Un ejemplo sencillo es un algoritmo para sumar dos números:
Recibir dos números como entrada.
Sumar los números.
Mostrar el resultado.
Algunos ejemplos de algoritmos son:
Los pasos para seguir una receta de cocina. Aunque no tenga que ver con la informática, este es el ejemplo más tradicional de algoritmo que existe: una serie de pasos secuenciales que se deben emprender de manera programática para producir el plato adecuado, tomando en cuenta diferentes factores (la temperatura del horno, el tamizado de la harina, el tiempo de cocción de los vegetales, etcétera).
Los algoritmos de recomendación de las redes sociales. Los algoritmos que controlan el contenido que se muestra en las redes sociales utilizan como entrada la información voluntariamente suministrada por el usuario al sistema (datos básicos, “me gusta”, interacciones) para escoger del contenido disponible en la red social aquello que podría gustarle o captar su atención, y descartan aquello que es menos probable que le interese.
Los algoritmos de búsqueda de Google. El más conocido de estos algoritmos, llamado Pagerank, elige qué páginas web mostrar de acuerdo a la entrada que se ha provisto en forma de una palabra clave o conjunto de palabras, aplicando diferentes criterios de pertinencia, visibilidad y confiabilidad para filtrar el contenido problemático y brindarle al usuario una búsqueda lo más ajustada posible a su deseo.
El algoritmo que regula las luces del semáforo. Este algoritmo tan cotidiano maneja los tiempos de cambio de luz para garantizar un tránsito más fluido y sin colapsos, tomando como referencia los cambios de luz de los semáforos cercanos.
Los algoritmos de ruta de transporte público. Empleados en la coordinación de las distintas rutas de autobús de una misma ciudad, este tipo de algoritmos se usan para encontrar maneras más eficientes de asignar la ruta del transporte público, lo cual requiere de enormes cálculos y el manejo de múltiples sistemas de datos simultáneos.