexo? Antes de responder esta pregunta, revisaremos las variantes cromosómicas existentes, y después aclararé por qué este argumento, lejos de refutar la binariedad sexual, en realidad la confirma.
Las personas con variaciones en los cromosomas sexuales, como X0, XXX, XYY, XXY, y otras, presentan lo que se conoce como aneuploidías de los cromosomas sexuales. Veamos las más conocidas:
1. X0 (Síndrome de Turner): Este síndrome solo lo padecen las mujeres. Las mujeres que tienen un solo cromosoma X en lugar de dos, poseen características atípicas como la baja estatura, falta de desarrollo ovárico (lo que lleva a infertilidad), cuello ancho, y ciertos problemas cardíacos.
Missy Marlowe es una ex gimnasta artística de origen estadounidense que formó parte del equipo de Estados Unidos y compitió en los Juegos Panamericanos de 1987 en Indianápolis. Ella es una mujer con síndrome de Turner.
2. XXX (Síndrome Triple X o síndrome super hembra): Se presenta en mujeres que tienen tres cromosomas X. Muchas veces no presentan síntomas o estos son muy leves, como mayor estatura, y en algunos casos, dificultades de aprendizaje.
Muchas veces, las mujeres con síndrome triple X son niñas/mujeres muy altas.
3. XYY (Síndrome de Jacobs o Síndrome del Supermacho): Este síndrome lo padecen los hombres que tienen un cromosoma Y extra. Pueden ser más altos de lo normal, son infértiles, presentan dificultades de aprendizaje o problemas de comportamiento.
4. XXY (Síndrome de Klinefelter): Este síndrome lo sufren los hombres que tienen un cromosoma X extra. Las características pueden incluir testículos pequeños, infertilidad, desarrollo de senos (ginecomastia), estatura alta y, a veces, dificultades de aprendizaje.
5. Mujeres con cromosomas XY:
A. El Síndrome de Swyer ocurre cuando una mujer tiene cromosomas XY pero no desarrolla gónadas funcionales, es decir, sus ovarios no se forman correctamente. Aunque al nacer tienen genitales externos femeninos, en lugar de ovarios tienen pequeñas masas de tejido llamadas gónadas disgenéticas, que suelen extirparse para prevenir el riesgo de cáncer. Este síndrome generalmente ocurre porque falta un gen muy importante llamado SRY, que se encuentra en el cromosoma Y y es el encargado de activar el desarrollo masculino. Este gen produce una proteína que debería transformar las gónadas en testículos y, a partir de ahí, generar hormonas masculinas como la testosterona. La testosterona es la responsable de formar los órganos sexuales masculinos y otras características como la voz grave o el vello facial. Pero cuando el gen SRY no está presente, el cuerpo se desarrolla con un patrón femenino. Las mujeres con este síndrome tienen órganos como útero, trompas de Falopio y vagina, pero no pueden producir óvulos porque no tienen ovarios funcionales.
B. El Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos (SIA) o síndrome de Morris es otro caso donde las mujeres tienen cromosomas XY. En este síndrome, el problema no es la falta del gen SRY, sino que el cuerpo no puede responder a las hormonas masculinas (andrógenos). Esto sucede debido a una mutación en el gen llamado AR, que controla el receptor de andrógenos. Este receptor es como una cerradura que necesita abrirse con la "llave" de las hormonas masculinas para que estas hagan su trabajo en el cuerpo. Sin embargo, cuando el receptor no funciona por la mutación, las hormonas no logran ejercer su efecto normal, lo que impide el desarrollo masculino. Esto puede causar diferentes grados de feminización dependiendo de cuánto afecte la mutación al receptor.
Existen tres niveles de este síndrome: completo, parcial y leve. En el caso completo, el cuerpo no responde en absoluto a las hormonas masculinas, así que no se forman órganos sexuales masculinos como el pene, y el cuerpo sigue un camino femenino. Algunas personas con formas parciales del síndrome pueden nacer con genitales ambiguos, como un "mini pene" o características intermedias. En estos casos, muchas veces el tejido masculino se retira quirúrgicamente para mantener solo el desarrollo femenino.
En resumen, tanto en el Síndrome de Swyer como en el SIA, estas mujeres tienen cromosomas XY, pero no desarrollan características masculinas debido a que el cuerpo no produce, no reconoce o no responde adecuadamente a las señales genéticas y hormonales que normalmente determinan el desarrollo masculino. Esto demuestra que, aunque los cromosomas son importantes, el desarrollo del cuerpo depende de una interacción muy compleja entre genes, hormonas y receptores.
Foto del Grupo Orquídea 2010. Mujeres con síndrome de insensibilidad a los andrógenos
6. Síndrome del varón XX: El Síndrome del Varón XX, también conocido como Síndrome de De la Chapelle, es otro caso raro en el que el desarrollo del cuerpo toma un camino inesperado. Normalmente, los hombres tienen un par de cromosomas XY, pero en este síndrome, el cariotipo es 46,XX, que normalmente corresponde a una mujer. Entonces, ¿cómo es posible que una persona con este cariotipo se desarrolle como hombre?
La clave está en el gen SRY, que generalmente se encuentra en el cromosoma Y y es el encargado de activar el desarrollo masculino. En este síndrome, por un error genético, el gen SRY se transfiere a uno de los cromosomas X durante la formación de los espermatozoides. Así, aunque falta el cromosoma Y completo, la presencia del gen SRY en el cromosoma X activa el desarrollo masculino.
Las personas con este síndrome suelen desarrollar características masculinas, como genitales externos masculinos, vello facial y voz grave. Sin embargo, hay algunas diferencias importantes. Por ejemplo, los genitales en algunos casos pueden ser ambiguos, y los testículos, aunque están presentes, son muy pequeños y no funcionales, lo que significa que no producen esperma. Esto lleva a que estos hombres sean estériles. Además, algunas características masculinas, como el crecimiento del vello facial o el tono grave de la voz, pueden ser menos marcadas que en los hombres XY.
Paciente adulto de sexo masculino con el Síndrome del varón XX, atendido en el Servicio de Paternidades del Instituto de Genética de la Universidad Nacional de Colombia.
Los activistas del género citan principalmente estos síndromes genéticos para argumentar que el sexo no es binario. Sin embargo, aquí quiero aclarar que, aunque existen diversas variaciones genéticas, estas no representan "otros sexos", sino que simplemente son variaciones dentro de los dos sexos: masculino y femenino.
Entonces, repito nuevamente: Los cromosomas determinan el sexo de una persona, pero no lo definen. ¿Cuál es la diferencia entre determinación y definición del sexo? Colin Wright responde esta interesante pregunta:
“(…) la idea de que los machos y hembras XX con un cromosoma Y desacreditan la afirmación de que el sexo está determinado por los cromosomas, confundiendo erróneamente cómo se determina el sexo con cómo se define el sexo para un individuo. "Determinación del sexo" es un término técnico en biología del desarrollo que se refiere al proceso por el cual ciertos genes desencadenan y regulan el desarrollo sexual. Los mamíferos, que incluyen a los humanos, han desarrollado lo que se llama " determinación sexual cromosómica ", lo que significa que ciertos genes que residen en los cromosomas guían el desarrollo de machos y hembras en el útero. El cromosoma Y se considera "determinante del sexo" porque generalmente alberga un gen llamado SRY que desencadena el desarrollo masculino, y en su ausencia, generalmente se desarrolla una hembra. Pero en casos muy raros, un gen SRY puede encontrar su camino hacia un cromosoma X, lo que resulta en un macho con cromosomas XX.” [58]
Aunque la norma general es que las mujeres tengan cromosomas XX y los hombres XY, existen excepciones como el Síndrome de Turner (X0), el Síndrome de la Súper Hembra (XXX), el Síndrome del Súper Macho (XYY), y el Síndrome de Klinefelter (XXY). Sin embargo, estas variaciones genéticas no crean nuevos sexos. Los individuos con el Síndrome del Súper Macho o el Síndrome de Klinefelter son hombres, al igual que aquellos con el Síndrome del Varón XX. Por otro lado, las personas con el Síndrome de Turner, el Síndrome de la Súper Hembra o el Síndrome de Swyer. Mas adelante voy abordar el asunto sobre el Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos.
La clave para clasificar a una persona como hombre o mujer está en su capacidad de producir un tipo de gameto: espermatozoides en los hombres y óvulos en las mujeres. Aunque en algunos casos, debido a problemas genéticos, estos órganos no funcionen como deberían, su diseño original sigue indicando su propósito. Por eso, estas variaciones no cambian el hecho de que la persona sea hombre o mujer, sino que reflejan diferencias en su desarrollo biológico.
Es cierto que los cromosomas son importantes porque inician el proceso que lleva al desarrollo del sexo de una persona. Por ejemplo, la presencia del gen SRY (en el cromosoma Y) desencadena el desarrollo masculino, mientras que la ausencia de este gen permite el desarrollo femenino. Sin embargo, este es solo uno de muchos pasos. Otros eventos, como la acción del gen AR (receptor de andrógenos) y la respuesta del cuerpo a las hormonas sexuales, también son fundamentales para completar este proceso. Por lo tanto, es incorrecto definir el sexo únicamente con base en los cromosomas, ya que estos son solo una parte del proceso completo.
