Autor: Juan Martos Luque
Lo que estáis a punto de leer es un hecho real. Lo único que contiene de ficticio es el nombre de la protagonista, el cual me veo obligado a proteger por razones obvias.
María tiene 65 años. Se acaba de jubilar y dispone de algunos ahorros. Desde hace días, recibe de manera recurrente una llamada telefónica que le invita a invertir en criptomonedas. Eso es lo que le dice su interlocutor al otro lado del teléfono. María nunca ha tenido el perfil de un inversor de alto riesgo. Ni siquiera está del todo segura de lo que es eso de las criptomonedas. Sin embargo, su interlocutor es muy persuasivo y finalmente consigue convencerla de que con una inversión de tan solo 250 € puede llegar a ganar miles de euros. Cuando María cuelga el teléfono sigue escuchando en su cabeza lo que su interlocutor le repite una y otra vez: “Después de todo, María, ¿qué es lo que puede perder, 250 €? A cambio de ese pequeño riesgo, yo le estoy ofreciendo la oportunidad de ganar mucho dinero. Le puedo garantizar unos intereses de no menos del 50% en apenas unos días.”. Finalmente, María decide ir adelante con la operación ya que el riesgo parece mínimo en comparación con lo que le aseguran que puede llegar a ganar. Lo que todavía no sabe, es que está a punto de convertirse en víctima de la mayor estafa que haya sufrido en toda su vida.
En la siguiente llamada que recibe, María le dice a su interlocutor que quiere hacer la operación de inversión. El estafador le da las instrucciones oportunas para que instale en su ordenador una supuesta plataforma que servirá para manejar dicha inversión.
Después de introducir sus datos en el programa y seguir una sencillas instrucciones del supuesto Broker, María comprueba en su cuenta bancaria que han sido cargados los 250 € correspondientes a su inversión en criptomonedas. Al día siguiente, el estafador se pone de nuevo en contacto con María y le da una gran noticia: su inversión de 250 € se ha convertido en 1000 €. “¿No se lo dije yo? ¿Ve como merecia la pena?” María no se lo puede creer. En apenas 24 horas ha multiplicado por cuatro el dinero invertido. Le dice al estafador que quiere recuperar sus ganancias. Pero la persona al otro lado del teléfono la convence para que aguante unos días más, ya que “su inversión va a seguir subiendo con total seguridad”. Transcurridas otras 24 horas, el delincuente vuelve a contactar con María y le comunica una noticia aún mejor que la anterior. Ya tiene 3000 € en su cuenta. En esta ocasión María es tajante y le dice que quiere que le ingresen esos 3000 € en su banco. Tras un pequeño paripé, en el que el estafador le hace creer a María que pretende convencerla de que continúe aguantando la inversión, finalmente le indica que van a proceder a ingresarle sus ganancias: “En 24 horas lo tendrá ingresado en su cuenta bancaria.”.
Al día siguiente, María recibe una nueva llamada del supuesto Broker. Este le indica que han procedido a ingresarle su dinero. Sin embargo, debido a un terrible error, no le han devuelto 3.000 € sino 30.000 €. Por lo que le piden que tenga la bondad de devolverles la diferencia mediante transferencia bancaria a un determinado número de cuenta extranjera. Después de la llamada, María entra en su cuenta bancaria a través de la banca online y comprueba que lo que le han dicho es cierto. Su cuenta contiene 30.000 € más que el día anterior. Como María es una persona legal y no quiere problemas, procede a transferir los 27.000 € de diferencia al número de cuenta que le han indicado. Después de eso, no vuelve a tener noticias del supuesto Broker y transcurre todo un mes en el que piensa lo bien que le ha ido con su inversión.
Sin embargo, un mes después recibe un inesperado cargo en su cuenta bancaria. “Cuota préstamo: 650 €”. Inmediatamente, María se pone en contacto con su entidad bancaria y en esta le indican que dicho cargo corresponde a la primera cuota del préstamo que solicitó el mes anterior. María está completamente segura de no haber solicitado ningún tipo de préstamo y así se lo transmite a la persona que le está atendiendo por teléfono. Pero en el banco insisten y le facilitan todos los datos de la operación. María comprueba con horror cómo en la misma fecha en que estaba haciendo su inversión en criptomonedas, se produce una solicitud en su cuenta bancaria de préstamo pre concedido por valor de 30.000 € a devolver en cinco años.
María pone su caso en manos de un abogado y éste, a su vez, contacta con un perito informático (el nombre del perito sí os lo puedo decir: Juan Martos Luque). El perito, una vez que toma conocimiento de lo sucedido, procede a examinar el ordenador de María. La conclusión no puede ser más clara: El programa que instaló María para gestionar sus inversiones contenía un troyano que le permitió al estafador controlar en remoto su ordenador. Sin que María fuese consciente, el estafador comprobó todas las contraseñas que estaban registradas en el navegador de Internet de su ordenador, entre las que se encontraban las de acceso a la banca online. Con esa información en su poder, el estafador utilizó la excusa de los 250 € que iban a ser supuestamente invertidos, para pedirle a María una de las claves de su tarjeta de coordenadas y los datos del SMS de confirmación. María pensaba que le estaba pidiendo esos datos para hacer efectivo el pago de los 250 €. Sin embargo, el delincuente había efectuado una operación de solicitud de préstamo pre concedido de 30.000 €. Y lo que hizo con la coordenada y el SMS que María le facilitó fue precisamente confirmar la operación. Lo que peor le hizo sentir a María fue pensar que fue ella con sus propias manos la que realizó la transferencia por valor de 27.000 € a la cuenta de los delincuentes.
Lamentablemente, a día de hoy la historia de María todavía no tiene un final feliz. Pero si podemos extraer varias conclusiones:
En el 99 % de las ocasiones, los estafadores requieren de la ayuda inconsciente de su víctima para poder perpetrar el delito. En este caso, el estafador utiliza a su víctima para que le facilite el acceso a su cuenta bancaria y para que le transfiera el dinero.
Pese a que el entorno en el que se lleva acabo este tipo de estafa es tecnológico, el esquema se adapta perfectamente al tradicional timo del tocomocho. Así que mucho ojo con los chollos en general, y con las inversiones que prometen ganancias espectaculares en particular.
Juan Martos Luque
Perito informático