Libre comercio vs guerra comercial, coyuntura global

En la actualidad existe la tendencia internacional de retornar al proteccionismo y reducir los lazos comerciales entre naciones, llegando incluso a lo que podría categorizarse como guerra comercial, dejando atrás al libre mercado. Los países deben decidir de qué lado prefieren estar, ante la incógnita del futuro.

José Luis López
13 de julio de 2018

Un país debe producir exclusivamente aquél bien o servicio en el que se especialice, contando con las mejores condiciones ambientales, laborales, económicas y, por tanto, con los menores costos de producción, de modo que pueda producir a gran escala para satisfacer al mercado local e internacional, por medio de exportaciones competitivas, tal y como lo señalaría David Ricardo, uno de los economistas clásicos más importantes.

Esta idea se ha usado intermitentemente desde que el autor señaló esta forma de ejecutar la producción y el comercio como la adecuada, interrumpiéndose en breves periodos, como en buena parte del siglo XX en la época consecuente al New Deal hasta mediados de la década de 1970, por las ideas del también economista John Maynard Keynes. Posteriormente, al entrar en crisis la ideología keynesiana, se regresó al libre mercado, durante varias décadas en las que se creía que este mecanismo era más fuerte que nunca, en parte gracias a la creación de instituciones como la Organización Mundial del Comercio (WTO, por sus siglas en inglés), permitiendo que más países funcionaran bajo las reglas del intercambio libre y sin aranceles, hasta hace algunos años, en los que en algunas naciones se comenzó a dudar de la efectividad de este modelo de producción.

Por lo anterior, el entorno económico global está en una nueva coyuntura, pues la tendencia señala que el comercio amistoso está dejando de ser la idea predominante, la que se lleva a la práctica en los países desarrollados y en vías de desarrollo, impulsado no solo por el agresivo discurso y políticas del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump hacia China e incluso otros aliados, sino que es una propensión que se ha seguido durante los últimos años, con el BREXIT como uno de los eventos más destacados, pues Reino Unido decidió dejar a la Unión Europea ante un conjunto de problemas con los que contaban los británicos, considerando como correcto la reducción de acuerdos de toda clase con el resto de Europa bajo las condiciones actuales.

Esta nueva fase de la economía global encuentra posiciones encontradas, pues mientras muchos abogan por mantener la estructura económica global como ha funcionado durante las últimas décadas, otros promueven un fortalecimiento del mercado interno, a través de un retorno de las inversiones al interior de sus naciones y producir por sí mismos, para no depender de las fluctuaciones de los precios internacionales o retrasos en los encadenamientos productivos, teniendo en consideración que acciones de esta naturaleza podrían generar precios más elevados.

En tanto, en México, el discurso de la presidencia durante los últimos años ha sido conservar al libre mercado como el eje rector de la economía nacional, mantener a la inversión extranjera directa y generar un menor ritmo de crecimiento en el gasto de gobierno, manteniendo finanzas públicas sanas, así como producción y empleo a la vez. Esta situación parece que podría revertirse, pues el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, ha señalado desde su campaña que pretende incentivar la producción nacional, el incremento en el empleo y una menor dependencia con el extranjero, a través de mayor inversión pública y reducción del gasto corriente, es decir, de consumo de bienes no duraderos y salarios de altos funcionarios. El plan es fortalecer el mercado interno, no solo por el entorno adverso al exterior de las fronteras, sino también por las inclinaciones ideológicas y teóricas del nuevo presidente.

Para muchos, resulta alarmante hablar de una reducción del intercambio global y aún más la idea de una guerra comercial, pero algunos aún consideran que este fenómeno es pasajero y que la constante a largo plazo es el libre mercado. Sin embargo, el gobierno mexicano debe tomar medidas para atender esta situación, estar preparado ante eventuales dificultades y poder elegir sabiamente lo económicamente correcto.