Como he dicho anteriormente, el sexo de una persona se define por el tipo de gameto que su cuerpo está diseñado para producir, aunque en algunos casos, por diferentes razones, no pueda hacerlo. Los cromosomas y los eventos biológicos relacionados contribuyen al desarrollo de ese diseño (determinación del sexo), pero no son ellos quienes "definen" el sexo. Por eso, cuando alguien dice que una mujer es una persona con cromosomas XX, está definiendo incorrectamente el sexo femenino. Es importante corregir y explicar que los cromosomas solo determinan el inicio del desarrollo del sexo femenino, pero no lo definen.
La Embriología médica de Langman sostiene que “Un espermatozoide portador del cromosoma X produce un embrión femenino (XX), y un espermatozoide portador del cromosoma Y produce un embrión masculino (XY). Por lo tanto, el sexo cromosómico del embrión se determina en el momento de la fecundación”. [59] y el biólogo William J. Larsen también afirma “El sexo masculino está determinado por la presencia de un cromosoma sexual Y (XY), y el sexo femenino está determinado por la ausencia de un cromosoma Y (XX)”.[60]
Colin M. Wright y Emma N. Hilton escriben:
“En los seres humanos, el sexo se determina genéticamente en el momento de la fecundación a través del sistema de determinación XY de los cromosomas sexuales. Las mujeres poseen dos cromosomas X, mientras que los hombres poseen un X y un Y. Dado que los cromosomas sexuales pareados, como todos los demás pares de cromosomas, se separan cuando se forman los gametos, cada óvulo humano contiene un cromosoma X, mientras que el espermatozoide humano contiene un cromosoma X o un cromosoma Y. Por lo tanto, el sexo depende de si un óvulo recibe, en el momento de la fecundación, un cromosoma X o un cromosoma Y del espermatozoide. El patrón de cromosomas dentro de un individuo se llama "cariotipo". Como todos los cromosomas, los cromosomas sexuales contienen genes. En los humanos, un gen clave que determina el sexo se llama SRY (región determinante del sexo Y) y, en individuos genéticamente sanos, es transportado por el cromosoma Y (Kashimada y Koopman 2010; Sinclair et al. 1990). El gen SRY actúa como un "interruptor maestro" para el desarrollo masculino, y su presencia o ausencia inicia una cascada de señales moleculares que impulsan el primer paso anatómico hacia un cuerpo humano sexuado: la diferenciación de las gónadas.” [61]
Los ideólogos progresistas suelen aprovechar la falta de conocimiento sobre estas variaciones cromosómicas para presentar estas excepciones como si fueran "otros sexos". Sin embargo, esto no es cierto. Ryan T. Anderson afirma “Las patologías cromosómicas y hormonales pueden alterar el desarrollo normal, aunque en realidad estas anormalidades no tienen esencialmente nada que ver con la ideología transgénero, excepto en la medida en que los activistas quieren reetiquetar dichas anormalidades como meras “diferencias”, en un esfuerzo por normalizar los trastornos.” [62] Las variaciones cromosómicas no constituyen nuevos sexos, sino que son diferencias dentro de los dos sexos ya conocidos. Así que, aunque estas condiciones genéticas sean interesantes desde el punto de vista científico, no cambian el hecho de que solo existen hombres y mujeres, definidos por el gameto que pueden o deberían producir.
Colin Wright aclara esto cuando escribe:
“Otras composiciones distintas de la disposición típica XX y XY no representan sexos adicionales más allá del masculino y el femenino, sino que representan una variación cromosómica dentro de cada uno de los dos sexos. Una persona con síndrome de Klinefelter (XXY), por ejemplo, no es un nuevo sexo de la misma manera que una persona con síndrome de Down (que tiene tres copias del cromosoma 21 en lugar de dos) no es una nueva especie.” [63]
Zachary A. Elliott sostiene que:
“los defensores del espectro sexual suelen señalar condiciones cromosómicas como XO, XXX, XXY y XXXY como sexos adicionales. Pero cuando volvemos a la definición biológica del sexo, todas esas condiciones se reducen a dos resultados simples: masculino y femenino (…) cada uno de estos trastornos del desarrollo, cuando se entienden dentro de la definición biológica del sexo, no son excepciones para el sexo masculino y femenino; más bien, son trastornos genéticos en los hombres y en las mujeres (…) tales combinaciones cromosómicas atípicas no son ejemplos de sexos adicionales ni son excepciones a las categorías masculina y femenina; son trastornos del desarrollo dentro de las dos categorías.” [64]
El Dr. Daniel Howell clasifica estos síndromes según el sexo de la persona. [65]
Daniel Howell señala que “Dado que varias aneuploidías de los cromosomas sexuales pueden sobrevivir, existen variantes cromosómicas del varón y variantes cromosómicas de la mujer, pero todas son masculinas o femeninas.” [66] y también dice que “el sexo sigue estando determinado por la presencia o ausencia del cromosoma Y. Los individuos aneuploides que poseen un cromosoma Y se presentan físicamente como varones y los que no lo tienen, como mujeres.” [67] y añade “Las raras excepciones no eliminan la regla, sino que la refuerzan. Si bien existen anomalías sexuales dentro de la población humana, estas anomalías no establecen un espectro de sexualidad humana. La sexualidad humana es binaria, compuesta por masculino y femenino.” [68]
Rebecca Taylor indica que “las personas con síndrome de Turner son mujeres a pesar de tener un cromosoma X faltante o alterado en lugar de cromosomas XX. Las personas con síndrome de Klinefelter son hombres a pesar de tener cromosomas XXY en lugar de XY.” [69]
Para entender mejor por qué el determinismo sexual no debe usarse para definir el sexo de una persona y cómo las diferentes formas en que este opera siempre tienen como resultado un macho o una hembra, podemos observar el caso de las aves. Estas utilizan un sistema diferente de cromosomas para determinar a los machos y hembras, específicamente el sistema ZW. En las aves, las hembras tienen los cromosomas ZW, y los machos tienen ZZ. Sin embargo, esto no implica la existencia de otros tipos de sexos entre las aves.
Zachary A. Elliott escribe que:
“En otras palabras, si bien existe una amplia diversidad de mecanismos que desarrollan el sexo de un organismo en las distintas especies, el resultado es el mismo: la producción de machos y hembras. Por ejemplo, a diferencia de los humanos, que tienen un sistema de determinación sexual cromosómico de XY, las aves tienen un sistema de determinación sexual cromosómico de ZW. Los huevos con ZZ se desarrollan como machos, mientras que los huevos con ZW se desarrollan como hembras. Solo podemos reconocer que las aves ZZ son machos y las aves ZW son hembras si ya entendemos qué son macho y hembra.” [70]
El hecho de que el determinismo sexual funcione de manera distinta no cambia el resultado final. Esto demuestra que las variaciones en el proceso no significan la existencia de otros sexos, sino simplemente diferentes mecanismos que llevan al mismo fin.
Creo que el mejor ejemplo para sostener que el determinismo sexual no debe usarse para definir el sexo de una persona es cómo se determina el sexo entre los cocodrilos. Si la temperatura es fría, alrededor de 30 °C, las crías son todas hembras. Por otro lado, temperaturas más cálidas, alrededor de 34 °C, hacen que todas las crías sean machos. La temperatura no es constante y puede variar dependiendo de las condiciones específicas, pero esto no significa que cada variación implique la existencia de un sexo nuevo o diferente en los cocodrilos.
Si tomáramos el argumento progresista de usar el determinismo sexual para definir el sexo de una persona, tendríamos que aceptar que cada variación en la temperatura resultaría en un sexo único y nuevo para el cocodrilo, lo cual es absurdo. Por ejemplo, si una cría se expone a una temperatura de 34.03 °C, otra a 34.07 °C, y otra a 35.01 °C, no implica que esas diferencias en temperatura den lugar a distintos sexos. Siguen siendo machos. Lo mismo ocurre con las hembras expuestas a variaciones por debajo de 30 °C.
Las variaciones en la temperatura son simplemente diferentes mecanismos que determinan el mismo resultado final: un macho o una hembra. Lo mismo sucede con los humanos; las diferencias en el proceso determinante no crean sexos nuevos, solo distintos caminos hacia los mismos dos resultados: Un hombre o una mujer.
Zachary A. Elliott cita a los comentarios de la bióloga Emma Hilton. Ella escribió:
“Al comprender que una variedad de temperaturas de determinación puede conducir a un mismo sexo en los cocodrilos, se pueden hacer paralelos con las diferentes configuraciones cromosómicas que conducen al mismo sexo en los humanos. Si invertimos el argumento de modo que diferentes condiciones de determinación definan diferentes sexos (una persona XY es de un sexo diferente a una persona XXY), debemos aplicarlo a los cocodrilos. Sería deshonesto argumentar la premisa solo para los humanos. Y efectivamente, como la temperatura es divisible en categorías muy pequeñas, terminamos con infinitos sexos de cocodrilo. Se denominan: 20.000001 [grados Celsius], 20.000002, 20.000003, etc.” [71]
y Paul Griffiths también comenta:
“(…) cualquier biólogo ya sabe que la determinación del sexo no se limita a cromosomas y genes, y que los cromosomas sexuales masculinos y femeninos no son necesarios ni suficientes para que los organismos sean machos y hembras. Varias especies de mamíferos, todos roedores de un tipo u otro, han perdido por completo el cromosoma Y "masculino", pero estas ratas y topillos producen machos perfectamente normales y fértiles. Otros grupos de especies, como los cocodrilos y muchos peces, no tienen cromosomas sexuales ni ningún otro gen que determine el sexo. Sin embargo, siguen teniendo dos sexos biológicos discretos. El cocodrilo de agua salada australiano, al que conocimos antes, pone huevos que es muy probable que se conviertan en machos gigantescos y muy territoriales si se incuban entre 30 y 33 grados centígrados. A otras temperaturas, los huevos genéticamente idénticos se convierten en hembras mucho más pequeñas.” [72]
El genetista Leo Beukeboom y el ecólogo evolutivo Nicolas Perrin, en su libro The Evolution of Sex Determination, destacan lo sorprendente y misterioso que resulta la ciencia, ya que, a pesar de que existen diferentes formas para determinar el sexo, el resultado final siempre será uno de dos: machos o hembras. Esto mismo se aplica también a los humanos.
