El balance del gasto público se acerca al 0%, la economía hace lo propio

Reducción del gasto público, uno de los elementos del bajo crecimiento económico

José Luis López
1 de agosto de 2019

Está en boca de todos que el pronóstico de recesión falló. La economía creció 0.1% en el último trimestre y con eso desaparece el fantasma de la recesión, al menos por unos meses, no así el estancamiento, en el que sin duda, la economía de México se sitúa.

El estudio de la ciencia económica no es simplemente “el más y el menos” o la oposición ideológica, sino que se acerca más a la causa y la consecuencia, al incentivo y al desincentivo, matizados desde la perspectiva y los intereses particulares. Estudiar y analizar a la economía es entender el devenir histórico, político, ideológico, social y matemático de la economía nacional, no un simple oficio de capacidades inferiores a poder entender y manejar la economía, como opina el presidente.

Por tanto, un científico social, un economista, no puede emitir un juicio de valor respecto a que la oposición es la causante del bajo crecimiento económico, el estancamiento y la casi recesión. Al contrario, un fenómeno de esta naturaleza implica algo más que la disputa ideológica, es mostrar los elementos que lo componen, con los mismos filtros comentados anteriormente.

Categóricamente se afirma que el bajo crecimiento de México se compone de la tendencia a la baja de la economía mundial, la reorientación del gasto, la consecuente disminución de recursos en la economía por el subejercicio ejercido del gasto de gobierno por parte de la Secretaría de Hacienda, la poca claridad en las políticas y la incertidumbre en la inversión.

El primero de los componentes es la tendencia de decrecimiento de la economía mundial, que ha estado observándose en los últimos años, pronosticándose que se mantendrá por más tiempo. Por tanto, el bajo crecimiento no es exclusivo de México, sino que se replica al igual que en otras partes del globo, al estar profundamente conectado, ser una economía en desarrollo y tener poca relevancia en las acciones económicas mundiales.

Por otro lado, aunque se señala que ha habido menos crecimiento, pero más desarrollo social, a través de redistribuir la riqueza entre los más pobres con programas sociales, como las becas Benito Juárez, Jóvenes Escribiendo el Futuro o Jóvenes Construyendo el Futuro, así como apoyos a familias que necesitan guarderías y el aumento del dinero otorgado a adultos mayores, en la práctica aún no hay mecanismos para asegurar que los recursos lleguen efectivamente a quien lo necesite, resultados ni rendición de cuentas.

Sin embargo, para dotarse de recursos destinados a estos apoyos a la población, promover la austeridad y eliminar la corrupción, tuvieron que hacerse modificaciones al presupuesto de egresos, disminuyendo recursos a dependencias gubernamentales consideradas como no prioritarias, desapareciendo el apoyo directo a guarderías o eliminando proyectos onerosos y sustituyéndolos por opciones más baratas, como lo han sido los aeropuertos de Texcoco y Santa Lucía, lo que en conjunto promueve un periodo de transición, en el que algunos sectores empresariales no intuyen cual será el siguiente acto presidencial y si irá en contra de sus intereses.

Por tanto, estas medidas de ajuste han generado no sólo desconfianza en el empresariado, sino también una reducción de 4.5% del gasto público en términos reales durante los primeros seis meses del primer año de gobierno de AMLO, distando del -3.6% de Ernesto Zedillo, el 5.6% de Vicente Fox, el 0.2% de Felipe Calderón o el -2% de Enrique Peña Nieto en el mismo periodo. Por tanto, en el -4.5% de AMLO se calcula un subejercicio de 174,484 millones de pesos, dinero que dejó de invertirse en la economía, principalmente en inversión física y de construcción, que sufrió una caída de 17.3%.

En el mismo sentido, el déficit presupuestario (que los ingresos sean inferiores a los gastos del gobierno) en los primeros seis meses de AMLO en el poder ha sido menores a los obtenidos por Enrique Peña Nieto, con un balance de -153,135.4 millones de pesos, pese a que ha habido superávit primario (la diferencia entre ingreso y gasto es positiva, sin considerar pago de intereses de la deuda).

Los indicadores actuales son diferentes a los obtenidos por los últimos gobiernos, por lo que ya es un logro para el presidente López Obrador, pero esto no significa que realmente sea positivo desde todos los ángulos. Un gobierno no es igual a una empresa o a la economía de las familias, ya que el dejar de generar gasto de gobierno con la finalidad de ahorrar, implica que habrá sectores que no van a desarrollarse por su dependencia a este gasto, sea de forma directa o indirecta, afectando su actividad, ingresos y el empleo que pueden brindar.

Teniendo en cuenta la insuficiencia del gasto, la alternativa que presenta la Secretaría de Hacienda es normalizar el gasto público durante el resto del año, considerando que no necesitarán más de lo presupuestado en 2019 para activar la economía.

De tal forma, para que una economía se desarrolle, primero debe existir crecimiento, y para conseguir esto, es fundamental la inversión, que genere trabajo, dinamismo, redistribución de la riqueza y consumo. Así, promover el crecimiento económico es el primer paso para obtener desarrollo; puede contarse por separado con alguno, pero no es posible mantenerlo en el largo plazo, pues ambos son complementos para mantenerse de forma postergada. Emanado de lo dicho, deben ponderarse nuevamente las prioridades entre austeridad y bajo crecimiento o soltar el gasto, en niveles adecuados, para fortalecer el crecimiento.

La sociedad mexicana está polarizada: algunos se mantienen apoyando incondicionalmente cualquier afirmación que haga el ejecutivo federal, otros esperan la menor señal de problemas para despotricar contra la figura presidencial; los primeros no dejan de auto felicitarse por haber votado por el candidato ganador y el que está haciendo un cambio, los otros están furiosos porque los expertos no acertaron con sus pronósticos por muy poco y el presidente no se equivocó (del todo), ya que no hay recesión, dado que la economía creció 0.1% en el último trimestre.

No importa por quien votó usted en las últimas elecciones, o que tan cerca de ambos extremos se encuentra, lo importante es minimizar lo subjetivo, investigar y basar sus opiniones en la evidencia empírica, en lo comprobable, para así exigir, con la verdad, que el presidente cumpla con sus responsabilidades.

Al presidente no queda más que decirle “oiga, no pasa nada”, todos corremos el riesgo de equivocarnos; lo malo es no admitir el error y no aprender de ello. El verdadero error es no tener auto crítica, pensar que la postura propia siempre es la correcta, pese a que los datos contradigan la forma de pensar personal.