VEINTE PREGUNTAS SOBRE LA IGLESIA EPISCOPAL.......
VEINTE PREGUNTAS SOBRE LA IGLESIA EPISCOPAL.......
Su antiguo nombre era simplemente la Iglesia Protestante Episcopal en Estados Unidos de América y tomó ese nombre en 1785, luego de la revolución por la cual las colonias británicas de lo que hoy es Estados Unidos obtuvieron su independencia de Inglaterra. Antes de eso, nuestra iglesia era la norteamericanas "iglesia de Inglaterra" en las colonias norteamericanas. Luego de la revolución se convirtió en autónoma y autosuficiente. La separación fue meramente política y jamás doctrinal. Hoy se la conoce simplemente como la Iglesia Episcopal.
No, no comenzó entonces. Tomó su nuevo nombre en esa época; pero era la misma iglesia que había estado aquí desde el establecimiento de las colonias americanas en el siglo XVII. Los colonos que eran miembros de la Iglesia de Inglaterra trajeron su iglesia con ellos; de manera que nuestra iglesia es realmente una continuación, una iglesia hija de la Iglesia de Inglaterra, y aún hoy se encuentra en comunión –es decir, unida— con ella.
No, de ninguna manera. La Iglesia de Inglaterra tiene una larga historia. Fue parte de la Iglesia católica antes de que ésta sufriera divisiones. Durante varios siglos (casi un milenio) después del año 664 en que llegó San Agustín a Kent, Inglaterra, y al igual que toda la cristiandad occidental, reconocía al Papa como su obispo jefe. Durante la época de la Reforma del siglo XVI, la Iglesia de Inglaterra rechazó las excesivas pretensiones del papado a la autoridad universal. Al hacer esto, sin embargo, no rechazó la fe católica y apostólica que siempre ha mantenido, así como los credos católicos históricos y el triple ministerio de obispos, presbíteros y diáconos. La razón de que nuestra iglesia se llame episcopal es que mantiene el antiguo orden episcopal en su ministerio. "Episcopal" proviene de la palabra griega episcopos que significa "obispo" o "supervisor".
El término "protestante" se usó en 1785 para distinguir nuestra iglesia de la Iglesia de Roma y de la Iglesia Ortodoxa Oriental que también tienen obispos. Además, porque participó de la Reforma religiosa del siglo XVI y se ha identificado con muchos de sus postulados teológicos y bíblicos. Pero esto no significa que somos simplemente una de las iglesias protestantes que surgieron de la Reforma. Estas iglesias hicieron una ruptura más grande con el pasado que la nuestra.
La palabra "protestante" no significa necesariamente lo opuesto de "católico", es ciertamente opuesto a "papista". "Católico" significa "universal", y nosotros somos parte de la Iglesia universal. También hace referencia a la antigua fe católica tal como se expresa en los credos —y nosotros sostenemos eso. De manera que podemos afirmar con todo derecho que somos católicos, o también que somos católicos reformados.
Este es el nombre que se le da a la familia de iglesias que descienden de la Iglesia de Inglaterra y que se encuentran en comunión con la sede de Cantórbery y unas entre otras. En la medida en que el imperio británico se extendió, así lo hizo la Iglesia de Inglaterra, la iglesia "establecida" del reino. Otras iglesias fuera de Inglaterra también surgieron por la labor de la obra misionera de otras iglesias hijas como la Iglesia Episcopal en Estados Unidos. Hoy la Comunión Anglicana consta de unos 80 millones de fieles agrupados en 29 iglesias autónomas pero interdependientes. La Comunión Anglicana se encuentra en todos los continentes y con particular fuerza en África. Nuestra iglesia existe en todos y cada uno de los países de América Latina. Solamente Bolivia es el único país que no tiene por lo menos un obispo episcopal o anglicano residente.
Los miembros de estas iglesias se conocen tanto como episcopales o como anglicanos, debido a su origen y herencia común. Las comunicaciones internacionales se mantienen a través del Consejo Consultivo Anglicano que tiene su sede en Londres, la Conferencia de Primados y la reunión de todos los los obispos diocesanos cada diez años en lo que se llama la Conferencia de Lambeth.