“Entre las muchas sorpresas y rarezas que están revelando las investigaciones biológicas sobre los sexos, hay una que resulta particularmente intrigante: incluso en los eucariotas superiores con roles masculinos y femeninos bien diferenciados, los pasos iniciales de las vías de determinación sexual son sorprendentemente diversos y extraordinariamente lábiles. Los biólogos evolucionistas tratan de comprender este enigma: ¿qué podría impulsar la sorprendente dinámica de un proceso tan fundamental que, al final, siempre conduce al mismo y simple resultado: la producción de machos y hembras?” [73]
Por lo tanto, hemos visto que existe una clara diferencia entre el dimorfismo sexual, que explica nuestras diferencias físicas y biológicas promedio entre hombres y mujeres; el determinismo sexual, que se refiere a un proceso biológico que desencadena el desarrollo físico masculino o femenino de una persona, como sus genitales; y la binariedad sexual, que se refiere al sexo al que pertenece un individuo, definido por qué gameto puede o debería producir y su rol en la reproducción humana. Es necesario conocer estos tres conceptos, diferenciarlos y no confundirlos, ya que los activistas del género suelen aprovecharse de la ignorancia del público en estos temas y, basándose en ello, generan confusiones que pueden parecer creíbles, pero que intuitivamente las personas sienten que algo no encaja. Y no se equivocan al intuirlo, simplemente necesitan diferenciar y conceptualizar los términos adecuados para detectar en qué están fallando estos supuestos expertos.
Ni los cromosomas ni las características físicas secundarias definen el sexo de una persona. Cuando alguien utiliza estos argumentos para intentar negar que el sexo es binario, ya ha perdido el debate desde el principio. Como bien señala el filósofo Alex Byrne: "Siempre que se sugiere que ser mujer u hombre es una cuestión de tener ciertos cromosomas (o características sexuales primarias o secundarias), eso es una señal segura de que la discusión se ha desviado del tema." [74]
El núcleo del debate no está en los detalles externos o secundarios, sino en la función biológica básica: la producción de gametos.
Sin embargo, los activistas del género tienen otra carta bajo la manga: mencionar a los intersexuales o hermafroditas. Se refieren a hombres y mujeres que nacen con genitales ambiguos, es decir, que pueden tener tanto características femeninas como masculinas. Personas que nacen con un mini pene, pero al mismo tiempo con una vagina, o hombres que nacen con su pene, pero también con una pseudo vagina. O, en casos más extremos, ambos genitales están deformes. ¿Es la existencia de los intersexuales prueba de que el sexo no es binario? Recordemos que esta es la supuesta evidencia que presentó Silva Neves para argumentar que “el sexo no es binario” y que (según él) ahora se trata de algo muy asentado y establecido. ¿Tiene razón él, junto con los activistas del género, al presentar a los intersexuales como prueba? Vamos a verlo.
Los intersexuales son personas que nacen con genitales ambiguos, es decir, con características tanto de genitales femeninos como masculinos, lo que dificulta determinar a qué sexo pertenecen. El doctor Rodolfo A. Rey señala que “En aproximadamente 1 de cada 5.000 individuos, el proceso de diferenciación gonadal y/o genital se produce de forma diferente dando lugar a condiciones de “intersexualidad” o DSD.” [75]
Estas personas son consideradas como "excepciones" y su padecimiento se le conoce como Trastornos del Desarrollo Sexual (DSD). Por ejemplo, las mujeres con el Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos (SIA) poseen cromosomas XY, pero debido a que su cuerpo no responde a las hormonas masculinas, este decide desarrollarse de forma femenina. Estas mujeres nacen con una vagina acortada, pero sin cuello uterino ni útero. Además, tienen "testículos no descendidos", que ocurren cuando uno o ambos testículos no logran bajar al escroto antes de nacer.
Es cierto que determinar el sexo de estas personas puede ser complicado, pero son consideradas mujeres porque su aspecto físico es increíblemente parecido al de una mujer. De hecho, es posible que alguna vez hayas conocido o hablado con una mujer con este síndrome sin saberlo, ya que físicamente se presentan como mujeres.
El hecho de que estas personas sean consideradas excepciones no significa que el sexo deje de ser binario. La razón es sencilla: los intersexuales no producen un tercer gameto. Se les llama excepciones porque en algunos casos es difícil determinar a qué sexo pertenecen, pero esto no implica que sean un tercer sexo. Colin M. Wright señala “El hecho de que el sexo pueda ser ambiguo para algunos no significa que sea ambiguo (y, como extrapolarían algunos comentaristas, arbitrario) para todos.” [76] De hecho, en muchos casos sí se sabe a qué sexo pertenecen, ya que algunos intersexuales son fértiles.
El Cancer Council NSW, en su página web oficial, señala que "Algunas personas intersexuales son fértiles y otras no". [77] Si una persona intersexual produce esperma, entonces es un hombre; si produce óvulos, entonces es una mujer. Tener alguna anomalía que resulte en restos de un genital masculino o femenino junto a uno completamente sano y funcional no significa que esa persona tenga dos sexos. El sexo no se define por el aspecto del órgano reproductor, sino por el tipo de gameto que produce y el mecanismo biológico diseñado para ello.
Los biólogos Colin M. Wright y Emma N. Hilton señalan que:
“Pero, a pesar del desarrollo sexual atípico, casi todos los casos pueden identificarse como femeninos o masculinos. Dentro de la medicina moderna, existen procedimientos para identificar el sexo en personas con presentaciones ambiguas (incluyendo el mapeo de genitales internos, cariotipo y perfiles hormonales). Comprender los DSD dentro de las trayectorias típicas de desarrollo femenino y masculino ayuda a diagnosticar estos trastornos clínicos e informa el manejo pronóstico de condiciones específicas en términos de función sexual y perspectivas de fertilidad. Cuando la fertilidad es posible, las personas con DSD utilizan, al igual que todos los seres humanos, óvulos o espermatozoides, y no constituyen una categoría de un tercer sexo novedoso.” [78]
En estos casos, el órgano reproductor mejor desarrollado y funcional es el que define el sexo de la persona. Los intersexuales fértiles tienen su sexo claramente definido, y en aquellos casos donde es más difícil determinarlo, esto no implica la existencia de un tercer sexo, ya que no producen un tercer gameto ni son necesarios para la reproducción humana. Para traer una nueva vida al mundo, solo se necesita un hombre que aporte el esperma y una mujer que aporte el óvulo. No se requiere de un "tercer sexo", porque no existe tal cosa. No es necesario involucrar a tres personas ni un tercer gameto para crear un nuevo ser humano.
Por lo tanto, los intersexuales son excepciones únicamente porque puede ser complejo determinar a qué sexo pertenecen, pero no porque representen un tercer sexo. Ryan T. Anderson señala que “Las personas con DSD no constituyen un tercer sexo.” [79] y Colin M. Wright señala “Es importante señalar aquí que la naturaleza binaria del sexo es compatible con la ambigüedad sexual porque la ambigüedad con respecto al sexo no es en sí misma un tercer sexo.” [80] y como bien dice Rebecca Taylor “Estas afecciones son anomalías médicas que no invalidan la binariedad sexual, al igual que las personas que nacen con una o ninguna pierna no invalidan el hecho de que los humanos son una especie de dos piernas.” [81] y Georgi K. Marinov sostiene “Estas afecciones son anomalías médicas que no invalidan la binariedad sexual, al igual que las personas que nacen con una o ninguna pierna no invalidan el hecho de que los humanos son una especie de dos piernas.” [82]
Colin M. Wright y Emma N. Hilton nuevamente aclaran la cuestión sobre los intersexuales:
“Hay una diferencia, sin embargo, entre afirmar que solo existen dos sexos (verdadero) y que todos pueden ser categorizados de manera clara como masculinos o femeninos (falso). La existencia de solo dos sexos no significa que el sexo nunca sea ambiguo. Pero los individuos intersexuales son extremadamente raros y no constituyen un tercer sexo ni son prueba de que el sexo sea un "espectro" o una "construcción social". No es necesario que todos puedan ser asignados discretamente a uno u otro sexo para que el sexo biológico sea funcionalmente binario. Asumir lo contrario—confundir los rasgos sexuales secundarios con el propio sexo biológico—es un error de categoría.” [83]
El Pediatra americano Quentin L. Van Meter sostiene que:
“El sexo es binario, masculino o femenino, y está determinado por el complemento cromosómico y la función reproductiva correspondiente. Los DSD extremadamente raros son todos desviaciones médicamente identificables de esta norma binaria sexual. La declaración de consenso de 2006 de la Sociedad Intersexual de Norteamérica y la revisión de 2015 de la Declaración no respaldan el DSD como un tercer sexo.” [84]
Colin M. Wright ofrece una excelente analogía:
“A modo de analogía: Lanzamos una moneda al aire para aleatorizar una decisión binaria porque una moneda sólo tiene dos caras: cara y cruz. Pero una moneda también tiene un borde, y aproximadamente uno de cada 6.000 (0,0166 por ciento) lanzamientos (con una moneda de cinco centavos) caerá en él. Es aproximadamente la misma probabilidad de nacer con una condición intersexual. Casi todas las monedas salen cara o cruz y esas caras y cruces no se dan en grados o mezclas. Eso es porque cara y cruz son resultados cualitativamente diferentes y mutuamente excluyentes. La existencia de casos extremos no cambia este hecho. Cara y cruz, a pesar de la existencia del borde, siguen siendo resultados discretos.
