terraplanismo

Tomás Verdes

Uno de los muchos movimientos actuales, quizás al que más personas ha seducido entre todos los fenómenos negacionistas, es el terraplanismo; el concepto de que la tierra es un disco y no esférica. Si bien esta idea puede parecer vetusta y paranoica, se trata un debate considerablemente presente en nuestros días. Es a partir de 2015 cuando esta teoría comienza a popularizarse, primero en EEUU, y, posteriormente en todo el mundo. En foros como Reddit o plataformas como YouTube, los usuarios empezaban a compartir sus cavilaciones y sospechas sobre la esfericidad de la Tierra. Alejados de una argumentación científica o una hipótesis sólida, la mayoría de ellas se reducen a pura superstición y conspiración. El flujo de publicaciones como estas va en alza, y, para finales de 2017, ya son millones los artículos dedicados al terraplanismo. Millones de personas que se plantean cuestionar los principios científicos. Y esto es un grave error. Algunos debates como el de la ética o la justicia, son libros que nunca se cerrarán, porque, al igual que las sociedades, son conceptos cambiantes. Pero, la ciencia no. Quizás la percepción sí, pero la ciencia no y la realidad tampoco.

Y resulta peligroso que un fenómeno como el terraplanismo, que surge de una idea conspirativa, pueda combatir a los argumentos del sistema espacial y el modelo planetario, que han tenido que demostrarse empíricamente para tener validez. No solo ocurre con la idea de la tierra plana. También hay personas que creen que El Holocausto jamás existió, que el mundo se acabó en 2012, o, la más reciente; que las vacunas incluyen geolocalizadores. Estos planteamientos no tienen ningún sentido, al menos desde la lógica. Pero sí pueden tenerlo desde el calor de un sentimiento colectivo. Porque decirle a un científico que la tierra es plana es una absurdez, pero hacerlo detrás de una pantalla o con millones de personas que te respalden, pues... parece algo menos ridículo, ¿no? (al menos para estas personas)

El problema de estos mensajes no es su fundamento, el cual a veces ni está definido, sino el alarmismo que los acompaña. Porque, sí, lo convencional aburre y lo extraordinario impacta. El camino hacia la mediatización lo recorre mucho más rápido una noticia sobre un meteorito con remotas posibilidades de impactar contra la tierra que otra noticia sobre nevadas en las montañas. La diferencia es que el segundo suceso, por mucho más que sea ordinario, es real. Y el primero, no tiene por qué

En definitiva, el terraplanismo no es más que otra tuerca de una gran máquina llamada “negocio del sentimiento”. La lucha de géneros, el cambio climático, el animalismo... son otros movimientos también hilados por este boyante mercado. Y detrás de todos ellos hay lo mismo; unas pequeñas y codiciadas cuadrillas rectangulares de distintos colores. Con esto, no pretendo desmeritar estas luchas o tacharlas de fútiles. Todo lo contrario; levantarnos contra lo que nos perjudica es humano y racional. Pero, como comentaba antes, solo los sucesos importantes se popularizan. Y si no existen, pues tienen que inventarse, porque ningún negocio se detiene, aunque se acabe la materia prima. Y este es el principal problema, que muchas luchas se adulteren e involucionen en vez de seguir progresando en dirección a sus objetivos primitivos. Y el único factor que produce esta exacerbación insostenible es el fin económico. Poniendo un ejemplo con la protesta racial, la gran mayoría de los manifestantes saldrán a las calles con la intención verdadera de acabar con la discriminación. Y aunque consigan mover conciencias entre la población, la lucha nunca acabará, porque los líderes del movimiento seguirán convenciéndoles de que existe racismo ya que, aunque los manifestantes hayan reclamado y conseguido voz y derecho para el grupo por el que protestan, los dirigentes de su revolución ya no pueden detener su maquinaria.

El fenómeno de la tierra plana sigue este mismo esquema. Hay demostraciones científicas de sobra como para verificar que el planeta es esférico, pero mientras siga prosperando la idea en el imaginario popular, seguirá mundializándose, para que la gente pueda escuchar lo que quiere escuchar. Y es que, por muy grande y acogida que sea una mentira, nunca se tornará verdad. Y la lógica más simple nos dice que no se puede pretender cambiar la realidad en función de la perspectiva, sino la perspectiva en función de la realidad.