Lo que Parasite puede decirnos sobre el capitalismo.

La cinta surcoreana contiene mensajes políticos y económicos de coyuntura.


Haziel Ángeles Juárez
28 de enero de 2020

Bong Joon-ho afirmó que su más reciente obra cinematográfica era eficaz para conectar con aquellos que la veían porque “Al final, todos vivimos en un país llamado capitalismo”; esta declaración resulta esencial de antemano a la hora de ver Parasite, porque la cinta, a pesar de ser una obra de arte política (debido a que incita al debate, agrega al debate y se integra al debate), no trata los temas de desigualdad, polarización de clases y pobreza de manera frontal (a diferencia de Snowpiercer (2013), película de en la que Bong Joon-ho expone los mismos temas de manera directa, como señala Fernanda Solórzano) De esta manera, aquellos mensajes no le son entregados al espectador explícitamente, sino que los temas que aborda están diseminados a lo largo de toda la película, a través de pequeños diálogos y expresiones entre los protagonistas, como el padre de familia rica diciendo que “No soporta a la gente que cruza la línea” o una cámara que sugiere de forma tácita el lugar al que corresponde cada familia. Mientras a los Park siempre se les muestra dentro de un plano delantero y con buena iluminación, a los “Parásitos” siempre les corresponden los espacios oscuros y bajos, como su precaria casa y colonia, debajo de una mesa o el bunker sin iluminación.

En Parasite podemos encontrar, tres fenómenos importantes y característico de toda economía capitalista. El primero es la lucha y competencia por la reproducción, es decir, la necesidad del humano por satisfacer sus necesidades. En este sentido, más que una familia que a través de un plan maquiavélico desplaza a los trabajadores domésticos de otra, es una familia que está compitiendo (o luchando) por su propia reproducción. Es en el contexto histórico del capitalismo que la fuerza de trabajo debe competir entre sí para ver quién se queda con tan anhelado puesto de trabajo que permitirá al sujeto trabajador satisfacer sus necesidades y la de su familia. Así pues, lo que vemos en Parasite no es una familia aprovechada y desleal que desplaza a otros, sino la competencia por la satisfacción de necesidades a las cual estamos condicionados dentro del capitalismo.

El segundo fenómeno está fuertemente correlacionado con el primero, y es precisamente la suplantación de una fuerza de trabajo por otra. Esto es un fenómeno que se hace cada vez más problemático en el modo de producción capitalista, ya que entre más se desplaza a los trabajadores de sus puestos de trabajo, más fácil es reemplazarlos. Esto lo evidencia Park —el padre de familia rico— cuando en su auto le dice a su nuevo chofer que “Cada vez son más fáciles de reemplazarlos”, refiriéndose a su antigua ama de llaves que acaba de despedir. Si en el capitalismo es tan fácil el reemplazo de la fuerza de trabajo, es porque al igual que toda mercancía, está sujeta a la ley de la oferta: si hay demasiado de un bien, este se abarata. La alta concentración de fuerza de trabajo desplazada por los procesos técnicos y tecnológicos ha propiciado que su valor (salario) sea cada vez más barato, y por ende, de más fácil acceso. Por lo tanto, es por ello que la clase trabajadora se encuentra sujeta a la lucha encarnizada entre sí por un lugar de trabajo.

El tercer fenómeno es la desposesión de medios de producción. Como se dijo antes, la película está en clave en todo momento, y no expone este punto explícitamente. Para entender este polémico tema, hay que trasladarnos al espacio en el que acontece la mayor parte de la cinta: la casa de los Park, y transformarla en una empresa. Si bien, en el hogar no se llevan a cabo tareas productivas, el lugar sí conforma un espacio de trabajo en el que tanto los que poseen y no poseen conviven. Es en la escena en que disfrutan los “Parásitos” de una cena en ausencia de sus jefes, los Park, que la familia de la clase trabajadora “sueña despierta” y comienzan a imaginarse dueñas de la propiedad, lo que refleja su condición de no propietarios. Si seguimos con la metáfora de la casa como empresa, entonces no sólo no son dueños de un hogar, sino de los medios de producción.

Aunado a todo lo anterior, dado que en ningún momento a lo largo de la cinta se idealiza a ninguno de los integrantes de ambas clases sociales, y que su mensaje se encuentra revestido por una serie de códigos narrativos, la película Parasite contiene dentro de sí una trampa puesta por su propio director, y es el de hacer creer al espectador que en efecto, la familia en condiciones de marginación son unos parásitos, que se alimentan, se aprovechan y subsisten de la costilla de los Park, con el objetivo de colocarnos, por momentos, del bando de los privilegiados. Engaño en cual cayó la familia “parásito” y que provocó que decidieran traicionar a sus propios congéneres que habitaban en el bunker. Y es ahí donde la trampa se hace efectiva: ¿Seguro que no estás simpatizando con la clase equivocada?