Del mismo modo, los resultados del desarrollo sexual en los seres humanos son casi siempre inequívocamente masculinos o femeninos. El desarrollo de ovarios frente a testículos, y por tanto de hembras y machos, son también resultados cualitativamente diferentes que para la gran mayoría de los humanos son mutuamente excluyentes y no se presentan en mezclas o grados. Los machos y las hembras, a pesar de la existencia de condiciones intersexuales, siguen siendo resultados discretos.” [85]
Y es verdad. Si tomas una moneda y la lanzas al aire, las probabilidades serán extremadamente altas de que caiga en una de sus dos caras. Hay pocas probabilidades de que caiga en su borde. Pero el hecho de que caiga en el borde no significa que sea mentira que la moneda tiene dos caras, ni que exista una tercera cara. Simplemente, la excepción no anula la realidad de que la moneda tiene solo dos caras.
Lo mismo ocurre con el sexo de una persona. El hecho de que algunas personas nazcan con órganos reproductores ambiguos y que sea difícil determinar a qué sexo pertenecen no implica que el sexo del resto de la humanidad sea igualmente ambiguo. Tampoco significa que no podamos saber si alguien es hombre o mujer, especialmente cuando sus órganos reproductores son funcionales, sanos y producen gametos.
Sin embargo, me resulta profundamente molesta la hipocresía del activismo de género y los militantes LGBT. Incluso si reconociéramos a los intersexuales como un "tercer sexo", los activistas del género seguirían con su activismo, agitando banderas y fastidiando a la sociedad. ¿Por qué? Porque resulta que muchos hombres que se autoperciben como mujeres ni siquiera son intersexuales, lo mismo con las mujeres que se autoperciben como hombres o los autodenominados "no binarios". Estas personas tienen órganos reproductores funcionales, producen el gameto correspondiente y no presentan ningún trastorno de desarrollo sexual. Por lo tanto, no encajarían dentro de ese supuesto "tercer sexo". ¡Porque simplemente no son intersexuales! Son hombres o mujeres.
Entonces, usar a los intersexuales como argumento para su activismo, e incluso añadirlos en sus siglas con la famosa "I" de LGBTIQ+, no es más que una cortina de humo. Distorsionan la intersexualidad para sus propios fines, y aunque aceptáramos que los intersexuales fueran un "tercer sexo", ellos se las arreglarían para seguir publicando artículos y alegando, con su peculiar insistencia, que el sexo no se limita a tres. En otras palabras, volveríamos al mismo debate circular y a la misma cantaleta de siempre. Parece que algunos no se cansan de complicar lo simple.
Es importante aclarar que los intersexuales no son hermafroditas. Aunque en el pasado se usaba esta palabra para referirse a ellos, su significado no se ajusta a lo que realmente son. Un hermafrodita, por definición, es un ser vivo que puede producir tanto óvulos como espermatozoides.
Por ejemplo, los verdaderos hermafroditas en la naturaleza incluyen a las babosas, estrellas de mar, caracoles, camarones, sanguijuelas, esponjas, tenias, trematodos hepáticos, algunos gusanos planos, etc. Estas criaturas tienen la capacidad de generar ambos tipos de gametos en un solo organismo.
Sin embargo, en los seres humanos esto no ocurre. Los humanos no pueden producir óvulos y espermatozoides al mismo tiempo en un solo cuerpo. Para la reproducción, necesitamos de dos individuos, uno que aporte un gameto masculino y otro un gameto femenino. Por esta razón, no existe el hermafroditismo en nuestra especie. Es un término que simplemente no aplica a los seres humanos.
El Dr. Rashad Rehman es miembro del cuerpo docente de la Universidad Franciscana como profesor adjunto de Filosofía. Su principal área de investigación es la bioética, específicamente las cuestiones bioéticas relacionadas con el sexo y el género. Escribe sobre los intersexuales lo siguiente:
“(…) las personas intersexuales no son hermafroditas. Hay dos malentendidos que hay que evitar: el primero, en cuanto a que no existen casos de hermafroditismo en el sentido de individuos que sean hombres y mujeres completamente biológicos, y el segundo, en cuanto al desarrollo embrionario. Empezando por el primero, la razón por la que ya no se utiliza el término “hermafroditismo” en la nomenclatura médica es que, simplemente hablando, no hay hermafroditas.” [86]
Incluso si se llegara a encontrar un caso extremadamente raro de un ser humano hermafrodita, esto no cambiaría el hecho de que los seres humanos somos binarios. Tener ambos sexos en un solo individuo no implica la existencia de un tercer sexo. Tener dos sexos no es lo mismo que tener un tercer sexo. Paul Griffiths comenta que sobre los hermafroditas “Debido a que producen dos tipos de gametos, las especies hermafroditas aún tienen dos sexos biológicos: simplemente los combinan en un organismo. Cuando un biólogo le dice que las lombrices de tierra son hermafroditas, quiere decir que una parte de la lombriz produce esperma y otra parte produce óvulos.” [87]
Un hermafrodita humano, si existiera, no pertenecería a un "tercer sexo" porque no produciría un tercer tipo de gameto, sino los mismos óvulos y espermatozoides que ya conocemos. Por lo tanto, usar a los intersexuales o a la idea de un hermafrodita humano como argumento para negar la binariedad del sexo no tiene sentido y es inútil.
Colegio Americano de Pediatras cierra esta sección resumiendo esta parte en un corto párrafo:
“La sexualidad humana es un rasgo binario biológico objetivo: “XY” y “XX” son marcadores genéticos de salud, no marcadores genéticos de un trastorno. La norma del diseño humano es ser concebido como hombre o mujer. La sexualidad humana es binaria por diseño, con el propósito obvio de la reproducción y el florecimiento de nuestra especie. Este principio es evidente. Los extremadamente raros trastornos de la diferenciación sexual (DSD), que incluyen, entre otros, la feminización testicular y la hiperplasia suprarrenal congénita, son todos desviaciones médicamente identificables de la norma binaria sexual y se reconocen con razón como trastornos del diseño humano. Los individuos con DSD no constituyen un tercer sexo.” [88]
Algunos defensores de la ideología de género, al no poder refutar que el sexo en los seres humanos es binario, recurren al mundo animal para argumentar que el sexo no es binario y tratar de aplicar estas conclusiones a los humanos. Básicamente, intentan usar ejemplos del reino animal para justificar que en los humanos el sexo no debería ser considerado únicamente masculino o femenino.
Los ejemplos más citados son el caballito de mar, el pez payaso y la hiena. Argumentan que:
Los peces payaso pueden cambiar de macho a hembra en ciertas condiciones.
En los caballitos de mar, los machos llevan el embarazo.
Las hienas manchadas hembras tienen un clítoris tan desarrollado que puede confundirse con un pene.
Sin embargo, este razonamiento es falaz por una razón evidente: los seres humanos no somos caballitos de mar, peces payaso ni hienas. Cada especie tiene características únicas en su biología y reproducción, pero estas diferencias no anulan la realidad del sexo binario en los humanos.
En nuestra especie, la reproducción requiere la unión de dos gametos: el masculino (espermatozoide) y el femenino (óvulo). Los individuos que producen estos gametos se conocen como hombres (machos) y mujeres (hembras). Este concepto, llamado "sexo", se basa en una regla fundamental: solo existen dos gametos, y, por lo tanto, solo hay dos sexos.
Aunque existen casos de hermafroditismo en algunas especies, este fenómeno no introduce un "tercer sexo". Incluso los hermafroditas, al poseer características de ambos sexos, siguen operando dentro de los límites del sistema binario: masculino y femenino.
Por lo tanto, no importa cuán diversas sean las formas de reproducción en el reino animal, estas no invalidan la biología humana ni el hecho de que los seres humanos, como muchas otras especies, se reproducen exclusivamente a través de dos sexos: hombre y mujer. Como bien dice Paul Griffiths “La definición biológica del sexo no se basa en una cualidad esencial con la que nace cada organismo, sino en dos estrategias distintas que utilizan los organismos para propagar sus genes.” [89]
En el caso de los peces payaso, cuando la hembra desaparece, el macho modifica sus niveles hormonales y su comportamiento para transformarse en hembra, con el fin de restablecer el equilibrio en el grupo. Este mecanismo les permite adaptarse mejor a los cambios en su entorno y garantizar su reproducción. [90]
Sin embargo, aquí surge una pregunta clave para quienes utilizan a los peces payaso como argumento para afirmar que el sexo no es binario: ¿Cómo saben en qué momento el pez payaso es macho y en qué momento es hembra?
