Sobre las condiciones político-económicas en el mundo y la forma en que México debe reaccionar ante ellas

La economía mundial está en un reacomodo que no se había visto desde el final de la Segunda Guerra Mundial, las potencias tratan de asegurar su lugar mientras otros surgen y compiten contra ellos. México tiene la oportunidad de cimentar las bases para comenzar a destacar a través de estrategias bien fundamentadas.

José Luis López
18 de agosto de 2018

El mundo no es como antes, la realidad económica que se ha mantenido desde las décadas de 1970 y 1980 comienza a peligrar de forma simultánea incluso en algunas de las naciones más poderosas en lo económico y político, mientras que en otras que, en décadas anteriores eran consideradas como promesas, actualmente ya son una realidad. Dicho de otra forma, la hegemonía que acumuló Estados Unidos durante gran parte del siglo XX se ha diluido gradualmente y la estructura político-económica se ha convertido en multipolar, permitiendo que nuevos actores sean relevantes en el acomodo mundial, teniendo casos en prácticamente todas las regiones.

En Europa, el BREXIT ha sentado las bases para desestabilizar no solo a la eurozona, sino también al mundo entero. En Estados Unidos, su política económica ha desincentivado las inversiones en otras naciones, el tema de los aranceles y su tendencia a posibles guerras comerciales, fortalecido su divisa y generado incertidumbre tanto en aliados como en enemigos sobre las acciones que puedan realizar en el futuro.

En Asia, Japón y Corea del Sur han destacado en lo tecnológico, mientras que otros países han incrementado su capacidad económica a través de la manufactura. China, por su parte, motivado por su enorme fuerza laboral, ha crecido exponencialmente en los últimos años, convirtiéndose en la segunda potencia económica mundial, pasando de ser un país de manufactura a uno que comienza a fomentar la tecnología.

En Oriente Medio, el que históricamente ha sido un aliado e intermediario con los demás países árabes para Estados Unidos, Turquía, se ha envuelto en una debacle por malas decisiones de su gobierno, reflejado en la poca confianza que tienen los mercados sobre el país a través de la depreciación de su moneda en alrededor de 68% en los últimos 12 meses, en parte por el conflicto reciente con Estados Unidos por el pastor Andrew Brunson y por la retórica del presidente Trump, incluyendo el tema de los aranceles, además del poca capacidad autocrítica del presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan.

Aunque es cierto que el tema de la depreciación de la lira turca en los últimos días es resultado de los aranceles impuestos por Estados Unidos, no ha sido culpa totalmente de las acciones del gobierno estadounidense, sino que solo es el reflejo de que un país emergente con problemas en lo político y con un gobernante que no ha tomado las decisiones correctas, pronto se reflejará en su economía, lo que se acentúa al ser una nación pequeña y altamente dependiente de lo que las potencias dispongan sobre ella.

De lo anterior, se demuestra el riesgo de tener a un líder nacional con tanto poder centralizado, que además tenga pocas nociones de economía. En su caso, el presidente Erdoğan, se ha mantenido en el poder a través de una lógica de alto crecimiento económico a cualquier costo, incluyendo el endeudamiento excesivo a Turquía y el aumento generalizado de los precios. En esta retórica, incluso ha señalado que bajar las tasas de interés puede reducir la inflación, cuando la teoría económica convencional indica exactamente lo opuesto.

Partiendo de la evidencia, en este momento de reacomodo de la estructura global, México no debe desaprovechar la oportunidad, por lo que es necesario insertarse en la economía mundial de una forma destacada, a través de algunas acciones que requieren no solo inversión pública y privada, sino que deben hacerse con planeación a mediano y largo plazo, con inteligencia y con ganas de beneficiar a la mayoría.

Pueden destacarse siete, todas resultado dependientes entre sí:

· Generar encadenamientos productivos al interior del país

· Inversión pública, incluyendo en comunicaciones, como el nuevo aeropuerto y el tren maya

· Fortalecer el sector exportador

· Lograr tratados comerciales más robustos con otras naciones

· No perder soberanía en el TLCAN o en algún otro tratado

· No rechazar a la inflación ni exigirla necesariamente a 3%, sino optar por el crecimiento, sin caer en excesos, tal y como lo afirma el Dr. Eduardo Rosas Rojas, en la conferencia “La inflación y la incertidumbre inflacionaria en América Latina 1960-2018”, durante el Seminario de Política Fiscal contra-ciclíca para el crecimiento estable y sostenido de los países en desarrollo

· Rearmar todo un modelo económico

En este sentido, el presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, tiene en sus manos todas las posibilidades para aprovechar el entorno global, tomar buenas decisiones y demostrar que su estrategia alternativa de desarrollo sí es viable para el crecimiento económico y social del país, o hundir al país más por decisiones precipitadas y que incluso pueden resultar delicadas al no hacerse adecuadamente, como desplazar algunas dependencias gubernamentales al interior de la república, la infraestructura en comunicaciones, sus políticas de salarios o el posible incremento del gasto de gobierno.