El trabajo de Mónica era algo particular: no transcurría en una oficina sino en una bodega a las afueras de la ciudad. Era enóloga y su trabajo consistía en verificar el cultivo del viñedo, el proceso de elaboración del vino y su correcto almacenaje; además toda la responsabilidad técnica de la bodega recaía sobre ella. Como encargada, tenía algunos empleados a su cargo y ella consideraba a cada uno de suma importancia para desempeñar el trabajo correctamente. Entre la “peonada”, como suele decirse, Mónica era respetada por ser la profesional del lugar. Además apreciaban su forma exigente pero amable de tratar a todos sin distinción. Formaba parte de ese gran equipo desde hacía muchos años, y era reconocida por su excelente trayectoria en Los Robles.