La respuesta es simple: Por el gameto que produce. Estos activistas pueden identificar el cambio de sexo porque el pez siempre dentro del marco binario macho-hembra. No cambia a un tercer, cuarto o quinto sexo, como algunos activistas quisieran hacer creer.
Este es un caso de hermafroditismo secuencial, en el que un individuo puede cambiar de sexo, pero sigue operando dentro del sistema binario. En otras palabras, el hecho de que un pez payaso pueda transformarse de macho a hembra no significa que exista un tercer sexo, sino que reafirma la existencia de dos sexos claramente definidos
Los caballitos de mar tampoco tienen un tercer sexo. El hecho de que los roles de crianza varíen entre especies no significa que el sexo deje de ser binario. En el reino animal, cada especie tiene su propio sistema de cuidado de la prole: en algunos casos, la hembra se encarga completamente, mientras que, en otros, el macho asume un rol más activo. Por ejemplo, en especies como los ñandúes, los zorros rojos y los peces payaso, los machos participan en el cuidado de sus crías. [91]
En el caso de los caballitos de mar, los machos incuban los huevos que la hembra deposita en su bolsa ventral. Sin embargo, esto nos lleva nuevamente a una pregunta clave para los activistas que intentan usar este ejemplo para argumentar contra el binarismo sexual: ¿Cómo saben que el caballito de mar que incuba los huevos es el macho? ¿Y cómo saben que la hembra es quien deposita los huevos?
La respuesta es simple: por los gametos. Lo que define el sexo de un organismo no es su rol en la crianza, sino la producción de gametos. Los caballitos de mar siguen la misma regla biológica universal: el macho produce espermatozoides y la hembra produce óvulos. Por lo tanto, aunque el macho sea el encargado de incubar los huevos, sigue siendo un macho, y la hembra, una hembra.
Si creías que el ornitorrinco era el mamífero más extraño, espera a conocer la rareza de la hiena manchada. En esta especie, el sexo dominante es la hembra, no el macho. Además, las hembras poseen un órgano similar al pene, conocido como seudopene, que utilizan para montar, orinar e incluso dar a luz. También son más grandes y fuertes que los machos. [92]
Sin embargo, esto nos lleva a la pregunta clave: ¿Cómo sabemos si una hiena manchada es macho o hembra? ¿Cómo diferenciamos el seudopene de la hembra del pene del macho?
La respuesta, una vez más, está en los gametos. El sexo no se define por la apariencia externa de los genitales, sino por la producción de gametos. Las hembras producen óvulos, y los machos, espermatozoides.
Si bien el seudopene de la hembra es similar al pene del macho (con un 90% de la misma longitud y un diámetro parecido), no son idénticos. Sus diferencias son claras: si la punta del pene erecto es puntiaguda, se trata de un macho; si es romo y recto, es una hembra. [93]
Y esto nos lleva a otra pregunta: ¿Cómo sabemos que estas características realmente distinguen a los machos de las hembras, si sus genitales son tan parecidos? De nuevo, por el tipo de gameto que producen. Es un principio biológico sencillo.
En las hienas manchadas, no existe un tercer sexo porque no hay un tercer tipo de gameto. Solo existen machos y hembras con genitales similares, lo que a veces hace difícil diferenciarlos a simple vista. Pero la clave no está en su apariencia, sino en su función reproductiva.
Podemos hablar de innumerables curiosidades en el reino animal. Por ejemplo, en muchas aves, como los gansos, es difícil diferenciar al macho de la hembra a simple vista. Sin embargo, podemos saberlo gracias a su rol reproductivo y a la producción de gametos.
Si tienes un ganso y quieres criar más, ¿cómo sabrás si es macho o hembra? A simple vista puede ser complicado, pero hay un método: examinar su cloaca, el conducto utilizado tanto para la reproducción como para la excreción. Para determinar el sexo de un ganso, se coloca boca abajo, se arquea su espalda y se presiona suavemente la cloaca con el pulgar y el índice. Si sobresale un pene, es macho.
Este mismo principio se aplica a la mayoría de las aves. En el caso de gallinas y gallos, la diferencia es más evidente a nivel físico, pero en especies donde el dimorfismo sexual es menos notorio, siempre hay formas de determinar el sexo. Nuevamente, el aspecto externo de los genitales no define el sexo de un animal, sino su capacidad de producir gametos.
Otro caso interesante es el de los orangutanes de Borneo y Sumatra, donde existen dos tipos de machos maduros: los machos con bridas y los machos sin bridas. Este fenómeno se llama bimaturismo, pero no significa que haya dos sexos diferentes al de la hembra. Ambos tipos de machos pertenecen al mismo sexo y solo se diferencian físicamente. ¿Cómo sabemos que son machos? Porque ambos producen esperma. Así de simple.
Podríamos seguir con una lista interminable de curiosidades sobre el reino animal: diferencias en la crianza, reproducción, apariencia de los genitales y variaciones entre machos y hembras. Pero ninguna de estas curiosidades contradice la binariedad sexual. ¿Por qué? Porque ningún animal ha sido descubierto produciendo un tercer gameto.
Y aunque algún día se encontrara una especie que lo hiciera, eso no significaría que en los seres humanos existan más de dos sexos. Nosotros no pertenecemos a esa especie hipotética, y en nuestra biología, el sexo sigue siendo binario: macho y hembra, espermatozoides y óvulos.
Pasemos ahora a una parte que seguramente muchos encontrarán interesante: comentar algunos de los argumentos más absurdos que han planteado ciertos militantes progresistas en su afán de negar que el sexo es binario y que los seres humanos no pueden clasificarse como hombres o mujeres.
Uno de estos ejemplos ocurrió en el programa español La Sexta, presentado por Joaquín Castellón. Durante una discusión sobre la ley de Donald Trump en 2025, que reconocía exclusivamente dos sexos (hombre y mujer) en Estados Unidos, Castellón comentó la opinión de Esperanza Aguirre, exministra de Educación y Cultura de España. Esperanza Aguirre expresó su apoyo a dicha ley y reafirmó que solo hay dos sexos. Sin embargo, Juanquin Castellón, oponiéndose a esta afirmación, intentó aparentar que tenía "la ciencia de su lado". Lo irónico es que terminó haciendo el ridículo, mostrando que desconocía por completo el tema y criticando a Aguirre de manera superficial.
Su argumento fue, básicamente, acusar a Aguirre de simplemente repetir la idea de Trump, mientras aseguraba que "los científicos rebaten esa idea". Sin embargo, cuando presentó sus supuestas pruebas y "argumentos científicos", quedó claro que no tenía nada sólido que aportar. De hecho, tras analizar sus palabras, es evidente que estaba más perdido que las cabras de Heidi. Él dijo:
“Esta es la idea de Trump: que solo hay dos sexos, hombres y mujeres, una idea que hoy Esperanza Aguirrez repite, pero que los científicos rebaten. Porque, si nos ponemos científicos, ya que es a lo que aluden, además de los cromosomas XX en hembras y XY en machos, hay muchas más combinaciones cromosómicas: XXY, XXX, que corresponden a personas que no encajan ni en machos ni en hembras, ni en el uno ni en el otro, pero que son personas. A estas personas se les llama intersexuales. Esto es ciencia, esto es así y está en los libros.
Pero ahora vayamos con la carga de profundidad. Con esa frase de que "solo hay dos sexos", no se demuestra solo ignorancia o una falta de valoración de la ciencia, sino algo más. Con el "solo hay dos sexos" se busca insinuar, ridiculizar, un "¡Por Dios, que siempre ha sido así!". ¿Qué hacen estos modernos woke hablando de los intersexuales, de los queer? Algo que lleva a más exclusión, a diferenciar, echar, expulsar, denigrar, repudiar y a no respetar al otro y lo que el otro es. La única ideología debería ser entender y valorar la dignidad y complejidad de cada ser humano.” [94]
Vea usted la arrogancia de Joaquín Castellón. No es ninguna sorpresa que en España se transmitan programas tan politizados e ideologizados, pero lo que realmente sorprende es la combinación de ignorancia y arrogancia de este hombre. Parece que en su cabecita existe la idea que las personas que sufren del síndrome de Klinefelter (hombres con cromosomas XXY) o el síndrome de triple X (la famosa "súper hembra") son, según él, algo fuera de los dos sexos. Pero no, queridos amigos, las variaciones cromosómicas no definen el sexo de una persona.
Los hombres con cromosomas XXY siguen siendo hombres porque poseen el órgano reproductor masculino, diseñado para producir espermatozoides. Y las mujeres con cromosomas XXX, en su gran mayoría, son fértiles y producen óvulos, por lo que siguen siendo mujeres. Es como si Joaquín, en su infinita sabiduría, confundiera a estas personas con los intersexuales, ¡como si uno fuera lo mismo que el otro! Pero lo mejor de todo es que el señor Castellón, tan seguro de sí mismo, viene a hablar en nombre de la ciencia y a criticar a Esperanza Aguirre por "repetir una idea de Trump". ¡Y resulta que es él quien está repitiendo un error de principiante!
Lo más sorprendente de todo esto no es el error en sí (porque uno puede cometer errores), sino la arrogancia con la que este hombre lo hace, como si estuviera iluminando al mundo con su vasto conocimiento. Pero en lugar de ser el faro de la ciencia, lo único que hizo fue hacer el ridículo frente a millones de personas. Debería recordar que cualquier persona con un conocimiento básico de biología humana sabe que lo único que logró fue poner en evidencia su completa ignorancia.
