Artículo publicado en la revista Fuego Amigo en septiembre de 2017 para el monográfico Cine.
El cine español está marcado por una decena de tópicos que circulan de boca en boca. Estos mitos, leyendas y prejuicios atraviesan diferentes estamentos de la sociedad española, desde conversaciones en el bar hasta declaraciones de figuras políticas. En este artículo repasamos algunos de los más repetidos y comprobamos qué hay de cierto en ellos. Subvenciones, proyección exterior, calidad del cine español o la Guerra Civil, ¿es el cine español una excepción o se trata de otro tópico? ¿cuánto sabemos realmente de nuestro cine?
El cine español es de mala calidad y, por ello, no se vende en otros países
El cine español es uno de los más conocidos y admirados fuera de nuestras fronteras. Es raro el festival en el que no se proyecten, al menos, un par de películas españolas. Pero, además, es reconocido por su calidad. Desde 2010, la industria del cine ha recibido más de 500 premios internacionales. En Fuego Amigo hemos investigado las razones de esta distancia entre la percepción del cine español por parte de los propios españoles y su imagen en el exterior.
Emeterio Díez, historiador especializado en cine español, apunta dos causas: “El cine español es uno de los mejores del mundo, pero por un lado, se ha politizado demasiado y, por otro, no llega a los espectadores. Hace falta una estrategia de mercado. Como no hay una industria fuerte, el cine español tiene que llegar a las plataformas.” Díez también destaca la ausencia de temas con los que la audiencia española pueda identificarse: “Se ha confundido hacer cine con hacer cine del cine. A los cineastas les da miedo o consideran que no hay interés en hablar de lo que les pasa. Ese cine se debería hacer porque es lo que las nuevas generaciones irían a ver. Buñuel es un ejemplo de cómo se puede hacer cine social sobre temas que nos interesan. Hay una falta de conexión con el público español”.
Para los entrevistados en este número, David Castro y Juanfer Andrés ambos directores y profesores en el Instituto del cine, las causas son varias. David Castro pone el acento en el poco valor concedido al cine desde las instituciones educativas a diferencia de otros países, como Francia, que potencian políticas integrales de promoción y protección de su industria cinematográfica. Uno de los grandes problemas que tiene la industria cinematográfica española es la escasa atención y apoyo que se le presta desde sectores clave, como las instituciones públicas o los medios de comunicación. La pobre o nula cobertura propaga la imagen de que en el exterior el cine español no interesa.
El cine español rara vez se encuentra entre las noticias más destacadas, hasta el punto de que se presta más atención a industrias cinematográficas extranjeras, especialmente a Estados Unidos.
Rodaje de la película Teresa, en el monasterio de San Juan de la Peña, Huesca.
Fuente: Equipo producción de la película.
Las noticias de cine apenas ocupan espacio y, aunque es habitual que en todos los festivales de cine se encuentre algún crítico español, o que los corresponsales tengan datos para elaborar información sobre la presencia de nuestro cine fuera, desde las redacciones se rechaza o no se incentiva su cobertura.
Juanfer subraya, desde su experiencia en festivales, esta escasa preocupación mostrada por parte de los medios de comunicación españoles. “Es una paradoja. Fuera hay una percepción de que en España se hace un cine con mucha personalidad. En el 90% de las entrevistas que hacemos fuera de España, nos preguntan: ¿Por qué en España hacéis tan buenas películas de género? Pero en el 90% de las entrevistas que hacemos en España, nos preguntaban: ¿Por qué en España se hace tan mal cine de género?. Por un lado, es verdad que aquí sale de todo, vemos las películas malas, las mediocres y las muy buenas. Mientras que internacionalmente se vende lo mejor. Pero me molesta que, especialmente a nivel periodístico, incluso desde medios importantes, solo se mira a tres grandes festivales.”
Nuestros políticos tampoco son los mejores embajadores. En ocasiones hemos visto cómo, incluso, altos cargos públicos, participaban en el desprestigio del cine nacional.
Según el Ministerio de Educación y Cultura, en 2016, el conjunto de películas españolas exhibidas en el extranjero recaudó 65 millones de euros. En total, en 2016, se proyectaron 146 películas españolas en el extranjero, aumentando un 11% la cifra de 2015. 14 millones de espectadores han visto películas españolas, fundamentalmente en Argentina, Francia y Reino Unido, de acuerdo al último informe de la FAPAE “El cine español en el mercado internacional”. Y, de nuevo, el cine español ha estado presente en los festivales de cine más importantes del mundo. Para tirar otro prejuicio, en 2016, los géneros más distribuidos en el extranjero han sido, en este orden, drama, comedia y documental.
A pesar de la presencia, de los premios obtenidos y de la admiración hacia el cine español en numerosos países, los trabajadores de la industria no son acompañados ni obtienen el reconocimiento, que sí reciben otros sectores por parte de las instituciones públicas.
El cine es la industria española más subvencionada
El cine español, a pesar del discurso sobre el exceso de subvenciones que se le otorgan, está muy lejos de los mayores receptores de recursos públicos. Solamente para el Plan PIVE, la industria automovilística recibió 225 millones de euros. Para el período 2014-2020, la agricultura española ha recibido de la Unión Europea, en pagos directos, 5.134 millones de euros anuales. Y la CEOE recibe más de 500 millones de euros de entidades públicas.
