Endeudamiento público, otra consecuencia del crecimiento de las tasas de interés

El endeudamiento público ha escalado a niveles alejados de la planeación del gobierno federal, no solo por contratar nueva financiación, sino también por los incrementos a la tasa de interés interbancaria, promovida por Banco de México, generando nuevos retos y posibilidades para reducir esta carga.

José Luis López
11 de agosto de 2018

¿A quién le gusta tener deudas? Claramente, nadie puede afirmar que considere que tener compromisos económicos de esta clase resulte aceptable para las familias, las empresas o el gobierno mismo. Tener deuda genera incertidumbre, pues merma la capacidad de gastar en el futuro, a cambio de contar con mayores recursos en el presente.

Pese a ello, prácticamente todos los miembros de una sociedad hemos tenido adeudos; las familias por distintas circunstancias, desde deberle a la tienda de electrodomésticos, pasando por las peticiones que se le hacen a vecinos o familiares para salir al paso al fin de quincena, o incluso a una institución financiera formal, con motivo de incrementar sus bienes. En tanto, las empresas enfrentan problemas similares, aunque su pretensión es incrementar los bienes financieros y materiales, producir más y obtener mayores ingresos en el futuro. De forma un poco distinta, los gobiernos contratan deuda para conseguir el cumplimiento de las necesidades del país, lo que se sustenta legalmente, para el caso mexicano, por medio de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 73, fracc. VIII y el 117, fracc. VIII, en la Ley General de Deuda Pública, la Ley de Ingresos de la Federación, el Presupuesto de Egresos de la Federación, la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria y la Ley de Disciplina Financiera de las Entidades y los Municipios.

En este marco legal, se explica que los servicios de deuda deben realizarse en caso de regulación monetaria, con fines de incrementar los ingresos gubernamentales, la reestructuración de la deuda bajo las condiciones del mercado o por solicitud expresa del titular del Poder Ejecutivo, en caso de presentarse alguna emergencia. Por lo tanto, el gobierno mexicano tiene los medios para contratar deuda y promover el cumplimiento de los compromisos macroeconómicos que tiene como obligación hacia los mexicanos y con el mundo.

Hasta este punto no se ha considerado la existencia de las tasas de interés, un punto determinante en la existencia de la deuda en general; puede definirse como la ganancia del prestamista por arriesgar su capital. Estas tasas de interés se modifican en el tiempo, según las decisiones de los banqueros centrales respecto a los movimientos en el ciclo económico, usándolos como mecanismo para suavizar las fluctuaciones de este, resultando que, en ocasiones, como en los años posteriores a la crisis de 2008, se tuvieran niveles bajos en las tasas de interés para fomentar el crecimiento de la economía real, mientras que existen otros momentos donde se ve un incremento considerable de las tasas, promoviendo que se retire capital de las economías para invertirlo en productos financieros atractivos.

En nuestro caso, el Banco de México ha modificado la tasa de interés interbancaria en todos los años, por lo que incrementos o decrementos de ésta son relativamente normales. En el presente, ha crecido la tasa de interés de referencia, hasta un 7.75%, con la finalidad de contener el nivel de precios (inflación) a niveles lo más cercanos a la meta, de 2% a 4% anual, mantener la confianza en el inversionista ante la incertidumbre que genera la relación actual con Estados Unidos, retener las inversiones que podrían alejarse al tener un mayor atractivo en otras naciones, fortalecer la divisa nacional y como acto reflejo ante la actuación de otros países, que también han elevado sus respectivas tasas de interés.

Este fenómeno resulta llamativo, porque la consecuencia es la desaceleración de la economía, ya que, al incrementar los incentivos al retiro del dinero en la economía real e insertarlos en el mercado financiero, la inversión productiva se ve reducida, modificando las relaciones de oferta y demanda, reduciendo el consumo y generando una desaceleración en el nivel de precios.

Sin embargo, las consecuencias de aumentar la tasa de interés no se limitan a estos ámbitos. Actualmente, además de que el gobierno federal ha solicitado mayor financiamiento, ésta ha crecido también como consecuencia del incremento de la tasa de interés de referencia, debido a que poco más del 60% de la deuda se contrató en moneda nacional y el resto en moneda extranjera, de modo que todo depende de si el peso se aprecia, reducir la tasa de interés interbancaria, esperar a que los bancos comerciales reaccionen igual y poder disminuir la deuda. Lo que ha ocurrido es lo opuesto, pues la moneda nacional tiene tendencia a depreciarse y a incrementar la tasa de interés para intentar solucionarlo, provocando que, entre otras consecuencias, la deuda contratada en pesos sea más costosa, teniendo como implicación que una parte importante del presupuesto público se destine a satisfacer los compromisos financieros que se han adquirido, en lugar de enfocarlo a actividades productivas.

Lo que debe hacerse es solucionar la incertidumbre provocada por las relaciones comerciales en el mundo, especialmente lo relacionado al TLCAN y al presidente Trump, tal y como se comenta en la nota del 20 de julio de Economentes “TLCAN e incertidumbre”. De resolverse favorablemente este tema, puede considerarse una reducción de las tasas de interés y de la deuda, además de fomentar la inversión real y el dinamismo de la economía.