Situación de Aprendizaje
El mundo actual está tan saturado de información e imágenes que a veces no tenemos tiempo para asimilar toda la información y no pensamos en las consecuencias, vivimos en
un mundo superficial, donde lo importante está oculto en una maraña de falsos ídolos placenteros que al final nos dejan vacíos.
Como decía Santa Teresa “Solo Dios Basta”
“ "La Fe, un regalo de Dios “
5 Dijeron los apóstoles al Señor; «Auméntanos la fe.»
6 El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido.»
7 «¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: "Pasa al momento y ponte a la mesa?"
8 ¿No le dirá más bien: "Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?"
9 ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado?
10 De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.»
Evangelio según San Lucas 17:5-10
Jesús hace esta comparación con el grano de mostaza, pero no para desanimarnos, sino más bien porque nos quiere alentar, nos quiere poner un reto, impulsarnos a que busquemos más, a que no nos conformemos con la fe que ya tenemos. Porque la fe no es una cosa, es una relación con una persona, con Dios. Por lo tanto la relación hay que trabajarla siempre.
Retos
La Fe un Regalo de Dios
El Sacrificio de Isaac
El amor es el camino
Tras los pasos de Jesús
Fe y Creer dos palabras que tenemos que entender
Desviaciones de la Fe
Dios no es alguien que se oculta. Muchas veces, al observar la cúpula celeste, el ser humano se ha preguntado: ¿De dónde viene toda esa maravilla?
El orden de la naturaleza, incluso en lo más pequeño, nos sobrecoge: la vida de pequeños insectos o el orden maravilloso de nuestro propio cuerpo. Todo lleva al ser humano a preguntarse: ¿A quién se debe este orden sorprendente?
Dios está también presente en el interior del hombre, que anhela que su existencia tenga un valor eterno y se pregunta: ¿Qué orientación debo dar a mi vida?
En cursos anteriores vimos que, desde que el ser humano habita en la Tierra, su respuesta a estas preguntas la ha encontrado en la experiencia religiosa. Por eso, la religión ha estado presente en las culturas de todos los tiempos.
La relación del ser humano con la trascendencia ha variado a lo largo de la historia. La irrupción del cristianismo en los primeros siglos de nuestra era hizo posible un equilibrio entre lo humano y lo divino.
El humanismo cristiano proporcionó una visión del mundo que dota de sentido último a la vida personal y social. El cristiano sabe que Dios ha creado al hombre con la capacidad de entenderse a sí mismo y de entender el mundo; y con la libertad para crecer interiormente como persona y mejorar el mundo.
La religión cristiana ayudó a que el ser humano se sintiera parte de algo que lo trasciende y de lo que todos formamos parte. Así, ideas como la igualdad, la fraternidad o la dignidad de todo ser humano tienen su raíz en la fe cristiana.
La confianza del cristiano en que Dios nos ha dotado de una razón capaz de conocer la realidad potenció la ciencia a lo largo de los siglos. Es lo que hizo posible que, por ejemplo, surgieran las universidades durante la Edad Media.
Sin embargo, en los inicios de la Edad Moderna comenzó a delinearse una nueva idea del ser humano, al que se convirtió en medida del universo. Este pensamiento, que abarcó buena parte de los siglos XV y XVI, recibe el nombre de humanismo renacentista.
En este momento, aunque no se produjo una ruptura radical con el Medievo, empezó a quebrarse la unidad de lo humano y lo divino. La consideración del hombre como medida de todas las cosas trajo consigo un progresivo olvido. Así, aunque las ideas seguían siendo cristianas, este alejamiento propició que en los siguientes siglos surgieran movimientos filosóficos que separaron radicalmente la fe de la razón.
A finales del siglo XVI, surgió un nuevo sistema filosófico, el racionalismo. Para esta corriente, la razón del hombre se convirtió en el último criterio de verdad. Toda una serie de filósofos fueron otorgando a la razón humana un valor absoluto y colocando la voluntad del hombre como fundamento de toda moral.
En el siglo XVIII, la Ilustración defendió que el hombre solo podría alcanzar la «mayoría de edad» si ponía sus esperanzas en sus propias capacidades. En el siglo XIX, se dio un paso más: el hombre solo podrá ser plenamente dueño de su destino si Dios no existe. El pensamiento de los autores de esta época empezó a popularizarse y a impregnar la cultura de occidente durante el siglo XX.
En la modernidad, no todo ha sido negativo. El desarrollo cultural y científico de los últimos siglos supuso grandes mejoras en la vida humana. Pero estos avances no deben presentarse como el fruto de una visión no creyente de la vida. Así lo confirman tantos cristianos que, desde el Renacimiento hasta nuestros días, contribuyeron con su esfuerzo a este progreso.
El superhombre
El final de este camino hacia el ateísmo fue el pensamiento del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900). El ideal que propuso fue el del «superhombre», una criatura creadora del bien y del mal, que se «libera», de esta manera, del yugo de Dios. Nietzsche rechazó la moral cristiana con su llamado al amor al prójimo. Sostuvo que los hombres son esencialmente desiguales y que los más fuertes siempre dominan a los que son más débiles.
Retos