PRIMEROS PASOS
Seguro que en casa tienes un sitio para cada cosa. Y en tu clase igual. Pues en las bibliotecas ocurre lo mismo. Aunque te parezca mentira, cada libro tiene su sitio. Y eso es importante para que los bibliotecarios no se vuelvan locos buscando un libro.
¿No te ha pasado alguna vez que no encuentras en el estuche el color que buscas? Pues imagínate si tuvieras que buscarlo entre cuatro mil colores. ¡Madre mía! qué mareo.
Pues bien, cada libro tiene que estar en su sitio y para eso necesitamos un orden.
Yo de tanto ver a los bibliotecarios he aprendido mucho, también les hago de rabiar cambiando algún libro de sitio, pero siempre lo encuentran. Oye, espero que no te chives.
Te contaré algo que nadie sabe. A veces, los libros cuando están solos, se salen de su estantería y van a contarse sus páginas a otros libros y se olvidan de volver donde estaban.
Bueno, vamos con ello.
¿Qué es lo primero?
Cuando llega un libro a la biblioteca, lo primero que se hace es ponerle un sello, es como decirle "bienvenido a la familia." Aquí casi todos tienen el sello del Garci, pero hay algunos que llegaron de otras bibliotecas y se quedaron aquí. Debe ser que los tratamos bien.
Luego el bibliotecario se encarga de encender el ordenador y como si lo estuviera entrevistando va apuntando sus datos: Nombre, quién es su padre o su madre, si tiene hermanos, de dónde viene... y una vez que ha tomado nota, escribe en una de las primeras hojas un número y una letra. A partir de entonces, el libro forma parte de la biblio.
¿Sabes cuantos libros hay? Pues nada más y nada menos que cuatro mil y pico. Sí, sí. Lo que oyes
Teje...¿qué? Ja, ja ja qué risa me dan las palabras raras. ¡Y mira que veo muchas en los libros! Me parecen fantásticas las palabras que no se suelen utilizar o que la mayoría desconocen. Son como seres de otros tiempos. Me gusta coleccionarlas: Las apunto en una pequeña libreta junto a su significado y me las voy aprendiendo.
Tejeluar es poner tejuelos. Ja, ja ja ja. ¡Otra palabra rara!
Un tejuelo es una etiqueta que se le pone a los libros para poder localizarlos en las bibliotecas. Llevan una especie de código con números y letras. Los bibliotecarios entienden ese código, por eso encuentran los libros siempre... bueno, si están en su sitio, claro. Si no.... es como buscar una aguja en un pajar. Y eso que los libros no estén donde tienen que estar, les enfada un poquito. Por eso en las bibliotecas vivimos los ratones de Biblioteca, para ayudar rebuscando entre todas las estanterías. El ratón de Biblioteca