CAP 6

SEXTO CAPÍTULO

Los tres grandes amigos pasearon por el muelle. El capitán se había puesto en medio de sus camaradas, quienes le escuchaban atentamente. La historia fue larga. La caminata también. Pero ni Redford ni Barkley perdieron detalle. Ellos conocían bien a su amigo y, después de escucharle durante horas, sabían definitivamente por lo que su compañero estaba pasando.

- ... y después, estaba cayendo al vacío, y de repente, desperté aquí. Así acaba la historia. – concluía Leonard después de hablar durante una extensa media hora

- Es fascinante que te puedas acordar con tanto detalle, sin duda – decía Barkley asombrado

- Y todo ese detalle nos permite darle un significado, Leonard; un significado a tu sueño y también a ti mismo – añadía Redford

- ¿Tú crees? pues yo no se lo encuentro – afirmaba contrariado el capitán

- Es muy sencillo. Repasemos los hechos, estabas convencido de que llegarías al fin del disco terrestre. Así nos lo comunicaste desde que saliste de Roderick. Sin embargo, nadie de tu tripulación creía en ello. Lamento comunicártelo, pero el único terraplanista de la tripulación eras tú, Leonard. Sin embargo, decidiste continuar con el plan. Saliste de puerto, y a 40 millas de la costa, según me informó por radio Klay, te desmayaste. Y allí comenzó tu deriva, ¿no es cierto?

- Nunca tuve conocimiento de que yo era el único que creía en la idea de la tierra como un disco – decía Leonard desanimado – Lo demás parece ser cierto, según dicen mis grumetes

- Bien, ahora centrémonos en el sueño – continuaba Redford

- Sí...

- Leonard, por lo que he podido esclarecer de la turbia historia que me has narrado, tuviste contacto con tres inusitadas civilizaciones, tres culturas que te parecieron extravagantes y conspirativas, ¿no?

- Así es, Red

- Bien, Leonard, a medida que te acercabas al fin del mundo, las experiencias que viviste fueron cada vez más extrañas y peligrosas; unos pobladores indígenas que eran espiados por la luna, una vieja radical de la fe que decía ejecutar los veredictos de Dios... Y por fin llegaste a Cladevitare. Y allí la civilización era igual de particular que las anteriores, pero allí no fuiste recibido con hostilidad, ¿verdad?

- Sorprendentemente, no

- Bien, te explicaré por qué – Redford miró hacia Barkley, quien sabía a la perfección que ahora su compañero iba a extender una profunda reflexión. Así que él se limitó a sonreír y abrir un poco más sus oídos

- Adelante – dijo el capitán

- Leonard, a lo largo de tu deriva onírica, has sufrido todos los fanatismos; el negacionista, el religioso, el hedonista... Has sufrido a personas convencidas de un fin irrealizable. Y ninguno de ellos te ha hecho despertar. En las dos primeras islas, estuvieron a punto de hacerlo, pues, aunque fuera dentro de un sueño, viste la muerte cerca de ti. Y ellos te querían matar por su fanatismo. El problema es que tú también eres como ellos. La vieja te quería matar porque estabas en contra de los veredictos del señor y ella no aceptaba otra respuesta. Los luxvetitíes te querían matar porque estaban convencidos de que la luz era la espía que les contemplaba, aunque tú no la vieras con tales utilidades. Esos dos primeros intentaron traerte de nuevo a la realidad, pero tú no quisiste, y seguiste navegando sobre tu intransigencia. Y en la tercera isla, el hombre no pudo contenerte. Él también era un loco, pero Proeliuminemo era un loco que entendía otras formas de locura. Él te explicó su proyecto y te ayudó a cumplir el tuyo, pese a que no te lo recomendaba. De ese hombre pudiste aprender que, a veces, hay que dejar de ver y empezar a observar; a veces hay que mirar con detenimiento e incluso detenerse, para seguir avanzando. Pero tú, hiciste lo contrario. Criticabas a los luxvetitíes y a la vieja de Deusjudicii, pero actuaste como ellos, y estuviste dispuesto a matar solo por la razón de llegar hasta el final. La vida te puso a un monstruo delante del espejo y no supiste que tenía tus mismos ojos.

- Pero, Red... – interrumpía Leonard entristecido

- Amigo mío, duele vivir con la verdad, pero más aún morir por la mentira. Y tú, Leonard... has enloquecido por tus falsas verdades, has sobrevivido a tus propias mentiras. Has soñado con la utopía de otros fanatismos, y, al final... ha sido el tuyo el que te ha hecho despertar.