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Lecturas de ciencia y educación, por Luis Moreno Martínez

veinte razones para amar la química, por héctor busto sancirián

INFORMACIÓN EDITORIAL:

Título: Veinte razones para amar la química

Autor:  Héctor Busto Sancirián

Editorial: Plataforma editorial

Año: 2024.

Sinopsis: A lo largo de veinte capítulos cautivadores, con un tono ameno y divertido, Héctor Busto desglosa las particularidades de la química y todas las formas en que interviene en nuestra vida sin que reparemos mucho en ello, desde su aplicación en medicina hasta la fabricación de cualquier producto, ya sea en la industria alimentaria o la construcción de un rascacielos, la invención de un color o la reproducción de un aroma. ¡La química tiene algo de magia! Este libro nos ayudará a acercarnos a su manera de comprender (y transformar) el mundo que nos rodea. 

Temáticas: Química. 

Género: Divulgación científica.

RESEÑA:

Divulgar química es una tarea particularmente difícil. Como explica el matemático y reputado divulgador científico Eduardo Sáenz de Cabezón en el prólogo de Veinte razones para amar la química, dicha dificultad radica principalmente en tres razones: la ubiquidad y omnipresencia de la química que dificulta la selección de los aspectos de la misma que se quieren contar, la imagen negativa de la química ampliamente presente en nuestra sociedad y la propia dificultad conceptual y terminológica de la química, pues «resulta complicado entender la vida secreta de las moléculas y las reacciones» (p. 14). El autor de esta obra, Héctor Busto Sancirián, catedrático de Química Orgánica de la Universidad de La Rioja (UR), solventa estas dificultades con la maestría que da el conocimiento profundo de una disciplina, la experiencia en su docencia y el entusiasmo y buen hacer en acercarla a la sociedad a través de la divulgación científica (desde sus ciudadanos más jóvenes en sus charlas en colegios e institutos a los más veteranos en la Universidad de la Experiencia de la UR).  

Veinte razones para amar la química explicita desde el título -sin reservas ni complejos- la profunda deuda que la humanidad tiene con esta ciencia. Como muestra su autor a través de veinte capítulos sobre diversas temáticas, la esperanza y calidad de vida alcanzada por el ser humano guardan una profunda conexión con la química. Desde los fármacos a la alimentación, el agua potable o los materiales que conforman las nuevas tecnologías, la química acompaña a la humanidad a lo largo de su historia. Así, el lector con reparos o incluso con cierto desdén hacia la química encontrará en sus páginas un recorrido panorámico, justificado e ilustrativo sobre las profundas aportaciones de esta ciencia al progreso de la humanidad. La obra es, asimismo, de interés para los ya entusiastas de la química y, muy especialmente, para aquellos estudiantes interesados en acercarse a ella o en proceso de acercamiento, pues ofrece continuos ejemplos prácticos de los múltiples sectores en los que los químicos pueden desarrollar sus carreras profesionales, así como de las áreas que conforman la profesión y la ciencia química actual, desde las clásicas (como la química orgánica, la química física o la química analítica) a otras emergentes (como la química click, la química bioortogonal o la química computacional). 

Esta pasión por la química que destila cada página del libro de Héctor Busto es perfectamente compatible con la visibilización de los riesgos del mal uso de la química. Así, el autor no evita hablar sino que lo hace en contadas ocasiones sobre los peligros del uso negligente de las sustancias químicas (como el uso de la heroína como sedante para niños desde 1898 a 1910) o las consecuencias medioambientales de algunos avances de las ciencias y tecnologías químicas, como los relacionados con la contaminación. Una «cara B» para la que propia química busca solución, apostando por procesos y productos más sostenibles, como podrá descubrir el lector. 

La obra de Héctor Busto, de lectura ágil y con una cuidada presentación que combina sencillez y rigor (como ilustran las citas recogidas al final de la presente reseña), es pues un alegato a la química que visibiliza las muchas aportaciones de los profesionales de la química al avance social y tecnológico y sus muchos retos, como la Inteligencia Artificial o el cuidado del planeta. Veinte razones para amar la química es una loa a una ciencia apasionante, imprescindible, no siempre valorada y en ocasiones temida. Una ciencia en la que resulta fundamental formar a las futuras generaciones. Una labor en la que los docentes que la acometemos podremos valernos de sus páginas para ofrecer a nuestros jóvenes mucho más que veinte razones para que valoren esta ciencia como parte imprescindible de su vida cotidiana y una herramienta fundamental de la humanidad para entender y transformar la materia con responsabilidad. Una ciencia en constante diálogo con otras disciplinas, también humanísticas. Este aspecto, de vital importancia en educación, está presente en la obra, tal y como señala el propio autor: «Cuando los estudiantes de ESO empiezan a optar por diferentes asignaturas, se empieza a crear una pequeña línea de segregación entre ciencias y letras, que en nada tiene que ver con la realidad de nuestro mundo» (p. 147). 

