San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México a 14 de Septiembre del 2025
Cfr. Sir 36, 18
Concede, Señor, la paz a los que esperan en ti, y cumple así las palabras de tus profetas; escucha las plegarias de tu siervo, y de tu pueblo Israel.
Se dice Gloria.
Señor Dios, creador y soberano de todas las cosas, vuelve a nosotros tus ojos y concede que te sirvamos de todo corazón, para que experimentemos los efectos de tu misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
El Señor renunció al castigo con que había amenazado a su pueblo.
Del libro del Éxodo 32, 7-11. 13-14
En aquellos días, dijo el Señor a Moisés: “Anda, baja del monte,porque tu pueblo, el que sacaste de Egipto, se ha pervertido. No tardaron en desviarse del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se han postrado ante él y le han ofrecido sacrificios y le han dicho: ‘Este es tu dios, Israel; es el que te sacó de Egipto’ ”.
El Señor le dijo también a Moisés: “Veo que éste es un pueblo de cabeza dura. Deja que mi ira se encienda contra ellos hasta consumirlos. De ti, en cambio, haré un gran pueblo”.
Moisés trató de aplacar al Señor, su Dios, diciéndole: “¿Por qué ha de encenderse tu ira, Señor, contra este pueblo que tú sacaste de Egipto con gran poder y vigorosa mano? Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Jacob, siervos tuyos, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: ‘Multiplicaré su descendencia como las estrellas del cielo y les daré en posesión perpetua toda la tierra que les he prometido’ ”. Y el Señor renunció al castigo con que había amenazado a su pueblo.
Palabra de Dios.
del salmo 50
R. Me levantaré y volveré a mi padre.
Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados. R.
Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí tu santo espíritu. R.
Señor, abre mis labios y cantará mi boca tu alabanza. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito, tú nunca
lo desprecias. R.
Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores.
De la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 12-17
Querido hermano: Doy gracias a aquel que me ha fortalecido, a nuestro Señor Jesucristo, por haberme considerado digno de confianza al ponerme a su servicio, a mí, que antes fui blasfemo y perseguí a la Iglesia con violencia; pero Dios tuvo misericordia de mí, porque en mi incredulidad obré por ignorancia, y la gracia de nuestro Señor se desbordó sobre mí, al darme la fe y el amor que provienen de Cristo Jesús.
Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero Cristo Jesús me perdonó, para que fuera yo el primero en quien él manifestara toda su generosidad y sirviera yo de ejemplo a los que habrían de creer en él, para obtener la vida eterna.
Al rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
2 Cor 5, 19
R. Aleluya, aleluya.
Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación.
R. Aleluya.
Habrá alegría en el cielo por un solo pecador que se arrepiente.
Del santo Evangelio según san Lucas 15, 1-32
En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y él, volviéndose a sus discípulos, les dijo: “Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: ‘Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar’. ¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz. Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo”.
Palabra del Señor.
Imploremos la misericordia de Dios y pidámosle que escuche las oraciones de los que hemos puesto nuestra confianza en Él.
1. Para que los obispos, los presbíteros y los diáconos puedan llevar una vida santa –tal como corresponde a su ministerio– y logren por ello un día el premio abundante de su trabajo, roguemos al Señor.
2. Para que los que gobiernan las naciones y tienen bajo su poder el destino de los pueblos crezcan en el don de la prudencia y el espíritu de justicia, roguemos al Señor.
3. Para que los enfermos e impedidos tengan la fortaleza necesaria a fin de que no se desanimen ante las dificultades y vivan en la esperanza de los bienes eternos, roguemos al Señor.
4. Para que a nosotros y a nuestros familiares, amigos y bienhechores Dios nuestro Padre nos conserve los bienes que con tanta generosidad nos ha concedido, roguemos al Señor.
Dios nuestro, escucha las oraciones de tu Hijo Jesucristo nuevo Moisés y Sacerdote nuestro, que no deja de interceder por los pecadores haz que también nosotros experimentemos aquella alegría que hay entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sé propicio, Señor, a nuestras plegarias y acepta benignamente estas ofrendas de tus siervos, para que aquello que cada uno ofrece en honor de tu nombre aproveche a todos para su salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Cfr. 1 Cor 10, 16
El cáliz de bendición, por el que damos gracias, es la unión de todos en la Sangre de Cristo; y el pan que partimos es la participación de todos en el Cuerpo de Cristo.
Que el efecto de este don celestial, Señor, transforme nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que sea su fuerza, y no nuestro sentir, lo que siempre inspire nuestras acciones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México a 14 de Septiembre del 2025