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La Biblia nos enseña en 1. Timoteo 3:16, que:
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria.”
El cristianismo parte del hecho trascendental y milagroso que consiste en la encarnación. Dios, por su mucho amor con que nos amó, dejó su estado absolutamente divino y asumió nuestra humanidad para que la redención fuera posible.
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:5-8). Dios, por su Espíritu, engendró en la virgen María y ella concibió y dio a luz un hijo varón.
Porque según Romanos 9:5 que dice: “De quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos”, Cristo tiene una doble ascendencia, disfrutando de la circunstancia de ser humano sin dejar de ser Dios. Cuando Él tuvo la oportunidad de decirnos qué ser divino estaba en Él, con mucha claridad nos dijo que era el Padre. “El Padre que mora en mí, Él hace las obras” (Juan 14:10). Es decir que Cristo en su carne era el Hijo de Dios. Pero en su naturaleza divina era el único Dios que existe: El Padre.
Isaías 9:6 nos dice: “Porque un niño nos es nacido… y será llamado Dios Fuerte, Padre Eteno…” No hay forma o explicación lingüística o teológica que nos lleve a una conclusión diferente. Es inaceptable decir que Cristo no es esto o aquello argumentando que el texto dice “será llamado”, como si esta expresión no hiciera referencia a una situación real. Cristo es todo lo que oficialmente se le llama. Cuando dice será llamado Admirable, es porque es Admirable. Consejero, porque lo es. Padre Eterno, Dios Fuerte, etc. Él es todo ello. Negar alguno de esos títulos utilizando ese argumento, anularía todos los demás. Pero Jesucristo no tiene títulos inoficiosos. Todo lo que se llama oficialmente, es lo que Él es.
Algunos argumentan que Padre Eterno, quiere decir que es Padre de la creación, pero si Él llegó a ser Padre por algo que hizo, entonces no puede ser Padre Eterno, ya que sólo sería Padre desde el momento en que creó o hizo, lo que lo convertiría en Padre sólo por algo temporal. Dios es Padre porque es la causa primera de la existencia, de la vida, y por la supremacía que ejerce en virtud de lo que es en sí mismo. Isaías 35:4-6 y Mateo 11:5 nos muestran que el Mesías es Dios. “He aquí vuestro Dios viene”. Se nos continúa diciendo que los ojos de los ciegos se abrirán, que la boca de los mudos hablará, etc. En Lucas 7:22, Jesucristo se apropia de esta Escritura.
En Isaías 40:3, se dice que uno clamará a voces en el desierto, “preparad el camino del Señor”. Juan el Bautista cumplió esta profecía cuando anunció a Jesucristo en Mateo 3:3. En Miqueas 5:2 también se afirma que el Mesías es Dios: “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel, y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad”.
En las Sagradas Escrituras, nosotros encontramos la expresión Dios el Padre, en muchas oportunidades; pero las expresiones “Dios el Hijo”, “eternamente procedente” o “Hijo Eterno”, son expresiones extrañas a la Biblia y contradictorias en su esencia.
Si Jesús no es el “Hijo Eterno”, entonces ¿Quién es Jesús? Si afirmamos que Jesucristo es hombre, decimos la verdad, pero nos quedamos con incógnitas respecto a muchos aspectos de su vida y su mensaje que resultarían inexplicables, pues Cristo no puede ser explicado totalmente en términos humanos. Si intentamos explicarlo sólo desde el punto de vista Divino, nos quedaríamos en la misma situación.
La terminología trinitaria es ajena a la Biblia, pues la Biblia nunca asocia el número 3 con Dios. Con Él siempre se asocia el número 1. La Biblia nunca se refiere a Cristo como el “Hijo Eterno”. En Juan 3:15, la Biblia dice: “el unigénito” que quiere decir: único engendrado por Dios. Engendrado y eterno, son términos opuestos. Hebreos 1:5-6 nos habla del día en que el Hijo fue engendrado, por tanto no lo engendró en la eternidad. La Biblia nos habla de la eternidad de Aquel que es el Hijo, pero Él no es eterno como Hijo sino como Dios. El término Hijo, se relaciona o hace mención a lo que es en el tiempo, en su humanidad.
En Lucas 1:35, el ángel le anuncia a María que el santo ser que nacería, sería llamado Hijo del Altísimo (Hijo de Dios). Aquí se nos revela claramente que el Santo ser que nació, es esa persona física de carne, o el Hijo. Gálatas 4:4 dice que “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley”.
En primer lugar, Jesús en este texto, hace uso de la expresión que identificó a Jehová ante Moisés (Exodo 3:14). Pero además, Jesús siempre fue como Dios y como Verbo (Palabra). Sólo existió en el tiempo como Hijo. El título de Hijo, hace mención a su nacimiento como hombre.
Esta pregunta no tiene respuesta según la versión trinitaria, porque en ella las tres personas serían co-iguales, lo que quiere decir que el Hijo sería igual al Padre, y eso contradeciría la afirmación de Jesús. Pero la respuesta es la única que hay, porque siempre la humanidad será inferior a la Divinidad. Cristo hombre, siempre estará sujeto a la Divinidad.
Esta pregunta no tiene respuesta según la versión trinitaria, porque en ella las tres personas serían co-iguales, lo que quiere decir que el Hijo sería igual al Padre, y eso contradeciría la afirmación de Jesús. Pero la respuesta es la única que hay, porque siempre la humanidad será inferior a la Divinidad. Cristo hombre, siempre estará sujeto a la Divinidad.
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