Decía el químico y escritor Primo Levi (1919-1987) en su célebre obra El sistema periódico que «todos los estudiantes de química, al enfrentarse con un libro de texto cualquiera, tendrían que ser conscientes de que en una de aquellas páginas, tal vez incluso en una sola línea o fórmula, o palabra, está escrito su porvenir en caracteres indescifrables, pero que se aclaran luego». Veinte razones para amar la química no es un libro de texto. Tampoco está repleto de fórmulas ni términos indescifrables (además, el autor incluye un glosario muy útil). Sin embargo, el gran ejercicio de divulgación realizado por el autor hace la química accesible a los jóvenes lectores que llenan las aulas de nuestros institutos. Si bien no todos quedan prendados por la química en nuestras clases como antaño le ocurriera a muchos de sus profesores (como quien escribe); todos podrán encontrar en este libro una ventana privilegiada a lo mucho que la química hace por ellos, de lo que no siempre son conscientes. Esa semilla, si bien no germine en una ulterior trayectoria como químico, bioquímica o ingeniera química; sí lo hará -o al menos con ello soñamos científicos y docentes- en una frondosa cultura científica ciudadana donde la química ocupe el lugar que le corresponde. Sin duda un sueño que el libro de Héctor Busto no hace sino alentar y al que contribuye de forma sobresaliente. Porque como nos recuerda desde la primera a la última página, los químicos somos, ante todo, soñadores. 

Buena lectura, buen viaje.

Madrid, 15 de septiembre de 2024.

ALGUNAS CITAS DE INTERÉS:

Cita de Carolyn Bertozzi (Premio Nobel de Química 2022) con la que se inicia la obra:

«Los químicos somos soñadores. Ideamos nuevas moléculas y le damos vida». 


Sobre la importancia de la interdisciplinariedad en la ciencia

«Cada vez más las diferentes disciplinas del saber, y por tanto, sus respectivas profesiones, se entrelazan más. No solo es que el nuevo conocimiento científico se produzca en la frontera de las disciplinas; los agrande avances profesionales también». 

Extracto del capítulo 1: Una dosis de aire fresco. Citado por el autor en p. 24.

Sobre la búsqueda de nuevos elementos químicos

«Ahora los nuevos elementos no salen de minerales extraídos de la Tierra. Proceden de la audacia del ser humano para comprender y controlar la naturaleza. Los pocos átomos de nuevos elementos se producen mediante experimentos en reactores nucleares o aceleradores de partículas (...) Ahora solo unos pocos países tienen los medios y la tecnología necesaria para esta síntesis, y desgraciadamente, España ha quedado fuera de esta aventura, hoy en día eminentemente tecnológica, que supone incrementar los elementos de la tabla periódica». 

Extracto del capítulo 2: Descifrando la química de la Tierra. Citado por el autor en p. 33. 

Sobre la química click y bioortogonal: 

«Tras estas palabras un tanto enrevesadas se halla el desarrollo de unas reacciones químicas fáciles, eficientes y tan selectivas que se han podido llegar a cabo en entornos celulares, es decir, en organismos vivos. Los avances en este campo tienen doble dirección. Por un lado, se han optimizado reacciones en el laboratorio inspiradas en procesos que se desarrollan en los seres vivos y, por otro lado, se han llevado a cabo reacciones típicas de un laboratorio en el interior de organismos vivos, como ha mostrado Carolyn Bertozzi. Todas estas investigaciones están permitiendo lograr mejores tratamientos terapéuticos».

Extractor del capítulo 3: Somos reactores químicos. Citado por el autor en p. 40.


Sobre la importancia de la química en el contexto tecnológico actual:

«Estos dispositivos electrónicos táctiles no serían posibles sin el avance en nuevos compuestos químicos. Cambiamos los compuestos orgánicos del papel, como la celulosa, por sales inorgánicas, como el óxido de indio y estaño, que conforman una delgada capa transparente y conductora, y vidrio de aluminosilicato. Hay más, estos dispositivos son un pequeño muestrario de la tabla periódica. Elementos de los denominados «tierras raras» permiten visualizar los colores en el dispositivo: lantano, praseodimio, europio, gadolinio, terbio, disprosio... Esto tan solo hablando de la pantalla (...). De los ochenta y tres elementos no radiactivos de nuestra tabla, ¡al menos setenta están presentes en nuestros móviles». 

Extracto del capítulo 17: Moléculas para transmitir conocimiento y cultura. Cita en p. 152.


Sobre química e inteligencia artificial: 

«Tal vez la IA nos parezca un mundo alejado de la química, pero tanto las ciencias de la computación como la inteligencia artificial han permitido y permitirán el avance de la química, generando una disciplina propia como es la química computacional» (p. 171).

«¿Sabíais, por ejemplo, que a través de la inteligencia artificial se han ordenado los elementos según sus propiedades? Efectivamente, sí, la IA ha sido capaz de elaborar en poco tiempo una tabla periódica de los elementos. ¿Terminará el trabajo de los químicos? No, simplemente tendrán que dedicarse a ser más creativos y a soñar con, en lugar de sintetizar un compuesto por semana, obtener cien nuevos productos para poder aprovecharlos en las aplicaciones que se han ido describiendo a lo largo del libro. La aventura de la química seguirá siendo fascinante y el control que vamos a tener sobre la materia haría soñar a cualquier alquimista de siglos pasados» (p. 177). 

Extracto del capítulo 20: La química del futuro ya está aquí.

Luis Moreno Martínez

Natural de Madrid, me licencié en Ciencias Químicas y me doctoré en Didáctica e Historia de la Ciencia. Completé mi formación con una estancia postdoctoral en el Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav-IPN de México. Docente de oficio y vocación, soy funcionario de carrera del Cuerpo de Profesores de Enseñanza Secundaria de la Comunidad de Madrid en la especialidad de Física y Química. Concibo mi labor docente como una oportunidad para trabajar por la cultura científica ciudadana. En conexión con mis quehaceres de aula, cavilo y escribo sobre ciencia y educación, con predilección por la didáctica e historia de la ciencia. Todo ello ha cristalizado en múltiples publicaciones y ponencias, entre otros trabajos de investigación y divulgación.