Hay tres niveles principales de organización o expresiones de la vida de la Iglesia: la congregación local o parroquia; la diócesis, integrada por parroquias y misiones en una zona geográfica determinada bajo la dirección pastoral de un obispo y la iglesia nacional. En cada caso, el gobierno es una mezcla de jerarquía y democracia, con distintas atribuciones y responsabilidades tanto para el clero como para el laicado, tanto hombres como mujeres. A nivel nacional, el principal ejecutivo es el Obispo Primado u Obispo Presidente. El más alto cuerpo legislativo es la Convención General que se reúne cada tres años para hacer sus leyes o cánones. Esta convención está compuesta por dos cámaras, una de obispos, y la otra de diputados clérigos y laicos elegidos por sus respectivas asambleas diocesanas. La legislación debe aprobarse en ambas cámaras para que tenga vigencia. Para llevar a cabo el trabajo entre una y otra convención, se elige un consejo ejecutivo que representa a toda la iglesia, y que está presidido por el Obispo Primado. Además, cada obispo celebra una convención o sínodo anual en su diócesis con el clero y los delegados laicos de las congregaciones al objeto de llevar a cabo el trabajo de la Iglesia en esta área más pequeña. El rector de la parroquia -una congregación que cubre todos sus gastos, es elegido por la junta parroquial y la congregación con la aprobación del obispo. El rector y la unta parroquial son responsables del trabajo de la parroquia conforme a la constitución y los canones de la iglesias nacional.
El obispo tiene grandes responsabilidades a varios niveles. En primer lugar es pastor principal, padre en Dios y primer misionero de la diócesis. Preside la Eucaristía, predica y ordena a los hombres y mujeres al ministerio sagrado, confirma, y celebra otros actos litúrgicos. Además, tiene otras responsabilidades que tienen que ver con la administración temporal de su diócesis.
La Iglesia Episcopal enseña que los laicos son también ministros llamados a participar en el ministerio de Cristo en el mundo. La palabra laico viene de laos que significa "pueblo de Dios". Después de muchos estudios y un proceso de selección algunos laicos son escogidos para ministerios especiales y para eso reciben la ordenación de parte del obispo en el marco de la Eucaristía. Los presbíteros suelen ser líderes espirituales de las congregaciones locales y están asistidos por diáconos y líderes laicos debidamente autoriza- dos. La palabra presbítero significa "anciano". Los diáconos usualmente asisten a los presbíteros y ejercen un ministerio especial con los pobres y los enfermos bajo la dirección del obispo. La palabra diácono significa "el que sirve a la mesa".
Las doctrinas básicas de la Iglesia Episcopal están contenidas en el Credo de los Apóstoles y en el Credo de Nicea, los dos credos de la cristiandad. Estos credos fueron redactados en los tiempos de la Iglesia indivisa, y el Credo Niceno ha sido la confesión normativa de la fe católica des- de entonces. Pero además de las creencias expresadas en los credos, la Iglesia Episcopal sostiene otras creencias y prácticas católicas, que han si- do incorporadas al Libro de Oración Común, el libro que contiene la liturgia y doctrina de la Iglesia. En ese libro está la forma en que adoramos y lo que creemos. Véase, por ejemplo, Un bosquejo de la fe, o Catecismo, a partir de la página 843 del Libro de Oración Común.
"Los sacramentos son signos externos y visibles de una gracia interna y espiritual, dados por y Cristo como medios seguros y ciertos para recibir esa gracia". Los episcopales creemos que hay dos sacramentos dados e instituidos por Cristo: el Bautismo y la Santa Eucaristía. No obstante, celebramos y administramos otros sacramentos basados en la Biblia, y son éstos la Confirmación, que sigue al Bautismo; el Matrimonio, en el cual una mujer y un hombre se unen como pareja para toda la vida; la Unción, el sacramento de la curación de los enfermos; la Penitencia, en el cual se nos da la seguridad del perdón de Dios; y las Ordenes Sagradas, en el cual los obispos, presbíteros y diáconos son ordenados. El Bautismo y la Santa Eucaristía se consideran necesarios para todos los cristianos. En la confirmación renovamos nuestra entrega a Cristo y por eso creemos que es una parte normal en desarrollo de la vida del cristiano en la iglesia; y, por supuesto, no todo el mundo participa en los otros sacramentos.
