En nuestro planeta existen más de 300.000 tipos distintos de plantas. Pueden ser terrestres, acuáticas, grandes o pequeñas, vivir siglos o meses,… Pero todas las plantas tienen características comunes. Son seres vivos pluricelulares autótrofos, es decir, fabrican su propio alimento a partir de sustancias inorgánicas que toman del suelo (agua + sales minerales) y del aire (CO2 - dióxido de carbono) y que, con la energía que obtienen de la luz del sol, transforman la materia inorgánica en materia orgánica, en un proceso llamado fotosíntesis.
Como ya hemos dicho son capaces de fabricar su propio alimento. Esto lo hacen con la ayuda de un pigmento verde llamado clorofila. Son seres vivos pluricelulares que viven sujetos al suelo, por lo que no pueden desplazarse. Sin embargo, realizan todas las funciones propias de los seres vivos.
Es indudable, la importancia que tienen las plantas en nuestra vida. Ellas nos proporcionan muchos beneficios: son alimentos; prácticamente todo lo que comemos proviene directa o indirectamente del reino vegetal. Son medicinas; muchas personas usan a las plantas para curarse. Nos dan energía; las plantas son el principal combustible de sus casas para cocinar y tener calor. Regulan el agua; las plantas son componente importantes en el ciclo del agua, ellas contribuyen a distribuirla y purificarla, moviendo el agua del suelo a la atmósfera en el proceso llamado transpiración. Nos dan oxigeno; el oxígeno que respiramos todos los días, es un producto de la fotosíntesis.
La reproducción de las plantas es de dos tipos: sexual o asexual.
REPRODUCCIÓN SEXUAL. La mayor parte de las plantas tienen reproducción sexual. Esto quiere decir que es preciso que los espermatozoides se unan con los óvulos.
Las etapas de la reproducción de las plantas son:
1. La polinización. Para ello es preciso que el polen viaje desde el estambre al pistilo de la misma flor o de otra. De esta manera los espermatozoides se podrán unir con los óvulos. El transporte del polen se realiza por medio del viento o de los insectos.
2. La fecundación de las plantas. Algunos de los muchos granos de polen que producen los estambres logran llegar hasta el pistilo de la misma o de otra flor del mismo tipo. Estos granos se pegan en la parte superior del pistilo. Situados en el pistilo, los granos de polen producen un tubito que atraviesa el ovario para llegar a los óvulos. Por este tubo descenderán los espermatozoides que hay en el grano de polen y fecundarán los óvulos. Producida la fecundación, el óvulo se transforma en cigoto y crecerá para convertirse en embrión. El embrión formará parte de la semilla.
3. La semilla y el fruto. Tras la polinización, es el siguiente paso. Las semillas se forman a partir de los óvulos, que acumulan alimentos y crecen. En su interior se encuentra un embrión (planta en miniatura) que ha empezado a formarse. El fruto se forma a partir del ovario. En su interior se encuentran las semillas. Su función es protegerlas y guardarlas para que se dispersen.
4. Dispersión de la semilla. Antes de que la semilla se convierta en una nueva planta es preciso que caiga al suelo en un lugar adecuado. Este traslado de las semillas puede ser con la ayuda de: animales, el viento, el agua...
5. Germinación de la semilla. Una vez que la semilla ha caído al suelo, si se dan las condiciones adecuadas de humedad y temperatura, el embrión empieza a crecer, apareciendo la raíz que se hunde en el suelo, el tallo y las hojas. El embrión crecerá usando las sustancias de reserva de la semilla hasta que la nueva planta sea capaz de realizar la fotosíntesis.
Polinización
Fecundación
Germinación
REPRODUCCIÓN ASEXUAL.
La reproducción es de tipo asexual cuando una parte del cuerpo de la planta se separa y da origen a otra planta nueva. Esta reproducción también se da en las plantas con flores.
El mundo de las plantas
Web creada el 29/01/2024
M. Prado Gómez Velasco