La Puerta del Ensueño (Prólogo)


Siempre consideré la escritura como un pasatiempos, o un escape cuando me mudé a Caracas, prácticamente obligado por mi familia, para estudiar bachillerato y salir de una buena zona de Valencia, pero que estaba rodeado de ranchos, ¿o más bien por lo salvaje que era? ¡Hasta el líder de la cuarta etapa era, perfecto de patotas o bandas, pero no delictivas, Ja, ja, ja. Siempre he dicho que soy un escritor por error, y así fue, porque de haberme quedado en la casa donde viví mi infancia, seguramente estuviera bajo los barrotes, para ser exagerado… desde aquel entonces empecé a escribir, claro, no tan especializado, tampoco pensé que llegaría a ser periodista, pero fue un refugio, además que era medio campesino, ja, ja, ja.

Pasaron los años, siempre con un cuaderno y lápiz en mano, siendo descriptivo en todo lo que pasaba a mi alrededor, y, en medio de todo, hasta hice 4 personajes dentro de lo que escribía, con diferentes personalidades, que, de una y otra manera, me aconsejaban a mí, ¿qué locura, verdad? Bueno, con todo aquel eje bohemio, era un loco de carretera, en el buen sentido, chistoso y todo lo demás, pero con ese toque de escritor que había creado. Empecé a ver la vida de otra manera, como nadie las veía, comenzando aquella transformación al bohemio, el que hoy muere a través de mi semanario por Internet.

Luego de mis toneladas de textos, empecé a escribir novelas, pero no para publicarlas, sino para mí, como parte de una distracción, creando personajes, ambiente, y mejorando la redacción, perfeccionando un estilo, gracias a mis estudios realizados. Por un momento pensé que publicaría algunas de mis novelas, todas trágicas, amorosas, dramáticas, reales, sardónicas y con el toque del punto cómico, complejas en su plenitud, además de ser contradictorias, pues, así es la vida, un completo mentís de sapiencias encontradas. Siguieron pasando los años, aumentaron mis novelas a doce, y sólo una con el punto y final, pues, me enamoraba tanto de mis personajes, que sólo en mis pensamientos terminaba la historia. Empezaba a escribir otra, incluso dos al mismo tiempo, hasta que apareció un título en mi mente: “El Recinto del Diablo”, un sueño mitológico que no me dejó dormir por más de un mes y llevé a las letras, mas, en tres meses, ya engranados los personajes y tramas, me vi obligado a cambiar el título, ese que saldrá al mercado muy pronto si Dios quiere y se me reconocerá como escritor, algo que no creo, porque escribir para mí siempre fue como hablar; se me hace fácil, sin tanto pensar, además de dibujar al estilo caricatura, otro hobbies que tuve desde pueril, y ahora verá mucha gente, dentro de la novela, porque posiblemente sea ilustrada, ya dependerá de la Editorial, además del público, porque no son imágenes sutiles, no es una historia de final feliz (ninguna de mis historias), tampoco lineales, por los puntos de retornos que tienen, tipo guión de película y esa esencia teatral, luego de egresar de Rajatabla. Mi escritura es una mezcla de imaginación con teatro, cine, televisión y periodismo, ¡vaya mazacote! Y, claro, sin olvidar el sarcasmo, como lo es el semanario, el sexo al grano, descriptivo, con esencia, que no tiene nada que ver con El Literato, y, por ende, leerme por allí no tendría ninguna comparación con algunas de mis novelas, porque es otro polo.

Se me presentó una oportunidad de publicar mi última novela, la que tiene fin, aunque con un final abierto, adelanto, pero a la vez cerrado, ¡ya sabrán el porqué cuando la lean! Como mencioné, todo partió de un sueño, de un ambiente terrenal–mitológico bastante complejo, ya que el personaje principal sufre de esquizofrenia, tiene su vida propia, pero a su vez vive entre el amor y el odio, entre los sueños y la realidad, en “La Puerta del Ensueño”. Como se darán cuenta, mi imaginación vuela, pero más allá de ello, para darle vida a personajes mitológicos, tuve que crear un personaje enfermo, precisamente de la palabra “schizo” que significa división, y, casualmente, es griega, como mis personajes, aunque, en todo su esplendor, la romana es idéntica, sólo que los nombres son diferentes. Luego me encontré con la palabra “phrenos” que significa mente, es decir, que escribir acerca de la esquizofrenia, o enfocarse sólo en ello, resultaría interminable, porque aún especialistas ignoran muchas aspectos, no sólo por la enfermedad, que muchos también lo llevan a tener la virtud de ver lo paranormal, sino la misma mente, esa que tenemos y nunca terminamos por conocernos ni a nosotros mismos.

