Crítica al cine contemporáneo mexicano

El cine extranjero ha entendido lo que el mexicano no: adaptación

José Luis López
22 de octubre de 2019

El cine puede fungir tanto como medio de entretenimiento, educación, adoctrinamiento o propaganda, porque los directores y creadores plasman una parte de la realidad que desean que los espectadores aprecien.

Sin embargo, el cine no deja de ser una representación de la realidad, de los deseos, experiencias, expectativas, sentimientos y expresiones de las personas de determinada época, expuesta en formato audiovisual.

Aunque inicialmente el cine se planteó como forma de educación y entretenimiento, con los años este se convirtió en un medio más para promover propaganda o generar adoctrinamiento, e incluso un medio para vender productos. Las tendencias cambian y en ocasiones es más evidente.

Uno de los mejores ejemplos del cambio de época es Batman y, en particular, su némesis: Joker. El primer actor que encarnó al príncipe payaso del crimen en la pantalla grande fue Jack Nicholson, quien a finales de la década de 1980 se caracterizó por ser un mafioso impredecible, violento y caótico; el siguiente en la lista fue Heath Ledger, quien en Batman: el caballero de la noche (2008) se caracterizó por ser uno de esos hombres que “sólo quieren ver arder el mundo”; la lista continua con el olvidable trabajo de Jared Leto para Suicide Squad (2016) y finalmente coronarse con la extraordinaria interpretación de Joaquin Phoenix en Joker (2019), donde se conocen los orígenes del personaje y se muestra la humillación que sufrió a lo largo de su vida, el maltrato psicológico al que estuvo sometido y el descuido de las autoridades por sus enfermos mentales, lo que lo llevó a convertirse en algo más allá de un villano: en un símbolo para Gotham City. En resumen, el personaje pasó de ser un bufón, a un asesino, a un individuo que puede causar empatía y fácilmente identificable, de modo que se ha adaptado a las diferentes eras en el mundo, desde un entretenimiento más inocente, el pesimismo y la locura de la década de 1980, hasta el caos y la lucha social de la actualidad.

La sociedad mexicana no está exenta de cambios en sus preferencias, y la cinematografía no es la excepción. La Época de Oro del cine nacional (1936-1957) se caracterizó por comedias rancheras, musicales, representaciones de la vida de las personas de la clase media e historias policiacas, con las que un amplio número de espectadores se identificaban en la transición a la industrialización, en un tiempo donde el ciudadano promedio tenía vínculos nulos con el mundo.

En la época, se encumbró a actores como Mario Moreno Cantinflas, Sara García, Pedro Armendáriz, Jorge Negrete y Pedro Infante, entre otros, logrando clásicos reconocidos en el mundo como Los olvidados, Ahí está el detalle, Los tres García y cientos más. El éxito de estas películas, en conjunto con la falta de competencia a causa de los conflictos bélicos globales, generó un auge en el cine de México, llegando a producir un promedio de 122 películas por año.

¿Han cambiado los gustos de los mexicanos con la globalización y los nuevos tiempos?

Del 6 al 12 de septiembre se celebró la segunda edición de la Fiesta del Cine Mexicano, que buscó distribuir películas mexicanas tanto de la Época de Oro como contemporáneas, en más de 700 pantallas a lo largo de la nación, con un precio por boleto de $20 pesos.

A poco más de un mes del evento, se han brindado los datos correspondientes. Este año participaron 162 mil personas respecto a los 312 mil que se contabilizaron el año pasado, es decir, una captación aproximada de $3,240,000, alrededor de 48% menos que lo comparado con los $6,240,000 de 2018; el factor de diferencia de precio por inflación se elimina, porque los precios de los boletos fueron los mismos en ambas ediciones.

Una de las películas con mejor desempeño fue No manches Frida 2, estelarizada por Martha Higareda y Omar Chaparro, que vendió 16 mil boletos durante este evento, mientras que a inicios de año, cuando se estrenó, recaudó alrededor de 26 millones de pesos, cifra drásticamente baja a la que registran las películas extranjeras e incluso algunas de las más representativas de le Edad de Oro del Cine Mexicano, ya que Los tres García (1947) logró, durante el mismo evento, un total de 22 mil boletos, a 72 años de su estreno.

En contraparte, el cine hollywoodense captura mejor el interés del público nacional, ya que la película Maléfica: dueña del mal, protagonizada por Angelina Jolie, fue vista por 2.3 millones de personas durante el fin de semana del 18 al 20 de octubre, con una recaudación de $145.8 millones de pesos, según la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine).

A más de tres semanas de haberse estrenado, Joker, interpretado por Joaquin Phoenix, se ubicó en el segundo lugar el fin de semana pasado, sumando $82.3 millones a los 712.6 millones que había obtenido previamente, pese a ser una película no apta para niños.

¿Qué ha ocurrido con el cine mexicano?

Al igual que al resto de la industria, cuando se tuvo un buen desempeño y baja competencia (década de 1940 a mediados de los años 70), las empresas y el cine nacional se mantuvieron en el gusto del espectador, situación que se revirtió a partir de 1980, cuando la situación desfavorable en el país obligó el acceso de inversión y competencia que la industria nacional no soportó y se desarticuló toda la estructura productiva que, para sobrevivir, requirió subsidios del gobierno. De forma simultánea, se dejaron espacios que prontamente fueron ocupados por intereses extranjeros, pudiendo brindar experiencias y productos frescos a los consumidores, que dejaron de interesarse en lo nacional.

¿De quién es la culpa, de los consumidores “malinchistas” o de los productores que no han querido arriesgarse a salir de su fórmula del fracaso, invertir de forma adecuada ni han sabido conectar con las nuevas preferencias?




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