Necesidad de reconfigurar las acciones del Gobierno

Ante la escalada de violencia y el bajo crecimiento económico del país, el Gobierno de AMLO debe de tomar nuevas medidas

José Luis López
30 de mayo de 2019

Es de sabios cambiar de opinión”, señaló Andrés Manuel López Obrador, hoy presidente de México, en diversas ocasiones durante la campaña. Ante los restos actuales, que han sido opuestos a lo esperado, el titular del ejecutivo debe poner en práctica esta frase.

El día de ayer, el Banco de México redujo el pronóstico de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país durante 2019 por cuarta ocasión, al estimar que la economía mexicana se ubicará en el rango de 0.8% y 1.8%, cifras inferiores al 1.1% a 2.1% que publicó en su proyección anterior y muy lejos del 2.2 a 3.2% que anticipó en su publicación original. Las expectativas siguen sin mejorar para 2020, ya que hasta el momento el cálculo del crecimiento del Producto Interno Bruto se mantiene entre 1.7% a 2.7%, similar a lo observado durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Lejos de lo que opinan los más críticos del gobierno, la responsabilidad de esta problemática no recae exclusivamente en la figura presidencial, ya que aunque México está inmerso en la globalización y es la quinceava economía más poderosa, según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), está lejos de tener la influencia que poseen los países que realmente toman las decisiones en la economía, por lo que nuestra intervención es limitada y solo se siguen las directrices globales. De esta forma, ante choques del exterior, tal como es la guerra comercial de Estados Unidos y China, que se ha agudizado en los últimos días por buscar el dominio de la red 5G, limitando la competencia y perpetuando la hegemonía estadounidense, poco puede hacer el presidente de México para minimizar el riesgo y aprovechar las oportunidades si no cambia la estructura de la economía y se brinda un ambiente idóneo para la inversión, a través de contar con estabilidad macroeconómica, crecimiento del mercado interno, aumento de empleos formales, incentivos para las empresas y las familias, así como certidumbre.

Por tanto, la meta debe ser fomentar a la industria nacional y al mercado interno, a través de la generación de acciones reales, como la generación de incentivos a la innovación tecnológica y a la inversión, facilitar los encadenamientos productivos y promover la capacitación de obra altamente calificada, así como evitar que gran cantidad de recursos se destinen a obras públicas que no ofrecerán beneficios mayores que los costos, como el Tren Maya. Solo así puede dejarse atrás esta espiral de bajo crecimiento y lograr el 4% que ha prometido el presidente de la república antes de la finalización de su sexenio.

Las barreras en busca de estos objetivos no son solo ideológicas, sino también referentes a la delincuencia que impera en el país, la necesidad de reformar al sistema penitenciario, desincentivar la corrupción y reconfiguración del gasto público.

El primero aspecto, disminuir la incidencia delictiva, parece que se ha encaminado por el camino correcto en los últimos días, al darse las capturas de algunas cabecillas de las organizaciones delictivas que han incrementado la violencia en la Ciudad de México, como Jorge Flores Concha, el Tortas, líder de la Anti-Unión y de Pedro Ramírez Pérez, el Jamón, lugarteniente de la Unión Tepito, así como de Aldo Jesús Azcona Cortés, el Chucky, presunto jefe de plaza del Cártel Jalisco Nueva Generación. Estos operativos de origen federal, simultáneos y con velocidad, han rendido frutos y están encaminados a reducir el crimen en la capital del país, si es que se hace un buen proceso judicial. Además, han reivindicado a las fuerzas armadas, después del bochornoso caso con los pobladores de Michoacán.

A la par del punto anterior, debe de reformarse el sistema penitenciario, pues diversos líderes de organizaciones criminales mantienen operaciones al interior de los penales del país, circulando drogas y otros objetos prohibidos con total libertad, pese al supuesto aislamiento. Uno de los casos más recientes es el de Roberto Moyado Esparza, el Betito, líder de la Unión Tepito, quien ha mantenido el mando en las operaciones de su organización, como secuestro, extorsión, lavado de dinero, trata, soborno, narcomenudeo y despojo en la Ciudad de México, mientras se encuentra recluido en el Reclusorio Oriente.

El tercer tema es uno de los favoritos del presidente, pues la corrupción es uno de los ejes que quiere combatir el gobierno. Sin embargo, no basta solo con denunciar públicamente a los corruptos en las mañaneras: debe de enjuiciárseles y hacerles pagar por sus crímenes.

Finalmente, es necesario reconfigurar al gasto público, que no solo aumente el gasto corriente y el asistencialismo, sino que debe de fomentarse el gasto de capital, a la par de dar la oportunidad a los jóvenes de tener los medios para conseguir sus propios trabajos en el sector privado, sin depender de los recursos del gobierno.

Este gobierno se caracteriza por tener buenas intenciones y estar liderado por un hombre que ha tenido contacto con las personas más necesitadas del país, pero también por la improvisación de algunos actos, por ocultar datos y minimizar a los rivales. Los resultados no están siendo mejores que en otros gobiernos, solo que en la actualidad no se cuenta ni con estabilidad macroeconómica, con lo que los presidentes del pasado se escudaron. A su favor, AMLO tiene el apoyo social, que debe traducirse en acciones que realmente provean el nivel de vida que merecemos los mexicanos y que solo puede lograrse generando dinamismo en la economía. Las medidas deben tomarse inmediatamente, antes de que se agudice el bajo crecimiento de la economía y que se pierdan las oportunidades que México puede aprovechar ante la guerra comercial de China y Estados Unidos.