San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México a 3 de Agosto del 2025
Sal 69, 2.6
Dios mío, ven en mi ayuda; Señor, date prisa en socorrerme. Tú eres mi auxilio y mi salvación; Señor, no tardes
Se dice Gloria.
Ayuda, Señor, a tus siervos, que imploran tu continua benevolencia, y ya que se glorían de tenerte como su creador y su guía, renueva en ellos tu obra creadora y consérvales los dones de tu redención.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
¿Qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos?
Del libro del Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23
Todas las cosas, absolutamente todas, son vana ilusión. Hay quien se agota trabajando y pone en ello todo su talento, su ciencia y su habilidad, y tiene que dejárselo todo a otro que no lo trabajó. Esto es vana ilusión y gran desventura. En efecto, ¿qué provecho saca el hombre de todos sus trabajos y afanes bajo el sol? De día dolores, penas y fatigas; de noche no descansa. ¿No es también eso vana ilusión?
Palabra de Dios.
del salmo 89
R. Señor, ten compasión de nosotros.
Tú haces volver al polvo a los humanos, diciendo a los mortales que retornen. Mil años son para ti como un día, que ya pasó; como una breve noche. R.
Nuestra vida es tan breve como un sueño; semejante a la hierba, que despunta y florece en la mañana y por la tarde se marchita y se seca. R.
Enséñanos a ver lo que es la vida y seremos sensatos. ¿Hasta cuándo, Señor, vas a tener compasión de tus siervos? ¿Hasta cuándo? R.
Llénanos de tu amor por la mañana y júbilo será la vida toda. Que el Señor bondadoso nos ayude y dé prosperidad a nuestras obras. R.
Busquen los bienes del cielo, donde está Cristo.
De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses 3, 1-5. 9-11
Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos juntamente con él.
Den muerte, pues, a todo lo malo que hay en ustedes: la fornicación, la impureza, las pasiones desordenadas, los malos deseos y la avaricia, que es una forma de idolatría. No sigan engañándose unos a otros; despójense del modo de actuar del viejo yo y revístanse del nuevo yo, el que se va renovando conforme va adquiriendo el conocimiento de Dios, que lo creó a su propia imagen.
En este orden nuevo ya no hay distinción entre judíos y no judíos, israelitas y paganos, bárbaros y extranjeros, esclavos y libres, sino que Cristo es todo en todos.
Palabra de Dios.
Rom 8, 15
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
R. Aleluya.
¿Para quién serán todos tus bienes?
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Pero Jesús le contestó: “Amigo, ¿quién me ha puesto como juez en la distribución de herencias?”
Y dirigiéndose a la multitud, dijo: “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.
Después les propuso esta parábola: “Un hombre rico obtuvo una gran cosecha y se puso a pensar: ‘¿Qué haré, porque no tengo ya en dónde almacenar la cosecha? Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes para guardar ahí mi cosecha y todo lo que tengo. Entonces podré decirme: Ya tienes bienes acumulados para muchos años; descansa, come, bebe y date a la buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?’ Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.
Palabra del Señor.
Ser Ricos ante Dios.
Queridos hermanos y hermanas, durante estos domingos el Señor Jesús nos ha ido perfilando el modelo de discípulo al que nosotros debemos aspirar. Nos invitó a alegrarnos porque nuestros nombres están escritos en cielo, a ver como prójimo al hermano, a contemplarlo y escuchar su Palabra como María, la hermana de Martha. Nos enseñó a orar con la sencillez de un hijo. Ahora retoma un tema que como humanos nos incomoda pero es de vital importancia: “Eviten toda clase de avaricia…” nos dice Jesús ante la pregunta del hombre que solicita que le ayude con la herencia.
Quizá el problema lo detectamos al escuchar su Palabra. El problema es que muchos aun ahora, buscan a Jesús, no por lo que es, sino por lo que les puede dar. Dice San Agustin que el que ama a Cristo buscando lo necesario para este mundo, realmente no ama a Cristo.