La partida para cine en los Presupuestos Generales de 2017 fue de 84,8 millones de euros, lo que representa un 0,2% del total de los presupuestos.
La mayor parte se ha destinado al Fondo de Protección a la Cinematografía, que incluye las ayudas a nuevas películas. El resto del dinero se dedica a la organización de festivales, a premios, ayudas autonómicas, a la participación en programas audiovisuales europeos, a la FAPAE, a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas o a Fundaciones de cine.
Espectadores en una sala de cine.
Fuente: Centro de documentación europea de Almería.
Este modelo de protección del cine a través de apoyos económicos es el que siguen todas las grandes industrias cinematográficas. Entre las más subvencionadas están Reino Unido, que en total le da a su industria más de 120 millones, Francia, que invierte más de 1000 millones de euros en su cine, o… ¡sí! Estados Unidos. Estas ayudas se materializan en forma de fondos estatales, regionales o como incentivos fiscales.
Sí es cierto, sin embargo, que el cine español se sitúa como una excepción respecto al apoyo recibido por las instituciones públicas, pero a la baja. Es frecuente que determinado tipo de cine de menor presupuesto y de temática menos comercial cuente con la protección de las instituciones públicas. Pero, a diferencia de la media del resto de los países europeos, que ha aumentado las ayudas al cine, en España se han reducido considerablemente.
Otro dato a tener en cuenta es que la industria cinematográfica, solo con el IVA, permitió que el Estado recaudara más de lo que entrega en ayudas. En 2016 fueron 105 millones de euros – de los que 23 millones corresponden a películas españolas. A ello hay que sumar lo recaudado a través del impuesto de sociedades, del IRPF, la cuota de autónomos y el resto de ingresos derivados de la actividad que genera el cine.
Hay demasiadas películas sobre la Guerra Civil
Tras 40 años de dictadura, hablar de la Guerra Civil y, sobre todo, del período de la Segunda República resultaba toda una novedad. La censura era especialmente dura contra cualquier forma de expresión que abordara ese período, si no era para alabar la grandeza del régimen y las hazañas heroicas del caudillo. Este escenario previo provocó que, tras el fin de la dictadura, las películas sobre la Guerra Civil o desarrolladas en el contexto del conflicto generaran un gran interés y curiosidad.
El cine fue, de hecho, una de las principales vías de difusión y de acceso para el gran público a temas prohibidos hasta finales de los ’70 y principios de los 80. Así, el cine político alternativo al producido por el régimen durante los 40 años de dictadura obtuvo un gran éxito y lograba ser conocido por amplios sectores de la sociedad española. La estricta censura sobre el sexo, provocó una reacción similar, llegando a dar pie a todo un género de cine erótico conocido como “el Destape” y a su correspondiente mito sobre la aparición de, al menos, un pecho desnudo como firma de garantía del cine español.
Sin embargo, en contra de la percepción generalizada sobre el exceso de películas que tratan la Guerra Civil, excepto los primeros períodos tras el fin de la Dictadura, el porcentaje de películas sobre el conflicto, incluyendo las ambientadas en el conflicto bélico, el período republicano y de inmediata posguerra, no superan el 3%. María Antonia Paz, profesora de Historia del Cine Documental en la Universidad Complutense de Madrid, indica que “no es cierto que solo se hable de Guerra Civil en el cine español. Las temáticas tienen su ciclo y, además, es bueno que haya habido y que de vez en cuando haya películas sobre la Guerra Civil. Un país tiene que revisar su memoria, incluso tiene que reírse. Una película como La Vaquilla es maravillosa.”
Juanfer Andrés llama la atención sobre la potencialidad de un conflicto armado para ser tratado en el cine: “Hay que entender que, la Guerra Civil y la posguerra son muy recientes y, sobre todo, claves en la historia de España. Y las generaciones que lo vivieron, sobre todo de la posguerra, siguen vivas. No hace falta ser Einstein para entender la cantidad de historias fascinantes que surgen en un contexto histórico así”. A pesar de ello, resalta el director de Musarañas, pocos países con una guerra civil producen una cantidad tan reducida de películas sobre un hecho tan traumático, generador de tensión, conflictividad y de interés político como ha ocurrido en España. “La proporción en la que se ha tratado la Guerra Civil en el cine español es similar y, probablemente, inferior a la de la Guerra de Vietnam en el cine norteamericano. E incluso habrá ya más películas, proporcionalmente, sobre la guerra de Irak en el cine americano, que películas sobre la Guerra Civil en el español”, apunta el cineasta.
Para Andrés, las razones de la crítica contra las películas del conflicto civil español no responden tanto a la cantidad de películas sobre el mismo como a la perspectiva: “Lo que creo que molesta a un sector del público es que quizá siempre se ha contado desde el mismo bando o que hay un claro predominio de historias contadas desde un mismo lado ideológico. Pero también tiene lógica. Es el bando perdedor y hay más drama ahí. Yo no hago películas sobre gente feliz, a la que no le pasa nada, eso no le interesa a nadie. Se cuentan historias sobre gente que tiene problemas muy gordos y muy difíciles de superar.”