Aquella mañana, se encontraba recorriendo el viñedo como era su costumbre, cuando de repente lo escuchó: un estruendo seco y fuerte como si algo hubiera explotado. Miró hacia la bodega que estaba a unos cien metros, buscando a alguien para ver qué sucedía. A lo lejos pudo ver algunos peones que señalaban hacia arriba horrorizados. Otros, comenzaron a correr y le hacían señas que corriera hacia la casa también. Notaba que le gritaban algo pero no podía entender qué decían. De pronto, el viento comenzó a soplar más fuerte a su espalda y sintió pánico. Se dio vuelta y miró al cielo. Ahí estaban: cientos de cosas girando por el aire sin sentido, llevadas como por una fuerza sobrenatural. Chapas, fardos, vacas y otros animales y hasta un tractor pasó volando a unos metros de ella. Todo era muy confuso. En ese instante, Mónica comprendió que tenía que correr con todas sus fuerzas.