Con respecto a las personas intersexuales estériles, cuyo sexo puede ser difícil de determinar, estoy de acuerdo en que se utilice la letra "I" en su tarjeta de identidad. Sin embargo, esto solo debería aplicarse a quienes realmente presentan esta condición física y biológica, no a quienes simplemente se autoperciben como "no binarios".
Es importante aclarar que los intersexuales no son no binarios. Su condición no depende de la autopercepción, sino de una realidad física verificable que no queda fuera de los dos sexos porque no pertenecen a un tercer sexo. No son hermafroditas, ya que no producen ambos gametos, ni constituyen un "tercer sexo", puesto que no generan un tercer tipo de gameto.
Por lo tanto, la existencia de personas intersexuales no desafía la binariedad sexual. Para que el sexo no fuera binario, tendría que existir un ser humano capaz de producir un tercer gameto, algo que jamás se ha observado.
Es fundamental entender que la letra "I" en la intersexualidad no es un reconocimiento de que el sexo no es binario, sino una manera de reflejar una condición física y biológica verificable. Esto debe quedar claro para evitar que personas sin esta condición pretendan identificarse con la "I" solo porque "no se sienten" ni hombres ni mujeres. La realidad no se basa en una auto percepción.
Aquellos “no intersexuales” que insisten en negar su sexo biológico y buscan modificarlo arbitrariamente en documentos legales, simplemente deben aceptar lo que son: hombres y mujeres (obviamente confundidos).
Sin embargo, hay revistas científicas que se han prostituido con la ideología de género, tirando por la borda el prestigio que les tomó décadas construir. La más emblemática en esta decadencia es "Scientific American", la famosa revista estadounidense que, lamentablemente, se ha convertido en un panfleto ideológico.
Entre los responsables de este declive hay varios "científicos" ideólogos, pero si tuviéramos que elegir al principal destructor del prestigio de esta revista, sin duda sería Agustín Fuentes. Este señor—que, para mi desgracia, lleva mi apellido—no es solo un activista obsesionado con negar la biología, sino que ha convertido a Scientific American en su red social personal, publicando artículos para defender su ideología en vez de hacer verdadera divulgación científica.
Ahora bien, hagamos un ejercicio práctico. Si le preguntamos a Agustín Fuentes qué tipo de individuo buscaría si quisiera tener un hijo, ¿qué respondería? Pues aquí viene la magia: no sabría decirlo. Para él, no hay una forma clara de diferenciar un sexo del otro, porque rechaza la realidad biológica de que el sexo se define por la producción de gametos.
Pero, por más malabares mentales que haga, todos sabemos que, si de verdad quisiera tener un hijo, terminaría buscando a una mujer, aunque jamás lo admitiría con palabras simples.
Si le insistimos en que explique por qué eligió a esa persona en particular, prepárense para un párrafo interminable de jerga confusa y evasivas sin sentido. Pero al final del día, eligió a una mujer porque es la hembra humana, lo que produce óvulos. ¡Así de sencillo!
Y si le preguntamos a Agustín Fuentes cuántas personas necesita, además de él, para traer un bebé al mundo, ¿qué diría? ¿Acaso necesita que tres personas para lograrlo? ¿Tal vez cuatro o cinco, cada una aportando su granito de arena, hasta que finalmente la "persona gestante" quede embarazada?
No, mis estimados, solamente necesita a una persona más, y no a cualquier persona. Esta persona debe cumplir ciertos requisitos para que, junto con él, puedan hacer lo suyo y finalmente nazca un bebé. Es decir, solo se necesitan dos personas con roles reproductivos diferentes, y cada una debe aportar su respectivo gameto.
El resto—si es bajita, alta, morena, blanca, con más o menos testosterona, con músculos o sin ellos, con caderas anchas o estrechas, etc.—nada de eso impide que esa persona ejerza su rol reproductivo de manera eficiente. Lo que importa es lo esencial: uno aporta un espermatozoide y el otro un óvulo.
Ahora bien, ¿cómo le llamamos a la persona que aporta el óvulo y a la que aporta el esperma? Fácil, ya tenemos nombres predefinidos: hombre y mujer.
Y ¿cómo llamamos a esa condición orgánica de producción de gametos? Pues, obvio, sexo.
Si solo hay dos tipos de gametos, entonces la conclusión es clara y directa: solo hay dos sexos. Así de sencillo, no hace falta ser un filósofo de renombre ni quebrarse la cabeza.
Y lo más interesante de todo esto es que la práctica misma confirma esta realidad. Sabemos que Agustín Fuentes no va a ir a buscar a una "mujer trans" o a un "hombre cisgénero" (la verdad, me cuesta usar estos términos) para traer un niño al mundo. Y sería bastante ridículo que tuviera esa esperanza.
Agustín Fuentes dice que definir el sexo de forma binaria con base en la producción de gametos es una estrategia para "restringir la autonomía corporal de las mujeres, atacar a las personas LGBTQIA+ y, más recientemente, los derechos de las personas trans". [95] Y todavía añade que "los esfuerzos por representar el sexo humano como binario no tienen que ver con la biología, sino con tratar de restringir quién cuenta como un ser humano completo en la sociedad". [96]
¡Vaya! Qué manera tan grotesca y caricaturesca de difamar a quienes piensan diferente. ¿Desde cuándo definir científicamente algo es un ataque o una negación de la humanidad de alguien? Nadie está diciendo que algunas personas son más o menos humanas que otras; simplemente se está describiendo qué es lo que hace que alguien sea hombre o mujer según su sexo.
Fuentes sabe perfectamente que la definición de sexo basada en los gametos no es un capricho, sino una realidad biológica. Sin embargo, intenta refutarla diciendo que el sexo no puede reducirse solo a la producción de gametos. Pero lo curioso es que, aunque no le guste, es precisamente eso lo que define el sexo de una persona.
Jerry A. Coyne ofrece una excelente respuesta a esta tergiversación en su artículo "Agustín Fuentes tergiversa groseramente la binariedad sexual en (¿adivinen dónde?) Scientific American". [97] En él, Coyne critica la postura de Fuentes, quien argumenta que quienes aceptamos la binariedad sexual lo hacemos por intolerancia, transfobia y racismo.
Sin embargo, la realidad es que el sexo se define por la producción de gametos, y todo lo demás —aunque pueda estar relacionado— es secundario. La capacidad de producir espermatozoides o óvulos es lo que distingue biológicamente a hombres y mujeres. Recomiendo la lectura del artículo de Coyne para una respuesta detallada a estas acusaciones.
Es irónico que estos activistas disfrazados de científicos intenten forzarnos a aceptar una definición del sexo basada en aspectos como los cromosomas, la testosterona u otras hormonas, pero sin establecer un límite claro. Si no hay límites, cualquier cosa puede colarse dentro de la definición.
Lo curioso es que quieren incluir estos factores en la definición de sexo solo para luego descartarlos cuando les conviene. Por ejemplo, cuando alguien dice que un hombre no puede ser una mujer solo porque lo diga, responden que el tamaño o la producción de testosterona no hacen a un hombre, porque hay mujeres grandes y con alto niveles de testosterona. Pero, ¿no son ellos mismos los que antes incluían estos factores dentro del concepto de sexo? ¿Ahora los descartan cuando defienden que un hombre puede ser mujer solo con decirlo?
La realidad es sencilla: el sexo se define por la producción de gametos porque es un criterio universal. Incluso estas mismas personas reconocen la existencia de machos y hembras en la práctica, pero cuando se les pregunta en qué se basan para hacer esa distinción, empiezan con malabares argumentativos. En el fondo, saben que el sexo es binario, pero simplemente no quieren admitirlo.
Ahora pasemos al último gran ejemplo de absurdez y contradicción de los activistas que niegan la binaridad sexual y, cuando se les pregunta qué es una mujer, no saben qué responder.
Hablemos de la exministra de Igualdad de España, Irene Montero, cuyo ministerio, en la práctica, debería llamarse "Ministerio de la Desigualdad", porque dio más derechos y privilegios a las mujeres que a los hombres. Un claro ejemplo es cómo eliminó la presunción de inocencia para los hombres: si una mujer acusa a un hombre de maltrato o violación, ella no tiene que presentar pruebas, pero él sí está obligado a demostrar que es inocente.
Piénsalo así: imagina que alguien te acusa de haber escondido una bomba en algún lugar de California. Pero no es el acusador quien debe demostrarlo, ¡tú eres el que tiene que probar que nunca escondiste una bomba! ¿Cómo lo harías? Es imposible. Y para colmo, los investigadores te amenazan con meterte preso hasta que demuestres que no lo hiciste. Así de absurda es la política feminista de Irene Montero.
Si un hombre es acusado de violación, no es la mujer quien debe probar su acusación, sino el hombre quien debe probar que no lo hizo. ¿Y cómo se prueba algo que no ocurrió? Exacto, es prácticamente imposible. Pero claro, esto pasa bajo la dirección de la ministra de... ¿Igualdad? Mejor dicho, la ministra del mal y de la desigualdad.