Imagínense a una persona común y corriente, estudiante de ingeniería, con una novia rubia de pasarela, yoísta, malcriado y petulante, caprichoso en demasía, con una enfermedad como ésta. Además traiciona a su mejor amigo, porque mantiene relaciones con su novia, y, para colmo, se obsesiona con su cuñada, al punto de lograr lo que quiere, a costa de lo que sea. ¿Se imaginan? Para construir el personaje no me enfoqué en la esquizofrenia, porque no quiero dármelas de psicólogo y decir que el eje principal de mi novela es mórbido o presenta siempre locura, ¡no! Es un hombre más del montón, de esos materialistas machistas, hablachentos pero idiotas, inteligentes en su rama, sí, pero es otro más, otro hombre guapo que conquista mujeres y se las lleva a la cama, que consigue lo que quiere sin hablar, hasta que se le presenta un “no”, ligado a los primeros trastornos emocionales. Eso es él, un sujeto caracterizado con un disturbio fundamental de personalidad, con distorsión del pensamiento, discernimientos alterados, respuestas improcedentes y hasta con cierto grado de autismo, pero, ojo, que nadie ve, porque en mi historia él sabe que está enfermo, se controla en el habla, aunque su mismo estado, a lo largo de la historia, se descubre la verdad… Para ser más claro, él presenta un desorden mental severo, pero sin daño orgánico, sólo cuando entra en crisis, es decir, que sufre un trastorno de personalidad, pero en sus sueños, en delirios oníricos que lo postran en una cama y lo llevan a conocer la mitología, una historia completamente diferente a la suya. Su estadía en ese lugar lo consume como hombre en su mundo, además que jamás le agradó el tema mitológico, y precisamente Morfeo se encarga de hacérselo conocer, como su guía, pero más allá de un simple delirio… es tan sólo una de las componendas principales de la novela.

“La Puerta del Ensueño” nos lleva a conocer a un hombre que vive entre la realidad y la fantasía, entre el amor y el odio, el hecho de siempre haber sido materialista y luego reconocer que amaba a una sola mujer, o eso rumia, analiza, dentro de tantos sucesos, muchos sin retorno o tengan cabida al arrepentimiento. El odio que empieza a sentir dentro de sí lo hace alucinar, incluso a saber lo que le pasaría a otras personas, a escuchar voces y luego verlas, como si existieran, cuando sólo era parte de su verdad. Lo interesante del personaje principal es que no acepta su padecimiento, no busca ayuda, tampoco su familia lo socorre como es debido cuando es descubierta, prefiriendo aislarlo, o intentarlo, cuando un enfermo con estas características lo que necesita es cariño, comprensión, por muchos rencores y rencillas que arrastrase el pasado, ¡y es que no perdonaba, ni siquiera a él mismo!

No preciso qué tipo de esquizofrenia padece el menor de la familia, simplemente porque especialistas no encuentran el porqué de su estado, incluso lo llevan a diagnosticar de catalepsia. Indudablemente, tampoco la familia hace el mayor esfuerzo por buscar un médico especialista. Ahora bien, no especifico el tipo porque es una mezcla de todas, es decir, que padece de delirios, creer que predice el futuro –que sucede en una parte de la novela-, que no le palpita el corazón, que es un héroe del mundo, que el universo es una farsa, además de la ira, el retraimiento, sentirse superior, vehemencia extrema, en fin, esquizofrenia de tipo paranoide, persecutorio, grandioso, religioso, nihilista, y hasta una esquizofrenia de tipo desorganizado, por la pérdida del sentido de la vida, ya que no quiere, en un tiempo, tener contacto con su medio ambiente, en su terrenalidad, sino dentro de sus fantasías. Los médicos no se equivocan del todo porque existe el tipo de esquizofrenia catatónico, porque el individuo pierde la movilidad, permanece completamente inmóvil durante días, perdiéndose la alimentación, es decir, que se acumulan los desechos en el cuerpo, en vez de evacuar, por decirlo de algún modo, causando emergencia en los médicos por presentarse mortal. En el caso de mi personaje, hasta la conciencia pierde, otro punto que desconcierta y termina por ser una enfermedad sin diagnóstico preciso: sólo se debe esperar y hacer todo lo posible por mantenerlo vivo.

Me resulta curioso hablar de mi personaje y de la esquizofrenia porque la novela no se basa en medicina, sólo quiero crearles el panorama, aunque ni se lo imaginan, porque no ambientalizo ni menciono personajes claves, como tampoco el final de la historia. Hay una parte donde, consciente, le hacen estudios especializados, pero se burla del doctor, un psiquiatra, capaz de constatar que no padece de esquizofrenia. Aquí resultaría, por lógica, la de tipo residual, es decir, que luego de sufrir los trastornos, no se presenten manifestaciones. Difinitivamente, el personaje enamora en el transcurso de la novela, a la vez puede ser odiado, pero engancha, según personas que han leído la historia en su plenitud, de hecho, recuerdo que una amiga y yo la leímos en un día, entre vodka, cigarrillos y hasta actuando varias escenas. Para mí, sin duda alguna, “La Puerta del Ensueño” es un concepto extenso de cómo conocer la mitología, mezclada con realidades caraqueñas y aspectos humanos que todos vivimos en algún momento. Les invito a leer, conocer y sentir esta novela, hecha con mucha pasión y dedicación.

Frank Nessi “El Literato” Contreras