Vivimos en una sociedad donde se exalta el tener. Ya sea dinero, propiedades y un sin fin de seguridades materiales. Debemos tomar en cuenta, que le es licito al hombre lograr tener mejores condiciones de vida, incluso en lo material. Pero lo verdaderamente importante es no perder de vista quien eres ante los ojos de Dios.
“Guárdense de toda clase de codicia, porque la vida del hombre no depende de sus riquezas.” Aquel hombre no está interesado en el Reino de Dios, sino en un reparto material y Jesús no se deja atrapar por una disputa de herencias. Él va más allá: mira el corazón, y descubre la raíz del problema: la codicia.
Jesús cuenta la parábola de un hombre cuya tierra ha producido mucho. ¿Qué hace? Piensa solo en sí mismo: “Mis graneros, mis bienes… Es un hombre encerrado en su propio egoísmo. No aparece ni Dios, ni los pobres, ni el prójimo. El problema no es la riqueza. Es vivir como si Dios no existiera y como si el prójimo no importara.
Dios irrumpe con una palabra fuerte: “¡Necio! Esta noche morirás, ¿y para quién será todo lo que has guardado?” La muerte no es una amenaza, sino una llamada al despertar espiritual: ¿Estoy invirtiendo en lo que permanece?
Al final de la parábola está la clave del mensaje de Jesús: El verdadero “Rico ante Dios” Ser rico ante Dios no significa tener mucho, sino amar mucho, dar mucho, vivir con el corazón libre. San Jerónimo lo dijo así: “El que da a los pobres, presta a Dios.” (Comentario sobre Mateo)
Queridos hermanos: Hoy el Señor nos invita a revisar nuestro corazón:
¿Dónde está mi seguridad? ¿A quién sirvo con lo que tengo? ¿Estoy siendo rico ante Dios?
Pidamos al Señor un corazón libre de codicia y lleno de generosidad. Que no vivamos como necios que acumulan, sino como sabios que aman, comparten y viven para el Reino.
Unidos al Corazón de Jesús
Pbro. José Javier Lozano Serrano
Párroco
Invoquemos a Dios nuestro Padre y pidámosle con fe que venga en auxilio de nuestras necesidades:
1. Oremos por los pastores que Dios ha puesto al frente de su santa Iglesia, para que Él los haga santos y les conceda el espíritu de sabiduría a fin de que proclamen con rectitud el mensaje del Evangelio. Roguemos al Señor.
2. Oremos por los que están lejos de sus hogares y por los que se encuentran en peligro, para que el Señor los proteja y los aleje de todo mal. Roguemos al Señor.
3. Oremos por los hombres de todos los pueblos y de todas las religiones, para que el Señor les revele su bondad y dirija su camino hacia el conocimiento de la verdad plena. Roguemos al Señor.
4. Oremos por nuestros hermanos que han muerto en el Señor. Que Dios perdone sus pecados y los conduzca al lugar del descanso, de la luz y de la paz. Roguemos al Señor.
Dios nuestro, que en Cristo, tu Hijo, nos has llamado a la posesión de tu Reino, no permitas que nos dejemos cautivar por la codicia y por el deseo exagerado de poseer los bienes terrenales, olvidándonos de buscar siempre y por encima de todo aquello que nos hace ricos a tus ojos. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Santifica, Señor, por tu piedad, estos dones y al recibir en oblación este sacrificio espiritual, conviértenos para ti en una
perenne ofrenda.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Sal 16, 20
Nos has enviado, Señor, pan del cielo, que encierra en sí toda delicia, y satisface todos los gustos.
Acompaña, Señor, con tu permanente auxilio, a quienes renuevas con el don celestial, y a quienes no dejas de proteger, concédeles ser cada vez más dignos de la eterna redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
San Nicolás de los Garza, Nuevo León, México a 22 de Mayo del 2025