Economías solidarias: alternativa ante el reacomodo global

Acciones para fomentar el bienestar pese a la volatilidad de la moneda

José Luis López
24 de agosto de 2019

La economía mundial se encuentra en una fase de inestabilidad y con tendencias a aumentarla, tanto por el bajo crecimiento experimentado en los últimos años como por el nuevo reordenamiento que propone Donald Trump. En este entorno, para una economía como la mexicana resulta complicado poder tener relevancia en los acontecimientos globales, incluyendo la valoración de su propia divisa, del peso, por lo que es necesario voltear a ver alternativas para que la inestabilidad resulte menos perniciosa.

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha congratulado en decir que el mejor desempeño del peso es evidencia de la confianza y fortaleza que hay en México, especialmente si se toma en cuenta el caso de Argentina, que durante 2019 ha pasado de $37.65 pesos argentinos por cada dólar a promediar más de $54, cuando incluso México ha visto apreciarse al peso. Sin embargo, pese a que el entorno interno importe mucho para la valuación de una economía pequeña, son más relevantes las políticas que siga la economía estadounidense.

El presidente Trump ha estado en una férrea lucha contra la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, por una disminución de la tasa de interés, lo que, entre otras cosas, mermaría la fortaleza del dólar y aumentaría el valor de sus exportaciones, mejorando la balanza comercial. Hasta ahora, esta iniciativa se ha mostrado obstaculizada por la negativa de Jerome Powell, presidente de la Fed, aunque esto no implica que se mantenga así en el tiempo, especialmente si aumentan las presiones de Trump sobre su banco central, con la finalidad de repuntar su reelección.

Por tanto, en la actualidad no puede determinarse cuál será la relación peso-dólar en los próximos meses, si existirá una reducción de la tasa de interés en Estados Unidos, el dólar se debilite, el peso se fortalezca, se reduzca el valor de las exportaciones nacionales y la inflación se reduzca (a causa de importaciones más baratas) o, por el contrario, el dólar tome mayor fuerza y el peso se debilite, las exportaciones tengan mayor dinamismo pero las importaciones sean más caras y conduzcan a mayor inflación, así como aumento en las restricciones de la política monetaria y menor dinamismo en el consumo interno.

En ambos casos hay beneficios y desventajas para la economía de México, por lo que es un momento en que la sociedad puede voltear a ver alternativas que minimicen el efecto de las políticas extranjeras o nacionales en sus bolsillos y velar por mantener su consumo estable. Una de estas opciones se conoce como economías solidarias.

Una economía solidaria es una estructura alternativa al poder económico, donde se ejecutan relaciones de intercambio con un enfoque social, desarrollándose a la par del medio ambiente y asegurando que este se mantenga sostenible y sustentable. Se busca proveer a la sociedad de los medios para progresar, promover el consumo y la distribución de forma sustentable para la satisfacción de necesidades individuales y globales, sin la necesidad de obtener beneficios monetarios, pues uno de sus fundamentos es permitir y fomentar el intercambio a través del trueque, y es por el uso de este que se minimizan las fluctuaciones en la moneda, al no depender de un sistema monetario complejo.

Sin embargo, la poca practicidad de transportar productos para realizar el trueque, incluso al interior de sus mismas comunidades, ha obligado a la creación de monedas que, al igual que el dinero convencional, sirven como unidad de valor, depósito de valor y medio de cambio. Estas monedas fueron introducidas en México especialmente a partir de la década de 1990, época en el que abundaban ciclos continuos de crisis y caída del poder adquisitivo, por lo que se optó por fomentar el uso de estas monedas, menos susceptibles a fenómenos monetarios.

Una de estas moneadas es el Tláloc, introducida en 1996, y equivale a una hora de trabajo social, equivalente en ese momento a $25 pesos o $3 dólares; en el Tianguis Tláloc, donde se desarrolla la moneda, deben de realizarse al menos el 10% de las transacciones con esta. El Túmin, por otro lado, originario de Veracruz, se creó en 2010 como una alternativa para sobrellevar la crisis de 2008 y equivale a un peso corriente mexicano; ha sido tan exitoso que su uso se ha extendido a localidades de 16 estados, incluyendo la Ciudad de México. En el caso de la capital del país, existe también el Mixiuhca, que equivale a $5 pesos y es moneda de cambio en el Tianguis del Kiosco de la Magdalena Mixiuhca, así como el Fausto, una creación de estudiantes y profesores de la Facultad de Economía de la UNAM, que busca enseñar a la comunidad universitaria la posibilidad de mantener economías alternas.

En la actualidad, se calcula que circulan alrededor de 4 mil monedas comunitarias en el mundo, aunque año con año aparecen y desaparecen algunas de las que no se tienen registros oficiales.

En este tipo de relaciones sociales cercana a las raíces indígenas, distante del eurocentrismo y de las relaciones de producción predominantes que se han desarrollado en los últimos siglos, al contrario que otros modelos de producción, ha prosperado primero en la práctica y luego se ha escrito sobre este en los círculos académicos, como en La economía solidaria en México, coordinado por Boris Marañón Pimentel (2013) del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, donde se reconoce que la transformación social de una economía solidaria no sólo abarca temas estrictamente económicos, sino también políticos, tanto al interior de su organización como a nivel nacional.

Este tipo de economías es posible y aplicable para redistribuir parte de la riqueza de una forma más justa, satisfacer necesidades individuales y globales, menores afectaciones ante las variaciones en los mercados de divisas o las políticas monetarias nacionales o extranjeras, pero sobre todo para promover el consumo sin generar devastación a la naturaleza.