Pero no termina ahí. Ahora que Irene Montero es eurodiputada, sigue insistiendo en que el sexo no es binario y en que los hombres que se autoperciben mujeres deben competir en deportes femeninos. Pero cuando le preguntaron qué es una mujer, vino con esta genialidad:
"Ser mujer es tener una posición en la sociedad de desigualdad frente a los hombres." [98]
Y cuando alguien le preguntó si, según ella, una mujer es simplemente "la persona que sufre más violencia, pobreza y discriminación", sin pizca de vergüenza, respondió que sí. Luego añadió que ser mujer "es mucho más que tener determinadas características biológicas o femeninas", porque, según ella, "nadie sabe enlistarlas".
Interesante... Porque esta definición viene de una mujer que fue ministra en España y ahora es eurodiputada, una mujer blanca y heterosexual. ¿Qué discriminación, pobreza y violencia puede haber sufrido Irene Montero? Pues ninguna. De hecho, vive mejor que el promedio de hombres en España, rodeada de lujos y privilegios. Pero aún así, se autopercibe como mujer, a pesar de que su propia definición de mujer no aplicaría para ella misma.
Desde la ciencia, ser mujer es ser la hembra humana, y la hembra humana es la que produce óvulos. Fin del debate. Pero claro, Irene Montero no acepta esta definición, porque excluiría a los hombres que se autoperciben mujeres.
Todos merecen respeto y dignidad, pero eso no debe lograrse a costa de sacrificar la verdad científica, por más incómoda que sea.
Es bastante claro que aquellos que insisten en que el sexo no es binario lo hacen con fines políticos e ideológicos, más que con la intención de buscar la verdad objetiva. No estoy diciendo que no haya sesgos en la investigación científica (todos tenemos nuestros propios sesgos), pero el problema surge cuando ese sesgo cruza límites y deja claro que sus intenciones son puramente políticas.
Puedo estar de acuerdo con algunos científicos, por ejemplo, yo personalmente creo en la teoría evolutiva, pero esto no compromete mi creencia en Dios. Del mismo modo, algunas personas creen en la teoría creacionista. Pero hay algo con lo que todos podemos estar de acuerdo: el sexo es binario.
Negar esto sería un autoengaño monstruoso, y lo único que quedaría claro es el sesgo ideológico que hay detrás de esa negación. Estoy totalmente de acuerdo en que ni la política de derecha ni la de izquierda deben influir en la investigación científica, porque la ciencia no está para servir a intereses políticos, sino para servir a la verdad.
El sexo de una persona se define por el gameto que produce. Esto excluye las características físicas, porque esas solo son el dimorfismo sexual, y también excluye los cromosomas, porque eso sería un determinismo sexual. Es importante hacer una distinción clara entre definición del sexo, dimorfismo del sexo y determinación del sexo.
Los hermafroditas en los animales no son prueba de que el sexo no sea binario. Ellos producen ambos gametos, pero no un tercer gameto, por lo que no constituyen un tercer sexo. Los intersexuales, por su parte, no son un tercer sexo, y mucho menos hermafroditas. Ellos simplemente tienen genitales ambiguos y muchos de ellos son fértiles. En el caso de los intersexuales fértiles, su sexo está bien evidente.
Los activistas de género, hasta el momento, no han podido refutar que el sexo se define por los gametos. Sin embargo, siguen insistiendo en meter por la fuerza dentro de la definición del sexo las características biológicas como las diferencias dimórficas físicas o los cromosomas. Lo que quieren hacer es distorsionar la verdad científica para adaptarla a sus intereses ideológicos. Afortunadamente, hay una comunidad científica, intelectual y autodidacta que ha estudiado el tema y sabemos perfectamente que todo esto es pura pseudociencia.
Cuando se enfrentan a nuestros artículos y argumentos, es cuando quedan en evidencia. No tienen nada que aportar en defensa de sus ideas, por lo que recurren a censurar y perseguir a quienes opinan diferente. Y, como no podía ser de otro modo, la pseudociencia de que el sexo no es binario ha causado estragos en la sociedad, no solo en Estados Unidos, sino también en muchos países que han adoptado políticas de género basadas en este criterio pseudocientífico.
En mi próximo artículo voy a exponer cómo se persigue la investigación científica, cómo se censuran profesionales de la salud y cómo médicos y científicos están siendo castigados por no alinearse con la idea de que el sexo no es binario. También hablaré sobre los problemas sociales aberrantes que esta pseudociencia ha creado, desde hombres violando a mujeres en la cárcel, hasta hombres participando en deportes femeninos, hasta la aberración llamada "infancias trans".
No se puede esperar nada bueno de esta pseudociencia que afirma que el sexo no es binario. Lo evidente y lo inevitable es la creación de problemas y aberraciones que podrían haberse evitado si no hubiéramos permitido que estas ideas anticientíficas se infiltraran en el discurso público.
Y lo peor de todo es que ni siquiera se autocensuran. Te lo están diciendo directamente: sus fines son políticos e ideológicos, y aún así se les ha permitido seguir con su activismo. Este artículo tiene la intención de beneficiar a quienes buscamos la verdad, y aunque no soy perfecto, estoy dispuesto a corregir cualquier error que pueda haber cometido, porque lo más importante es la búsqueda de la verdad.
Y para finalizar, les comparto esta divertida pero razonable publicación de Collin Wright [99]
Un abrazo desde Honduras, y bendiciones a todos.
Referencias
[1] Lo de biológico está de más. Obvio, el sexo siempre es una cuestión biológica.
[2] Colin Wright (2023), Understanding the Sex Binary. Fuente: https://www.city-journal.org/article/understanding-the-sex-binary
[3] Robert Payne Bigelow. A Reference handbook of the medical sciences embracing the entire range of scientific and practical medicine and allied science, vol. 7 (1894, New York W. Wood and company) pp. 144
[4] Charles Sedgwick Minot. Reference Handbook of the Medical Sciences Embracing the Entire Range of Scientific and Practical Medicine and Allied Science, (vol. 6, 1888, New York) pp. 436, 437
[5] Encyclopedia Britannica, vol. 24, 1911. pág.746
[6] Horatio Hackett Newman. Outlines of general zoölogy (New York, The Macmillan Company, 1929), pp. 448
[7] .W Galloway. “Biology of sex : for parents and teachers” (D. C Heath & Company, 1913) pp. 43
[8] Alan S. Parkes. Sex Heredity: "With Special Reference to Abnormal Numerical Inequality between the Sexes". Science Progress in the Twentieth Century (1919-1933)
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[9] Harold Kaplan, Benjamin J. Sadock, Alfred M. Freedman. Modern synopsis of Comprehensive textbook of psychiatry/IIIs (Baltimore : Williams & Wilkins, 1981), pp. 46
[10] Dr. Daniel Howell (2022), “What Is a Woman?” The Biological Case for Two Genders. Fuente: https://answersresearchjournal.org/biology/biological-case-for-two-genders/
[11] Ryan T. Anderson. When Harry Became Sally: Responding to the Transgender Moment. Estados Unidos: Encounter Books, 2018. Cap. 4
[12] Colin M. Wright y Emma N. Hilton. Sex and Gender: A Contemporary Reader. (Reino Unido: Taylor & Francis, 202) pp. 23
[13] Zachary A. Elliott (2023), Binary: Debunking the Sex Spectrum Myth. Wgat is the "sex spectrum"?
