鸡肉面条汤

Víctor Fernández (finalista del concurso de relatos)

Después de una noche de fiesta, Carlos no esperaba levantarse con resaca; pero cuando sintió las náuseas y vio que en su brazo había tatuado un mensaje en chino, empezó a cuestionarse si de verdad era Fanta lo que le habían echado en el vaso.

Después de varios paracetamoles y unos huevos rellenos que se encontró en la nevera, el dolor de cabeza se le fue pasando a la vez que empezaba a recordar, cada vez con más detalle, los excesos de la noche anterior.

Con un poco de esfuerzo recordó que, en un principio, había quedado con sus amigos para cenar y, después de quedarse con un poco de hambre, fueron a un bar a tomarse unas tapas. ¡Qué casualidad que junto con los pinchos morunos también sirvan cerveza!, pensó Carlos. Fue en ese momento en el que la noche se empezó a desmadrar.

Tras muchas “tapas”, Carlos y sus amigos decidieron que sería buena idea ir a la discoteca a bailar. En un principio, todo había ido bien, pero entonces Carlos recordó un detalle crucial. Momentos antes, cuando había mencionado que le dolía la cabeza, una chica le echó en el vaso una pastilla que según ella era una aspirina (aunque sus efectos fueron más allá de aliviar el dolor).

Afortunadamente, sus amigos se dieron cuenta de que algo no iba bien y lo sacaron a la calle para que le diera un poco el aire. Después de que Carlos intentara besar una farola y se pusiera a gritarle a un gato, decidieron que era mejor que comiera algo cuanto antes.

Una vez llegaron al puesto de comida más cercano, pidieron un kebab para cada uno y se pusieron a hablar con la camarera, mientras Carlos decía algo sobre saborear colores, con la mirada perdida en el horizonte.

Estuvieron hablando un buen rato y resultó que además de tener su misma edad, la camarera estaba aprendiendo a tatuar. Entonces fue cuando a los amigos de Carlos les pareció gracioso ofrecer a su amigo como conejillo de indias. Ya sea por los efectos del “paracetamol” o simplemente porque no le dio muchas vueltas, Carlos accedió a tatuarse una frase super profunda en chino.

Una vez recordado todo, Carlos miró en internet qué significaban las letras de su tatuaje. No tardó mucho en descubrir que en su brazo ponía “sopa de pollo con fideos”, lo cual no se alejaba mucho de la actual descripción de su lamentable estado.

Después de todo, pensó, no había estado tan mal: Había salido de fiesta, conseguido un tatuaje gratis e incluso había aprendido un poco de chino.

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Moraleja: Cuando salgas de fiesta, intenta tener tu vaso vigilado y solo acepta dinero de los desconocidos.