El Bautismo es el sacramento de la iniciación cristiana, el acto de ingreso en la Iglesia de Jesucristo. El signo externo es el derramamiento de agua o inmersión en nombre de la Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La gracia in- terna es la nueva vida, la muerte al pecado y la resurrección con Cristo. El Bautismo es nacimiento a la vida eterna. Los episcopales bautizan infantes, como lo hizo la iglesia primitiva. La Iglesia es la familia de Dios y, al igual que en la familia terrenal, los padres y otros familiares se ocupan de la crianza del niño hasta que sea bastante mayor para aceptar responsabilidad. La Iglesia Episcopal reconoce como válido cualquier bautismo con agua en el nombre de la Trinidad. Nunca re-bautizamos a nadie. En caso de duda el Libro de Oración provee para la celebración del "bautismo condicional". Todas las personas bautizadas tienen el privilegio de participar de la Eucaristía y de recibir la Santa Comunión regularmente.
En la iglesia primitiva el obispo bautizaba e imponía sus manos sobre los nuevos miembros y rogaba por los dones del Espíritu Santo, para que pudieran ser equipados por Dios para vivir la vida cristiana. Cuando las multitudes comenzaron a agregarse a la Iglesia, los obispos permitieron que los presbíteros bautizaran, pero se reservaron la imposición de manos, la Confirmación, para ellos. Se espera que cada miembro de la Iglesia en algún momento de su vida comparezca ante el obispo, su pastor principal y sucesor de los apóstoles, para reafirmar su intención de vivir como cristiano y recibir la bendición tradicional cuando pueda hacer su propia decisión de seguir a Cristo y renovar sus votos bautismales.
Este sacramento puede llamarse también la Santa Comunión, la Cena del Señor, o la Misa. El signo externo y visible es el pan y el vino. La gracia interna y espiritual es el cuerpo y la sangre de Cristo. En la última cena Jesús dijo que cuando comemos el pan y bebemos el vino jun- y tos debemos hacerlo en conmemoración de él. La palabra que traducimos por "conmemoración" es el término griego anamnesis, que significa mu- cho más que recordar, significa "hacer presente". Los episcopales no tratan de explicar filosófica- mente como se produce la presencia real de Cristo, pero por cerca de 2,000 años los cristianos se han reunido semana por semana, con la firme fe de que al participar del pan y el vino están en comunión con Cristo, con Dios y con todos los otros cristianos de todos los tiempos y lugares.
Las congregaciones locales (y su clero) pueden desarrollar diferentes estilos de culto y de énfasis ceremonial en la enseñanza e interpretación de la misión de la Iglesia. Nos sentimos orgullosos de la libertad que permite tales variaciones dentro de la misma comunión, y agradecidos por los movimientos que en cada generación procuran renovar la vida de la Iglesia. Los términos "iglesia alta" o "anglo-católica" e "iglesia baja" o "evangélica" se usan cada vez menos. Ambos se refieren a momentos históricos que han sido parte de la tradición anglicana. El primero trata de recuperar valiosos aspectos de la fe y práctica católica desatendidos en el tiempo de la Reforma y el segundo, busca afirmar y mantener énfasis reformados tales como la centralidad de las Escrituras, la predicación y la conversión. Hoy día las diferencias y tensiones en la Iglesia no se centran tanto en materias litúrgicas o ceremoniales como en diferentes interpretaciones de la misión y la evangelización. Hay parroquias "tradicionalistas", con una postura conservadora hacia el cambio en la iglesia, congregaciones "renovadas", que hacen énfasis en la evangelización personal y en los dones del Espíritu, y otras centradas en su misión en la sociedad, en asuntos de justicia y paz. Todas son parte de la misma Iglesia y todas, con excepción de las más extremistas, con- tribuyen a su equilibrio y a su salud espiritual. Los episcopales son libres de incorporarse a la parroquia de su elección, según responda a sus necesidades e intereses.
Las oraciones en la iglesia se han dicho "por un libro" desde los primeros tiempos y la Iglesia y Episcopal no hace más que seguir una práctica antigua e histórica. El Libro de Oración Común es una compilación de muchas fuentes antiguas y algunas relativamente modernas, y es reconocido universalmente como el mejor libro de oración en cualquier idioma. Pero nuestro clero no está tan atado a él que no pueda usar otras oraciones o incluso orar en forma extemporánea. Por otra parte, el uso del Libro de Oración sí nos protege de las vaguedades de un culto desordenado y ofrece plena participación de la congregación en el acto de adoración. Ninguna otra iglesia permite esto de manera tan completa como la Iglesia Episcopal. De aquí el nombre del Libro de Oración Común es decir, comunitaria.
