Corrupción y elecciones: Lo que se espera del siguiente sexenio

Se espera que el ganador de las elecciones presidenciales formule controles estrictos sobre las relaciones de poder que existen entre el estado y terceros beneficiados desmesuradamente

Mariana Galván
30 de junio del 2018

Es temporada de elecciones, y cada día que pasa pareciera ser que las tensiones alrededor del primero de Julio se acrecientan. Durante la temporada de campaña pudimos escuchar y ver un cúmulo de acusaciones entre los diferentes candidatos. Más allá de eso se pudieron observar numerosas noticias fabricadas o falsas a favor y en contra de todos los candidatos. Ninguno se salva.

Pero no es la circulación de noticias y acusaciones, el tema de esta semana se enfoca en la razón para crear estos fenómenos, y esto mismo radica en el motivo para conseguir la presidencia: el poder.

El poder del estado en México se ha visto cuestionado por razones más allá de las condiciones económicas y sociales, éste ha demostrado que los escenarios para la colusión entre el poder que reside en él y las relaciones personales son más comunes de lo que pensamos.

De la manera más lamentable durante los últimos años las controversias sobre desviación de recursos han tenido una cobertura más amplia. Y la corrupción se ha expuesto a públicos más sensibles.

Todo luce en un panorama más deteriorado, con los niveles de pobreza aumentando con los años, condiciones económicas que no permiten mantener un ritmo de crecimiento estable. Y encima de todo, la percepción de la corrupción ha empeorado.

Transparency International (TI), cada año publica el índice de percepción de la corrupción para cada país. Dónde el primer país es dónde menos se percibe la corrupción y el último es dónde se percibe más.

Para el 2016 México ocupaba el lugar 123 de 176 de la lista y para el 2017 pasó a ocupar el lugar número 135. Esto significa que en tan sólo un año, la percepción de la corrupción es un caso que se generaliza y se normaliza en todas las relaciones de poder.

Es por la corrupción que la confianza en el estado y la efectividad de sus acciones han sido cuestionadas de manera intensa durante los últimos años, donde la disponibilidad de la información es todavía mayor que en las dos décadas pasadas.

Las acciones por parte del estado para combatir las contingencias del mercado, se han considerado como poco eficientes debido a los presuntos actos de corrupción cometidos, y ahora que las elecciones están cerca, todo el público mexicano que observó el desenvolvimiento de las controversiales campañas está decidido a emitir una decisión esperando que la situación cambie.

Lo que se espera no es un cambio radical en la forma de hacer política, porque ha quedado demostrado que la renovación de mandatarios no convertirá la actual situación en poco tiempo.

México necesita cambios críticos, profundos y de largo plazo para poder experimentar consecuencias positivas. Al parecer las elecciones de éste sexenio están cargadas de sentimentalismo y esperanza. Las expectativas de los votantes se encuentran enfocadas en la posibilidad de oportunidades de crecimiento que cada candidato, partido y propuestas puedan traer.

Las elecciones traerán una gran responsabilidad y compromiso de quien sea que resulte ganador. El compromiso no solo es un mandato que consiga objetivos satisfactorios en materia económica, éste será un compromiso de un sexenio más transparente y justo para todas las personas que están a la expectativa de las acciones del estado.

Se espera que el ganador de las elecciones presidenciales formule controles estrictos sobre las relaciones de poder que existen entre el estado y terceros beneficiados desmesuradamente y sin mérito alguno, se busca que el estado ofrezca acciones éticas, transparentes y convenientes no sólo para las minorías privilegiadas, sino también para las personas que se encuentran fuera de cualquier círculo de poder.