La percepción es el proceso por el cual el cerebro organiza e interpreta las sensaciones para darles significado. Mientras que la sensación solo implica la detección de estímulos, la percepción convierte esos estímulos en experiencias conscientes que nos permiten entender lo que ocurre a nuestro alrededor.
Por ejemplo, cuando vemos un objeto rojo, redondo y brillante, no solo detectamos el color y la forma; percibimos una manzana. Esto ocurre porque el cerebro combina la información sensorial con conocimientos previos y experiencias para identificar el objeto.
La percepción no es un reflejo exacto de la realidad, ya que puede estar influenciada por factores como el contexto, las expectativas y las emociones. Por ejemplo, si escuchas un crujido en casa por la noche, podrías percibirlo como algo amenazante debido a la oscuridad y la soledad, aunque sea un ruido insignificante.
Un fenómeno interesante en la percepción es la capacidad del cerebro para llenar "vacíos" en la información sensorial. Esto se ve en ilusiones ópticas, donde el cerebro interpreta estímulos ambiguos de maneras específicas basándose en patrones familiares.
Además, la percepción es clave para la interacción social. Interpretamos el tono de voz, las expresiones faciales y los gestos para comprender las emociones y las intenciones de los demás.
En esencia, la percepción da forma y sentido a la información captada por los sentidos, permitiéndonos experimentar el mundo de manera coherente y significativa.