El papel de la política fiscal en la recuperación económica tras una crisis.

El desempeño económico de los países que optaron por una política fiscal para reactivar sus economías después de una crisis fue elevado y sostenido. El resultado para aquellos países que la restringieron fue menos optimista.

Azael J. Mateo Mendoza
20 de septiembre del 2018

En esta entrada se aborda de manera analítica el papel de la política fiscal en algunos países alrededor del mundo que sufrieron una crisis en su economía entre 1990 y hasta principios del 2000. En una primera parte a la que nombré A diez años de la crisis: el papel de la política fiscal en México, intenté explicar cómo las políticas económicas de corte fiscal intervinieron en la recuperación económica nacional y cómo una política del gasto expansiva pasó de ser una medida contra-cíclica que pretendía reactivar los sectores de producción a ser un problema de endeudamiento sostenido que ha prevalecido hasta nuestros días. Ahora, con base a la literatura especializada, será turno de intentar explicar el papel de la política fiscal durante las crisis de Argentina, Brasil, Corea, México y Rusia.

Mucho se ha escrito para dar respuesta a lo que causó el “boom” de las crisis durante el último quinquenio de 1990 y el primero del 2000 en los países ya mencionados. Algunos estudiosos acusan al rápido proceso de la apertura financiera como la principal causa (Gazol, 2014; Huerta, 1995). mientras que otros tantos aquejan el origen del problema a la injerencia que tenía el Estado sobre esta (enfoque convencional). Poco se habló sobre las repercusiones y posibles soluciones a las crisis y aún más pobre fue la consideración de de la política fiscal como el eje de la reactivación económica nacional. Los beneficios o desventajas de implementar una política fiscal expansiva durante cualquier fase del ciclo económico han sido un tema de constante discusión, la visión convencional asegura que no aporta ningún beneficio en términos de producto y empleo, mientras que para la visión de otro grupo es fundamental para la estabilidad del ciclo económico.

En Argentina, Brasil, Corea, México y Rusia, previo a la crisis que tuvo cada nación, se adoptó el modelo neoliberal como estrategia de crecimiento económico. Este modelo de liberación comercial y financiera prioriza la estabilidad macroeconómica tanto domestica como externa para mantener estable el sentimiento de los inversionistas y así acaparar grandes flujos de capitales. El coste ex-ante de la crisis que supone es elevado debido a que impide la adopción de políticas de crecimiento liderado por la demanda agregada, es decir, restringe al componente fiscal expansionista para promover metas de desarrollo y crecimiento económico. En sentido ex-post de la crisis, los gobiernos no tienen otra alternativa más que profundizar los mecanismos neoliberales para recuperar la confianza de los inversionistas y así revertir las salidas de capital y la crisis (Cruz;Lapa, 2012).

La restricción a la política económica tiene importantes repercusiones en el crecimiento económico porque el componente de la demanda fundamental para estabilizar el ciclo económico es el gasto público. Las economías en desarrollo se caracterizan por mantener un desequilibrio entre la capacidad productiva y la mano de obra, generando un grave problema de desempleo. Por esta razón la inversión pública resulta fundamental para iniciar un ciclo de crecimiento económico en el corto plazo y, a su vez, mantenerlo en el largo plazo gracias a la inversión privada que arrastró. Así, por ende, la cuestión a resolver no está en si debe o no haber gasto público expansivo, sino el nivel y el financiamiento del mismo.

Después de enfrentar crisis económicas, las economías de Argentina, Brasil, Rusia, México y Corea presentaron una evolución heterogénea de su PIB, desde una tasa promedio de 3.7% como en México y Brasil, hasta una tasa promedio de 8.5% en Argentina. Respecto a la evolución de la recuperación económica en cada país resulta interesante saber el papel que jugó la política fiscal. Para el caso de México y Brasil, la reacción ante la crisis fue la profundización de la estrategia neoliberal, acentuando así su restricción de política económica; y en un segundo grupo Argentina, Corea y Rusia optaron por una serie de medidas contrarias al pensamiento convencional.

Brasil y México adoptaron una serie de condiciones de diversos organismos internacionales a cambio de recibir deuda y poder sanar sus economías. Entre las condicionantes estaba mantener un nivel de inflación relativamente bajo, mejorar el balance fiscal, mantener tasas de interés elevadas y pagar puntualmente su deuda. En este contexto, México apenas registró en 1995 un magro déficit fiscal de 0.3% del PIB, mientras que Brasil en 1999 registró un superávit fiscal de 1.8% de PIB. La política fiscal de Brasil resultó bastante más radical que la efectuada en México. Los gigantescos préstamos que recibieron ambos países restringieron aún más su autonomía de política económica.

Para el caso de Argentina, Rusia y Corea, el primer paso hacia el rompimiento de la restricción de política ex–post crisis consistió en no priorizar el cumplimiento de las obligaciones de deuda. Esta decisión, complementada por otras en materia fiscal y monetaria contrarias a la estrategia neoliberal, caracterización a los programas de recuperación económica de estos tres países. Se priorizó la recuperación de la actividad económica real sobre la financiera y así estas economías lograron la autonomía necesaria para implementar programas de gasto público expansionistas.

Respecto a los procesos de recuperación económica, todas las economías comentadas excepto la mexicana mantuvieron una política distinta a la sugerida por la estrategia neoliberal, incluida desde luego la política fiscal. Como consecuencia, el desempeño económico de las economías que rompieron su restricción de política económica después de sus respectivas crisis fue elevado y sostenido. México priorizó un balance fiscal y unos indicadores macroeconómicos sanos para los años siguientes a la crisis, como consecuencia, la política fiscal no intervino en la recuperación económica y la dimensión de su crecimiento fue muchísimo menor al de las demás economías.