[14] Colin Wright (2023), A Biologist Explains Why Sex Is Binary. Disponible en: https://archive.is/ioBPC#selection-289.0-289.12
[15] Robert Lynch (2023), "From sex to Gender: The modern dismissal of biology", fuente: https://www.skeptic.com/reading_room/from-sex-to-gender-modern-dismissal-of-biology/
[16] Ellen Pasternack (2023), Here’s why human sex is binary. Disponible en: https://web.archive.org/web/20240308164321/https://unherd.com/newsroom/heres-why-human-sex-is-binary/
[17] Rebecca Taylor (2024), The Simple Truth about Biological Sex. Disponible en: https://publicsquaremag.org/sexuality-family/science-confirms-sex-is-binary/
[18] Heather Heying (2022), What Do Girls Do? Fuente: https://naturalselections.substack.com/p/whatdogirlsdo
[19] Wolfgang Goymann, Henrik Brumm, Peter M. Kappeler (2022), Biological sex is binary, even though there is a rainbow of sex roles. Disponible en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/bies.202200173
[20] Georgi K. Marinov. In Humans, Sex is Binary and Immutable. Disponible en: https://www.nas.org/academic-questions/33/2/in-humans-sex-is-binary-and-immutable
[21] Tyler J VanderWeele (2024), Response to: Letter by Litwack and DeGruttola regarding “Moral controversies and academic public health: Notes on navigating and surviving academic freedom challenges”. Fuente: https://pmc.ncbi.nlm.nih.gov/articles/PMC11301235/
[22] Alan Sokal y Richard Dawkins (2024), Sex and gender: The medical establishment’s reluctance to speak honestly about biological reality. Fuente: https://archive.is/5vNbq#selection-1733.0-1733.97
[23] Callie H. Burt, (2021) Discounting Females, Denying Sex, and Disregarding Dangers from
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[24] Alex Byrne y Callie Burt (2020), Biological Sex and the Legal Protection of LGBT Individuals. Fuente: https://goo.su/s24sib
[25] Joan Roughgarden. Evolution's Rainbow: Diversity, Gender, and Sexuality in Nature and People (United States: University of California Press, 2013). pp. 23
[26] Paul Griffiths (2020), Sex is real. Fuente: https://aeon.co/essays/the-existence-of-biological-sex-is-no-constraint-on-human-diversity
[27] Jussi Lehtonen, Geoff A. Parker (2014), Gamete competition, gamete limitation, and the evolution of the two sexes. Fuente: https://academic.oup.com/molehr/article-abstract/20/12/1161/1062990?redirectedFrom=fulltext
[28] Ibid
[29] Ibid
[30] Richard Dawkins (2023), Why biological sex matters. Disponible en: https://www.newstatesman.com/ideas/2023/07/biological-sex-binary-debate-richard-dawkins
[31] Jerry A. Coyne and Luana S. Maroja (2023), The Ideological Subversion of Biology. Disponible en: https://skepticalinquirer.org/2023/06/the-ideological-subversion-of-biology/?utm_source=substack&utm_medium=email
[32] Lawrence S. Mayer y Paul R. McHugh (2016). Sexuality and Gender: Findings from the Biological, Psychological, and Social Sciences” Fuente: https://acortar.link/knJnQ3
[33] Colin M. Wright y Emma N. Hilton (2020), The Dangerous Denial of Sex. Fuente: https://archive.is/puTGy
[34] Claire Ainsworth (2015). Sex redefined. Fuente: https://www.nature.com/articles/518288a
[35] Ibid
[36] Agustín Fuentes (2023), Here’s Why Human Sex Is Not Binary. Fuente: https://www.scientificamerican.com/article/heres-why-human-sex-is-not-binary/
[37] Su posteo puedo leerlo aquí: https://x.com/claireainsworth/status/888365994577735680?lang=zh
[38] Silva Neves. Sexology: The Basics (The Basics Reino Unido: Taylor & Francis, 2022). Cap. 2
[39] Wolfgang Goymann, Henrik Brumm y Peter M. Kappeler (2022), Biological sex is binary, even though there is a rainbow of sex roles. Disponible en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/bies.202200173
[40] Paul E. Griffiths (2021), What are biological sexes? Fuente: https://goo.su/mpLzNh
[41] Debra Soh. The End of Gender: Debunking the Myths about Sex and Identity in Our Society (2020, Threshold Editions) pp. 17
[42] Colin M. Wright y Emma N. Hilton (2020), The Dangerous Denial of Sex. Fuente: https://archive.is/puTGy
[43] Jerry A. Coyne and Luana S. Maroja (2023), The Ideological Subversion of Biology. Fuente: https://skepticalinquirer.org/2023/06/the-ideological-subversion-of-biology/?utm_source=substack&utm_medium=email
[44] Ibid
[45] Miguel Egnor (2020), Is Sex Binary?. Fuente: https://evolutionnews.org/2020/02/is-sex-binary/
[46] Colin M. Wright (2021), Sex Is Not a Spectrum. Fuente: https://www.realityslaststand.com/p/sex-is-not-a-spectrum
[47] Colin M. Wright (2023), The Sex Binary vs. Sexual Dimorphism. Fuente: https://www.realityslaststand.com/p/the-sex-binary-vs-sexual-dimorphism
[48] Lawrence S. Mayer y Paul R. McHugh (2016). Sexuality and Gender: Findings from the Biological, Psychological, and Social Sciences” Fuente: https://acortar.link/knJnQ3
[49] Colin M. Wright (2021), Sex Is Not a Spectrum. Fuente: https://www.realityslaststand.com/p/sex-is-not-a-spectrum
[50] Ibid.
[51] Ibid
[52] Zachary A. Elliott. Binary: Debunking the Sex Spectrum Myth. Paradox Press, 2023. cap. 1
[53] Ibid.
[54] Wolfgang Goymann, Henrik Brumm y Peter M. Kappeler (2022), Biological sex is binary, even though there is a rainbow of sex roles. Disponible en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/bies.202200173
[55] Robert Lynch (2023), "From sex to Gender: The modern dismissal of biology", fuente: https://www.skeptic.com/reading_room/from-sex-to-gender-modern-dismissal-of-biology/
[56] Colin Wright (2023), Understanding the Sex Binary. Fuente: https://www.city-journal.org/article/understanding-the-sex-binary
[57] Wolfgang Goymann, Henrik Brumm, Peter M. Kappeler (2022), Biological sex is binary, even though there is a rainbow of sex roles. Disponible en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/bies.202200173
[58] Colin Wright (2023), Understanding the Sex Binary. Fuente: https://www.city-journal.org/article/understanding-the-sex-binary
[59] Langman's Medical Embryology. Reino Unido: Williams & Wilkins, 1985. pp. 28
[60] William J. Larsen, Human Embryology (New York: Churchill Livingstone, 2001), pp. 519.
[61] Colin M. Wright y Emma N. Hilton. Sex and Gender: A Contemporary Reader. (Reino Unido: Taylor & Francis, 202) pp. 23
[62] Ryan T. Anderson. When Harry Became Sally: Responding to the Transgender Moment. Estados Unidos: Encounter Books, 2018. Introduction
[63] Colin Wright (2023), Understanding the Sex Binary. Fuente: https://www.city-journal.org/article/understanding-the-sex-binary
[64] Ibid.
[65] Dr. Daniel Howell (2022), “What Is a Woman?” The Biological Case for Two Genders. Fuente: https://answersresearchjournal.org/biology/biological-case-for-two-genders/
[66] Ibid.
[67] Ibid.
[68] Ibid.
[69] Rebecca Taylor (2024), The Simple Truth about Biological Sex. Disponible en: https://publicsquaremag.org/sexuality-family/science-confirms-sex-is-binary/
[70] Zachary A. Elliott (2023), Binary: Debunking the Sex Spectrum Myth. Wgat is the "sex spectrum"?
[71] Emma Hilton, citada por Zachary A. Elliott (2023) en "Binary: Debunking the Sex Spectrum Myth. Wgat is the "sex spectrum"?"
[72] Paul Griffiths (2020), Sex is real. Fuente: https://aeon.co/essays/the-existence-of-biological-sex-is-no-constraint-on-human-diversity
[73] Leo Beukeboom y Nicolas Perrin. The Evolution of Sex Determination (Reino Unido: OUP Oxford, 2014). Cap. 1
[74] Alex Byrne (2018), Is Sex Binary? Fuente: https://medium.com/arc-digital/is-sex-binary-16bec97d161e
[75] Rodolfo A. ReyThe (2024), Approach to Patients with Disorders of Sex Development (DSD) in the Era of Precision Medicine: The Careful Use of Terminology. Fuente: https://goo.su/foCns
[76] Colin M. Wright (2021), Sex Is Not a Spectrum. Fuente: https://www.realityslaststand.com/p/sex-is-not-a-spectrum
[77] Cancer council NSW. Desafíos que puedes enfrentar como persona intersexual. Fuente: https://goo.su/l81Bg
[78] Colin M. Wright y Emma N. Hilton. Sex and Gender: A Contemporary Reader. (Reino Unido: Taylor & Francis, 202) pp. 26
[79] Ryan T. Anderson. When Harry Became Sally: Responding to the Transgender Moment. Estados Unidos: Encounter Books, 2018. cap. 4
[80] Colin M. Wright (2021), Sex Is Not a Spectrum. Fuente: https://www.realityslaststand.com/p/sex-is-not-a-spectrum
[81] Rebecca Taylor (2024), The Simple Truth about Biological Sex. Disponible en: https://publicsquaremag.org/sexuality-family/science-confirms-sex-is-binary/
[82] Georgi K. Marinov. In Humans, Sex is Binary and Immutable. Disponible en: https://www.nas.org/academic-questions/33/2/in-humans-sex-is-binary-and-immutable
[83] Colin Wright (2023), A Biologist Explains Why Sex Is Binary. Disponible en: https://archive.is/ioBPC#selection-289.0-289.12
[84] Quentin L. Van Meter (2022), Concerns about Affirmation of an Incongruent Gender in a Child or Adolescent. Fuente: https://goo.su/iza9
[85] Colin M. Wright (2021), Sex Is Not a Spectrum. Fuente: https://www.realityslaststand.com/p/sex-is-not-a-spectrum
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[89] Paul Griffiths (2020), Sex is real. Fuente: https://aeon.co/essays/the-existence-of-biological-sex-is-no-constraint-on-human-diversity
[90] Rtve (2017), "El pez payaso macho cambia de sexo si muere su hembra", fuente: https://goo.su/vhYl9z[91] National Geographic, Descubre los secretos del caballito de mar. Fuente: https://goo.su/Mmnzt
[92] Sonia Maritza Perilla (2022), ¿De dónde sale el mito de que las hembras de hiena tienen pene? Fuente: https://goo.su/J1oya0
[93] Liz Langley (2016) Mitos sobre las hienas desmentidos: ¿Son realmente hermafroditas? Fuente: https://www.nationalgeographic.com/animals/article/animals-myths-hyenas-lions-science
[94] Ver video aquí: https://x.com/lasextaclave/status/1881797120338129339
[95] Agustin Fuentes (2023), Here’s Why Human Sex Is Not Binary. Fuente: https://www.scientificamerican.com/article/heres-why-human-sex-is-not-binary/
[96] Ibid.
[97] Jerry A. Coyne (2023), Agustín Fuentes grossly misrepresents the sex binary in (guess where?) Scientific American; argues that those who accept a binary do so out of bigotry, transphobia, and racism. Fuente: https://goo.su/xphRG1
[98] Puedes ver las afirmaciones de Irene Montero aquí: https://www.youtube.com/shorts/NM8a_EIHWWo
[99] Ver publicación original aquí: https://x.com/SwipeWright/status/1532790745177923584