VIERNES DE OXITOCINA Y LUNES DE CORTISOL

Elena Fernández y Raquel Mateos

¡Ay, el viernes!, día de desconexión, de estar con los amigos, de pasar el rato y olvidar los problemas… ¡Oh, lunes!, de presiones laborales, escolares, familiares…

El ritmo social actual ha creado grandes dependientes de la dopamina, hormona del placer inmediato, ya que este nuevo mundo (exigente, individualista y mediatizado por las nuevas tecnologías) hace que permanezcamos expuestos a un constante estrés y a las opiniones del resto. Este estado de tensión y malestar es producido por el cortisol, hormona encargada de mantener en alerta al cuerpo.

Una sobreexposición al cortisol puede alterar los procesos corporales aumentando un riesgo de padecer problemas de salud (ansiedad, depresión, dolores de cabeza, musculares…)

Es cierto que el modo de evasión del mundo real más demandado en nuestros días es el uso de las redes sociales. ¿Estoy cansado? Voy a Instagram ¿me aburro? Entro a Tik Tok ¿tengo un rato libre? Me meto en WhatsApp. Esto se debe a que el uso de estas genera la segregación de la dopamina que proporcionará un sentimiento placentero inmediato de calma y desconexión que será momentáneo.

Por otra parte, la sobreexposición a las redes, los prejuicios y los juicios sociales pueden generan problemas de salud como ansiedad o un sentimiento de estar atacado. Las respuestas naturales inmediatas del propio cuerpo oscilan entre el enfrentamiento y la pelea o la huida dependiendo de factores como la propia genética o las experiencias pasadas. Por consecuencia, se activa la segregación de cortisol por las glándulas suprarrenales que tiene como objetivo prepararnos para la huida.

Las redes sociales son un elemento muy recurrido diariamente. Como nos muestra el artículo “La verdadera cara de las redes sociales” son un “arma de doble filo”, por lo tanto, es necesario hacer un uso moderado y adecuado de ellas.

¿Será cierto entonces que las redes sociales aportan la plenitud necesaria para abandonar el estado de estrés?

Pues bien, frente al placer instantáneo y perecedero aportado por la dopamina se halla la hormona de la felicidad y del amor, la oxitocina. Esta última se segrega en los momentos más sencillos y reconfortantes del día a día tales como: reír, pasar el tiempo con los seres queridos, las relaciones afectivo-sexuales, meditar, dar abrazos e incluso llorar.

Quizás no estaría mal tener una “persona vitamina” ¿verdad? Ese apoyo incondicional encontrado en familiares o amigos. La persona que te escucha te abraza, te presta atención o simplemente te mira fijamente mientras le hablas. Todo aquello que nos arrebató el COVID es realmente lo que te puede atar a la cordura y la felicidad.

Llegado a este punto la decisión crucial es: ¿Qué me aporta la verdadera felicidad, la dopamina, ese placer instantáneo y fugaz o la oxitocina, la felicidad escondida en lo más simple?