La Iglesia utiliza todos los medios a su alcance para enseñarnos algo de la verdad de Dios y los colores son una forma adecuada de hacernos en- tender algo de lo que está sucediendo durante las diferentes estaciones del año cristiano. Cada color simboliza la idea principal de la estación u ocasión que celebramos. El blanco significa la pureza y el gozo, y por tanto se usa en Navidad, Epifanía, Pascua, Trinidad, el Día de Todos los Santos, y otras ocasiones jubilosas como las bodas. El rojo tipifica el fuego y se usa en Pentecostés y en las ordenaciones como símbolo del Espíritu Santo. También representa la sangre, y se usa por consiguiente en las fiestas de los mártires. El púrpura (o violeta) es símbolo de la penitencia, y se usa durante Adviento y Cuaresma. El verde significa la esperanza y el crecimiento, y se usa a lo largo de las estaciones de Epifanía y Pentecostés. El negro, señal de luto, se usa en muchas iglesias en Viernes Santo.
A la Biblia se le da un lugar fundamental. Mi- re cuidadosamente el Libro de Oración y vea cuánto de la Biblia hay en él. Los cánticos son de la Biblia, y así también los salmos. Dos o tres pasajes de la Biblia se leen en cada celebración de la Eucaristía, y se leen lecciones del Antiguo Testamento y del Nuevo en los oficios diarios de Oración Matutina y Oración Vespertina. El Libro de Oración, en efecto, es la Biblia en una u otra forma de principio a fin. Las mismas oraciones, en muchos casos, son paráfrasis de la Escritura. No sólo eso, la norma de fe y conducta de la Iglesia es la Biblia, y ninguna creencia se exige de sus miembros que no pueda probarse por las Sagradas Escrituras, o no esté de acuerdo con ellas.
Muchos ricos y poderosos han sido y son episcopales y muchos líderes mundiales han sido miembros de nuestra iglesia. Pero los episcopales proceden de todos los niveles económicos y de todas las culturas y orígenes étnicos. Los episcopales están por tradición en la vanguardia de los movimientos por los derechos humanos, la justicia social, la paz y la lucha contra la discriminación y la opresión. La Iglesia Episcopal, como iglesia de Dios, tiene sus puertas abiertas a personas de todas clases y condiciones porque todos somos hijos de Dios y todos necesitamos de él y porque la Iglesia ha sido enviada a proclamar las Buenas Nuevas de salvación a todo el mundo.
Algunos lo hacen y por eso abundan los chistes mal intencionados sobre los episcopales y el alcohol, pero la gran mayoría se abstiene. La ver- dad es que la iglesia no condena el beber con moderación. Jesús ciertamente no lo hizo; el vino era parte de la vida diaria en Palestina. Al mismo tiempo enseñamos el peligro del abuso del alcohol y otros vicios que dañan nuestro cuerpo y nuestro espíritu. Muchas de nuestras parroquias tienen un ministerio especial con las personas que sufren de alcoholismo. Alcohólicos Anónimos, por ejemplo, tiene sus raíces en la Iglesia Episcopal.
Hable con el ministro a cargo de la congregación, quien le orientará a partir de ahí. Seguramente tendrá que asistir a clases, para aprender más de Cristo y su Iglesia y qué se requiere de cada uno de nosotros. Si ha sido bautizado, es normal que en algún momento será presenta- do para la Confirmación o, en caso de que haya sido confirmado en la Iglesia Católica Romana o en la Ortodoxa, será recibido por el obispo en el marco de la Eucaristía. Cualquier persona bautizada, cuya fe de bautismo aparezca en una parroquia episcopal, o que haya sido recibida por el obispo, comulgue tres veces al año y contribuya con sus ofrendas al sostenimiento de la misión de la Iglesia es considerada miembro de la Iglesia Episcopal. En cualquier congregación encontrará a un grupo de personas que han encontrado a Cristo en sus vidas o que están en su búsqueda. De cualquier manera, le darán la bienvenida y le invitarán a adorar a Dios, a conocerle más y a servir a otros en su nombre.