Fase 6. Evaluación

Aprendizaje significativo

Aprender significativamente implica evaluar y evaluarse.

La evaluación puede ser sumativa y formativa; puede llevarla a cabo el propio alumnado, autoevaluación; puede realizarse entre iguales, coevaluación; o la puede realizar una persona diferente al alumnado, como por ejemplo, el docente, heteroevaluación.

En cualquier caso, es necesario evaluar si los objetivos se han alcanzado, qué competencias se han desarrollado y cómo, qué dificultades se han encontrado, cómo han aprendido y qué, cuándo, de quién.

Decisiones

Vamos por tanto, a debatir, en un primer momento, en nuestros equipos, sobre algunas preguntas relativas a la evaluación:

¿Cuáles son las prácticas de evaluación que utilizas en tu trabajo como docente?

¿Qué estrategias de evaluación utilizas?

¿Qué tipo de evaluación te proporcionan?

¿Te permiten ver al alumnado actuando o sólo replicando una lección que previamente has explicado?

¿Te permiten valorar un buen número de competencias en tu alumnado?

¿Qué nivel de satisfacción expresarías con tus estrategias de evaluación?

En el kit de supervivencia tenéis algunas estrategias y herramientas de evaluación para incorporarlas al debate en equipo.

¿Ya las conocíais?, ¿las usáis habitualmente?, ¿os resultan satisfactorias?

Creación

Una vez hayáis llegado a un acuerdo sobre las estrategias y herramientas de evaluación de vuestro proyecto, incorporadlas al canvas del mismo para terminar de completarlo.

Por último, y para cerrar esta fase, os animamos a crear una rúbrica para vuestro proyecto, enfocada los elementos fundamentales del mismo, al progreso esperado y con vuestros criterios de evaluación.

Claves

Una rúbrica consta, normalmente, de cuatro elementos:

  1. Aquellos aspectos del proceso de aprendizaje que se quieran evaluar.
  2. Una definición o aclaración sobre el aspecto a evaluar, especialmente si la rúbrica es un instrumento compartido con el alumnado o con sus familias.
  3. Una escala de valores, normalmente de cuatro puntos, mediante la que se puntúa cada aspecto del proyecto que queramos evaluar, existiendo la posibilidad de ponderar aquellos aspectos que sean más relevantes multiplicando su valor por un coeficiente determinado.
  4. Descriptores de cada nivel de ejecución o desempeño, que deben ser comprensibles y claros.

Intentad contemplar, en el diseño de la rúbrica, sólo los aspectos más relevantes del proyecto. Una rúbrica demasiado extensa no contribuye a la mejora del aprendizaje ni a la evaluación auténtica, por lo que la rúbrica debe ser realista, manejable, creíble, y ajustada a aquellos elementos más significativos en el desarrollo del proyecto o en su producto final.

Podéis diseñarla en un folio o utilizar una herramienta digital como la proporcionada en el kit de supervivencia, pero quizá esta simple guía de autovaloración os ayude a diseñarla eficazmente.